jueves, 30 de junio de 2011

Hasta en las mejores familias

 La Universidad Nacional de Córdoba (UNC) es una de las cuatro más antiguas de América. Durante más de dos siglos fue la única universidad en el territorio argentino. Fue creada por los jesuitas en 1610 y durante toda su historia ha sido una abanderada de la lucha por la libertad. Fue precisamente en esa casa de estudios donde en 1918 surgió el movimiento de Reforma Universitaria que luego se extendió a todo el continente y que permitió la consolidación de la educación laica. La UNC también fue la cuna de la autonomía universitaria y sus aulas han sido el lugar de formación de grandes líderes argentinos y latinoamericanos. Personalidades de la talla del Dalai Lama han visitado la universidad, la misma que ha nombrado doctor honoris causa a verdaderos portentos de la ciencia y las artes como René Favaloro , quien revolucionó la medicina con el invento del método de bypass aorto-coronario; o como el poeta uruguayo Mario Benedetti y la genial María Elena Walsh. En el año 2000, la sede donde se fundó la UNC fue declarada patrimonio de la Humanidad. Con estos antecedentes y las últimas noticias que llegan de Córdoba, no hay duda que “pasa hasta en las mejores familias”.

Mucha ‘revolución’ y poca producción


El concepto de “comunidad” existe en Bolivia y sirve para muchas cosas menos para producir. Los comunarios suelen unirse para bloquear un camino, para linchar a un supuesto ladrón o para acatar las órdenes del sindicato sobre temas fundamentales, como suscribir “alianzas” con contrabandistas, por ejemplo. Por eso es que el presidente Morales está molesto con muchas comunidades fronterizas del país, las que, según denunció, han dejado de producir papa, oca, quinua o maíz y se están dedicando a los negocios turbios. Pero lo hacen de manera independiente, cada uno con su capital, sus clientes y sus “operarios”, los que suelen ser los hijos, los cuñados y los hermanos, pero no más.

Las comunidades, ni en el Altiplano, ni en los valles y menos en las tierras bajas, jamás han encarado sistemas de producción colectivos. A veces se alquilan el arado, se prestan los bueyes, pero nunca compran semillas y otros insumos en conjunto, tampoco acopian en un mismo silo y a la hora de vender, cada uno se las arregla con los rescatadores y los más osados se atreven a incursionar en las ciudades, donde suelen toparse con verdaderos pulpos del comercio. En el mercado más grande de La Paz, una sola mujer controla hasta el último cajón de tomate y por las manos de otra dama, tan mafiosa como la anterior, pasan todas las papas que los paceños llevan a sus platos. Y así sucesivamente.

El Gobierno está tratando de reinventar el concepto de “economía comunitaria” a través de la Ley de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria, pese a que la había abandonado, porque no funciona. Los agricultores, pequeños y grandes, suelen sembrar o dejar de sembrar según sus conveniencias personales y obviamente, sus intereses siempre están en función del mercado. El régimen de Evo Morales está convencido que esta norma evitará la escasez de alimentos, no solo porque promueve fuertes subsidios a la “producción comunitaria”, sino porque establece el seguro agropecuario en un país en el que reina la informalidad y donde la mayor parte de los productores no usan tecnologías ni prácticas culturales avanzadas que alienten a las empresas aseguradoras a incursionar en este sector.

La ley de “revolución productiva” prácticamente ignora a los medianos y grandes productores (los que realmente aseguran el abastecimiento), salvo cuando tiene que recurrir a las mismas prohibiciones, controles y restricciones, desincentivos que en los últimos años han derrumbado la producción de comida en el país, al punto de acabar con la soberanía alimentaria. El Estado boliviano se ha convertido en un fuerte importador de varios cultivos que hasta no hace mucho tiempo se producían en cantidades suficientes para abastecer el mercado interno y exportar los excedentes.

Esta ley no hace más que consolidar la presencia de la agricultura de subsistencia en vastas regiones del país, reforzar el intervencionismo y estatal en el sector agropecuario e insistir en recetas socialistoides que no han hecho más que crear una burocracia parasitaria, distorsionar el mercado, desalentar la producción, provocar escasez y poner en peligro el abastecimiento alimentario en el país. La “gran novedad” de esta “revolucionaria” ley es la incorporación de los productos transgénicos, lo que además de ser un contrasentido respecto de los discursos “pachamamísticos” del Gobierno no representan mayor impacto en la economía, si no van acompañados de políticas agropecuarias más realistas con la urgencia que representa la amenaza de una hambruna en el país.

miércoles, 29 de junio de 2011

Ya tenemos Miss ‘Chuta’


No se entusiasmen por favor, que Olivia Pinheiro  no hará nada impúdico, aunque de qué otra manera se podría calificar su insólita decisión de reconsiderar su renuncia a participar en el concurso Miss Universo, después de haber admitido que mintió sobre su edad a la hora de clasificar para acceder al título de Miss Bolivia. Es de humanos equivocarse y de sabios reconocerlo y la bella joven había quedado fina al admitir su tropezón. Lo que no está bien es que se deje inspirar por el Estado “Plurichuto” en el que vivimos y que decida “meterle nomás”, aunque su reinado sea trucho. Lo curioso es que la
empresa que la promociona, según dijo ayer en la tele, ha llegado a un acuerdo con los organizadores del Miss Universo, los que, según dejó entender nuestra Miss “Chuta”, dejarán pasar el detalle de su edad adulterada. Entrenada en la oratoria melosa que le imparten sus capacitadores, Olivia comenzará a atosigarnos con eso de que representa a Bolivia y que nos llevará a todos los bolivianos a sus pasarelas. A no ser que aclare bien, cuál es el país al que está representando ¿al de los autos chutos? Si fuera así, no hay queja y no queda más que desearle éxito.

De "tú a tú"

Bolivia ha dejado pasar mucho tiempo y muchas cosas han pasado desde que Estados Unidos le ofreció al Gobierno de Evo Morales un acuerdo marco que permita restablecer la normalidad en las relaciones entre ambos países.

El ofrecimiento estadounidense se produjo después de la expulsión del embajador norteamericano en Bolivia, Philip Goldberg, después de muchos insultos, acusaciones, provocaciones y de hechos vergonzosos como el intento de toma de la Embajada de Estados Unidos en La Paz, ocurrida el 9 de junio de 2008 y promovida por activistas relacionados con el MAS.

La firma de un acuerdo marco hubiera significado un logro inédito por el Gobierno boliviano, pues sería la primera vez que Estados Unidos accede a semejante figura diplomática con un país que exterioriza fuertes desconfianzas y críticas hacia el comportamiento de Washington. La Cancillería boliviana dedicó mucho esfuerzo y trabajo para consolidar ese pacto, pero precisamente desde el interior del oficialismo se produjo un fuerte boicot que impidió lograr el entendimiento final.

