martes, 30 de agosto de 2011

Una encuesta reveladora

El Poder Judicial es fundamental para  el sostenimiento de la democracia y el Estado de Derecho. Es el encargado de mantener vigente en el imperio de la ley en el país, incluso por encima de los gobernantes. Controla el ejercicio del poder, evita los abusos y busca el equilibro. En Bolivia, el Poder Judicial se lleva apenas el 0,92 por ciento del presupuesto, lo que ubica a esta función del Estado entre las últimas prioridades.

Esta impresionante desatención hacia el Poder Judicial ha ocasionado graves problemas que se han ido acumulando a lo largo de la historia boliviana. La gente no confía en la justicia, la considera corrupta, inaccesible para el ciudadano común, demasiado complicada y lenta.

La justicia no existe para la mayoría de los bolivianos. En la mitad de los municipios del país no existen juzgados. Los jueces rurales trabajan en condiciones lamentables, a veces no tienen ni siquiera una máquina de escribir (menos una computadora) y en promedio, cada administrador de justicia tiene que resolver alrededor de 500 causas por año. Eso ocasiona que cada juicio demore entre cuatro y diez años y que las cárceles bolivianas estén llenas (70%) de detenidos sin sentencia.

El Estado Plurinacional ha estado aplicando algunas reformas al Poder Judicial que no atacan ninguna de las causas de los problemas. Los cambios en la designación de los jueces, la implantación de la justicia comunitaria, la creación de algunos tribunales y la reducción de los miembros de otras cortes, han sido simples actos de maquillaje que no resuelven el nudo gordiano de la administración de justicia.

Por último, se ha propuesto la elección de las autoridades por voto directo como la reforma fundamental del Poder Judicial en Bolivia, un mecanismo que, lejos de responder a las viejas demandas en torno a la justicia, tiende más bien a empeorar las cosas. Es obvio que este proceso, lleno de vicios y de manipulación de todo tipo, coadyuvará al incremento de la politización de la justicia y por ende a incrementar la corrupción.

La elección por voto directo de las autoridades del Poder Judicial traiciona los fundamentos del Estado de Derecho, porque permite la sujeción de los tribunales y de los administradores de justicia al poder de la mayorías, cuando en realidad, la justicia es la encargada de ponerle límites, establecer controles y evitar los excesos. En este caso, el presidente Morales ya tiene definidos sus propios candidatos a jueces, su partido los ha promocionado e incluso les está haciendo propaganda, hecho que está dirigido a conseguir la enajenación total, la cooptación plena de los administradores de justicia, que deberán actuar en consecuencia absoluta con las directrices del poder dominante, cuya máxima preocupación es hoy la imposición de una autocracia a través de la limitación y/o eliminación de las libertades individuales y el pluralismo político.

Menos mal que la gente se da cuenta de que este proceso no es democrático y que tampoco tiende a mejorar la justicia en el país, ya que se trata de un mecanismo de conquista del poder total en Bolivia. Una reciente encuesta realizada en las principales ciudades del país por la empresa “Apoyo, Opinión y Mercado”, refleja que el 63 por ciento cree la elección del 16 de octubre no cambiará en nada la administración de justicia en Bolivia, de ahí la preocupación del Gobierno por el impacto que pueda tener el voto nulo.

Fuera USAID

 Pensándolo bien y en función de los últimos datos, habría que sumarse al pedido de Juan Ramón Quintana de expulsar a la Agencia de Cooperación Norteamericana, Usaid, por conspirar contra todo un país. El propio organismo internacional, acusado de financiar la marcha de los indígenas que se oponen a la destrucción del parque Isiboro Sécure, han reconocido que entre 1983 y el 2008 invirtieron alrededor de 250 millones de dólares en innumerables proyectos que beneficiaron a la zona cocalera del Chapare, zona donde el presidente Evo Morales construyó su liderazgo que lo llevó a la primera magistratura del país. Usaid construyó en el trópico cochabambino más de cinco mil kilómetros de caminos, más de 100 puentes, que si bien sirvieron para fomentar el desarrollo alternativo en la zona, terminaron favoreciendo a la expansión de los cultivos de coca, el florecimiento del narcotráfico, al punto que desde aquella región tal conflictiva del país se está extendiendo un proyecto geopolítico que tiene a la “hoja sagrada” y a su hijo natural “el polvo blanco” como puntas de lanza. Es obvio que nadie sabe para quién trabaja. Usaid ya lo sabe, aunque nadie conoce aún el desenlace de toda esta trama.

lunes, 29 de agosto de 2011

A qué viene Lula

La última vez que vino Lula a Bolivia, se instaló en el Chapare, se colgó una inmensa guirnalda de coca en el cuello y llamó a Evo “El Mandela boliviano”. Desde ese escenario, el expresidente brasileño le dio un gran impulso a la polémica carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, financiada con recursos de Brasil, dinero que ha sido congelado hasta que se solucione todo el conflicto que la denominada “autopista de la droga” ha causado entre el Gobierno boliviano y las comunidades indígenas. Para este lunes está anunciado el arribo de Lula al país, pero no irá al Chapare. Llega a Santa Cruz a reunirse con su amigo Evo y todavía no se sabe cuál será su postura en relación a esta controversia. Según el ex ministro Andrés Soliz Rada, la empresa que construye la carretera en cuestión, la OAS, hizo generosos aportes a la campaña presidencial del MAS gracias a los excelentes contactos que mantiene con el partido político de Lula, salpicado por numerosos casos de corrupción. Es posible que en ese sentido, el líder brasileño esté viniendo a darle un espaldarazo a su aliado, aunque también se baraja la posibilidad de que su misión esté dirigida a calmar los ánimos. Además de la corrupción, la gestión de Lula ha estado cuestionada por su enorme acción depredadora de las selvas brasileñas.

domingo, 28 de agosto de 2011

Discursos fronterizos

Mandarse a mudar a las fronteras parece haberle ocasionado graves
problemas. Es verdad que en los límites del país se hacen buenos
negocios, pero lamentablemente llegan tarde las noticias. Juan Ramón
Quintana pensó que en Bolivia todavía se puede hablar de los gringos y
de Estados Unidos con la misma vehemencia del 2008, cuando el
presidente Morales decidió expulsar al embajador Philip Goldberg. Hace
unos días se estrelló  como en las mejores épocas contra la agencia de
cooperación norteamericana, Usaid, a la que acusó de tener nuevos
cómplices (los indígenas) en sus persistentes intentos de
desestabilizar al Gobierno del MAS. No habían pasado horas desde el
pedido de expulsión de Usaid que lanzó el ex ministro de la
Presidencia, cuando casi al unísono surgieron voces gubernamentales
para aclarar que lo de Ramoncito era una simple posición personal. Lo
más contundente fue lo del sucesor de Quintana, Carlos Romero, a quien
se le sumó el zar antidrogas, Felipe Cáceres (el vocero presidencial
para asuntos de la coca y el narcotráfico) quien afirmó que es
impensable concebir la lucha contra las drogas sin Estados Unidos.
Otra vez: lo que hace el caso Sanabria.

El futuro de La justicia

Los candidatos que aspiran a convertirse en autoridades judiciales después de las elecciones del 16 de octubre habrán temblado cuando el presidente Morales afirmó que el Gobierno, es decir, el MAS, ganará con el 60 o 70 por ciento en las ciudades y con el 100 por ciento en el área rural. Los jueces y magistrados que se declararen vencedores ese día ya saben para quién trabajan y las consecuencias que ello implica.

Últimamente han estado metiendo presos al troche y moche a jueces por supuestos casos de corrupción. Las evidencias indican que en realidad fueron medidas disciplinarias aplicadas por el régimen contra aquellos administradores de justicia que se apartaron de las “directrices plurinacionales” ¿Qué va a pasar después de las elecciones? El presidente lo ha dicho claramente, ya no hay ninguna duda que se trata de “sus jueces”, “sus magistrados”, su “nuevo sindicato” que deberá actuar con la misma consecuencia y conducta que los miembros de la Asamblea Legislativa.

