martes, 31 de enero de 2012

Basura y Carnaval

El arzobispo de Santa Cruz y cardenal de Bolivia, Julio Terrazas, habló del carnaval en su más reciente mensaje dominical. El líder religioso ha puesto en duda aquello de que el carnaval es cultura, aunque nadie podría negar que nuestra realidad es un completo carnaval. Terrazas dice que habría que transformar la cultura boliviana, muy proclive a la confrontación, a la violencia y la división en una cultura de la comprensión, de vivir como hermanos y una fiesta de valores y solidaridad. Otro de los mensajes polémicos del cardenal en referencia a nuestra “fiesta grande” ha sido la relación que hizo del carnaval y la basura. Ha pedido que esta vez, el desfile de las comparsas no deje un reguero de desperdicios a su paso. También pidió que en estos momentos de emergencia por el dengue, no nos olvidemos de los enfermos y de la gente que muere por esta enfermedad. "Seguimos manteniendo una ciudad llena de basura, llena de escombros una ciudad en la que ninguno de nosotros pone un granito de arena para decir: ‘Yo no puedo dejar este recipiente de agua, yo no puedo dejar estas latas vacías en cualquier lado", dijo el arzobispo.

Una marcha para el olvido

Los indígenas del Parque Isiboro Sécure, los otros, aquellos que han marchado bajo el manto de la duda y la sospecha, acaban de llegar a La Paz, después de una marcha de 42 días. Nadie salió a recibirlos espontáneamente. Sus anfitriones fueron algunos miembros de organizaciones rabiosamente oficialistas, que solo consiguieron remarcar la indiferencia de los paceños . No los aplaudieron ni les ofrecieron comida o atención médica y seguramente el dolor de estos pobres “malpagados” fue mucho mayor que el que sintieron sus hermanos del Tipnis, víctimas de una descomunal paliza policial, el 25 de septiembre del año pasado, durante la marcha en rechazo a la construcción de la carretera que amenaza con partir en dos su territorio ancestral.

Los indígenas de tierras bajas siempre han marchado. Hace siglos que buscan su “tierra prometida”. Lo han hecho desde la llegada de los españoles, en la era republicana y ya van nueve veces que marchan desde la recuperación de la democracia. Sus objetivos no han cambiado, quieren respeto a su dignidad y al lugar donde nacieron; quieren vivir como seres humanos, sin miedo a que los expulsen de sus casas y les quiten sus chacos. Hace seis años ellos creyeron que había llegado su “mesías”, ese “Moisés” liberador que los iba a sacar de la pobreza y la exclusión o que, por lo menos, les iba a asegurar la consolidación de los territorios que han heredado de sus abuelos.

Es la primera vez, sin embargo, que los indígenas de tierras bajas marchan por un motivo ignominioso. Nunca se había visto a dirigentes, caciques y líderes de pueblos que viven de la tierra, de la cacería y de la pesca, tomar la carretera para exigir que un Gobierno arrase con una de las reservas naturales más ricas del territorio. Pelear por un camino es muy bueno, pero ¿cuándo se ha visto en Bolivia y en muchas otras partes del mundo, que los indígenas y su hábitat sean los primeros beneficiados con una obra de estas características? Si todo un país reaccionó exaltado por el oprobio acaecido en Yucumo, mucho más se debería decir de la humillación de los pueblos del Tipnis de tener que salir a defender a la fuerza a los cocaleros, a quienes solo buscan tierras para expandir sus negocios y que desde hace mucho tienen loteado el parque Isiboro Sécure; lo tienen amenazado de contaminación y han introducido allí la lógica violenta del sindicato “mafieril” que se beneficia del auge del narcotráfico.

Todas las marchas indígenas, especialmente las que se han producido en la era democrática, han marcado hitos importantes en la historia del país. Ellos empezaron a desarrollar conciencia en el país sobre los problemas de la tierra, la ecología, el agua y  el territorio. Más tarde fueron los portaestandartes del proceso constituyente en Bolivia, que debía introducir en el país una nueva generación de derechos, algunos de los cuales han sido introducidos en la Constitución y que ahora, justamente el Gobierno del MAS pretende negarlos de manera descarada. La última, aquella que llegó en octubre a La Paz, luego de vencer un sinnúmero de vicisitudes causadas por el régimen de Evo Morales, de tener que soportar insultos, calumnias y mil y una tropelía de energúmenos que fungen de autoridades, los indígenas testimoniaron el verdadero espíritu de bolivianidad, muy distinto al que se pretende promover desde las tarimas con discursos divisionistas y confrontadores.

La marcha que llegó a La Paz no tiene nada que ver con la historia de dignidad de los pueblos indígenas y tampoco cambiará el rumbo de sus reivindicaciones. Es simplemente una marcha para el olvido.

lunes, 30 de enero de 2012

Taquirari plurinacional

Un reciente anuncio de la Cámara de Senadores nos recuerda el hermoso taquirari del poeta riberalteño Pedro Shimose “Sombrero de Saó”, en cuya parte central dice “Acaso con canciones la vas a mantener..”. La noticia en cuestión dice que este año, la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobará 109 leyes de carácter social, económico y productivo. El oficialista Eugenio Rojas habla con la misma convicción del borrachito que quiere convencer a su suegra de que él es un buen partido para su hija, pero que no tiene más que ofrecerle que sus canciones y una dudosa forma de expresar su amor. Con el anuncio, el oficialismo viene a confirmar que el 2012 será otro año más de farra, de discursos, de manos levantadas, de una sobredosis de política y pocos resultados concretos para la gente. La “Hiperlegislación” es un fenómeno típico de aquellos países, cuyas élites gobernantes no tienen qué ofrecerle a la ciudadanía. En los últimos seis años, el MAS ha aprobado una Constitución que se ha vuelto un obstáculo para el mismo régimen que la impulsó y todas las leyes y decretos firmados (más de un millar), no han atacado los viejos problemas estructurales del país.