Hoy, el presidente Morales vuelve a sorprender con un llamado a los embajadores europeos en Bolivia para que le ayuden relanzar las relaciones de Bolivia con Estados Unidos. Lo dijo después de haber criticado a la DEA, la policía antidrogas estadounidense, por haber operado en secreto en la captura del exjefe antinarcóticos boliviano, René Sanabria, quien acaba de declararse culpable en un tribunal de Miami.

El jefe de Estado boliviano quiere relaciones de “tú a tú” con Estados Unidos, solicitud que parece ser absolutamente razonable en cualquier circunstancia, pero que en el contexto actual parece más bien una posición fuera de tono. El Gobierno de Evo Morales ha estado dilatando sistemáticamente la firma de un convenio antidrogas con Brasil, que incluye la participación de la DEA. El motivo de tantas evasivas parecer ser la fuerte resistencia del régimen a devolverle a la fuerza antidrogas norteamericana aunque sea una parte de su presencia en el país, sobre todo en el Chapare, donde la producción de coca y cocaína se ha disparado desde la expulsión de la DEA en el año 2008.

Estados Unidos ha estado denunciando no sólo la explosión del narcotráfico en Bolivia, sino también el desinterés del Gobierno de Evo Morales por enfrentar con fuerza este delito. Hoy esa visión de Washington está bien reforzada con datos, tanto del Departamento de Estado, de la DEA y también de la ONU y obviamente con hechos noticiosos como el arresto del general Sanabria, que abre serias interrogantes sobre las implicaciones del Gobierno boliviano con el crimen organizado.

Desde el punto de vista ideológico, suena bien que el presidente Morales diga que las relaciones deben ser “de igual a igual”, pero en el plano de la realidad, existen aspectos que es necesario salvar antes de que un país como Estados Unidos, el protagonista fundamental de la lucha contra las drogas a nivel mundial, decida moverle el rabo al régimen boliviano, que en este momento se encuentra bajo fuertes y evidentes sospechas.

Es obvio que Estados Unidos quiere buenas relaciones con Bolivia. Lo ha manifestado en reiteradas ocasiones y ha dado muestras de que existe un genuino interés por suscribir un acuerdo en condiciones de igualdad. Sin embargo, antes que nada, el Estado Boliviano tiene que dar sobradas muestras de que tiene interés no solo de cooperar con Washington (ojalá fuera solo eso) sino con toda la comunidad internacional que hoy le hace fuertes reclamos al país por su actitud connivente con el narcotráfico y otros delitos.

martes, 28 de junio de 2011

La DEA y una cuestión 'política'


Otra vez el presidente Morales vuelve a estrellarse contra la DEA y obviamente contra Chile, aunque esta vez no es por el mar, sino por un asuntito que tiene nervioso a todo su Gobierno: el general Sanabria y la guitarrita que acaba de entregarle un fiscal de Miami para que empiece a cantar. Ahora entendemos por qué el Primer Mandatario tanto machaca que la DEA persigue fines políticos. A lo mejor siente que su administración podría desestabilizarse con las más recientes arremetidas de la policía antidroga estadounidense, que dicho sea de paso, fue una de las responsables del “golpe de estado” en Panamá, que terminó con el general Noriega preso por tráfico de drogas. Chile ha entrado en este baile porque su policía colaboró en secreto con sus colegas norteamericanos, algo que le ha molestado mucho a Evo Morales, quien le reprochó al Gobierno chileno por no haberle comunicado de las andanzas de Sanabria, un policía que pasó a las filas de la política y que fue premiado con alto cargo en el Ministerio de Gobierno. El presidente dijo que lo ideal hubiera sido que le avisen para aplicarle un severo castigo a ese policía corrupto. La DEA y Chile tienen otros datos y por eso no hablaron antes.

¿Qué hacemos con estos caudillos?


Hay gran expectativa en toda América Latina sobre el rumbo que adoptará el presidente electo de Perú, Ollanta Humala, una vez asuma su mandato dentro de un mes. Nadie sabe qué es lo que va a hacer con la economía, con los sectores estratégicos, con la política exterior, los recursos naturales y tantos otros temas vitales para uno de los países más extensos y complejos del Cono Sur.

¿Será otro Chávez? ¿Seguirá el camino de Lula? ¿Nacionalizará las minas? ¿Expulsará a las transnacionales extranjeras? ¿Cuál será su estrategia con Chile? ¿Mantendrá un discurso de confrontación hacia su vecino? Hay apuestas por un Humala distinto, cambiado, alejado de las posturas que asumió en los inicios de su carrera política y posteriormente, cuando se alineó con el proyecto populista encabezado por el eje Cuba-Venezuela. Otros creen que el líder peruano apenas recurrió a un camuflaje de tono moderado para ganar las elecciones y que ni bien tome el toro por las astas, comenzará a aplicar el mismo libreto que usaron Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez y Daniel Ortega para adueñarse de los poderes republicanos, destruir la democracia e instaurar regímenes totalitarios que están acabando con la economía y el estado de derecho.

En Venezuela hay un estado de histérica incertidumbre por la prolongada ausencia de Hugo Chávez, quien se encuentra en Cuba recibiendo tratamiento por una misteriosa enfermedad que ha despertado un sinnúmero de especulaciones. Se teme que el caudillo pueda ser víctima de una patología terminal lo que incrementa las dudas y sobre el futuro del país. Para millones de ciudadanos, ya sea oficialistas y opositores, el solo hecho de pensar en la desaparición del dictador causa temor por el posible estallido del caos, ante el vacío de poder que genera el alejamiento de un líder que concentra en sus manos todos los hilos del país.

En ambos casos, el de Perú y el de Venezuela, subyace el grave problema que ha ocasionado el resurgimiento de los sistemas caudillistas en América Latina, que devino de la desaparición del sistema de partidos políticos, de la desideologización de la izquierda democrática y la ausencia de una cultura política sólida, que establezca un esquema de pesos y contrapesos que asegure el equilibrio en el ejercicio del poder.

Hoy, literalmente, un Evo Morales, un Chávez o Rafael Correa, son capaces de hacer cualquier cosa en sus países, aprobar la ley más alocada o decretar una medida contraria a todo ordenamiento jurídico; han destruido la justicia, han acabado la arquitectura republicana y lamentablemente no hay doctrina, historia, ideología o algún tipo de estructura institucional que sea capaz de contenerlos. El personalismo caudillista nos está conduciendo a un tipo de autoritarismo que nos ahoga internamente y que ha comenzado a generar incomodidad entre los países vecinos por sus amenazas no solo contra la democracia y las leyes, sino por sus ataques a la libertad y a la civilización.

