lunes, 30 de junio de 2014

Hacer y dejar hacer

El diario Clarín de Buenos Aires ha confirmado que –acosado por las deudas-, el estado argentino comenzará a retrasarse por lo menos seis meses con sus acreedores, entre ellos Bolivia, a quien le debe pagar casi 200 millones de dólares por mes por la venta de gas. Algunas versiones indican que el vecino país ya tiene acumulado un saldo superior a los 1.700 millones de dólares y si se confirma el pronóstico, esa cifra se duplicará en el corto plazo. No es la primera vez que ocurre lo mismo, pero este sería el peor caso, pues cuando se produjo el famoso “borrón y cuenta nueva” en 1992, el monto total adeudado era de apenas 300 millones.

Bolivia ha intentado sacar a relucir su talla de “líder internacional” que tanto promocionó durante la cumbre G-77 para estrellarse contra los famosos “fondos buitre” que han acosado a Argentina, pero lo más probable es que no logre más que asustar a los inversionistas que confiaron en los “bonos soberanos” que el “enemigo del capitalismo” ha estado colocando en Wall Street.

Si todo se complicara no habrá más remedio que buscar soluciones propias y afortunadamente, tanto el presidente como su segundo de a bordo han lanzado una idea, presente en todas las críticas que le han estado haciendo en los últimos al “modelo económico plurinacional”, que en realidad es el mismo que implantaron los españoles, que heredaron los republicanos y que los revolucionarios actuales no han hecho más que profundizar, pese a que prometieron industrializar los recursos naturales.

“No debemos depender tanto del gas”, ha dicho el presidente Morales y su erudito vicepresidente ha afirmado que necesitamos reducir la dependencia del extractivismo. Habrá que pedirles disculpas a todos los que durante los últimos años han hecho exactamente las mismas recomendaciones al Gobierno, cuya respuesta siempre ha sido la soberbia.

Afortunadamente hoy existen muchas formas de diversificar las actividades económicas y los resultados se pueden ver a corto y mediano plazo. La industrialización de un país no necesariamente pasa por grandes complejos, por sectores “duros” como el acero, la fabricación de automóviles o maquinaria pesada, como trata de hacerlo el gobierno, inyectando grandes sumas en empresas estatales que en realidad son barriles sin fondo. Taiwán se hizo potencia fabricando bicicletas, Chile lo hace con el kiwi, el vino y el salmón, República Dominicana con el turismo y Bolivia podría hacerlo con la quinua, por ejemplo.

Pero eso se logra con cadenas productivas y lamentablemente el gobierno del MAS no ha hecho más que combatirlas. Así lo hizo con la industria forestal, con los textiles y ahora tiene seriamente amenazada a la soya y sus derivados. En realidad, el estado no tiene que hacer mucho, sino dejar de entorpecer, como lo viene haciendo con 23 productos nacionales que hoy están sometidos a controles y prohibiciones.

Otra cosa que debe hacer es cumplir la Constitución y darle prioridad al mercado interno en el abastecimiento de gas, ahora que ha comprobado el grave riesgo que implica “poner todos los huevos en una misma canasta”. Con el gas se puede incentivar la producción de cemento, artículo que hoy es deficitario y se pueden poner en marcha muchas industrias de cerámica que están paralizados, proyectos energéticos que quedaron truncos y por supuesto, la instalación domiciliaria, que permitirá no solo mejorar la calidad de vida de la gente, sino también incentivar pequeños emprendimientos como panaderías y restaurantes, entre muchos otros.