domingo, 29 de enero de 2012

Acuerdo sin consenso

Cocaleros de Los Yungas bloquean molestos por la erradicación.
Ni bien se firmó el acuerdo antidrogas con Brasil y Estados Unidos, el Gobierno boliviano ha anunciado la instalación de dos nuevos cuarteles en el Chapare para el control de los sembradíos de coca. Uno de estos cuarteles ubicado en La Asunta, en los Yungas de La Paz, fue invadido no hace mucho por cocaleros que hicieron huir a los militares encargados del control y la erradicación de cocales ilegales. Después de una vigilia, presiones y negociaciones, los productores de coca del lugar consiguieron que el Gobierno ordene el retiro de ese cuartel, que fue instalado durante la administración de Hugo Banzer, el que más se ha acercado a los límites racionales de lo que debe ser la producción de coca en el país. Volvamos al Chapare. En esa zona acaba de producirse un hecho mucho más grave que el de La Asunta. En Ivirgarzama, uno de los feudos más importantes del oficialismo, entre 60 y 70 personas se organizaron para hacer huir a los policías de Umopar y liberar a dos narcotraficantes que debían presentarse ante un juzgado para responder por una carga de 18 kilos de droga que había sido hallada en su poder. Veremos cómo reaccionan los chapareños cuando se decida instalar aquellos cuarteles ya mencionados.

Cuatro años de persecución

En el 2008, después del estrepitoso fracaso del proceso constituyente, que malparió una Constitución que no le sirve ni siquiera al oficialismo, el régimen del MAS decidió que la única alternativa era conducir a la fuerza “su revolución” o lo que se quiera llamar a esa masa deforme llamada “proceso de cambio”, que supuestamente tenía un gran consenso, ratificado varias veces en las urnas. Eso es lo malo de depositar toda la confianza en el poder de las urnas y creer que la democracia comienza y termina en el acto de votar.

En lugar de construir consensos y aportar al crecimiento de la democracia, que ya había dado algunos pasos en los últimos 25 años, el MAS puso en marcha su gigantesco aparato policial, militar, mediático y judicial para ejecutar una sistemática política de persecución que ha provocado casi 60 muertos, cientos de personas exiliadas, miles de procesos judiciales y decenas de presos políticos, entre los que se encuentra el exprefecto de Pando y excandidato a vicepresidente, Leopoldo Fernández.

Dentro de la lógica maquiavélica y el concepto guerrero con el que maneja la política el Gobierno, no hay duda que ha ganado mucho con la estrategia de la persecución y en primer lugar, se encuentra naturalmente, el hecho de haber conseguido mantenerse en el poder, único objetivo que parece haber cumplido el proceso de cambio, cuya meta más publicitada era la de mejorar el nivel de vida de la gente.

Gracias a la persecución, el MAS sepultó el proceso autonómico, la amenaza más visible del proyecto totalitarista e hipercentralista que se puso en marcha el 2006; la persecución obligó huir a muchos opositores, terminó de desbaratar la vieja oposición partidaria y también a la que había surgido en las regiones; la persecución ha impedido la rearticulación de la disidencia, ha evitado el surgimiento de un proyecto alternativo al oficialista, ha expandido los dominios hegemónicos hacia territorios hostiles y ha conseguido amedrentar a los actores económicos para subordinarlos a las directrices del régimen, no siempre racionales y bien intencionadas.

Pero el MAS ha perdido y mucho, con la persecución. El derroche de poder lo ha llevado al descontrol. Sin equilibrio, cualquier régimen se sumerge en la decadencia, en el abuso y la corrupción. El despotismo siempre halla resistencia en cualquier marco humano, mucho más en Bolivia, cuya historia está llena de ejemplos de rechazo a cualquier intento por consolidar regímenes tiránicos.

El MAS ha conseguido derrotar a las élites de la “Media Luna”, pero no ha logrado la aceptación de la gente. Todavía sigue recibiendo golpes de urna en Sucre y en La Paz, donde se localizaba el mayor capital político del oficialismo, la animadversión hacia las actitudes persecutorias del régimen son cada vez más evidentes.

La persecución ha sido uno de los factores que más ha erosionado la popularidad interna del presidente Morales y ha minado casi por completo su imagen internacional. Su falta de respuestas concretas en dirección a conseguir el tan mentado “vivir bien”, le ha ocasionado problemas en sus propias bases y la única respuesta a mano del Gobierno ha sido la persecución. Antes se perseguía a los cambas, a los blancos y a los oligarcas. Ahora también lo hacen con los indígenas. Por la persecución la justicia se ha enajenado por completo en el país y la política se ha vuelto más sucia que antes. El Gobierno debería analizar a fondo si le conviene o no seguir con esta estrategia.

sábado, 28 de enero de 2012

Rompecabezas boliviano

Se levantó el paro y el bloqueo que había cumplido ocho días en Tarija. Los tarijeños quedaron contentos por el convenio firmado con el Gobierno y ahora los enojados son los chuquisaqueños, quienes han anunciado medidas de presión para defender su “tajada” del campo Margarita.  En Chuquisaca anuncian los preparativos para defender su postura como lo hicieron los chapacos y los chaqueños. Organizan reuniones y ampliados pero no invitan al alcalde electo de Sucre, Moisés Torres, porque es de la oposición. En Santa Cruz, la Gobernación firma un acuerdo con los indígenas e inmediatamente surge una facción de los originarios que no está de acuerdo. Otros indígenas forman una bancada en la Asamblea Legislativa y de ipso facto surgen disidentes desconocen esa agrupación. En el Tipnis hay dirigentes procarretera y dirigentes anticarretera y en Río Grande, donde un grupo de guaraníes exige cumplir con la consulta para aprobar la construcción de una planta de YPFB, también han surgido grupos contrapuestos. No hay duda que la política, en cualquier parte del mundo, es el arte de armar rompecabezas, el problema es que en Bolivia, ninguna de las piezas coincide con el cuadro que se quiere armar. El Gobierno del MAS dañó aún más las puntas de cada una de las fichas y ahora parece imposible unirlas.