Humala es un peligro porque tiene los mismos orígenes que sus colegas populistas de la región. No tiene un partido bien estructurado que lo respalde, su proyecto es personalista, sin tradición, sin demarcaciones ni límite cultural.

En Bolivia, la única ideología que se ha impuesto es la acumulación del poder para instaurar un modelo caudillista, antirrepublicano, caótico  y de vocación autoritaria. Los líderes de estas tendencias no son socialistas ni izquierdistas, hacen cualquier cosa para mantenerse en el poder, usan a los pobres para sus fines y no para beneficiarlos. Básicamente han instalado un “estado de capricho” que ha comenzado a chocar contra el mundo civilizado.

lunes, 27 de junio de 2011

Mentiras "chutas"


Cada día que pasa se acumulan más pruebas sobre las grandes mentiras que le sirvieron de plataforma al Gobierno para la aprobación de la ley de saneamiento de los autos indocumentados. Supuestamente, la norma se aprobó para que regularicen su situación los propietarios de los automóviles “piratas” que ya circulaban ilegalmente dentro del país. Sin embargo, de acuerdo a los datos de la Aduana, de los 70 mil vehículos que se han registrado, 50 mil ingresaron después de la promulgación de la ley, que según el presidente Morales iba destinada a favorecer a los más pobres del país. Son tan pobres los dueños de estos automóviles, que algunos de ellos los han registrado desde Europa y Estados Unidos, pues en el momento de aprobarse la amnistía, los autos en cuestión se encontraban en tránsito. La otra gran mentira fue el plazo. De acuerdo a ley, debían ser 15 los días habilitados para el registro de los chutos, pero entre feriados y otras restas, los “barba negra” tendrán 22 días en total. Este beneficio se da, pese a que la página web habilitada por el Gobierno atiende sin descanso, las 24 horas del día.

domingo, 26 de junio de 2011

El Presidente no entiende ¿qué no entiende el Presidente?


El presidente Morales siente pena por el trato que recibieron los 14 militares detenidos en territorio chileno en actitud sospechosa. "No puedo entender cómo algunas autoridades reconozcan la violación de derechos humanos. Dejarlos encapuchados es una flagrante violación", dijo el mandatario al momento de condecorar a los soldados hace unos días en Oruro. “No puedo entender” es una frase que machaconamente usa el jefe de Estado cuando quiere disimular el cinismo de su régimen. Esos soldados merecen toda la consideración porque son seres humanos con dignidad, la misma que tenían los ciudadanos que fueron acribillados en el hotel Las Américas el 16 de abril de 2009. Nadie puede ser encapuchado, ni siquiera los numerosos acusados de supuesto terrorismo que fueron llevados a las patadas a La Paz por los agentes del gobierno del MAS. O acaso eran de otra categoría subhumana los pandinos que sufrieron terribles vejaciones en septiembre de 2008, cuando Quintana comandó la invasión armada de ese departamento. Todo eso lo han hecho a nombre de Evo Morales y la responsabilidad caerá sobre él. Eso debería entenderlo.

Evo Morales y sus guerras


El Gobierno boliviano se ha metido en una guerra sin cañones con Chile de la que podría resultar seriamente dañado, mucho más de lo que quedó luego de la humillación que le encajó hace algunas semanas la diplomacia santiaguina en la Asamblea de la OEA celebrada en San Salvador.

El régimen de Evo Morales se ha propuesto desprestigiar a la democracia chilena, tras el insólito e inexplicable incidente de los 14 militares bolivianos que invadieron el territorio vecino, armados y a bordo de dos vehículos robados. En lugar de quedarse en las disculpas iniciales que fueron retribuidas con una actitud complaciente de las autoridades chilenas, que decidieron liberar a los soldados sin incurrir en mayores trámites ni investigaciones, ha recurrido a la estrategia del ataque y la provocación.

El presidente Morales no solo ha resuelto imponer una extravagante condecoración a los militares arrestados en circunstancias sospechosas, sino que ha anunciado que denunciará a Chile ante instancias internacionales por el supuesto trato inhumano del que fueron víctimas los flamantes “héroes nacionales”. En esta guerra Chile no está solo y lamentablemente para él, Evo Morales tiene muchos enemigos dentro de su propio bando y peor aún, últimamente se ha producido una inmensa cantidad de autogoles que vaticinan un resultado demoledor.

Qué posibilidades puede tener en esta batalla por la credibilidad, un Gobierno que acaba de ser acusado de “legalizar el robo” nada menos que por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, donde hay sectores empresariales y políticos que promueven sanciones contra Bolivia por decretar la amnistía de los autos ingresados al país de contrabando, medida calificada como “uno de los mayores premios al crimen organizado del que tenga noticia la historia de la humanidad”. En Chile ya existe una iniciativa en la Cámara de Senadores que también demanda castigo para el Gobierno boliviano.

Justo cuando Bolivia intenta estrellarse contra Chile buscando su descrédito, en Miami, un excolaborador de Evo Morales confiesa que es culpable de traficar cocaína a Estados Unidos y despierta gran expectativa mundial sobre las implicaciones del Gobierno nacional con el narcotráfico. Precisamente en estas circunstancias, el régimen del MAS incurre en una actitud inculpatoria y manda a la Asamblea Legislativa una propuesta de confrontación con la Convención de Viena de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes que pone en entredicho el interés del país por acompañar las políticas internacionales de lucha contra el narcotráfico.

Es difícil conseguir la atención sobre la legitimidad de los reclamos que hace el Gobierno boliviano hacia Chile, cuando hay importantes grupos de disidentes internos que han denunciado públicamente al MAS y al presidente Morales por incurrir en el autoritarismo y la corrupción y por traicionar los postulados del proceso de cambio, el mismo que se han propuesto rescatar. Ni siquiera Evo Morales puede disimular el estigma en el que ha caído su administración cuando lamenta que los campesinos y las organizaciones sociales que habitan en las fronteras han abandonado las actividades productivas y se dedican al contrabando, proceso sobre el cual, el oficialismo no puede alegar inocencia.