viernes, 27 de junio de 2014

Todo al revés


El asuntito del “reloj cangrejo” que ha instalado el Gobierno en la sede del Congreso Nacional, no es el único ejemplo que indica que en Bolivia se están haciendo las cosas al revés. El presidente Morales le entregó el miércoles 350 millones de bolivianos al complejo minero de Huanuni, que desde su nacionalización triplicó su personal (pasó de 1.200 a 4.344 obreros), pero su producción bajó a límites que la ponen al borde de la quiebra y en pleno auge de los precios de los minerales. Todo un récord digno de Guinness. En el primer trimestre de 2014, la explotación en Huanuni cayó en un 32 por ciento, en parte por el bajo rendimiento de la empresa y otro poco por la caída de la demanda de los minerales, lo que coloca a esos 350 millones en una apuesta muy riesgosa y totalmente desfasada, pues ha llegado el momento de contraer y no de invertir. Pero aún hay más, pues el presidente ha dicho que la nacionalización no se ha detenido y amenaza con “meterle decreto” a aquellas minas que sean rentables ¿con qué fin? Con devolverle los recursos naturales ¿a quién? ¿a los ineficientes de Huanuni?.

Grandes inventores


Tratar de inventar el agua tibia o el hilo negro es una tendencia generalizada en el mundo, sobre todo entre los que no tienen más remedio, pues cuando se trata de creatividad lamentablemente el mapa mundial siempre se inclina hacia el mismo lado. Pero la historia no registra ningún intento de darle vuelta a las manecillas del reloj, algo que Bolivia podría patentar, ahora que la innovación está de moda y que marca la división entre países líderes y atrasados. Todos los relojes del mundo giran de izquierda a derecha por un simple convencionalismo, ya que no hay ni leyes físicas ni argumentos religiosos o ideológicos que lo respalden. Los inventores del reloj no eran imperialistas ni trataban con ello de someter a nadie. Esas son pamplinas que se les ocurren a las mentes subdesarrolladas que buscan afanes conspirativos debajo de cada piedra. Los bolivianos necesitamos inventar cosas y tenemos la oportunidad de hacerlo ahora que la información y el conocimiento están disponibles para todos. Empezar por una zoncera como la del reloj puede ser un avance, a no ser que sea un truco barato para distraer la atención de la gente, un invento de los viejos romanos, que nunca dejaron de utilizar el circo para hacer de las suyas con el pueblo.

miércoles, 25 de junio de 2014

La coca y las batallas ganadas


La principal virtud del más reciente informe de la ONU sobre el monitoreo de las plantaciones de coca en Bolivia es la demostración de que la Ley 1008 sigue teniendo razón al declarar 12 de mil hectáreas como tope máximo de la legalidad ya que del total que se contabilizado en el 2013, es decir, 23 mil hectáreas, la mitad se va al narcotráfico. Lo reconoce el propio gobierno: segunda virtud.

También se ha demostrado que las autoridades estaban equivocadas cuando decían que Bolivia no necesitaba de la ayuda internacional para combatir el narcotráfico y para demostrarlo decían que, sin ayuda de la DEA se incautaba más droga, cuando todos sospechaban que eso era producto más bien de un rebalse. La ONU no solo ha felicitado a las autoridades por la reducción de los cocales, sino que también ha ponderado la caída de hasta un 62 por ciento en el decomiso de droga gracias a que en los últimos años comenzó a cobrar fuerza un resistido acuerdo con Brasil e indirectamente con Estados Unidos, hecho que ha permitido reducir el potencial de producción de cocaína.

Los datos han demostrado que fracasaron los métodos que trató de impulsar el gobierno a través del control social y los acuerdos con los cocaleros y que la mejor manera de conseguir buenos resultados es por medio de una guerra abierta y decidida contra las mafias. De forma global se manifiesta también que esta batalla no está perdida como trataban de demostrarlo hace unos años.

El otro aspecto que se necesita destacar es que a mayor producción de coca hay mayor cocaína, lo que consolida la necesidad de mantener a la “hoja sagrada” como una sustancia controlada, tal como lo establecen los acuerdos internacionales y como lo fija nuestra propia legislación. Eso derrumba por completo los intentos de nuestra diplomacia por establecer una nueva dimensión a la coca y debe inhibir los esfuerzos del gobierno nacional por elevar el tope legal de 12 mil a 20 hectáreas.