viernes, 27 de enero de 2012

Las mañas del tigre

Dos noticias muy recientes confirman que el “tigre suele perder el pelo pero no las mañas”. En La Paz se produjo un hecho inédito en las dictaduras y mucho más en tiempos democráticos. Justo en la plaza Murillo, fue arrestada ayer, la senadora pandina Carmen Eva Gonzales, autora de numerosas denuncias de corrupción en contra del gobernador de Pando, Luis Adolfo Flores. En lugar de investigar los hechos denunciados , corroborados por informes de prensa, la Fiscalía decidió encarcelar a la legisladora por el supuesto delito de “desacato”, una figura jurídica heredada de la Edad Media y que ha sido eliminada en todos los países civilizados. La segunda noticia tiene que ver con la “resurrección” del fiscal Marcelo Soza, quien había pasado a un segundo plano por los constantes bochornos que hacía con el caso Rózsa. Nuevos vientos gubernamentales parecen haberle levantado el pulgar otra vez y acaba de hacerse ver con una denuncia que, como siempre, no tiene mayores fundamentos. Según Soza, se han hallado vínculos entre el exmilitar argentino recientemente detenido en Santa Cruz, Luis Enrique Baraldini y el presunto grupo terrorista-separatista desbaratado el 2009 en el hotel Las Américas.

¿Es posible el diálogo?

Los nuevos ministros posesionados por el presidente Morales, el pasado 23 de enero, ni siquiera tomaron posesión de sus despachos y en pocas horas comenzaron a instalar mesas de diálogo para resolver los conflictos que han estado acosando al Gobierno. El primero de ellos ha sido el que tiene enfrentados a los departamentos de Tarija y
Chuquisaca por la disputa de la renta petrolera del campo Margarita, ubicado en el límite entre ambas regiones.

Una jornada de negociaciones de más de diez horas no ha sido suficiente para destrabar por completo el problema, causante de un paro y bloqueo que ha frenado por más de una semana gran parte del comercio exterior y que mantuvo cerradas las fronteras con Argentina y Paraguay. De cualquier forma, la suspensión de la medida de protesta ha sido un gran avance y un éxito que se anotaron los operadores gubernamentales.

El Gobierno está sumamente urgido de desbaratar los conflictos. Por primera en seis años se lo nota preocupado y obviamente, pretende que el 2012 no sea peor que la gestión anterior, plagada de problemas que se constituyeron en el punto de inflexión de la popularidad y la construcción hegemónica del “proceso de cambio”. Precisamente esa es la tendencia que se busca revertir, con miras a la recuperación de un perfil gubernamental que le asegure a Evo Morales la continuidad que busca más allá del 2014 y que sin duda alguna está amenazada por el fantasma de la inestabilidad.

La tarea será ardua, pues antes que nada, el Gobierno necesita recuperar la credibilidad frente a numerosos actores que han anidado una fuerte desconfianza en los propósitos del régimen. Las regiones y sus líderes, especialmente los que han manifestado puntos de disidencia con el oficialismo, han sido víctimas de un incesante acecho y ahora se ven las consecuencias en posiciones irreconciliables, que se producen no solo en el sur del país, sino también en el Altiplano, entre Oruro y Potosí, donde existe otra bomba de tiempo en cuya activación tuvo mucho que ver la mano del Gobierno central, siempre dispuesto a generar confrontación, porque hasta ahora siempre se había beneficiado de ella. No por nada, la administración Morales ha batido todos los récords en materia conflictiva. La diferencia es que hoy se vuelcan contra él y comienzan a perjudicarlo.

Toda la responsabilidad para atender los conflictos recae en manos del oficialismo. La oposición partidaria, las fuerzas regionales disidentes y otros actores que hicieron resistencia hasta el 2008, prácticamente han desaparecido y su incidencia es nula en los actuales problemas. En vano el Gobierno ha tratado de culpar a la derecha, a USAID y a otros actores reales e imaginarios por lo ocurrido con el Tipnis, lo de Yapacaní y demás escenarios. Ya sea por acción o por omisión, el MAS ha sido el principal protagonista y ahora tiene que poner todo de su parte para buscar el diálogo y las soluciones concertadas.

Eso lo va a conseguir solo si es capaz de generar confianza entre los sectores en conflicto, si se decide a actuar con transparencia, de cara a las leyes y sin apelar a los atropellos que se traducen luego en malestar, rencores y también situaciones de odio que se observa en los bandos enfrentados. Han sido años de inyectar resentimiento y enemistad entre bolivianos y seguramente tomará tiempo un diálogo que por ahora se visualiza como imposible.

jueves, 26 de enero de 2012

Trabajo, pegas y trabajitos

Soy un preguntón enfermizo, lo que a veces me provoca más de un
inconveniente. El otro día me puse a interrogar al nuevo guardia de
seguridad del supermercado al que suelo acudir. Ramiro Choque, 19
años, bachiller y con muchas ganas de ingresar a la Universidad René
Moreno a estudiar agronomía.