Es obvio que en este contexto, es difícil para Evo Morales tratar de llevar adelante una guerra contra un enemigo externo, cuando sus principales adversarios son él y quienes lo rodean.

sábado, 25 de junio de 2011

Evo, el moralista

Al presidente Morales le ha dado un ataque de “moralitis”. Le da duro a la bebida, no quiere saber más de telenovelas ni películas de acción y ha dicho que va a prohibir las verbenas en los pueblos para que los alcaldes no se emborrachen. Lo dijo hace unos días en San Julián, donde también les reprochó a sus compañeros sindicalistas y a los dirigentes de los movimientos sociales que están perdiendo la mística y la ideología y que a lo único que se dedican es a esperar los cheques venezolanos y a pedirle más y “estito más” al Presidente. Este viernes, el Primer Mandatario se las agarró contra los campesinos de las zonas fronterizas, a quienes acusó de abandonar las actividades productivas para dedicarse al contrabando. La reacción de Evo Morales se produce en un momento muy duro para su imagen. Un excolaborador suyo acaba de declararse culpable por el tráfico de drogas a Estados Unidos, 14 militares bolivianos fueron detenidos en actitudes sospechosas en Chile y en algunos países vecinos están promoviendo iniciativas para castigar a Bolivia por legalizar delitos como el contrabando y el robo de autos. A lo mejor el jefazo también quiere echarle la culpa de todo esto a las fiestas populares y a las telenovelas.

viernes, 24 de junio de 2011

Grandes casualidades


El viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, les reclamó airadamente a sus compañeros cocaleros del Chapare por sus excesos. “Cómo quieren que la ONU despenalice la coca con semejante crecimiento de los cultivos”, les dijo, luego de comprobarse que en el último año, el trópico cochabambino sumó casi dos mil hectáreas nuevas de cocales ilegales. Luego de la reprimenda, el funcionario hizo prometer a los dirigentes de las seis federaciones, encabezadas por Evo Morales, que a partir de ahora se portarían mejor, cosa que no pasó de un simple saludo a la bandera. Pero el Estado Plurinacional lo arregla todo, pues éste se debe por completo a los cocaleros. La Asamblea Legislativa acaba de aprobar una ley mediante la cual, Bolivia se retira de la Convención de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes, medida que excluirá al país de cualquier política mundial de lucha contra las drogas. La decisión, que nos gradúa de parias, se produjo justo cuando la ONU está por emitir un informe sobre el aumento de la producción de coca y cocaína en Bolivia y precisamente cuando el general Sanabria comienza a cantar sus coplas en Miami.

No es el sol, Presidente


El presidente Morales le pidió alimentos al sol a la hora de sumarse a los ritos del Año Nuevo Aymara. Si el rey de los astros hablara, le diría que él jamás ha fallado y que en todo caso, si lo que pretende es evitar hambre y escasez, debería revisar qué es lo que está haciendo su Gobierno y qué es lo que está fallando para que cada día produzcamos menos y nos veamos obligados a importar más comida.

Una simple revisión a las cifra de las importaciones, da una idea de las razones que llevan al primer mandatario a clamarle al sol, de la misma forma que una ex ministra de agricultura no aflojaba el rosario y los rezos para que aumenten las cosechas. En el  primer cuatrimestre, las compras del exterior de alimentos y bebidas han batido un nuevo récord, con más de 200 millones de dólares, un 73% por ciento más que el mismo periodo del 2010 y seguramente el nivel más alto desde que se desató la crisis alimentaria que afecta al mundo entero.

Cuando el aumento de los precios de los alimentos alcanzó su pico más alto, el año pasado, el presidente les prometió a los productores que iba a liberar las exportaciones y no ha cumplido. Si los precios de los cereales, granos y otros productos están bajos ahora es porque lo permiten la abundancia del periodo de cosecha y el bloqueo en Desaguadero que frena el contrabando. La empresa estatal Emapa, fiel a su misión (distorsionar el mercado) anda por todos lados comprando todo el maíz que puede acopiar con el fin de evitar que los precios se disparen a fin de año y a comienzos del próximo y aun así, según los cálculos faltarán alrededor de 100 mil toneladas para abastecer el consumo interno. Los arroceros y los soyeros tienen millones de toneladas acopiadas sin posibilidades de exportación, situación que podría ocasionar fuertes pérdidas a los productores y menos posibilidades para enfrentar el siguiente periodo de siembra.

Para los maiceros que confiaron en Emapa, resultó un bleff la promesa de pagar un 10 por ciento por arriba del precio del mercado. Lo mejor para ellos hubiera la apertura de las fronteras a la exportación, ampliar las áreas de cultivo, producir más y obviamente, abastecer las necesidades locales, además de generar divisas para el país. Con las recetas intervencionistas aplicadas y el control de precios, se mantienen los desincentivos a la producción y las inversiones en el agro.

La organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, le advirtió en reiteradas ocasiones a los países amenazados por procesos de hambruna. Los gobiernos debían eliminar cuanto antes las políticas restrictivas a la producción, como el control de precios, la aplicación de cupos de exportación y otras prohibiciones. Bolivia no ha cumplido con esas recomendaciones y la supuesta lucha por la soberanía alimentaria, se lleva adelante con medidas de corto alcance y de fuerte tinte ideológico y político.

En Francia, durante la reunión de ministros de agriculturas del G-20 se acaban de tomar importantes decisiones acerca de los precios y el abastecimiento de alimentos a nivel mundial con el fin de evitar la escasez y las indeseables hambrunas que se han pronosticado. Sin embargo, como contraparte, la FAO y otros organismos internacionales han exigido a todos los gobiernos evitar el intervencionismo y las distorsiones que inhiben las inversiones en la agricultura y la ganadería.

jueves, 23 de junio de 2011

Estudiar en Santa Cruz: dígame licenciado



Tengo unas cuantas cursientas en un baldío por acá cerca, esperando para el día en que pueda invitarles una ambrosía con bitter, toddy y algo de singani a mis amigos. La sequía del año pasado me puso en figurillas y el pasto todavía no se ha recuperado, así que hago peripecias para darles de comer a riesgo de que la vaina me resulte más cara que la espada. Veo programas en el Canal Rural, investigo en internet y todavía no consigo dar con la receta que me diga más o menos como sobrevivir en los tiempos de escasez y precios altos.

Se me ocurrió pensar que podía hacer un curso sobre nutrición animal, más precisamente de bovinos y… “naranja”. En cualquier otro país ese curso dura no más de ocho meses, tal vez menos  y obviamente, el costo y los requisitos son accesibles para cualquier bolsillo, incluso para el de un joven de provincia o del área rural que no ha culminado el bachillerato. En Santa Cruz, si quiero capacitarme ya sea para este tema o para cualquier otro que requiera un enfoque específico, necesito estudiar veterinaria, es decir, hacer el curso del PAB, rendir examen, pagar aquí, firmar allá, hacer cola, aplazarme, ponerme en huelga en el rectorado, volver a pagar y al cabo de cinco años instalar un pequeño boliche en Los Pozos para vender vitaminas para gallos de riña y vacunar perros salchicha.