Los movimientos sociales afines al oficialismo están impulsando el voto consigna. Los candidatos del MAS ya fueron identificados por la Asamblea Legislativa y el Tribunal Supremo Electoral se han encargado de numerarlos para facilitar la identificación. Es más, hay sugerencias para que el sufragio se realice en grupo, de tal manera de hacer un trabajo de control y cuando menos de direccionamiento del voto. Con todo eso, a los elegidos no les quedará modo de zafar de la enorme presión política que van soportar cuando tengan que administrar justicia. Además de la amenaza de la cárcel, que ya es un hecho ¿qué más les van a hacer? ¿los van a cercar? ¿los van a bloquear cada vez que tengan que dictar una sentencia? Esos han sido los métodos de la “democracia participativa” y “control social” que ha impuesto “el cambio”. Ahora también se aplicará a la justicia, no hay ninguna duda.

El presidente habla con una absoluta seguridad de un triunfo aplastante el 16 de octubre. Obviamente lo hace porque sabe que las reglas ilegales e inconstitucionales aplicadas para la selección y elección de los candidatos fueron diseñadas para consolidar la plena cooptación del Órgano Judicial. Su afirmación deja en claro que las nuevas autoridades, que además, serán las encargadas de designar hasta el último juez de instancia de cada una de las cortes distritales, se deben a él y por supuesto, a todo el esquema de dominación política del oficialismo que tiene como base la persecución, la eliminación de las libertades ciudadanas y la instrumentalización de la justicia para apuntalar la hegemonía.

Para qué se va a discutir sobre el tremendo daño que todo este proceso le ocasionará a la democracia y al estado de derecho. El problema más grave será para las nuevas autoridades judiciales, que pasarán a ser los nuevos sabuesos del régimen, los operadores del control político, tal como lo fueron los esbirros y paramilitares durante las épocas dictatoriales y como lo son ahora los fiscales, que dicho sea de paso, han comenzado a convertirse en víctimas de la propia enajenación de la función que ejercen. Conflictos de intereses, corrupción y evidentes casos de “chivos expiatorios” han ocasionado una grave crisis de fiscales. 50 de ellos están siendo procesados y varias decenas han renunciado, acobardados por el manoseo. Los actuales candidatos deben tener la seguridad que el mismo futuro les espera, lo que lleva a afirmar que todo este proceso, definido como histórico e inédito por el Gobierno, tendrá muy corta vida.

sábado, 27 de agosto de 2011

Tapar el sol con un huso

Al Gobierno solo le falta ordenar por decreto que a partir del 1 de septiembre el sol salga a las 6 de la mañana en punto ¿Y si no sucede, qué hacemos? ¿Meterlo preso? Los que adelanten sus relojes ese día para ahorrar energía tendrán que encender algún foco para poder ver el despertador. La descabellada idea, jamás aplicada en Bolivia –salvo aquella vez que la iniciativa salió de Santa Cruz y todo terminó en zafarrancho-, sería más útil en verano, tal vez a partir de noviembre o fines de octubre, porque ni las estaciones ni el sol miran el calendario y menos en estos tiempos de cambio climático. El Gobierno afirma que antes de lanzar la medida van a consultar a expertos en el tema. Mejor sería que usen esa misma plata y las brillantes iniciativas para contratar personal idóneo en Guaracachi y otras generadoras nacionalizadas que lamentablemente cayeron en manos neófitas que terminaron ocasionando una crisis energética que, entre otras cosas, perjudica la producción. Recientes datos de la CRE indican que el 62 por ciento de los cortes de energía ocurridos en el 2010 son atribuidos al racionamiento, problema que fue advertido hace mucho y que nadie se atrevió a resolver.

viernes, 26 de agosto de 2011

Forrados en plata


El amo de las fronteras bolivianas y ex ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, asegura que los gringos han forrado de plata a los indígenas del oriente boliviano. Millonadas, carretilladas de plata, bolsas negras, “jasayesadas” de dólares. Los pobres originarios no saben cómo cargar tanta plata y ni hablemos de gastarla. Es tanto el dilema, que siguen enchinelados, harapientos y más yescas que “El Chavo del Ocho”. Cualquiera que conozca la idiosincrasia del boliviano común, ya sea mestizo, nativo, originario, campesino, urbano o rural sabrá que la plata es lo más difícil de esconder en este país. Si fuera verdad lo que dice Quintana ya nos hubiéramos enterado de una gran cantidad de buris, prestes, entradas y toda clase de jolgorios, más o menos como los que se dan en otras partes del país, con la plata que todos sabemos de dónde viene y quién la patrocina. El ex ministro habla de 100 millones de dólares. Esa plata no se puede guardar en una chauchera y tampoco en el morral de un pobre marchista. Semejante patraña no podría venir de otro personaje con antecedentes tan funestos como los de Pando.

Los nuevos conquistadores


Cuando llegaron los conquistadores a América utilizaron dos métodos muy eficaces para dominar a los nativos. Les arrebataron sus mujeres para destruir el núcleo familiar de los pueblos y en segundo lugar, destruyeron su hábitat para matarlos por inanición o en todo caso, facilitar la esclavización de los varones. En la zona de Cuyo, en Argentina, los colonizadores mataron de esta manera a más de 100 mil indígenas de la etnia Huarpe, cuya base alimentaria era el fruto del algarrobo, especie muy abundante en la región. Cortar y quemar todos los árboles fue la manera más efectiva de aniquilar a este pueblo pacífico, que ya había sido conquistado siglos atrás por los incas.

Evo Morales, heredero de la tradición conquistadora e imperialista de los pueblos andinos, ha propuesto los mismos métodos que usaron los opresores del pasado para destruir a las etnias del oriente boliviano que consiguieron sobrevivir al avance incaico y la posterior invasión española. A los nuevos “colonizadores” bolivianos, es decir, a los cocaleros de origen quechua y aymara que expanden sin control sus cultivos y ayudan a diseminar la industria del narcotráfico en el país, les ha encomendado la tarea de dominar sexualmente a las nativas que habitan el parque Isiboro Sécure, extensión de un millón de hectáreas que pretende, con denodado ahínco, partir en dos, lo que facilitará el exterminio.

La “marcha hacia el oriente” es un viejo proyecto de la élite andinocentrista boliviana que se ha ido ejecutando de manera pacífica y sobre todo, ha sido dirigida hacia la búsqueda de la consolidación de un Estado nacional sostenible, integrado y autoabastecido de los productos básicos. Pese a todas las luces y sobras de este proceso, el beneficio ha sido mutuo. Las llanuras orientales se han convertido en el granero de Bolivia y, por otro lado, millones de habitantes de las zonas altas encontraron aquí el medio de sustento y prosperidad que habían perdido en el altiplano y los valles, donde las tierras fueron sometidas a un proceso de sobredistribución que terminó volviéndolas improductivas.

El régimen de Evo Morales ha bastardeado por completo ese proceso de integración, dominado por los odios, el resentimiento y por una visión expansionista destructiva y racista, destinada a aniquilar el aparato productivo de las tierras bajas. El proyecto carretero Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, pone en evidencia también, que el proyecto no es solamente clasista, sino también étnico y geopolítico, pues supone aniquilar a las comunidades indígenas de la región, con el fin de aimarizar por completo el país, desde Pando hasta Tarija y de Puerto Suárez a Tambo Quemado.

El conflicto por el Tipnis ha desnudado al verdadero Evo Morales, un colonizador cocalero que no medirá las consecuencias con tal de expandir su negocio en el territorio nacional. Su Gobierno está llevando adelante un proceso de destrucción de la imagen de los pueblos indígenas del oriente, tal como lo hicieron los conquistadores, quienes llegaron al extremo de afirmar que los “indios” no tenían alma. El régimen los ningunea, les dice que son una minoría insignificante, los acusa de ladrones, de corruptos afirma abiertamente que esas tierras que ocupan deberían ser destinadas a otros usos en lugar de seguir siendo “santuarios” naturales al servicio de “nadie”. Tal cual lo hicieron los viejos conquistadores, quienes no ahorraron sangre ni fuego para destruir todo lo que se interponía con sus intereses.

jueves, 25 de agosto de 2011

Nada es gratis en la vida


En medio de la grave crisis política que atraviesa su gobierno, el
presidente chileno Sebastián Piñera dijo algo que muy pocos políticos
en el mundo se atreverían a afirmar: “Nada es gratis en la vida”. Se
los dijo a los estudiantes, a quienes trató de explicarles que muchas
de aquellas cosas que nos ofrecen como “gratuitas”, terminamos
pagándolas todos a un precio mucho más alto, y lo que es peor: “justos
pagan por pecadores”.