Me pareció excelente su idea, aunque la noté poco factible. El próximo
año deberá hacer su tercer intento para aprobar el examen de ingreso a
la dichosa “U”, cosa que no parece nada fácil, tal como lo confirman
las lamentables estadísticas de nuestro estudiantado.

Ramiro quiere estudiar agronomía porque tiene alguna experiencia en el
trabajo de campo. Aprendió cómo cultivar hortalizas en una chacra que
posee su padre en El Torno.  “Menos mal que ahora la agricultura está
dando buenos resultados, por los precios favorables”, le comenté y
luego me sorprendí de saber que su padre también ha emigrado del campo
a la ciudad para hacer el mismo oficio de guardia, mientras que su
parcela ha quedado a la de Dios, llena de monte y maleza.

Con todos esos antecedentes, no fue fácil anticipar el futuro que le
espera a mi nuevo amigo Ramiro. Para él, el campo podría ser una gran
oportunidad sólo si consigue la preparación necesaria, las
herramientas y la oportunidad para producir en mejores condiciones. Es
obvio que no le hace falta ser ingeniero, pero tampoco existen
alternativas de formación que le permitan dar un paso adelante en sus
trabajos de labranza.

Como guardia de seguridad, “pega” no le va a faltar en esta ciudad
cada vez más insegura. Con esa misma resignación me respondió otro
joven que compartía la vereda con Ramiro en su puesto de venta de
películas piratas. Le pregunté si la arremetida contra los sitios de
Internet de donde descargan el “material” no lo va a “perjudicar”. “No
se preocupe, en Bolivia siempre van a aparecer una de estas pegas” y "trabajitos", me
contestó.

¿Quién entiende?

La marcha de los dirigentes del Conisur, que defienden la construcción de la carretera por el medio del parque Isiboro Sécure, se ha vuelto una piedra en el zapato, incluso para el propio Gobierno, señalado como el principal impulsor de esa manifestación. Varios de los marchistas se retiraron de la protesta porque según denunciaron, fueron víctimas de engaños, pues les habían prometido pagarles 300 bolivianos por día para marchar. Desde hace días, los voceros del Gobierno les exigen a los líderes de la Cidob, que encabezaron la marcha que fue reprimida por la Policía, que vaya a dialogar con la gente del Conisur para buscar una solución al conflicto. En realidad la solución ya se dio por la vía de una ley que declaró intangible el territorio que defienden los pueblos Mojeño, Yuracaré y Chimán y el presidente acaba de admitir que no se va a modificar esa norma, porque seguramente teme reavivar el problema que le costó muchísima popularidad. Pero la confusión es grande ya que el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, César Navarro, acaba de anunciar que habrá una consulta abierta sobre el Tipnis ¿quién los entiende?

Criminalidad imparable

Es positivo que el nuevo ministro de Gobierno, Carlos Romero, hable de la Policía y del crimen organizado en su primera intervención pública luego de su posesión, el pasado lunes. El presidente Evo Morales le ha encomendado mejorar la gestión a su nuevo gabinete y nada mejor que comenzar por una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, el alto nivel de criminalidad campea en todo el territorio nacional.

Precisamente el lunes, en Yacuiba, una ciudad donde el auge del narcotráfico ha elevado de manera preocupante la actividad delictiva y la violencia, un empresario fue acribillado a tiros de ametralladora por sujetos que también portaban otras armas y una granada que fue detonada en el lugar para generar pánico y confusión. Según testigos, luego de hacer los disparos, los asesinos se acercaron hasta el cuerpo de su víctima para darle el tiro de gracia en la cabeza, el número 36 que perforó todo su cuerpo. Este hecho de características inéditas en esa zona fronteriza, llama la atención porque podría tratarse de criminales que integran bandas organizadas de alta peligrosidad para las cuales nuestra Policía podría no estar preparada.

Un día después, en Santa Cruz, se produjo otro hecho que pone los pelos de punta por la osadía con la que están actuando los delincuentes. Dos de ellos, a bordo de una motocicleta, aprovecharon la luz roja de un semáforo para asaltar a toda una familia en cuyo auto guardaban una jugosa suma de dinero que acababan de retirar del banco. Este asalto se produce muy poco después de otro caso similar que tuvo como víctima a una mujer.

Enumerar todos los sucesos que reporta la prensa a diario sería muy extenso, pero solo hay que mencionar que las ciudades bolivianas y algunas localidades fronterizas, se han vuelto tierra fértil para la delincuencia organizada, como lo demuestra el reciente arresto en San Matías de varios miembros del denominado “Comando Vermelho”, de Brasil, una de las bandas internacionales más peligrosas del mundo  y que controla gran parte del tráfico de cocaína y armamento en la frontera binacional, donde justamente las Fuerzas Armadas brasileñas han establecido una suerte de cordón para frenar el paso de droga desde nuestro territorio. Los militares del vecino país han convocado a sus pares bolivianos a una reunión en la capital de Mato Grosso, para diseñar una estrategia conjunta. Es urgente que Bolivia vaya tomando posiciones mucho más definidas en estos temas y por supuesto encarando acciones más determinantes, ya que de a poco, en los últimos años el país ha generado bastante preocupación en el vecindario. Con la firma del acuerdo antidrogas tripartito que incluye también a Estados Unidos, sería recomendable comenzar a actuar sin demoras.