Eso vale para todos los campos. Todos quieren ser licenciados, ingenieros doctores. Las universidades están llenas de carreras, maestrías, doctorados y diplomados, mientras que es casi imposible formarse, por ejemplo, para soldar los tubos con los que se construyen los gasoductos, actividad que suele ser muy rentable y que requiere muchas veces, traer especialistas de Venezuela, Nigeria o Texas. La experiencia de Infocal es la excepción a la regla, pero ¿por qué no hay diez Infocal en la ciudad y en las provincias, enseñando a soldar, a manejar un tractor, a inseminar vacas lecheras o a elaborar tortas? Es una mezcla de todo, pero más que nada, una tara social instalada en las mentes de los jóvenes que aspiran a pronunciar algún día: “Dígame licenciado”.

Salud, su señoría


Un juez de la Corte Superior de Justicia de Santa Cruz apenas podía
mantenerse en pie el otro día, cuando fue llevado a la Policía,
después de ocasionar un accidente a bordo de su vagoneta. Los
uniformados comprobaron que tenía el máximo nivel de alcohol que puede
soportar el cuerpo, pero aun así le fue muy bien. En Tránsito ni
siquiera aplicaron el procedimiento para estos casos, un juez colega
del borrachín lo liberó de cualquier inconveniente jurídico y al
Consejo de la Judicatura ni siquiera se le pasó por la cabeza
aplicarle alguna sanción. Obviamente, no se trata de cualquier
juececillo, sino uno de los principales ejecutores de la “limpieza
plurinacional” que lleva adelante el Gobierno en los tribunales
cruceños y el autor de varias órdenes de arresto y traslados a La Paz
de algunos colegas suyos.  El presidente Morales dijo la semana pasada
que el trago es el origen de la inseguridad ciudadana y vaya que tiene
razón, pues hay que ver el peligro que ocasionó aquel juez la otra
madrugada. Lo que no aclaró es que todos deben privarse de beber menos
sus cuates, los que responden a su esquema. He ahí un simple botón que
nos anticipa lo que se viene con la nueva justicia que nacerá tras la
elección del 16 de octubre.

Salud, su señoría

Un juez de la Corte Superior de Justicia de Santa Cruz apenas podía
mantenerse en pie el otro día, cuando fue llevado a la Policía,
después de ocasionar un accidente a bordo de su vagoneta. Los
uniformados comprobaron que tenía el máximo nivel de alcohol que puede
soportar el cuerpo, pero aun así le fue muy bien. En Tránsito ni
siquiera aplicaron el procedimiento para estos casos, un juez colega
del borrachín lo liberó de cualquier inconveniente jurídico y al
Consejo de la Judicatura ni siquiera se le pasó por la cabeza
aplicarle alguna sanción. Obviamente, no se trata de cualquier
juececillo, sino uno de los principales ejecutores de la “limpieza
plurinacional” que lleva adelante el Gobierno en los tribunales
cruceños y el autor de varias órdenes de arresto y traslados a La Paz
de algunos colegas suyos.  El presidente Morales dijo la semana pasada
que el trago es el origen de la inseguridad ciudadana y vaya que tiene
razón, pues hay que ver el peligro que ocasionó aquel juez la otra
madrugada. Lo que no aclaró es que todos deben privarse de beber menos
sus cuates, los que responden a su esquema. He ahí un simple botón que
nos anticipa lo que se viene con la nueva justicia que nacerá tras la
elección del 16 de octubre.

El peligro de los apagones

Aunque ninguna autoridad le ha pedido (todavía) a la población bañarse
en tres minutos y acudir al baño acompañado de una linternita, como lo
hizo hace algunos años el presidente venezolano Hugo Chávez, cada vez
son más insistentes las sugerencias que se hacen en Bolivia de
recurrir al racionamiento de la electricidad y a extremar los
esfuerzos por el ahorro de este recurso.

Los más preocupados son los empresarios de la industria, que desde el
2008 vienen alertando sobre los bajos niveles de la reserva del
Sistema Interconectado Nacional (SIN) y de la urgente necesidad de
realizar inversiones en la generación de electricidad. La sugerencia
de los industriales se ha transformado en clamor durante los últimos
meses, pues de producirse un colapso, podrían paralizarse numerosos
establecimientos productivos que lamentablemente no tienen otra opción
energética. Hace mucho que el gas natural dejó de ser una opción para
ellos debido a la escasez de este insumo, cuyo destino principalmente
es la exportación.

La única alternativa es la que ha encarado la Cámara de Industrias de
La Paz, que ha solicitado a sus asociados desarrollar programas
voluntarios de ahorro y mejor utilización de la energía, sobre todo en
horarios pico. La recomendación, que en primera instancia proviene del
Ministerio de Hidrocarburos, se ha hecho extensiva al resto de la
población. El titular del sector, José Luis Gutiérrez, aclaró que
todavía no se aplicarán planes de racionamiento, aunque ya habló de la
puesta en marcha de un programa de emergencia a nivel nacional.
La explicación que está detrás de esta amenaza es la misma que se ha
dado en todos los sectores de la economía que fueron “nacionalizados”
por el Estado Plurinacional. Mala gestión y ausencia de inversiones.
La temporada de invierno, que ocasiona una disminución de otras
fuentes alternativas de electricidad, especialmente la hidroeléctrica,
podría ser la que desencadene una crisis sin precedentes en el país.
Un estudio de la CNI muestra lo dramática que se ha puesto la
situación ya que la capacidad de generación de electricidad llega a
los 1.081 megavatios en todo el país, en tanto que la demanda es de
1.030 megavatios, lo que refleja una diferencia muy escasa que podría
ser rebasada en los próximos meses. La falta de inversiones redujo a
cero las reservas el año pasado, pese a que existía el compromiso del
Gobierno de llegar a los 150 megavatios adicionales. Para colmo, los
malos manejos de la planta de Guaracachi, en Santa Cruz provocaron un
siniestro en uno de los motores y la oferta se redujo drásticamente.
Sin este soporte, el plan de invierno está en grave peligro, con
amenaza de apagones y restricciones en algunos puntos del país.

Expertos en energía aseguran que el Gobierno de Evo Morales recibió el
sistema eléctrico del país con un amplio margen de seguridad que daba
incluso para proyectar exportaciones, pero en los últimos cinco años,
con el crecimiento y la falta de atención al sector, esta franja ha
desaparecido. Los planes gubernamentales para aumentar la capacidad de
generación y enfrentar exitosamente esta amenaza comenzarán a
funcionar entre julio y octubre. En caso de que no se cumplan los
programas de ENDE, que se ha fijado sumar 160 megavatios hasta enero
del 2012 y si no se reponen los 82 megavatios que se perdieron en
Guaracachi hasta fin de año, no habrá más remedio que recurrir a las
más mismas prácticas que popularizó el líder chavista en su país.

¡Qué chacota ministra Chacón!