¿Cuánto nos cuesta a todos cada egresado de una universidad estatal,
después de repetir una y otra vez cada materia? Si el mismo estudiante
tomara conciencia de que el principal perjudicado es él, porque
termina siendo víctima de un sistema donde impera la mediocridad que a
la larga le pasa la factura, sería el primero en cuestionar y rechazar
la supuesta “gratuidad” de la que se está beneficiando.

Bolivia es un país donde la vida parece ser regalada. Nadie paga
impuestos; muy pocos cumplen las normas; el que rinde examen para
obtener su licencia de conducir es un “tonto”; el que respeta la fila
es un gil, etc, etc. Vivimos felices porque no sabemos unir los puntos
y establecer las conexiones entre nuestra “vida gratis” y las
consecuencias que estamos obligados a pagar por esa forma tan
indolente de ver las cosas.

Vamos al ejemplo del brevet de conducir. Nos creemos muy inteligentes
porque lo obtuvimos en un abrir y cerrar de ojos, pagándole unos pesos
al capitán Vargas o al teniente Gonzales. Pero cuando somos víctimas
de algún accidente; cuando alguien muere por culpa de un imprudente
que obtuvo “gratis” su licencia de conducir, nadie aparece para asumir
las consecuencias y admitir con la misma soltura, que la culpa de todo
la tiene ese irracional apego nuestro por lo gratis.

Perros sarnosos

Cómo es el cambio. Hasta hace unos meses, los indígenas eran el sector más privilegiado del país. Muchos habrán querido sacar carnet de originario para disfrutar de las grandes ventajas que les había otorgado el Estado Plurinacional. Pero en poco tiempo (¡qué rapidez!), las etnias bolivianas (las del oriente, por supuesto, porque los ayllus potosinos tienen intactos todos sus derechos, incluso proteger a narcos y a contrabandistas de autos), pasaron a ser los mismos “perros sarnosos” de siempre, con el ingrediente que ahora también son “traficantes de tierras”, “piratas madereros” y “peligrosos conspiradores”  aliados del imperialismo para derrocar al Gobierno de Evo Morales. Tal vez ningún “enemigo” del régimen ha tenido que soportar tantas acusaciones juntas en tan poco tiempo, sumadas al espionaje telefónico y a los pinchazos cibernéticos. ¿Nadie en el Gobierno conocía estos peligrosos antecedentes de los indígenas? ¿O es que comenzaron a delinquir, a corromperse y a conspirar ni bien se opusieron a la famosa “carretera de la droga”? El ministro de la Presidencia, Carlos Romero, debería saberlo. Él ha sido durante muchos años uno de los principales asesores de los indígenas ¿Recién se dio cuenta de que son unos “sarnosos”?

Economía estrafalaria


La ministra de Desarrollo Productivo, María Teresa Morales, está súper contenta con lo que ella misma podría describir como un santuario a su eficiencia, o mejor dicho, un monumento a la gran victoria del intervencionismo estatal en la economía nacional. Recientemente visitó los depósitos de los diferentes ingenios del norte de Santa Cruz y pudo comprobar que están abarrotados de azúcar. Montañas de siete metros de altura por cien metros de largo de “puras bolsas de azúcar”, reflejaba la funcionaria, quien recibió un reporte de alrededor de 2,4 millones de quintales estocados, listos para comercializarse a seis bolivianos el kilo, precio fijado por el Estado Plurinacional.

Mientras que a los productores azucareros se les mantiene la prohibición de exportar y  en los mercados de cualquier ciudad del país sigue siendo una gran conquista toparse con el famoso “precio justo”, los camiones que llevan el azúcar de contrabando al Perú, circulan con absoluta normalidad y en la feria de Desaguadero, donde el precio no es nada dulce, los quintales se venden libremente y no “casados” con arroz o fideo, como sucede en los puestos de venta de La Paz o Cochabamba. Y las exportaciones no son todas ilegales.

Recientemente, el Gobierno les autorizó a algunos productores de Bermejo ligados al MAS, la venta de 600 mil toneladas de caña de azúcar al ingenio El Tabacal, ubicado en territorio argentino. Esta no es la única señal sobre la forma estrafalaria con la que el Estado Plurinacional maneja la economía del país. El ministro de Energía e Hidrocarburos, José Luis Gutiérrez, sigue empeñado en negar el racionamiento de electricidad en el país, aunque no descarta más apagones, problemas que atribuye a las constantes fallas de las máquinas generadoras. Afirma que se van a poner en marcha varias plantas termoeléctricas que podrían incrementar en un diez por ciento el consumo de gas natural, combustible que está resultando escaso últimamente, por lo que se tendría que pensar en racionárselo a otros sectores. El primero en la lista es, por supuesto, el proyecto siderúrgico del Mutún, que tal vez tenga que esperar otros tres años hasta que haya gas suficiente.

Pero al paso que marchan las inversiones no hay muchas esperanzas, no después del anuncio de la empresa mexicana Chihuahua, uno de los principales accionistas de Soboce, de abandonar el país molesta por el incumplimiento de acuerdos con el Gobierno de Evo Morales, que le expropió sus acciones en la fábrica de cemento Fancesa. La noticia no parece haber causado mella en los administradores de la economía nacional. Uno de ellos dijo que así como se van algunas empresas, vienen otras. El problema es que hasta ahora los capitales solo han estado sacando pasajes de ida de Bolivia y no hay miras de su retorno.

Las exportaciones de productos no tradicionales han caído en un 40 por ciento y aquello no solo representa una caída de los ingresos, sino también, el aumento de la debilidad de la economía nacional, cuyas ventas dependen casi en un 90 por ciento de los productos primarios como los minerales y los hidrocarburos. También se han derrumbado en un 90 por ciento las exportaciones de textiles, lo que provoca un fuerte golpe al empleo. La única salida para este sector sería la recuperación de las preferencias arancelarias que otorga Estados Unido a cambio de la cooperación de los países andinos en la lucha contra el narcotráfico. La respuesta del Gobierno boliviano ha sido un contundente: “no, gracias”.
 

miércoles, 24 de agosto de 2011

Votar a la boliviana

El pasado domingo, el programa cómico “Confidencias” producido por el desopilante Cacho Mendieta, sugirió que, para evitar complicaciones el día de la votación, las autoridades electorales deberían permitir el ingreso en grupo al famoso “cuarto oscuro”. Como se sabe, la papeleta para elegir las autoridades judiciales mide 90 centímetros e incluye entre 60 y 80 candidatos, algo que podría causar derrames cerebrales masivos el 16 de octubre o, para simplificar las cosas, una chorrera de votos nulos o blancos. Todo indica que el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Wilfredo Ovando, estaba escuchando radio Panamericana el domingo y ha tomado en serio la sugerencia. El pasado lunes, Ovando hizo oficial la propuesta para que se pueda votar de a dos, algo que para él es simplemente un mecanismo que evitaría colas y reduciría el tiempo. La insólita idea no quedaría mal si el acompañante de la votación es un allegado de confianza o un familiar. El problema es que no van a tardar en aparecer los “asesores del voto”, los “acompañantes expertos” o, como sucedió en anteriores elecciones con los famosos votos comunitarios que a la OEA le parecieron un genuino componente de la cultura boliviana.

Patético patético

En el Gobierno sobran los voluntarios para dar golpes bajos. ¿Qué pasó esta vez? ¿Por qué tuvieron que poner al presidente Morales en la vergonzosa y patética misión de mostrar ante las cámaras de televisión las evidencias del espionaje telefónico perpetrado contra los dirigentes de los indígenas que marchan hacia La Paz?

Después de aquellas fotos bajadas del Facebook que mostró el ex ministro Rada; después del videosoborno; después de las fotografías del capitán Andrade; las presuntas pruebas contra Usaid de Juan Ramón Quintana; después del caso del joven fusilero que quería matar al presidente con un disparo a 1.500 metros de distancia; después de todas las denuncias de complot, magnicidio e intentos de golpe que jamás se han probado; después de todos esos papelones, a los que tiene que sumarse, por supuesto, la idea de que en Bolivia está en marcha un maniobra que une a la ultraizquierda con la ultraderecha para derrocar al Gobierno, aparece el presidente Morales con una lista de llamadas telefónicas que habría realizado uno de los líderes indígenas con el personal de la Embajada de Estados Unidos, con el fin de organizar los pormenores de la movilización en contra de la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.