En ese sentido, hay que tomarle la palabra al ministro Romero, quien ha afirmado que su principal labor al mando de la cartera de Gobierno, será dignificar a la policía y combatir al crimen organizado. Asimismo, ha manifestado que la institución del orden no está para reprimir al pueblo y que en todo momento se va a respetar los derechos humanos. Bolivia tiene muchos problemas sociales por resolver, como la pobreza, la falta de educación y la inestabilidad política. No puede darse el lujo de tener que lidiar también con bandas de criminales con capacidad para perturbar nuestro andamiaje institucional.

miércoles, 25 de enero de 2012

El ¿nuevo? gabinete

Como un “gabinete de guerra”, un “equipo de tormentas”, “un aparato
reeleccionista” ha sido calificado el grupo de ministros recientemente
posesionado por el presidente Evo Morales, al iniciar su séptimo año
de gobierno y el segundo al mando del nuevo Estado Plurinacional.

La mayor sorpresa ha sido el retorno de Juan Ramón Quintana a su
antiguo cargo de ministro de la presidencia, del que tuvo que alejarse
en el 2009 por incesantes pedidos de los movimientos sociales ligados
al MAS, muchos de los cuales han pasado a las filas de la oposición y
cuando menos, a engrosar la disidencia, que en este momento tiene
agobiado al primer mandatario.

El día de su posesión, Juan Ramón Quintana ingresó al salón principal
del Palacio Quemado casi a los gritos, con el puño izquierdo en alto y
en medio de los vítores del público presente. En el 2009, cuando tuvo
que dejar el gabinete, el ex capitán de Ejército se ufanó en público
de haberle salvado el pellejo al presidente, cuando en el 2008 y de
acuerdo a sus palabras, la oposición estuvo a punto de poner de
rodillas al líder cocalero. Recientemente, el presidente Morales hizo
saber al país lo grave que se le ha puesto permanecer en el poder.
Dijo que el verdadero objetivo de la marcha de los indígenas del
TIPNIS era derrocarlo y tal vez eso explica por qué los reprimieron
con tanta ferocidad. En su discurso del 22 de enero, también confesó
que temió ser linchado por los originarios que llegaron hasta La Paz.

A los sentimientos y delirios del presidente hay que sumarle hechos
muy concretos, como la caída estrepitosa e irrecuperable de su
popularidad, el incremento de los conflictos, el cambio radical de sus
frentes de confrontación, sus nuevos enemigos, entre los que hay cada
vez más indígenas que lo llaman mentiroso y que se organizan para
hacerle oposición, sin duda alguna, la más dura y genuina desde la
desaparición del Conalde. Los intentos de diálogo de Evo Morales
fueron un fracaso, ya lanzó el guante del Revocatorio y nadie quiso
recogerlo. ¿Podrá salvarlo Quintana? ¿Podrá llevarlo hasta el 2014 con
probabilidades de ganar con la amplitud que necesita la construcción
de su hegemonía.

Están de moda las comparaciones. Evo Morales dijo que las “Bartolinas”
son las “Barzolas” del MNR y que su cuello estuvo a punto de correr la
misma suerte de otro emenerrita, Gualberto Villarroel. Tampoco se
puede dejar de comparar el retorno de Quintana al gabinete con lo que
hizo Gonzalo Sánchez de Lozada en el 2003, quien depositó el destino
de todo su gobierno en un solo hombre, Carlos Sánchez Berzaín. No cabe
duda que la apuesta de Evo Morales es muy fuerte y parece ser la
definitiva.

En su discurso del 22 de enero, el presidente Morales confirmó que su
administración seguirá exactamente los mismos lineamientos de gestión
que ha manejado hasta ahora, porque los considera correctos. Eso
quiere decir que mantendrá su excesiva concentración en las tareas
políticas, mientras mira con desdén los desafíos económicos y
sociales.

Nadie duda de la gran habilidad demostrada por el MAS en las artes del
poder y mucho más cuando retorna a la primera línea un operador de la
talla de Quintana. El 2014 está a la vuelta de la esquina y en Bolivia
no se puede hacer pronósticos de mediano ni largo alcance. La
situación social puede deteriorarse de un momento a otro, como ocurrió
a finales del 2010 con el lanzamiento del gasolinazo. Lo que veremos
en un futuro será una carrera contra reloj con la amenaza constante
del retorno de la inestabilidad.

Pregunta difícil

Una reciente encuesta realizada en las cuatro ciudades más pobladas de Bolivia revela que el 82 por ciento de la gente en el país considera que el Gobierno de Evo Morales se porta débil con los narcotraficantes y sólo el 14 por ciento ve que se está actuando con firmeza con las mafias que trafican cocaína. La mayoría también, un 52 por ciento, considera que Bolivia debería firmar un acuerdo con Estados Unidos para el combate a los narcotraficantes. Cualquiera pudiera entender entonces, que al suscribir el acuerdo tripartito con norteamericanos y brasileños, hecho que sucedió hace unos días, el Gobierno estaría obedeciendo al pueblo, tal como machaca en su propaganda. Lo cierto es que ha firmado los convenios, pero ha sido una reacción a regañadientes, luego de intensas presiones, sobre todo desde Brasil, donde han demostrado su hastío por la gran cantidad de droga que pasa desde nuestro territorio y donde llegaron a calificar a Evo Morales como “cómplice de los narcotraficantes” y de estar construyendo una carretera exclusivamente para la expansión del “negocio”. Al parecer, Estados Unidos ya no necesita presionar mucho. Con el general Sanabria en una de sus cárceles todo comenzó a cambiar como por arte de magia. Y volviendo a la encuesta, esta hablaba de una “debilidad” frente a los narcos. ¿Y si preguntamos una más difícil?

Evo arma su propio corralito

Juan Ramón Quintana ingresó al salón principal del Palacio Quemado
casi a los gritos, con el puño izquierdo en alto y en medio de los
vítores del público. Parecía la entrada triunfal de una estrella de
fútbol, del “Messi del proceso de cambio”, el iluminado capaz de sacar
del pozo al Gobierno de Evo Morales. Estaban a punto de devolverle el
puesto de Ministro de la Presidencia que parece haber estado añorando
durante los últimos dos años.