El que se mete con chiquilines, ya sabe cómo termina.  Cuánto hace que
asumió la ministra de Defensa, María Cecilia Chacón y ya van dos de
las grandes. La “teen-ministra” ni se enteró de los antecedentes de su
colega iraní Ahmad Vahidi (tal vez no estaban en el Facebook), y ya
ven en el enredo en el que se metió el Gobierno por albergar a uno de
los terroristas más buscados. Con relación al escándalo de los 14
militares que invadieron territorio chileno, las explicaciones de la
Chacón son una completa chacotería. No sabe cómo justificar que el
oficial y los soldados arrestados por los carabineros hubieran sido
pillados a bordo de dos vehículos robados y con placas chilenas. Ha
dicho que “invadir cancha” es cosa común en la zona del salar de Uyuni
y que es frecuente que los militares chilenos y también los guías
turísticos del vecino país crucen la frontera sin ningún tipo de
restricciones. En un programa de televisión, admitió que en la zona el
control es escaso y por eso se dan esas irregularidades. Encima de
todo, la ministra se da el lujo de protestar por el supuesto maltrato
que sufrieron los militares. Cuál de todos los caraduras del Gobierno
le habrá dado clases tan aceleradas.

Más centralismo

El Estado Plurinacional centralista maneja casi el 85 por ciento de los recursos de Bolivia y lo que queda, se lo llevan nueve gobernaciones, nueve universidades públicas y 357 municipios. Si este es el concepto de autonomía que promueve el oficialismo y que toleran los autonomistas, mejor estábamos antes, mucho mejor. Y que no mientan los que digan que estamos avanzando porque el futuro se viene aún más negro. Ideas no faltan.

La última tiene que ver con la Ley de “Clasificación de Impuestos”, una norma que le otorga la plena potestad a la Asamblea Legislativa Plurinacional para crear nuevos tributos, mientras que los concejos municipales y las asambleas departamentales deben conformarse con un par de contribuciones, hecho que las llevará tal vez, a los tiempos en los que las alcaldías vivían de los cueros de las vacas y el “sitiaje” que pagan los gremiales de los mercados.  En esas condiciones, a las prefecturas apenas les alcanzaba para pagar el chofer, la secretaria y el asesor legal, mientras que un municipio de la talla del cruceño se conformaba con pavimentar una avenida por gestión.

El proyecto de ley, que ya fue aprobado por el Senado, surge de la Ley Marco de Autonomías, refleja mejor que nada el desprecio que siente el régimen de Evo Morales por el proceso autonómico, al que le dijo “No” en reiteradas ocasiones y al que se sumó por motivos netamente electoralistas. En la propuesta se insiste cínicamente que los gobiernos municipales y las gobernaciones tendrán la potestad de crear sus propios impuestos, sin embargo, en los hechos casi todo está reservado al Estado central, incluso la tributación sobre aquellos sectores que afectan directamente a la jurisdicción o el ámbito territorial ya sea comunal o regional.

Los municipios únicamente podrán mantener los actuales impuestos a los bienes inmuebles, a los vehículos automotores, a las transferencias de ambos y al consumo de chicha, además de añadir un tributo a la afectación al medio ambiente por el uso de motorizados. En el caso de que surja una propuesta para incrementar ingresos, la autoridad con la potestad de aceptarla o rechazarla será el Ministerio de Finanzas, un actor que será al mismo tiempo juez y parte del proceso y que obviamente refuerza el centralismo y menoscaba la autonomía municipal.

Lo ideal sería, en este caso, que el órgano técnico encargado de la evaluación de las políticas tributarias esté conformado por representantes de los tres niveles de Gobierno, el nacional, el departamental y el municipal, pues de lo contrario sería un retroceso, ya que en principio, era el Senado el filtro para la creación de nuevos impuestos y posteriormente se dibujó un esquema más distributivo y descentralizador a través de la Ley 843 de Reforma Tributaria de 1986, que significó un importante avance del municipalismo.

Con esta nueva ley se elimina de cuajo el debate sobre el Pacto Fiscal entre los tres niveles de gobierno, que en el fondo, buscaba dilucidar cuáles son realmente los recursos que necesitan las entidades territoriales autónomas para hacerse cargo de las competencias que les han sido otorgadas por la Constitución Política del Estado. Se trata de ponerle un candado a las autonomías, ahogarlas y dejarlas morir por inanición, con el objetivo de perpetuar un Estado centralista, que derrocha, que gestiona mal y que chantajea a municipios y gobernaciones porque mantiene en sus manos la llave de paso de los recursos que son de todos los bolivianos.

martes, 21 de junio de 2011

Errores de cálculo

El vicepresidente García Linera calificó como un “error de cálculo” el gasolinazo navideño que pretendía pillar al pueblo embotado por la mezcolanza de grasa y alcohol de las fiestas de fin de año y por lo tanto, sin las energías suficientes como para salir a las calles a protestar. Moraleja: nunca jochees a un boliviano en plena fiesta y menos cuando esté curando su resaca. El presidente sabe mucho de eso, el otro día lo explicó muy bien en la cumbre sobre seguridad ciudadana. “Otro error”. Así lo ha calificado el Primer Mandatario al decreto que obligaba a los transportistas a deshacerse de sus cacharros. Otra vez el mal cálculo. Todos en el Gobierno creían que los micreros y camioneros estaban de pláceme por la famosa ley que establece la “chuto-cracia” en Bolivia y que nadie protestaría por un decreto que comenzaría a regir dentro de siete años. Segunda moraleja: cuando ya te vieron las canillas, es difícil que los demás te tomen en serio. “Te agarraron pa’l leseo, te tienen de goma, chico”, dice un conocido rapero dominicano que podría servir de complemento al famoso eslogan “Gobernar obedeciendo al pueblo".

Incoherencias de un Estado fallido

El presidente Morales y su original gesto facial a la hora de "obedecer" al pueblo.
Justo cuando el Estado Plurinacional de Bolivia implora ante el mundo civilizado valores supremos como la solidaridad y la justicia para intentar hacer de la reivindicación marítima una causa internacional, lanza una ley que promueve la ilegalidad y que genera incomodidad entre los países vecinos, por las implicancias de esta medida con graves crímenes como el robo de autos y el narcotráfico.

Justo cuando el Gobierno de Bolivia trata de hacer quedar a Chile como un país abusivo e indolente frente al clamor del pueblo que reclama un derecho ancestral, una cuadrilla de militares bolivianos ingresa en territorio ajeno, en posesión de armas y a bordo de dos vehículos de dudosa procedencia.

Justo cuando el Gobierno nacional decreta la carnavalesca amnistía para los autos “chutos”, que impone un régimen de libertinaje para el ingreso y la circulación de vehículos dentro del territorio y que no discrimina si éstos son robados, son cacharros, si contaminan o generan inseguridad, lanza una norma que busca poner en regla a los transportistas, uno de los gremios más chúcaros del país, que precisamente acaba de doblarle al brazo el presidente Morales, quien se vio obligado a pedir disculpas (otra vez), invocando el trillado y hueco eslogan “gobernar obedeciendo al pueblo”.