Es probable que al Gobierno se le hubieran agotado los voluntarios para semejantes trajines, de la misma forma que se han acabado todos los interlocutores y no queda más que la figura del presidente Morales para poner la cara. No hay duda que en eso tienen razón los dirigentes de la Cidob, “o es con Evo o con nadie”, pero seguramente nunca imaginaron que el “jefazo” haría semejante representación.

El Gobierno ha declarado enemigos a todos los que han tenido la osadía de expresar su disidencia o, como en este caso, exteriorizar una demanda legítima, amparada en la Constitución Política del Estado. Cuando fue Cochabamba, mandaron a los cocaleros a incendiar la ciudad; en Pando armaron toda una película de apaches y bandidos para defenestrar al prefecto y en Santa Cruz, la puesta en escena fue un thriller que de la noche a la mañana convirtió en “terroristas” a los líderes regionales que reclamaban autonomía. El espionaje a los indígenas, un acto ilegal e inadmisible, deja en claro que al MAS no le interesa gobernar, entendiendo este concepto como la manera de buscar soluciones concretas a los problemas de la colectividad. Su único interés sigue siendo mantenerse en el poder a cualquier precio y con cualquier tipo de armas, sin importar lo patético que esto puede parecer, ya que el único mensaje transmitido por el presidente el domingo pasado fue su propia desesperación.

Lo más patético, sin embargo, es que al Gobierno se le han acabado los enemigos que insistentemente ha tratado fabricar todos estos años. El único adversario visible del oficialismo es el propio Gobierno, que no para de ponerse zancadillas, una tras otra. Hasta hoy, los dardos de la ineficiencia, del abuso, las mentiras y la corrupción se los había llevado el entorno que rodea al presidente Morales, cuya imagen mantiene todavía ciertos niveles de credibilidad. Pero mostrar al Primer Mandatario en esas astucias es, sin lugar a dudas, un acto suicida que podría llevar a quemar el último fusible que le queda al régimen.

Un país irrelevante


Los indígenas ecuatorianos están molestos con el Gobierno de Rafael Correa por haber nombrado embajador en Bolivia al dirigente originario Ricardo Ulcuango. En principio se pensó que el disgusto se había originado en el distanciamiento que hay entre los dirigentes de las organizaciones indígenas con el régimen de Correa, al que acusan de racista y de haber traicionado las demandas de los pueblos nativos, a los que el gobierno no se cansa de incriminar como “traidores”, “terroristas” y “saboteadores”. Algunos pensaron que el objetivo del nombramiento era tratar de dividir al movimiento indígena y por eso decidieron expulsar de sus filas a Ulcuango, acusándolo de “vendido”. En una reciente entrevista, uno de los máximos líderes indígenas de Ecuador, Auki Tituaña Males, ha confesado que la verdadera razón del malestar se llama “Bolivia”. El dirigente cree que ha sido una ofensa y una subestimación, mandar a uno de los suyos a un país de poca trascendencia y relevancia como Bolivia, cuando lo esperado era que lo manden a España, Estados Unidos o a Noruega.

Un tirano menos

Luego de más de seis meses de combates, más de 7.500 ataques de las fuerzas de la OTAN y una cifra aún no cuantificada de muertos y heridos, el dictador libio Muammar Gaddafi, quien estuvo 42 años en el poder, ha tenido que huir de su guarida en Trípoli y dejar el Gobierno en manos de grupos rebeldes que consiguieron controlar la capital del país, tras una ofensiva que ha causado más de 1.700 víctimas.

Hay numerosas aristas de un gran debate mundial que ha surgido en torno al desenlace producido en Libia, una de las piezas más importantes del dominó árabe que se activó a principios de año en Túnez y que ha arrasado ya con varios dictadores, entre ellos, el egipcio Hosni Mubarak (30 años en el poder), sometido a juicio en El Cairo. El proceso no parece terminar con la caída de Gaddafi, pues son cada vez más fuertes las presiones sobre la dinastía Asad que gobierna Siria desde 1971 y que ejerce una incidencia clave en el Medio Oriente, con estrechos contactos con grupos terroristas y con el régimen autocrático de Irán.

Una de las principales discusiones acerca de la caída de Gaddafi gira alrededor del papel que jugó la comunidad internacional, especialmente de la OTAN, que desplegó una poderosa ofensiva de apoyo a los rebeldes que se sublevaron contra la dictadura. Los críticos de la intervención multinacional se escudan en el cuantioso saldo de muertos de estos meses, pero olvidan mencionar que, sin el soporte de los países aliados de occidente, el líder libio hubiera tenido el camino expedito para perpetrar un verdadero genocidio, con cientos de miles de víctimas, desplazados y refugiados, purgas ideológicas, hambrunas y otros fenómenos que lamentablemente han sido frecuentes no solo en Libia, sino en varios países de África y otros continentes.

Libia es el principal productor de petróleo de África y Gaddafi se disponía a usar este delicado aspecto para chantajear al mundo y mantenerse en el poder. La OTAN, junto con los rebeldes libios, fueron muy eficaces al mantener el control sobre la industria petrolera y la red de oleoductos del país, para evitar actos de boicot, lo que hubiera precipitado una crisis sin precedentes por la elevación del precio del crudo.

Tanto la crisis de Libia, como las que se desataron en Egipto, en Túnez, Yemen y otras naciones árabes, tuvieron un germen netamente interno que se materializaron en revueltas populares incontenibles contra dictadores de larga trayectoria en la violación de los derechos humanos, el clientelismo y la corrupción. Nadie puede negar que la llamada “primavera árabe” es un proceso auténtico de rebelión contra los opresores del pueblo y llama la atención que, quienes precisamente salen en apoyo de los jóvenes que se amotinan en Madrid o en Londres, salgan a cuestionar el desenlace de Libia.

El mundo no puede menos que celebrar la caída de uno más de los muchos tiranos que todavía existen en los cinco continentes. Así como la democracia ha conseguido florecer en América Latina, donde hoy son más los procesos respetuosos del estado de derecho que los regímenes que se inclinan por la autocracia, los países árabes también tienen el derecho a superar los viejos esquemas mesiánicos, teocráticos y en todo caso, totalitarios que, escudados en la religión, en las tradiciones y en anacrónicas estructuras propias de la guerra fría, mantienen a sus pueblos en la más absoluta ignominia.

lunes, 22 de agosto de 2011

Golpes bajos

 El que se enfrenta al Gobierno se vuelve su enemigo y a partir de ahí todas las armas son válidas. Hasta hace unos días, el régimen de Evo Morales supuestamente pretendía dialogar con los indígenas que marchan hacia La Paz y consultarles sobre la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, algo que perdió toda credibilidad porque el ministro de la Presidencia se encargó de aclarar que todo eso era una farsa. El presidente Morales no cederá ante el pedido de trasladarse hasta el camino para negociar con los marchistas. Bastante se ha “rebajado” últimamente con las disculpas del gasolinazo, el decreto sobre el transporte y otros tropiezos cometidos por el régimen, como para ceder ante el pedido de un “cara a cara” con los dirigentes de la Cidob. Ayer el jefazo expresó la señal más clara de que su pretensión es ir a la guerra y lo hizo al mostrar supuestas pruebas de que uno de los líderes indígenas ha mantenido contactos telefónicos con personal de la Embajada de Estados Unidos, a la que acusó de promover los conflictos en el país. Las evidencias son producto del espionaje montado por agentes de seguridad del Gobierno, cuyo interés no solo se vuelca a perseguir a los opositores, sino también a los que apoyan el cambio. El ministro de la Presidencia, Carlos Romero, se sumó a los golpes bajos y acusó a los indígenas del oriente de traficantes de madera.

domingo, 21 de agosto de 2011

O Evo o nadie

Durante los últimos años el único "aparato"  estatal conocido en Bolivia ha sido el helicóptero o el avión, dependiendo del medio de transporte usado por el presidente Morales para trasladarse de un punto a otro del país, para inaugurar canchitas de fútbol, entregar cheques venezolanos o asistir a alguna fiesta popular abundante en guirnaldas y bebidas alcohólicas, aspecto que el propio primer mandatario ha comenzado a cuestionar desde que en San Julián muchos lo dejaron plantado. A otros sitios ha dejado de ir porque le silban y eso para él es intolerable.