En el 2009, cuando las denuncias de corrupción y los métodos violentos
de actuar del ex capitán de ejército obligaron a Evo Morales a retirar
a Quintana del gabinete, éste se ufanó en público de haberle salvado
el pellejo al presidente, cuando en el 2008 y de acuerdo a sus
palabras, la oposición estuvo a punto de poner de rodillas al líder
cocalero. Recientemente, el presidente Morales hizo saber al país lo
grave que se le ha puesto permanecer en el poder. Dijo que la marcha
de los indígenas del TIPNIS lo querían derrocar y tal vez eso explica
por qué los reprimieron con tanta ferocidad. En su discurso del 22 de
enero, también confesó que temió ser linchado por los originarios que
llegaron hasta La Paz.

A los sentimientos y delirios del presidente hay que sumarle hechos
muy concretos, como la caída estrepitosa e irrecuperable de su
popularidad, el incremento de los conflictos, el cambio radical de sus
frentes de confrontación, sus nuevos enemigos, entre los que hay cada
vez más indígenas que lo llaman mentiroso y que se organizan para
hacerle oposición, sin duda alguna, la más dura y genuina desde la
desaparición del Conalde. Los intentos de diálogo de Evo Morales
fueron un fracaso, ya lanzó el guante del Revocatorio y nadie quiso
recogerlo. ¿Podrá salvarlo Quintana? ¿Podrá llevarlo hasta el 2014 con
probabilidades de ganar con la amplitud que necesita la construcción
de su hegemonía.

Están de moda las comparaciones. Evo Morales dijo que las “Bartolinas”
son las “Barzolas” del MNR y que su cuello estuvo a punto de correr la
misma suerte de otro emenerrita, Gualberto Villarroel. Tampoco se
puede dejar de comparar el retorno de Quintana al gabinete con lo que
hizo Gonzalo Sánchez de Lozada en el 2003, quien depositó el destino
de todo su gobierno en un solo hombre, Carlos Sánchez Berzaín, otro
guerrerista y con las mismas actitudes facinerosas que el denominado
“Mariscal de El Porvenir”.

 Un inicio muy anticipado de la campaña electoral o tal vez el
atrincheramiento de un Gobierno que ya está oliendo el año que se le
avecina, mucho peor que el 2012. De cualquier forma, a la
administración de Evo Morales ya no le queda más que hacer política,
no tiene tiempo para otra cosa y muchos están convencidos de que no
sabe hacer más que eso. Con el nombramiento de Quintana y por
supuesto, de otros operadores que están dispuestos a disparar con
munición gruesa (la nueva ministra de Comunicación ya no disimula y
anuncia la Ley Mordaza), Evo Morales está terminando de acorralarse.
La misma gente que lo llevó a la situación que hoy lo agobia es la que
le ha prometido sacarlo del atolladero. Otra vez lo van a mandar a
pelearse con todos, con las regiones, con los indígenas, con Estados
Unidos y con los empresarios.

Sólo la desesperación que puede sentir hoy el presidente es capaz de
explicar el peligroso movimiento que acaba de realizar y que puede ser
el último.

martes, 24 de enero de 2012

Fariseísmo plurinacional

Desde hace seis años el presidente no hace más que llamar “burocracia” a las normas de administración pública. Él es partidario de “meterle nomás” y que después legalicen sus abogados. Hace poco propuso la eliminación de la Ley Safco, idea que fue aplaudida por el alcalde Percy Fernández y en el discurso del 22 de enero fue aún más claro cuando afirmó que “las normas y los procedimientos están por demás”, ya que el ladrón roba con licitación o sin ella. Dijo que convocar a licitación es todo un lío y que eso perjudica y por eso es partidario de hacerlo todo a través de adjudicación directa. Evo Morales parte del convencimiento de que él es el tipo más honrado del mundo y que así son todos los que le rodean. Debería fijarse en todos los alcaldes masistas y muchos otros funcionarios de su Gobierno que han sido sorprendidos en actos de corrupción, algunos de ellos comprometidos nada menos que con el narcotráfico. Otra cosita, si es verdad que no le interesan los procedimientos y las normas, su régimen no debería ser tan fariseo con las autoridades de la oposición, a quienes ha derrocado precisamente por “chicanerías” procedimentales.

Sin motivos para cambiar

El presidente está sorprendido por haber durado tanto en el Gobierno. Lo dijo antes de iniciar su séptimo año en el mandato y muy próximo a batir el récord de permanencia de un jefe de Estado en el poder en Bolivia. Evo Morales ha duplicado el promedio de duración de sus antecesores desde la fundación de la república, lo que explica su gran sorpresa. Si es así, entonces, para qué cambiar lo que está funcionando “a la perfección” y que, a juicio de los operadores del régimen, todavía tiene mucho por delante.

Esta deducción surge de las cosas que sigue repitiendo el primer mandatario en sus discursos y de los movimientos que acaba de hacer en su gabinete, donde los cambios realizados apuntan a que todo siga igual, sobre todo, la consolidación de una autocracia que se mantenga en el camino de monopolizar el poder a cualquier costo y como fin en sí mismo. Evo Morales identifica ocho problemas económicos, que se reducen a uno solo, el gas natural que lo ha mantenido muy preocupado últimamente.