De manera muy especial, el informe de la ONU ha puesto en evidencia el papel que cumplen el Chapare y sus alrededores como coadyuvantes de la industria del narcotráfico, pues se ha señalado que casi toda la coca de esta región va a parar a los circuitos ilegales, pues una mínima fracción (7 por ciento) de la producción de la zona pasa por el mercado legal de Sacaba en Cochabamba.

¿Se debe celebrar una reducción del 9 por ciento en los cultivos de coca ilegales? Claro que sí, pero no conviene exagerar, pues esta actividad ha tenido altibajos muy notorios en las últimas décadas y los logros siempre han sido volátiles. Estamos en una etapa electoral muy reñida en la que se corre el riesgo de un laxamiento de los controles, lo que puede llevar a tirar todos los logros por la borda.

Un párrafo aparte merece el dato que indica que Santa Cruz concentra la mayor porción del mercado de la coca en el país (38 por ciento), lo que evidencia no solo por el incremento del consumo tradicional sino también por el elevado crecimiento que ha tenido el narcotráfico en la región. Eso es fácil de comprobar por el elevado índice de criminalidad y violencia, por el florecimiento de nuevos circuitos de negocios ilegales, por los secuestros y por los intentos de ciertos sectores de crear zonas de exclusión en el departamento.

martes, 24 de junio de 2014

Lo dijo el presidente


“El presidente Evo Morales abogó porque la economía ya no dependa solo de los hidrocarburos y de la minería, que más bien ahora se incremente la producción agrícola incluso para su exportación. ‘No somos un país consumista, sino productor, hay que ampliar eso; estamos debatiendo cómo seguir mejorando la producción; qué mejor que exportar nuestros productos, no solamente depender del gas y de los minerales, sino también cómo generar más divisas de otros productos, especialmente de productos agropecuarios’, señaló el mandatario en la entrega de un coliseo para 1.000 espectadores y una unidad educativa de 12 aulas en el municipio de Pampa Grande, en el departamento de Santa Cruz”. El párrafo anterior pertenece al diario La Razón, un medio que ha sido vinculado al oficialismo, por lo que no existe riesgo de que el oficialismo lo acuse de tergiversación. Lo afirmado por el mandatario es casi exactamente lo que se escucha decir a los economistas y expertos críticos de la estructura productiva nacional basada en la exportación de los recursos naturales, cuyos precios podrían colapsar y con ellos el “boom boliviano” que los conductores de nuestra economía se atribuyen, como si fuera resultado de su genialidad. Lo que dice el presidente es muy cierto y si pretende ponerlo en práctica ya mismo, puede suspender las prohibiciones de exportación y ordenar que se les venda gas a las empresas bolivianas.

El factor suerte


A Bolivia le ha ido muy bien en los últimos años porque a muchos países, especialmente a China y a Brasil les ha ido mejor. El primero es el principal comprador de minerales y el segundo, el mayor cliente de nuestro gas. Pero los resultados positivos también se explican porque  otros han cometido demasiados errores. Estamos hablando de Argentina, donde una combinación de torpezas e ineficiencia ha dado como resultado una crisis energética que puso a nuestro país en inmejorables condiciones como proveedor y a la empresa Repsol, como la gran salvadora de la industria energética boliviana.

El hecho es que Brasil no solo ha estado comprando los topes máximos de gas que figuran en el contrato inicial, sino que acaban de restituirse los envíos a Cuiabá y en este momento se están bombeando casi 16 millones de metros cúbicos diarios a la Argentina, lo que en total dejará un aproximado de 6.000 millones de dólares anuales en las arcas nacionales.