Los chilenos decidieron soltar a los militares bolivianos sin mayores trámites y pese a que no se aclaró del todo por qué habían cruzado la frontera en dos automotores que tenían placas chilenas. El Gobierno de Sebastián Piñera se conformó con una disculpa a regañadientes lanzada por el vicepresidente García Linera, de la misma forma que en la reciente asamblea de la OEA, la delegación transandina por poco le pide perdón al canciller David Choquehuanca por la humillación que le propinó ante la comunidad interamericana. “La vida es dura”, comentó el ministro chileno Alfredo Moreno luego de dejar mal parado a su colega.

Los transportistas no sólo aceptaron suspender el paro indefinido que habían decretado para este lunes, sino que accedieron a posar en una de las escalinatas del Palacio Quemado junto al presidente Morales, procedimiento que se ha vuelto común últimamente para apuntalar la farsa de que el Gobierno escucha al pueblo. Se trata de la más reciente versión mediática que ha encontrado el régimen para dar una idea de que aún existe Estado en Bolivia y de que todavía es capaz de mantener el control sobre el territorio: las poses.

Quién iba a pensar hace cinco años que el Gobierno con el mayor apoyo popular de la historia democrática de Bolivia, el de mayor legitimidad y prestigio internacional, se convertiría en el perpetrador del más grande retroceso en la demanda marítima boliviana y que precisamente, la administración gubernamental que estaba llamada a consolidar el Estado Nacional, pasaría a ser el autor del más lamentable proceso de descomposición social e institucional, que va camino a convertir al país en un Estado dominado por la ilegalidad, la delincuencia y el narcotráfico.

Durante 186 años Bolivia ha arrastrado graves problemas de ingobernabilidad, precisamente por la acentuada fragmentación social y la ausencia de una visión de Estado que sea capaz de cohesionar a la población y orientarla hacia un destino común. En las circunstancias actuales, esa no es solo una utopía imposible de llevar a cabo, sino una premisa que va a contrapelo del paradigma imperante que pone a Bolivia en la categoría de un Estado fallido.

Incoherencias de un Estado fallido


Justo cuando el Estado Plurinacional de Bolivia implora ante el mundo civilizado valores supremos como la solidaridad y la justicia para intentar hacer de la reivindicación marítima una causa internacional, lanza una ley que promueve la ilegalidad y que genera incomodidad entre los países vecinos, por las implicancias de esta medida con graves crímenes como el robo de autos y el narcotráfico.

Justo cuando el Gobierno de Bolivia trata de hacer quedar a Chile como un país abusivo e indolente frente al clamor del pueblo que reclama un derecho ancestral, una cuadrilla de militares bolivianos ingresa en territorio ajeno, en posesión de armas y a bordo de dos vehículos de dudosa procedencia.

Justo cuando el Gobierno nacional decreta la carnavalesca amnistía para los autos “chutos”, que impone un régimen de libertinaje para el ingreso y la circulación de vehículos dentro del territorio y que no discrimina si éstos son robados, son cacharros, si contaminan o generan inseguridad, lanza una norma que busca poner en regla a los transportistas, uno de los gremios más chúcaros del país, que precisamente acaba de doblarle al brazo el presidente Morales, quien se vio obligado a pedir disculpas (otra vez), invocando el trillado y hueco eslogan “gobernar obedeciendo al pueblo”.

Los chilenos decidieron soltar a los militares bolivianos sin mayores trámites y pese a que no se aclaró del todo por qué habían cruzado la frontera en dos automotores que tenían placas chilenas. El Gobierno de Sebastián Piñera se conformó con una disculpa a regañadientes lanzada por el vicepresidente García Linera, de la misma forma que en la reciente asamblea de la OEA, la delegación transandina por poco le pide perdón al canciller David Choquehuanca por la humillación que le propinó ante la comunidad interamericana. “La vida es dura”, comentó el ministro chileno Alfredo Moreno luego de dejar mal parado a su colega.

Los transportistas no sólo aceptaron suspender el paro indefinido que habían decretado para este lunes, sino que accedieron a posar en una de las escalinatas del Palacio Quemado junto al presidente Morales, procedimiento que se ha vuelto común últimamente para apuntalar la farsa de que el Gobierno escucha al pueblo. Se trata de la más reciente versión mediática que ha encontrado el régimen para dar una idea de que aún existe Estado en Bolivia y de que todavía es capaz de mantener el control sobre el territorio: las poses.

Quién iba a pensar hace cinco años que el Gobierno con el mayor apoyo popular de la historia democrática de Bolivia, el de mayor legitimidad y prestigio internacional, se convertiría en el perpetrador del más grande retroceso en la demanda marítima boliviana y que precisamente, la administración gubernamental que estaba llamada a consolidar el Estado Nacional, pasaría a ser el autor del más lamentable proceso de descomposición social e institucional, que va camino a convertir al país en un Estado dominado por la ilegalidad, la delincuencia y el narcotráfico.

Durante 186 años Bolivia ha arrastrado graves problemas de ingobernabilidad, precisamente por la acentuada fragmentación social y la ausencia de una visión de Estado que sea capaz de cohesionar a la población y orientarla hacia un destino común. En las circunstancias actuales, esa no es solo una utopía imposible de llevar a cabo, sino una premisa que va a contrapelo del paradigma imperante que pone a Bolivia en la categoría de un Estado fallido.

Incoherencias de un Estado fallido

El presidente Morales y su original gesto facial a la hora de "obedecer" al pueblo.

Justo cuando el Estado Plurinacional de Bolivia implora ante el mundo civilizado valores supremos como la solidaridad y la justicia para intentar hacer de la reivindicación marítima una causa internacional, lanza una ley que promueve la ilegalidad y que genera incomodidad entre los países vecinos, por las implicancias de esta medida con graves crímenes como el robo de autos y el narcotráfico.

Justo cuando el Gobierno de Bolivia trata de hacer quedar a Chile como un país abusivo e indolente frente al clamor del pueblo que reclama un derecho ancestral, una cuadrilla de militares bolivianos ingresa en territorio ajeno, en posesión de armas y a bordo de dos vehículos de dudosa procedencia.

Justo cuando el Gobierno nacional decreta la carnavalesca amnistía para los autos “chutos”, que impone un régimen de libertinaje para el ingreso y la circulación de vehículos dentro del territorio y que no discrimina si éstos son robados, son cacharros, si contaminan o generan inseguridad, lanza una norma que busca poner en regla a los transportistas, uno de los gremios más chúcaros del país, que precisamente acaba de doblarle al brazo el presidente Morales, quien se vio obligado a pedir disculpas (otra vez), invocando el trillado y hueco eslogan “gobernar obedeciendo al pueblo”.