El Gobierno seguirá insistiendo en afianzar el esquema económico extractivista que le ha asegurado en los últimos seis años un nivel de ingresos capaz de solventar su avanzada populista. Los precios internacionales de los hidrocarburos y de los minerales seguirán acompañando, como lo indican últimas tendencias, el proyecto político del MAS, que no anticipa un viraje significativo hacia la industrialización, la diversificación y cuando menos, hacia la garantía de la soberanía alimentaria de Bolivia a través de impulso a la producción. En la mente de los conductores del proceso de cambio sigue muy marcada la idea de que “la plata sobra” y en ese sentido no queda más que continuar con el “piloto automático”, mientras sigue en marcha la repartija de bonos, el despilfarro con la compra de satélites y aviones, la creación de empresas estatales sin ton ni son y el acelerado endeudamiento externo e interno, del cual, el presidente ha dicho no estar informado.

El presidente sigue comparándose con los gobiernos anteriores al 2005, cuando en realidad no hay punto de comparación si observamos la descomunal diferencia en el nivel de ingresos. Lo ideal sería que Evo Morales, o los que debieran informarle adecuadamente de los asuntos económicos, comparen las cosas que se han hecho en Bolivia durante este periodo de bonanza de las materias y lo que han logrado otros países como Perú, Brasil o Chile en la lucha contra la pobreza, el crecimiento y otros factores que siguen agobiándonos como sucedía antes del 2006.

Se creía que Evo Morales mostraría algunos gestos de conciliación durante su discurso del domingo. Sus amenazas, sus denuncias hacia los indígenas, su delirio de persecución que ahora lo lleva a afirmar que los marchistas del Tipnis querían lincharlo, no hacen más que confirmar que desde el punto de vista político la actitud seguirá siendo la misma, sobre todo después de confirmar que Juan Ramón Quintana vuelve a su lado como ministro de la Presidencia, seguramente para reconducir la actitud pendenciera y guerrerista de los primeros tres años de este régimen.

No se equivocan quienes observaron en las palabras del presidente Morales una tediosa repetición de viejos discursos, un exceso de confianza en sus estrategias para conducir el país y una permanente alusión al pasado con el objetivo de mostrarse exitoso y diferente. En sus actitudes, sin embargo, comienzan a notarse indicios de la preocupación del Gobierno por la realidad que en Bolivia no siempre suele acompañar a pie juntillas los lineamientos de un régimen. La decisión de ceder ante los discapacitados para desactivar un conflicto que comenzaba a causarle problemas, es un reflejo que delata el verdadero sentir de autoridades que, como dice el presidente, todavía no saben cómo es que han aguantado tanto tiempo.

lunes, 23 de enero de 2012

Pecado de omisión

Los indígenas de tierras bajas están dispuestos a hacerle ver sus errores a todo aquel que ellos sienten que los ha traicionado. Con el Estado Plurinacional han sido implacables, y con la dignidad y el pacifismo que los caracteriza, fueron los protagonistas de una nueva epopeya como la del Tipnis que otra vez ha vuelto a cambiar el rumbo del país. Pero también han decidido ser duros con los que pecan de omisión. Recientemente, los pobladores yuracarés y moxeños del noroeste del departamento le hicieron conocer su profunda molestia al gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, porque según ellos, él permitió que una falsa indígena, Rosmeri Gutiérrez asumiera un curul que les correspondía en la Asamblea Legislativa Departamental, a nombre de una inexistente etnia “yuracaré-mojeña”. La autoridad regional tenía previsto visitar las comunidades yuracarés y moxeñas en inmediaciones del Chapare, pero antes de que pueda asomar por el lugar, los nativos se organizaron para impedirle la llegada. Costas solo pudo llegar hasta Puerto Villarroel y tuvo que salir del lugar ante las amenazas de expulsarlo a la fuerza.

domingo, 22 de enero de 2012

La guerra cocalera

El Gobierno de Evo Morales no tuvo más remedio que firmar el acuerdo tripartito con Brasil y Estados Unidos para afianzar la lucha contra el narcotráfico. No sólo se está hablando del retorno de la DEA con acento portugués, para volver a hacerle la guerra a los narcos y quitarles todo el espacio que han ganado en los últimos años, sino de un nuevo sistema de monitoreo de los cultivos de coca, en el que también intervendrá la ONU. Los países afectados por el auge del narcotráfico en Bolivia han dado en el clavo: “a más coca, más cocaína” y en realidad quieren matar a la madre del cordero. Los cocaleros del Chapare intentaron activar el paraguas antes que llueva con la propuesta de sanear sus cocales y ampliar a 20 mil hectáreas los cultivos legales. Sus colegas de los Yungas hicieron lo propio y, en La Asunta, arremetieron contra un cuartel de erradicadores. Luego de un tira y afloje el Gobierno tuvo que ceder con los yungueños, mientras los chapareños se han quedado colgados. Al firmar el acuerdo, el régimen cocalero estaría aceptando que los cultivos deben disminuir, lo que pone a Evo Morales en una gran encrucijada: Chapare o Yungas. Eso es para una pelea de grandes proporciones.

Hace seis años...

Hace seis años, el presidente Morales nos prometió a todos que en poco tiempo más estaríamos viviendo como en Suiza, uno de los países con uno de los mayores índices de bienestar del mundo. A unos días de celebrar el sexto aniversario de su llegada al Palacio Quemado, el primer mandatario les ha pedido a los bolivianos abandonar los lujos y compartir con los pobres. Hace seis años él no tenía en qué movilizarse, hoy tiene un avión de casi 40 millones de dólares. Hace seis años él vestía una chompa a rayas, hoy luce trajes de finísima lana de alpaca importada.

Hace seis años, el vicepresidente García Linera dijo que los socialistas le iban a dar cátedra en el manejo económico a los neoliberales. Hoy, tanto él como todos los miembros del gabinete y el propio Evo Morales, no paran de decir que la economía boliviana está desangrándose por culpa de los subsidios a los combustibles, a lo que debe sumarse también la importación de alimentos que dejaron de producirse dentro del territorio. Hace seis años no había apagones, hoy sí.