Pero como dice el famoso escritor argentino Martín Caparrós acerca de su país, todo ha sido cuestión de suerte, y lamentablemente los principales beneficiarios de esa fortuna, los populistas de turno, no han sabido aprovechar esa fortuna. Una parte de la confesión de ese fenómeno está en las recientes declaraciones del presidente boliviano Evo Morales, quien sorprendió a todos afirmando que no deberíamos depender tanto del gas, cuando meses antes había manifestado que el futuro de Bolivia está en la venta de energía.

El primer mandatario hizo esa declaración luego de conocerse el revés que ha sufrido Argentina en la justicia norteamericana, que la obliga a cumplir con los capitalistas que invirtieron en la deuda pública del vecino país y que ahora reclaman su dinero y los intereses que Cristina Fernández les había prometido. De acuerdo al dictamen que derivó en una posterior negociación, el Estado argentino deberá pagar más de 1.300 millones de dólares a los denominados “fondos buitre”, además de 10  mil millones que se ha comprometido a pagarle en cinco años a los acreedores del Club de París, con los que se ha visto obligado a negociar para evitar la quiebra y el cese de pagos.

El Gobierno boliviano ha salido a desmentir rumores sobre algunos retrasos en el pago del gas que le vendemos a los argentinos, que no tardan en responder con uno o dos títulos honoris causa para aplacar los ánimos. El problema es que Argentina tiene muy malos antecedentes con Bolivia en relación al pago del gas y no son pocas las ocasiones que ha recurrido a chatarra o a intercambios como método para honrar sus compromisos. Los argentinos saben mejor que nadie que la venta de gas no se puede interrumpir de un momento a otro y que nuestro país no tiene cómo disponer de sus excedentes, a no ser que decida dar vía libre al Mutún, a las cementeras que están esperando y a tantos otros proyectos que se han quedado truncos porque las autoridades se niegan a cumplir con la Constitución que fija como prioridad al mercado interno. 

Recordemos, el presidente ha dicho que ya no dependamos tanto del gas, que desarrollemos la industria, la agropecuaria y otros sectores. Pero eso ya no depende de la suerte, sino del trabajo serio, la seguridad jurídica y otros factores en los que el régimen gobernante no ha puesto tanto empeño como en el “bingo” del gas.

sábado, 21 de junio de 2014

Revolución cultural


Hace unos años, la mezcolanza entre militares y ponchos rojos era muy criticada cada vez que se producía en los desfiles y otros actos públicos. A muchos espantó todavía más la idea de que nuestros vigías de la patria  anden gritando consignas guevaristas y revolucionarias. Cuando uno de los más ilustres ponchos rojos, que hoy es nada menos que el presidente del Senado, el tercer mandatario del país, se lo vio degollando perros en Achacachi la consternación fue aún mayor. Pero luego se supo que los militares no son nada ortodoxos a la hora de aplicar técnicas de enseñanza y que entre  sus métodos más pedagógicos se encuentra la tortura de canes indefensos a los que descuartizan vivos frente a los soldados de algunos cuarteles. Esa vieja noticia volvió a cobrar vigencia con un lamentable episodio ocurrido en las aulas de la Escuela Militar de Ingeniería, una prestigiosa universidad que pertenece al Ejército de Bolivia. El subteniente que cometió esa barbarie ha sido expulsado de la institución educativa pero no así de las Fuerzas Armadas, donde tal vez han perdido la capacidad de espanto y donde ya no les incomoda compartir espacio, métodos y manera de pensar con los rabiosos campesinos de Omasuyos. A lo mejor de eso se trata la “revolución cultural” de la que tanto se habla.