El presidente Morales ha sido tal vez el gobernante que más compromisos ha asumido con quienes ahora él mismo llama "fuerzas sociales". Es curioso que ya no los denomine "movimientos" ni "sectores sociales', como lo hacía antes, para referirse a los clásicos sindicatos urbanos y rurales de trabajadores, de campesinos y de indígenas con quienes estableció una fuerte alianza que parece resquebrajarse sin posibilidades de restauración.

El caudillo viajante, que en un mismo día aparecía en distintos sitios del país y que bajaba el cielo con maletines llenos de plata en lugares donde nunca habían visto a un presidente y menos un helicóptero, ahora dice no tener tiempo para hablar con los indígenas. Manda a sus ministros y los rechazan porque precisamente fue Evo Morales el encargado de hacerles saber a todos que el Estado es él y nadie más que él: total, indivisible, indelegable, insustituible.

Y ahora se llaman "fuerzas sociales", porque el espectro clientelar del presidente, mejor dicho, del Estado Plurinacional, se ha ampliado generosamente. La mayoría de esas nuevas fuerzas pertenece a la economía ilegal que ha florecido de forma prodigiosa en los últimos años, gracias a las políticas aplicadas por el régimen. Los cocaleros, los contrabandistas de autos, los invasores de minas, los traficantes de tierras, los ayllus que negocian con el delito. Se trata de nuevas variantes de la impresionante fragmentación social, el eterno problema de Bolivia y que precisamente ha impedido consolidar un Estado dotado de leyes, de instituciones y de autoridad, que es la combinación de normas y ética, ambas dirigidas hacia la búsqueda del bien común.

Todas esas fuerzas y esos movimientos están encaminados hacia la contradicción, hacia el choque de intereses. Y pese a que los indígenas del Tipnis, en este caso, tiene a la Constitución de su lado, el presidente (el Estado), ha manifestado una preferencia clara y decidida por los cocaleros, cuyo interés por la construcción de una carretera se estrella no solo contra las normas, sino contra el bienestar de toda una comunidad, sobre la que supuestamente el MAS pretendía establecer un nuevo Estado Plurinacional, descolonizador, anticapitalista, respetuoso de la Madre Tierra y antidesarrollista, proyecto que sin duda alguna ha fracasado, para dar paso a sistema dominado por intereses absolutamente particulares atados a la mano del caudillo.

¿Cuánto puede durar todo esto? Solo depende de Evo Morales, como todo lo que está ocurriendo en el país. Lo más seguro es que este sistema de cosas, tal vez ha sepultado para siempre la esperanza de construir en Bolivia un Estado sólido, basado en leyes y en instituciones, que le den un horizonte de estabilidad y prosperidad a la ciudadanía.

Democracia por metro

Las autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) se han molestado con aquellos medios que mostraron la fotografía de la papeleta que se usará para la elección de las autoridades judiciales el próximo 16 de octubre. El papelito mide nada menos que 90 centímetros de alto por 50 de ancho, lo que equivale a la estatura de un niño de cuatro o cinco años. En la boleta se incluirán, dependiendo del lugar de votación, alrededor de 80 nombres y sus fotografías, ordenados por número. El TSE insiste en mantener la prohibición de hacer campaña y censurar a los medios de comunicación, hechos que evitarán que la gente pueda conocer a los candidatos y sus méritos. El día de la votación la mayoría de los ciudadanos que acudan a las urnas se topará con ese grotesco mamotreto y, en el mejor de los casos, recurrirá  al viejo sistema "de tin marín de do pingué" para elegir nada menos que a los futuros administradores de justicia en el país. En realidad, la "democracia por metro" que propone el Estado Plurinacional es una invitación irresistible al voto nulo, ya sea consciente o involuntario.

sábado, 20 de agosto de 2011

El padre de la Patria

 Como dirían las abuelas: “completito” salió el chico. Pero este parece que vino con yapa. Nos referimos al senador Fidel Surco, quien acaba de ser denunciado por su esposa por abandono de hogar y falta de asistencia familiar a sus hijos. Arminda Colque fue víctima de un atentado explosivo del 12 de agosto de 2009, cuando su esposo andaba tratando de hacer méritos para convertirse en “vicepresidenciable”. Alguien que nadie sabe, ni vio, ni conoce, porque el crimen no ha sido esclarecido y ningún policía se atreverá a esclarecer, le envió un “estate quieto” a Surco, pero la damnificada fue su esposa, quien quedó ciega y con graves daños en el cuerpo que le impiden trabajar y desempeñarse con normalidad. Desde aquella vez Surco no ha dejado de hacer noticia, sobre todo por su vida nocturna y por sus grandes ideas, como aquella de nacionalizar los autos chutos. Esta vez, quien fuera el máximo líder de la Coordinadora para el Cambio, es el blanco de una denuncia que viene a colocar la cereza sobre la torta de alguien que se hace llamar un Padre de la Patria.

viernes, 19 de agosto de 2011

Manual de supervivencia

El otro día me subí a un micro y pude ver que en la parte superior del
parabrisas, junto a la imagen de la Virgen de Urkupiña, la tarjeta con
la que marca la hora y otros objetos, el conductor ostentaba sin
disimulos un generoso rollo de papel higiénico. Claro, pensé, los
micreros viven pegados al volante y el papel es parte de su manual de
supervivencia.

No me canso de repetirles a los estudiantes que, en el mundo de hoy,
el manual de supervivencia de un buen profesional pasa por –además de
tener el título por supuesto-, dominar perfectamente el inglés, saber
trabajar en equipo, manejar las nuevas tecnologías y sobre todo,
desarrollar la virtud de la flexibilidad, que equivale a convertirse
en autodidacta para aprender una nueva materia o adquirir una destreza
en un abrir y cerrar de ojos.

La semana pasada, a más de uno habrá dejado estupefacto la opinión de
la Fundación Jubileo que indica que en la Bolivia actual, el manual de
supervivencia pasa por ser contrabandista, narcotraficante, chutero,
invasor de minas o cocalero, ya que, como nunca, está proliferando la
economía ilegal, mientras que a los productores legales los tienen
acorralados.


Eso no me sorprende mucho. Yo viví mi adolescencia en los años 80, en
pleno auge de los pichicateros que se nos metían hasta en la sopa. A
veces me daba “codi” ver a algunos chicos, quinceañeros como yo,
andando en sus brutales BMW y Honda Accord, mientras que yo no me
bajaba de los micros o le metía a pata a mis clases de inglés en el
CBA. Mi padre me pedía paciencia y sobre todo, mantener intacto mi
propio manual de supervivencia. Lo mejor era esperar a ver cómo
acababan aquellos que habían optado por la “vía rápida”. Él tuvo
razón. A esos pichicaterillos les duró muy poco la “felicidad” y en
muchas ocasiones se les transformó en desgracia. Afortunadamente, mis
viajes en micro son muy ocasionales. Los hago en emergencias y a veces
para inspirarme.

Silbatinas y venganzas


Una de las cosas que más detesta el presidente Morales es que le silben. Ya ve lo que les sucedió a los sucrenses por haber sido la primera ciudad donde se produjo una silbatina contra el jefazo, después de que asumió el cargo de primer mandatario, caudillo, guía espiritual y protector de la Pachamama. Los sucrenses no aprendieron y volvieron a rechiflarlo durante la inauguración de los Juegos Bolivarianos. “Fue pa’ pior”, como dirían en el pueblo. Y así ha sucedido en cada ciudad y cada pueblo donde alguna vez se han atrevido a manifestar un gesto de rechazo al Gobierno o al primer mandatario. La venganza ha sido implacable. En La Paz ya van varias veces que retumban los silbidos dirigidos hacia el líder cocalero, que durante los últimos meses le ha estado rehuyendo a las apariciones “en vivo”. La última vez fue el pasado miércoles en las puertas del Palacio Quemado, durante la celebración del Día de la Bandera. Evo Morales no pudo disimular la ira que le provocó, habló apenas tres minutos y se marchó. A prepararse los paceños…

Todas las razones de una marcha


Hace unos años, cuando el presidente Morales estuvo de visita en Ecuador, durante un encuentro internacional de indígenas, los participantes le hicieron saber su desconfianza hacia él, porque en realidad nunca lo han considerado un genuino representante de los pueblos originarios. No habla una lengua nativa, tampoco es líder de una comunidad ancestral como un ayllu o una marca y lo que es peor, no está casado ni ha formado una familia, que para las diferentes etnias que habitan el continente es un deshonor intolerable.