Hace seis años Bolivia era la gran promesa de la industria gasífera en América Latina. Todos los países del continente querían una porción de las grandes reservas de nuestro subsuelo. Hoy el presidente no deja de preguntarse “¿qué va a pasar si perdemos los únicos mercados del gas boliviano, Argentina y Brasil?” Hace seis años, la gran bandera del proceso de cambio era “gas para los bolivianos”, pero lo cierto es que no solo peligra el gas de exportación, sino que tampoco alcanza para nuestros propios proyectos, como lo demuestra el triste caso del Mutún.

Hace seis años, los indígenas eran los reyes de este país, eran los privilegiados, los niños mimados, personas a las que se les dotó de un estatus especial, una justicia solo para ellos y curules especiales en el Poder Legislativo. Hoy, los indígenas son “aliados del imperialismo”, avasalladores de campos petroleros, los que se oponen al progreso y que entorpecen la explotación de los recursos naturales. Ellos ahora son opositores y como tales, son perseguidos y apaleados, como todos los otros disidentes que en seis años, han tenido que escapar, refugiarse o callarse.

Hace seis años, en Bolivia existían cerca de 20 mil hectáreas de coca sembradas. Hoy existen más de 32 mil y pese a que el Gobierno insiste en que “coca no es cocaína”, el país ha pasado a ser el principal proveedor de droga de América del Sur, con un potencial de producción del alcaloide seis veces superior al que tenía hace seis años, gracias a las novedosas tecnologías introducidas por mafiosos de los cárteles de Colombia y México que han puesto sus ojos en Bolivia para expandir sus negocios. Ellos seguramente confían en la promesa del Gobierno de que nunca más la DEA volverá a pisar el territorio.

Hace seis años, la gente votó confiada en que, por lo menos, con Evo Morales se iban a acabar los conflictos, los paros y los bloqueos. Un estudio acaba de confirmar que la administración del MAS ha roto todos los récords en materia de conflictos, muchos de ellos estimulados desde el Gobierno, con un saldo de casi 60 muertos en seis años.

Hace seis años, el presidente Morales decía que había llegado al poder para siempre. Hoy apenas tiene un 35 por ciento de aprobación popular, la mitad de lo que tenía cuando empezó y no hace más que rogar que los opositores lo lleven a un revocatorio, como hicieron en el 2008 para salvarlo de una caída.

sábado, 21 de enero de 2012

La nueva pose

Hay quienes afirman que la Cumbre Social de Cochabamba y en el encuentro con los partidos políticos de la oposición han sido los primeros intentos por buscar la imagen de un nuevo Gobierno conciliador. Fueron como una suerte de ensayo, un entrenamiento y los sparrings, como es natural, tenían que ser de la casa para que los golpes sean bien calculados y, obviamente, sea el jefazo el que se luzca. Pero todo indica que las sesiones de calentamiento no han salido nada bien. El caudillo no se halla asumiendo la nueva pose, no es para él y por último, no sabe hacerlo. Lo suyo es insultar, pegar rodillazos y ordenarle al juez que expulse al adversario. El problema es no que hay mucho tiempo más para practicar. Unos días más y estaremos en carnaval y después de eso, se anticipa una temporada llena de conflictos muy bravos. De hecho, la antesala carnavalera no ha sido nada auspiciosa para el Gobierno, con muertos en Yapacaní, un paro en Tarija, una vigilia en Río Grande y la marcha de los indígenas del Conisur, de la que ya no sabe cómo deshacerse. El otro problema que tiene el presidente es la incógnita si les gustará o no su nueva pose dialogadora a los que siempre lo han vitoreado como un pendenciero político.

viernes, 20 de enero de 2012

Hasta las últimas consecuencias

Una de las historias más impresionantes que he leído últimamente es la
de Ryan Hreljac un niño canadiense que se conmovió tanto con la
situación de África, que con sólo seis años inició una campaña para
favorecer a los pueblos sin agua de Uganda, Angola y otros países.

La motivación partió de su maestra, quien les contó a sus estudiantes
que en África sufrían penurias por no tener 200 dólares para perforar
un pozo de agua. El chico movilizó a sus amigos, a su familia y
vecinos y en poco tiempo pudo reunir el dinero para su primer pozo.
Ahora tiene 18 años y a través de su propia fundación ha conseguido
beneficiar a 400 comunidades africanas donde viven unas 500 mil
personas.

Pienso en la maestra de ese niño y en el poder que tienen ella y todos
los maestros para conseguir que haya muchos más Ryans en el mundo.
Docentes que no se pongan límites, que no se fijen en las barreras que
tienen los niños, la educación y los colegios y que puedan impulsar su
tarea “hasta las últimas consecuencias”.

En Bolivia, por ejemplo, luchamos contra muchos enemigos a los que
sólo se los puede derrotar con actitudes como las que puso en práctica
la maestra de Ryan. Educar a un niño es la mejor arma que podemos
encontrar contra el dengue, contra la malnutrición, contra la
destrucción del medio ambiente y la violencia.

Está demostrado que los viejos somos más duros de roer. Eso lo prueba
la escasa colaboración ciudadana en temas como la limpieza y el orden,
que a su vez son causa de las epidemias que cada año causan muerte y
dolor en la población. Y aun así no aprendemos. Hay que cambiar de
estrategia y pensar en los niños como armas “revolucionarias” del
presente. Ellos son tozudos, intransigentes e insobornables. Ellos nos
pueden demostrar lo que significa ir “hasta las últimas
consecuencias”.