viernes, 20 de junio de 2014

Otra receta de cocina plurinacional

El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez
El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, ha sugerido a los bolivianos no ser tan dependientes de la carne vacuna, una verdad infalible, pero hasta esas verdades se han vuelto relativas en este país. El funcionario dice que tanta inclinación por el bife no hace más que provocar inflación y propuso variar la dieta con pollo, carne de llama, cordero y también soya. En esta lista tan atinada de Vásquez, se extraña la presencia de la quinua, un producto que ha ganado un sitial internacional por sus grandes poderes nutritivos, hecho que ha ocasionado un incremento de precios abismal. En los últimos meses, el kilo de quinua ha subido de 25 a 60 bolivianos justamente porque el 80 por ciento de la producción se va al exterior buscando mejores precios. Sin embargo, ni Vásquez, ni ningún otro de sus colegas, tan hábiles para redactar decretos, ha dicho esta boca es mía y tampoco se les ha pasado por la mente frenar el comercio exterior de este cereal andino, como se hace frecuentemente con la carne, con la soya, con el maíz y otros productos que salen del oriente boliviano. Y obviamente no se trata de proponer que se prohíba la exportación de quinua, sino de buscar algo de coherencia y menos cinismo.

Moviendo el juicio

El embajador de la Unión Europea en Bolivia, Timothy Torlot
En la jerga de los abogados bolivianos existe un término muy usado, “mover el juicio” y está relacionado al esmero “profesional” (que a veces va dentro de un sobrecito), que hay que ponerle a un caso para que no se duerma ni se muera, pues de lo contrario, los jueces no tienen problemas en batir récords Guinness suspendiendo audiencias y retrasando las cosas, esperando justamente la “justa retribución”. El “caso terrorismo” parecía condenado al estancamiento después de que saltaron los extorsionadores y Marcelo Soza encendió el ventilador y ahora más que nunca, el Gobierno parece interesado en que no se conozca la verdad, justo cuando el tiro está por salir por la culata. Mucho más cuando se acercan las elecciones y el caso Rózsa amenaza con copar la agenda electoral y el exfiscal de hierro con la garganta afinada para que lo graben los europeos. Y hablando de europeos ¿adivine quién es el que ha estado presionando para que se mueva el juicio contra los 39 acusados que están en la fase de las declaraciones? Nada menos que el embajador de la Unión Europea en Bolivia, Timothy Torlot ha confirmado que diplomáticos de Irlanda, Hungría, además de diputados del Parlamento Europeo siguen de cerca el caso y le han insistido a la Justicia para que el proceso no se detenga.  Solo esperan la sentencia para iniciar ellos su propia demanda internacional.

Desarrollo alternativo al revés


Se conocía como “desarrollo alternativo” la política de sustitución de cocales ilegales en el Chapare y Los Yungas, por cultivos legales y normales, de esos que se siembran en lugares donde no hay agricultores privilegiados, ya sea en el Chaco, la Chiquitania y muchos otros lugares del Valle y el Altiplano. A los cocaleros se les pagaba por reemplazar la coca por banana, piña o naranjas, pero todo fracasó porque los narcotraficantes pagan mejor y porque los dirigentes cocaleros se volvieron más fuertes que el gobierno. Hace diez años, los cocaleros le impusieron al país esa gran mentira del “cato de coca” que se volvió piedra libre para sembrar la “hoja sagrada” en todos lados, a tal punto que el “desarrollo alternativo” quedó patas para arriba y en los últimos años, a los cocaleros se los ha estado presionando para que arranquen sus naranjos y sus plantas de café para llenarlas de coca. El problema de escasez de cítricos y otros comestibles es tan grave en Los Yungas (lo más grave debe ser el exceso de oferta de coca que tira abajo los precios), que la Asociación de Productores de Coca de La Paz acaba de emitir una orden para obligar a los afiliados a producir cuando menos “un cato” de naranja, de yuca o de cualquier otro producto que sirva para llenar el estómago, pues resultó ser una mentira que la coca es mejor que la leche.

Estado y futuro de la economía


Contrariamente a lo que se podría imaginar, especialistas críticos al Gobierno reunidos en el foro “El Estado de la Economía” organizado por la Fundación Nueva Democracia, coincidieron en Santa Cruz, que más allá de las exageraciones, los “chanchullos” estadísticos y la gran creatividad con la que se maneja la contabilidad del país, las cifras macroeconómicas de Bolivia están muy bien y ponderaron el crecimiento, la inflación controlada, la disciplina fiscal, los excelentes números de las exportaciones y hasta se atrevieron a afirmar que las autoridades no son tan corruptas ni tan derrochadoras como se las pinta, pues de lo contrario estuviéramos en graves problemas como Argentina o Venezuela.