Aquella vez en Quito, Evo Morales pasó un mal rato con los indígenas ya que éstos se negaron a proporcionarle un intérprete y si bien no lo acusaron de impostor, le dijeron que lo iban a poner a prueba, porque de todas maneras existía la oportunidad de que un líder con sangre indígena y con un discurso reivindicacionista pudiera hacer algo por ellos.

A nivel interno, los indígenas del oriente boliviano se plegaron casi ciegamente al “proceso de cambio” confiados en conseguir la representación que les pueda devolver la dignidad y el respeto a sus territorios. Las demandas de estos pueblos ya se habían convertido en la piedra en el zapato de los anteriores gobiernos, que fueron capaces de responder al menos con algunas medidas como la creación de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), la Ley de Participación Popular y una ley forestal que establecía regímenes mucho más respetuosos del medio ambiente y relaciones de armonía con las etnias que habitan las reservas naturales y los parques nacionales.

Los nativos de las tierras bajas siempre han marchado. Esa ha sido una costumbre ancestral. Buscan la Loma Santa, la Tierra sin Mal y lo hacen dignamente, acompañados de sus familias y de sus hijos. No agreden, no insultan y tampoco saben prestarse a esas jugarretas del diálogo y las negociaciones que son ya clásicas en el sindicalismo boliviano, cuyo principal heredero es precisamente Evo Morales.

Durante todos estos años los indígenas no han marchado, pese a que no han conseguido más que insultos y rechazo. Les habían prometido representación asegurada para cada una de las 36 naciones originarias en la Asamblea Legislativa Plurinacional y no les dieron más que siete; en la Asamblea Departamental de Santa Cruz han colocado a una falsa indígena como delegada de un pueblo híbrido que no existe; hace mucho que el presidente Morales les dijo a los líderes del oriente que la famosa consulta que fue consignada en la Constitución es algo que no se puede cumplir y por último, acaban de decirles que todo eso fue simplemente una farsa.

El presidente Morales se ha jugado de lleno por los cocaleros. A ellos les prometió construirles una carretera y dice que se hará aunque vaya a pasar por encima de los indígenas que piden respeto por sus territorios. Ahora los productores de coca dicen que el progreso no se puede detener por “unos cuántos indígenas” y el primer mandatario afirma que no tiene tiempo de ir a dialogar con ellos. Una concursante de belleza con apellido gringo, que promociona bebidas extranjeras en traje de baño y que funge de mandamás en el Beni, no duda en basurear a los moxeños y yuracarés, a los que les había prometido terminar con la “política de canchón” en aquel departamento. A lo mejor no se explicó bien y su idea era solo un cambio de dueño. Es más o menos lo que dijo el primer mandatario, solo que él propone entregar los territorios con las mujeres incluidas.

jueves, 18 de agosto de 2011

I love China

La imagen muestra cómo actúa el imperialismo chino
en la actualidad. Las ejecuciones de tibetanos y de los
miembros de otras minorías son frecuentes.
Evo Morales ha demostrado que no le molestan los imperios, sino que simplemente odia con toda su alma a los norteamericanos… y a otros más por supuesto, sin ir muy lejos. A su retorno de China dijo que Estados Unidos terminará siendo colonia de los chinos, algo que parece disfrutar, aunque primero debería preguntarle a los tibetanos qué tan suaves son los gigantes asiáticos como imperialistas. Pero hagamos el ejercicio que propone el jefazo. Si se cumplieran sus pronósticos, China terminará asumiendo el rol que ahora cumplen los estadounidenses, con todas sus luces y sus sombras. Con el tiempo, China será la primera potencia mundial, la principal importadora de materias primas y la número uno en consumo de todo lo que uno pueda imaginar, incluso de cocaína, por ejemplo. Entonces los chinos tendrán que crear su propia DEA y diseminarla por todo el mundo para tratar de frenar la producción de droga y por supuesto, a los que les proveen de materia prima a los narcotraficantes. Ese mismo día se toparán de frente con Evo Morales o con cualquiera que sea su sucesor. Será ese día en que el amor se transformará en odio.

Y faltará nomás comida

La Fundación Milenio acaba de presentar un informe sobre la inseguridad alimentaria en Bolivia y concluye que la situación sigue siendo crónica y que podría empeorar si el Gobierno no reencamina sus políticas, que no solo han descuidado la producción agropecuaria, sino que la han desincentivado.

Siempre ha faltado la comida en Bolivia. El 63 por ciento de la población no consume los nutrientes suficientes para asegurar una alimentación balanceada y el 38 por ciento presenta un déficit alarmante, que deriva en enfermedades que anidan en la desnutrición y que da como resultado niños con desarrollo físico y mental escaso.

Esta situación ha manifestado una tendencia a empeorar en los últimos años, producto de los efectos climáticos, el incremento de los precios originado en la crisis alimentaria mundial y sobre todo, porque el Gobierno del MAS se ensañó contra los productores agropecuarios, a los que señaló como enemigos políticos que había que destruir para asegurarse la hegemonía en todo el territorio nacional.

Ninguna de las políticas de incentivo al agro le ha dado buenos resultados al régimen de Evo Morales y si bien le asestó un duro golpe a los productores del oriente boliviano, a los que les prohibió exportar, con el pretexto de atender la demanda interna y frenar la inflación, los datos le han estallado en la cara. Los agropecuarios han perdido alrededor de 178 millones de dólares por alrededor de 352 mil toneladas no exportadas en los últimos años. Pese a ello, el Estado Plurinacional, no sólo ha tenido que incrementar sus importaciones de trigo, maíz, azúcar e incluso de papa, sino que ha provocado fuertes distorsiones en los precios, ha cooperado a estancar la frontera agropecuaria y por supuesto, ha provocado la caída de las inversiones en el área rural.

En lugar de dedicarse a mejorar los índices de rendimiento de los distintos cultivos, que en Bolivia son de los más bajos de la región; en vez de promover el uso de semillas certificadas; cumplir con sus metas de industrialización para proveer de fertilizantes a los campesinos; potenciar la investigación y la atención con créditos y asistencia técnica a los campesinos, el Gobierno se dedicó a hacer política, a impulsar la sobre-distribución de la tierra y a alentar la toma ilegal de fundos productivos, incrementando así la inseguridad jurídica y por ende a frenar las inversiones.

El ensañamiento criminal contra el departamento de Santa Cruz ha sido letal. La región produce toda la soya que se consume y se exporta, el 70 por ciento del maíz (el segundo cultivo más importante del país) y gran parte del trigo, del sorgo, la leche, la carne, el pollo y el cerdo. El insano e injustificable resentimiento del Gobierno contra el granero de Bolivia ha provocado escasez y aumento de precios en el resto del país y daña especialmente la economía de los más pobres que destinan la mayor parte de sus ingresos a la compra de comida.

Solo para mencionar el maíz, un producto clave en Bolivia, los desincentivos hicieron caer la cosecha de casi un millón de toneladas en el 2008, a las 482 mil en el 2010, menos de la mitad. Pero es que hasta la papa, un tubérculo originario del país y que debería ser el cultivo estrella y abanderado en la lucha contra la desnutrición (como lo fue en Europa en el Siglo XVI), figura ahora en la lista de las importaciones con alrededor de 23 mil toneladas.

Los expertos consideran que de continuar las restricciones a las exportaciones, los controles de precios y otros desincentivos a la producción, la inseguridad alimentaria podría pasar de crónica a alarmante.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Evocando a Hitler

 Han causado revuelo las recientes declaraciones del vicepresidente García Linera durante un encuentro con grupos de jóvenes en Sucre. No faltaron quienes relacionaron sus dichos con las invocaciones que solía hacer Adolfo Hitler a la juventud alemana, a la que consiguió hipnotizar con su verborragia belicista. La comparación se da porque el vice les ha pedido a los jóvenes ser “insolentes y agresivos con el adversario”, pero al mismo tiempo, “sumisos, sencillos y trabajadores” con el proceso de cambio. Se trata de una exhortación igualmente guerrerista que propone convertir a los jóvenes en carne de cañón, tal como sucedió en la Alemania nazi. Lo más paradójico surge cuando el mismo García Linera elogia las revueltas juveniles de Chile, Londres y Madrid, pero exige sumisión frente al comportamiento y las contradicciones del Estado Plurinacional, que están incrementando el malestar entre los propios aliados del oficialismo. Cuando el descontento popular comenzó a recrudecer en Bolivia, el vicepresidente se refirió a los conflictos como “tensiones creativas”. Hoy,  cuando el malestar parece desbordarse, prefiere llamarlos “actos de traición”.