Los chilenos decidieron soltar a los militares bolivianos sin mayores trámites y pese a que no se aclaró del todo por qué habían cruzado la frontera en dos automotores que tenían placas chilenas. El Gobierno de Sebastián Piñera se conformó con una disculpa a regañadientes lanzada por el vicepresidente García Linera, de la misma forma que en la reciente asamblea de la OEA, la delegación transandina por poco le pide perdón al canciller David Choquehuanca por la humillación que le propinó ante la comunidad interamericana. “La vida es dura”, comentó el ministro chileno Alfredo Moreno luego de dejar mal parado a su colega.

Los transportistas no sólo aceptaron suspender el paro indefinido que habían decretado para este lunes, sino que accedieron a posar en una de las escalinatas del Palacio Quemado junto al presidente Morales, procedimiento que se ha vuelto común últimamente para apuntalar la farsa de que el Gobierno escucha al pueblo. Se trata de la más reciente versión mediática que ha encontrado el régimen para dar una idea de que aún existe Estado en Bolivia y de que todavía es capaz de mantener el control sobre el territorio: las poses.

Quién iba a pensar hace cinco años que el Gobierno con el mayor apoyo popular de la historia democrática de Bolivia, el de mayor legitimidad y prestigio internacional, se convertiría en el perpetrador del más grande retroceso en la demanda marítima boliviana y que precisamente, la administración gubernamental que estaba llamada a consolidar el Estado Nacional, pasaría a ser el autor del más lamentable proceso de descomposición social e institucional, que va camino a convertir al país en un Estado dominado por la ilegalidad, la delincuencia y el narcotráfico.

Durante 186 años Bolivia ha arrastrado graves problemas de ingobernabilidad, precisamente por la acentuada fragmentación social y la ausencia de una visión de Estado que sea capaz de cohesionar a la población y orientarla hacia un destino común. En las circunstancias actuales, esa no es solo una utopía imposible de llevar a cabo, sino una premisa que va a contrapelo del paradigma imperante que pone a Bolivia en la categoría de un Estado fallido.

lunes, 20 de junio de 2011

Historia repetida

Un juez chileno resolvió expulsar a los 14 militares bolivianos
detenidos por ingreso ilegal a Chile y porte de armas,
 después de que la Fiscalía de ese país determinara no acusarlos
 por el delito de robo con intimidación por falta de testigos.
 Durante la dictadura de Luis García Meza, muchos militares se dedicaron a hacer negocios turbios. El descaro llegó a tal extremo, que era común ver camiones del Ejército cargado con “televisores” de coca rumbo a los laboratorios de procesamiento de la “merca”. El dictador, que se consideraba la “reserva moral” del país, dañó severamente la imagen de las Fuerzas Armadas y Bolivia pronto se convirtió en una “narco-república”, estigma que costó muchísimo erradicar. El otro día, alguien afirmaba que en Bolivia no tenemos verdadera conciencia de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Los chilenos aparentemente lo saben mejor. Acaban de arrestar a 14 militares bolivianos que merodeaban en su territorio a bordo de dos vehículos robados. El fiscal que atiende el caso de los uniformados está sorprendido porque no paran de llegar denuncias de robo de autos contra esos efectivos, a quienes el Gobierno boliviano ha pedido liberar inmediatamente. ¿Qué va a pasar en Bolivia? ¿Llegaremos a la misma situación que nos dejó García Meza? Los gobernantes deberían pensar en lo que les ocurrió a los conductores de aquel proceso.

domingo, 19 de junio de 2011

Comer en Santa Cruz


A través de su blog, http://bel-mateslavados.blogspot.com, mi hija Ana Belén me dice todos los días que soy un aburrido y que de lo único que escribo es de política. He decidido copiar su naturalidad y su estilo coloquial y a riego de que se rían de mí, voy a hablar de comida, haciendo alusión a eso de que de que “lo único de lo que habla el opa es de lo que come”.

El otro día estaba en una clase de administración (no les voy a decir de qué) y el profesor nos decía que las grandes cadenas internacionales de comidas tienen terror de venir a Bolivia. McDonald’s huyó despavorida del país y a Domino´s no le dio ni para arrancar. Ambas empresas argumentaron que Bolivia no era un mercado atractivo, algo que no convenció a nadie, pues lo cierto es que nuestras autóctonas “Toby” y el “Tren Rojo”, por el lado de las hamburguesas y tanto las “Capri” como las pizzas de “El Horno” le dieron una dura batalla a las dos multinacionales y les ganaron en buena ley.

A mi profe no le cayó bien mi argumento y me dijo que lo que ocurre es que es difícil agradar el paladar boliviano porque es sumamente raro. Dice que hay consumidores que exigen que les den arroz para acompañar las pizzas y que les gustaría tener un buen par de plátanos fritos sobre las hamburguesas. Hay cadenas como Pizza Hut y Kentucky Fried Chicken que no se atreven a incursionar en un mercado donde a todo le quieren poner llajua, orégano y canela y donde el fideo frito es un acompañante indispensable de cualquier plato, sin importar si las otras guarniciones son papa y arroz (obviamente tostado).
Los inmigrantes chinos, que han inundado se restaurantes las ciudades son el mejor ejemplo de la adaptación al típico paladar boliviano. El “chicharrón” de pollo figura en todos los menús de los comedores y el “pollo chino” ya es un clásico en los coloridos y no siempre bien presentables bolichones instalados en las avenidas más estratégicas. En esos negocios sólo ofrecen dos cosas. Pollo con arroz, fideo y papa y soda popular, no pida más. Ensalada ni en pintura. Y son tan exitosos que cada día abre uno a la vuelta de la esquina.

Grasa, muuuucha grasa, una sobrecarga de carbohidratos, precio y un buen televisor plasma con películas de Van Dame y Rambo. ¿Higiene? ¿calidad? Eso es lo de menos. En los mercados hay platos desde cinco y ocho bolivianos, que incluye una sobredosis de gérmenes y de aceites usados una y otra vez para freír.

No hay que negar que Santa Cruz, por ejemplo, se ha convertido en un emporio de la gastronomía para todos los gustos y bolsillos. Los empresarios locales son audaces y se atreven a crear cadenas de salteñerías, pizzerías y salones de té. Tal vez muy pronto los veremos comercializando y exportando sus franquicias, haciéndole competencia a McDonald’s y a Burger King allá en su terreno. El reto más importante, sin embargo, es incursionar en la calidad, en la higiene y en el valor del equilibrio nutricional. Eso obviamente, va de la mano con las autoridades de salud que deberían preocuparse por los índices de obesidad y de diabetes que están creciendo a pasos agigantados.