Bolivia se apaga

Las empresas que distribuyen energía eléctrica le han pedido a la población, comenzar a hacer uso racional de artefactos como planchas y duchas. ¿Cuánto falta para que lleguemos al extremo que llegó Venezuela hace un par de años, cuando el presidente Chávez, en tono amenazante, le exigió a la gente ir al baño con una linternita y bañarse en no más de tres minutos?

Las autoridades deberían ser lo suficientemente sinceras, tal como lo hizo Hugo Chávez, y comunicarle a la ciudadanía en qué situación nos encontramos. El hecho es que mientras el Ministerio de Energía sigue atribuyendo los apagones a hechos fortuitos, la falta de electricidad ha comenzado a afectar seriamente y de manera recurrente a las industrias del eje central del país y solo en Santa Cruz, más de 100 mil personas se quedaron sin el fluido, lo que además repercute en la falta de agua potable.

La desesperación es mala consejera y parece haberse apoderado de los responsables del sector. A la versión de los accidentes, se ha sumado también la atribución de la causa de los apagones a un supuesto impulso económico en el país que ha generado la sobredemanda de electricidad. Esta explicación, que en realidad trata de atribuir una falta de previsión a los anteriores gobiernos, aumenta aún más la incertidumbre, porque esconde el verdadero problema, consistente en la ausencia de capacidad técnica de los funcionarios que el Estado Plurinacional puso a administrar las empresas encargadas de la generación que fueron nacionalizadas hace poco más de un año. Se trata del mismo fenómeno que se dio con la estatización de los hidrocarburos, proceso que transformó a Bolivia de exportador a importador compulsivo de carburantes y lubricantes.

El populismo secante, que antepone los caprichos del caudillo a la racionalidad en el manejo económico, terminó por destruir la industria petrolera boliviana y todos sabemos las consecuencias que eso trajo para el país, que lleva ya seis años de una sequía de inversiones que ha puesto a Bolivia al borde de la crisis energética. Nadie quiere sospechar lo que ocurrirá si ese mismo problema se da en el campo de la generación eléctrica, cuya incidencia en las actividades económicas, grandes y pequeñas, es mucho mayor, sin posibilidades además, de recurrir a fuentes alternativas y mucho menos a la importación.

El presidente Morales acaba de viajar a China, donde ha obtenido importantes compromisos de inversión en el país. ¿Qué van a hacer los empresarios chinos cuando se enteren de que en Bolivia no es posible montar una empresa y echarla a andar por falta de energía, como sucede con la firma hindú Jindal y el proyecto siderúrgico del Mutún, desde hace cuatro años? Muchos emprendimientos en Santa Cruz, en El Alto, en Tarija y otros sitios, han tenido que estancarse ante la carencia de gas natural. Otros recurrieron a la electricidad, con un costo mayor y ahora están amenazados de muerte ante el posible agravamiento de los apagones.

Nuevamente, insistimos en que la primera reacción del Gobierno frente a este problema debe ser la sinceridad para que la ciudadanía pueda tomar conciencia y sumarse a un programa de racionamiento que evite que unos sufran más que otros y al mismo tiempo permita que las actividades productivas se mantengan en marcha y que no se lesione el empleo y el volumen de producción. También se espera que el Estado Plurinacional deje a un lado sus absurdas mezquindades y recurra a los mejores elementos humanos capaces de dar con las soluciones definitivas.

martes, 16 de agosto de 2011

Cacería de brujas


Mientras un alcalde oficialista vinculado con el narcotráfico obtiene
la indulgencia de la justicia plurinacional, los jefes de los 357
municipios del país están con miedo a ejecutar obras en sus distritos
por temor a ser encarcelados por acusaciones de corrupción, al amparo
de la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz, una norma que es usada por el
régimen para apuntar la persecución política en lugar de promover la
transparencia. La mayoría de las denuncias que han llevado a muchos
funcionarios a la cárcel o a perder el mandato obtenido en las urnas,
no pasan de ser meras infracciones que pudieron ser corregidas
mediante procesos administrativos, en lugar de recurrir a la
criminalización de la administración pública. De esa forma fue que
tumbaron a los alcaldes de Potosí y de Sucre y estuvieron a punto de
defenestrar a la alcaldesa de Oruro. El temor a que eso mismo les
pueda ocurrir, trae como consecuencia el estancamiento de los
municipios, cuya ejecución presupuestaria apenas sobrepasa el 17 por
ciento en promedio. Lo peor es que, mientras se ejecuta esta cacería
de brujas en las alcaldías opositoras, la corrupción sigue floreciendo
en el bando oficialista. Lo acaba de admitir el gobernador masista de
Potosí.

21 años y nada ha cambiado

Los indígenas del oriente boliviano han retomado la marcha de más 21 años
después de aquella epopeya de 1990 que dio origen al denominado
“proceso de cambio”, del que surgieron la Asamblea Constituyente, la
urgencia de la inclusión social y que, entro otros acontecimientos,
parió la “agenda de octubre” y dio a luz al liderazgo de Evo Morales,
al que le dotó de plataforma, discurso y de una causa mucho más digna
y legítima que la mera defensa de la coca, el único motor que había
inspirado la lucha del líder sindical, que luego se convertiría en
presidente, gracias precisamente a todo ese bagaje surgido en las
tierras bajas.
Lo lamentable es que la marcha de los indígenas, que se propone
recorrer más de 500 kiómetros entre Trinidad y La Paz, tiene
exactamente los mismos móviles que los llevó a los caminos en 1990: la
defensa de su dignidad y de sus territorios, amenazados por la
destrucción que los dejaría sin hábitat y condenados por siempre a una
vida miserable.
Obviamente, es mucho más triste para los propios originarios, que sea
justamente un Gobierno que se subió sobre sus hombros, que se hizo
llamar indigenista y que a nombre de los ellos trastocó todo el
esquema normativo e institucional de Bolivia, el que recurre a las
mismas actitudes que los relegaron de la vida nacional desde el
nacimiento de la república. Y lo hace dominado por la misma motivación
excluyente y sectaria que se propone apoderarse de los recursos de
todos para beneficiar a un grupo, que además trae consigo el peligro
de entregar el país a las mafias del narcotráfico que ya tienen
controladas varias regiones, territorios y comunidades. Este
importante detalle le otorga a la marcha indígena una cuota aún mayor
de dignidad y por eso mismo es que se ha ganado no sólo el apoyo de
otros grupos de campesinos del occidente, cada vez más alejados del
oficialismo, sino también del conjunto de la opinión pública nacional.
La reacción del régimen de Evo Morales no difiere en nada de las
peores conductas políticas que tanto ha criticado. En primer lugar,
desconoce las leyes, pretende ignorar los derechos adquiridos por los
indígenas, consignados en la Constitución Política del Estado; los
agentes gubernamentales han intentado por todos los medios
deslegitimar la protesta de los originarios, los han llamado traidores
y los han estado acusando de servir a intereses oscuros y por último,
se burlan de ellos con amagues de diálogo que simplemente buscan ganar
tiempo y desgastar la causa de los originarios para arremeter con
decisiones ya tomadas por el Estado Plurinacional, de espaldas a la
ley y sin tomar en cuenta las demandas de los que están directamente
involucrados.
No es casual que, de forma simultánea a la marcha organizada por la
CIDOB, hayan proliferado numerosos conflictos que tienen prácticamente
convulsionados a los ocho departamentos. Uno de los más significativos
es el paro en El Alto, la ciudad que puso los muertos en la lucha que
terminó encumbrando a Evo Morales; el otro transcurre en Potosí, la
región que sigue representando la gran paradoja boliviana del “mendigo
sentado en la silla de oro” y que el proceso de cambio no ha
conseguido revertir en lo más mínimo.
No hay duda que la marcha de los indígenas se constituirá, desde el
punto de vista social y político, en el punto de inflexión en el
Gobierno de Evo Morales, encaminado indefectiblemente a repetir viejos
errores y a reproducir esquemas fracasados en la administración del
país. Desde la óptica económica, el gasolinazo fue el que determinó el
gran viraje. El presidente ya advirtió del peligro que eso implica y
por eso es que ha invocado la concurrencia de los militares para
apuntalar su régimen.

lunes, 15 de agosto de 2011

Cuando hablan los gobernadores

Dos gobernadores hicieron noticia la semana pasada, aunque esta vez no ha sido por ningún hecho que puede encasillarse en la categoría de “persecución política”, la brega más frecuente de los últimos tiempos de las autoridades locales y departamentales. El primero fue el potosino Félix Gonzales, quien se declaró arrepentido de haber asumido el cargo, porque dice estar hastiado de la corrupción, de los negociados, los sobreprecios y las licitaciones oscuras. Al borde de las lágrimas, Gonzales dijo que hay gente que se enriquece de la noche a la mañana a costa del sector público y que se le hace cuesta arriba luchar contra las cadenas de corrupción. El otro gobernador que soltó la lengua fue el cruceño Rubén Costas, durante una reunión de líderes opositores que se han propuesto incrementar la lucha contra el régimen de Evo Morales. Dijo que colocará un inmenso tachón en la papeleta el día de la elección de las autoridades judiciales. Costas ya recibió amenazas del régimen por sus declaraciones. Aún no se sabe qué le pasará a Gonzales, aunque ya se ha sabido de jalones de oreja de las autoridades nacionales.

domingo, 14 de agosto de 2011

Chávez, Dios y la salvación

Hugo Chávez ha puesto de moda hablar de Dios; lo hace cuando el cáncer
le pisa los talones. Eso me hace recordar a Charly García, que en toda
su rebeldía dice que muchos confunden a Dios con un empleado de banco,
al que van y le ruegan por ayuda cuando están desesperados.

Con la biblia bajo el brazo, con el Jesús en la boca y mucho menos
agresivo que antes, el líder venezolano ha estado mostrando su lado
espiritual, faceta nunca antes vista en su vida llena de invocaciones
a la confrontación y a la violencia. Muchos ven hipocresía en este
gesto, sobre todo porque Chávez, más que ganarse el cielo, necesita
recuperar su imagen para conseguir una nueva reelección el próximo
año.

De todas maneras, en estas circunstancias vale la pena reflexionar
sobre lo que en el fondo debe andar buscando Chávez, un sentimiento
que nos une a todos los seres humanos, de todas las razas y religiones
y que se traduce en una pregunta clave: ¿Me voy a salvar?

La promesa de Dios suena infalible, según nos lo recuerdan los que más
saben de “la salvación”. Recuerdo al hermano José Antonio López, en el
colegio Marista hablándonos emocionado de la parábola del hijo pródigo
para hacernos entender el concepto de la “misericordia”. La idea es
que, no importa lo que hayamos hecho, si al final de nuestros días se
produce el verdadero arrepentimiento, es posible conseguir el perdón y
la salvación que a otros suele costarles toda una vida de privaciones
y santidad.

Parece contradictorio, pero ni la Biblia ni la fe pueden ser juzgadas
con la lógica: en el libro de Salmos dice: “Yo amo a los que me aman,
y me hallan los que temprano me buscan”. Y el profeta Amós la remata:
“Irán errantes de mar en mar; desde el norte hasta el oriente
discurrirán buscando la palabra de Jehová, y no la hallarán”. De
cualquier forma, es cuestión de fe.

Chile irrita a Bolivia

El Gobierno chileno parece dispuesto a todo para provocar la irritación del régimen plurinacional de Bolivia. La respuesta al tremendo “reculazo” de Evo Morales en el tema marítimo fue una furibunda declaración del canciller, Alfredo Moreno, quien afirmó que su país no les debe nada a los bolivianos. Fue la manera de reaccionar ante el comportamiento ciclotímico del presidente, quien pasa de los arrumacos a la hostilidad en cualquier momento, para luego intentar retornar a las zalamerías. El enojo del jefazo con Chile se originó en la investigación secreta que condujo al arresto del general René Sanabria. Las autoridades del país vecino hicieron saber que no tenían confianza en una investigación transparente de este lado de la frontera y por eso prefirieron mantener a los bolivianos al margen. Recientemente, a solicitud a las fuerzas antidrogas chilenas, que incautaron más de 800 kilos de cocaína (adivinen de dónde), fueron arrestados en Bolivia varios integrantes de una banda internacional de narcos. Desde Santiago acaba de llegar el pedido para que los detenidos sean trasladados a Chile, tal como se hizo hace poco con narcos peruanos y colombianos. La justicia plurinacional no brinda garantías de un juicio justo, ni siquiera para los narcotraficantes. La gran diferencia es que estos últimos aman el cambio.

El militarismo está de vuelta

El presidente Morales acaba de darles a los militares la mejor garantía de lealtad hacia ellos y, por supuesto, les ha pedido que se constituyan en el pilar fundamental de su Gobierno, aquejado por falta de credibilidad, crisis de legitimidad y, más que nada, por una copiosa pérdida de apoyo popular, que se traduce en el constante brote de disidencias internas.

El pasado domingo, cuando se festejaba el 186 aniversario de las Fuerzas Armadas, el Primer Mandatario liberó de toda culpa a los militares que están acusados de graves crímenes cometidos en las revueltas de octubre de 2003 en las que murieron más de 60 personas. Dijo que los uniformados simplemente cumplían órdenes políticas, afirmación que en las actuales circunstancias, equivale a comunicarle a la Corte Suprema de Justicia la decisión del régimen de declarar inocentes a los uniformados implicados en el proceso denominado “Octubre Negro”.

Las elecciones del 16 de octubre, que en realidad serán un nuevo plebiscito para el MAS, ya se presentan como un fracaso anticipado del oficialismo, cuya base social de sostenimiento podría irse por el despeñadero. La crisis económica mundial se traducirá en una reducción de ingresos para el Estado Plurinacional y mermará sus posibilidades de atender sus redes clientelares. La aplicación de un “gasolinazo” será cada vez más inevitable, lo que anticipa un escenario convulsionado en el que los militares pueden ser vitales para asegurar la estabilidad política.

Los militares, junto con los cocaleros y otros sectores incondicionales  al régimen, han sido los más beneficiados por el “proceso de cambio”. Adquisiciones multimillonarias en el área de defensa, aviones, helicópteros, mejoras en los cuarteles, ingresos  extraordinarios y otras ventajas salariales, han conseguido un disciplinado alineamiento de las Fuerzas Armadas a las directrices políticas de Evo Morales, quien ya no duda en reconocer y expresarlo públicamente, que de las botas y las bayonetas depende su continuidad en el Palacio Quemado.

El populismo no tiene otra opción. El militarismo siempre ha sido la única salida de los caudillos después de agotados los discursos y traicionadas todas las expectativas que se habían generado en la población. En Bolivia, un país que jamás ha podido consolidar un poder estatal institucionalizado capaz atender las necesidades de las grandes mayorías y al mismo tiempo, imponer su autoridad con la fuerza de la ley y la ética, las Fuerzas Armadas han sido la muleta imprescindible de los gobiernos democráticos y también el recurso de emergencia en los constantes periodos de inestabilidad.

Nadie esperaba, sin embargo, que este fenómeno se produzca durante la administración de Evo Morales, el presidente que mayor apoyo popular ha conseguido en la historia democrática de Bolivia y que al mismo tiempo, ha gozado de un periodo de bonanza nunca visto en los 186 años de vida republicana, que le hubieran permitido atender con cierta soltura las demandas de la población y encaminar al país hacia un horizonte de desarrollo y prosperidad, pilares fundamentales de la estabilidad social.

Contar con los militares es algo que en Bolivia no se puede asegurar por mucho tiempo. Nadie duda de entusiasmo que sienten los jefes castrenses de seguir de laderos de un régimen que se ha mostrado tan sólido hasta ahora y que les ha permitido gozar de un prolongado periodo de aburguesamiento. No obstante, los sucesos de octubre de 2003 todavía están muy frescos en la memoria de todos y es posible que nadie esté dispuesto a revivirlos. Eso se pudo comprobar muy claramente hace poco, cuando el Gobierno decretó el gasolinazo.