Pero los expertos dicen estar hartos de la macroeconomía, un asunto que vienen proclamando los políticos desde que derrotaron a la hiperinflación en 1985 y que los organismos internacionales no dejan de alabar porque justamente les interesa prestarle dinero a Bolivia, como lo vienen haciendo en plena época de bonanza, hecho que no se explica, pues si hay algo que repite una y otra vez el Gobierno es que le sobra plata gracias a su “excelente gestión”.

Los participantes del foro, entre los que se encontraban Gonzalo Chávez, Juan Antonio Morales, José Luis Parada, Gary Antonio Rodríguez, Teófilo Caballero y Henry Oporto, dicen que después de 30 años de estabilidad económica, lograda incluso en tiempos de “vacas flacas”, no se puede seguir dándole las mismas respuestas a la gente y que lo conveniente es marcar algunas preguntas.

¿Por qué el crecimiento de Bolivia, uno de los más altos de América Latina, no se traduce en mejoras significativas en la calidad de vida de la población? ¿Por qué la bonanza económica de diez años no ha servido más que para conseguir modestos logros en la lucha contra la pobreza extrema? ¿Por qué seguimos siendo uno de los peores lugares para invertir en el continente? ¿Por qué estamos muy lejos de seguir los pasos de Chile o Perú y que es imposible convertirnos en una potencia, como tanto pregonan los gobernantes en las cumbres? ¿Por qué no llegan los capitales a nuestro territorio pese a que las autoridades afirman que el modelo boliviano es admirado y copiado en muchas partes del mundo?

La respuesta es muy simple y tiene que ver con la estructura económica del país, extractivista y rentista, basada en la explotación de recursos naturales, un modelo que en realidad no ha cambiado desde la época de la Colonia. Bolivia no está generando oportunidades para otras actividades económicas, no está industrializando y su crecimiento está basado en la promoción del consumo gracias al aluvión de ingresos que llegan por el incremento de los precios internacionales. Lo peor de todo es que el régimen gobernante ha proscrito los términos de productividad y competitividad, sigue comportándose hostil hacia el capital extranjero y la inseguridad jurídica continúa siendo un freno para las empresas.

Pero la peor noticia es que la economía boliviana sigue siendo tan frágil y tal vez más que antes porque ha incrementado su dependencia de las materias primas, gas y minerales, productos sujetos a los precios internacionales que tantas veces le han jugado mal a Bolivia, pasando de “príncipe a mendigo” en un abrir y cerrar de ojos. Y ese riesgo puede estar a la vuelta de la esquina, pues ya es un hecho la tan anunciada desaceleración de las economías emergentes, que nos pagan tan bien por el momento y tanto la demanda como los valores podrían disminuir.

lunes, 16 de junio de 2014

Periodismo y política: nuevas relaciones


Los acontecimientos de talla internacional suelen traer vientos de cambio muy saludables y establecer nuevos rumbos que vale la pena destacar. En este caso nos vamos a referir a las nuevas relaciones entre prensa y política, un binomio en constante tensión.

Brasil acaba de dar el puntapié inicial al campeonato Mundial de Fútbol en un contexto de tensión pocas veces visto en situaciones similares, más propicias para la algarabía y el entusiasmo que para las críticas, las protestas y las denuncias de corrupción, despilfarro e insensibilidad de los políticos envanecidos por una fiebre insaciable por el poder y las ansias por eternizarse en sus poltronas.

En Brasil los medios tradicionales, los grandes periódicos y cadenas de televisión y radio se subieron al carro de lo “políticamente correcto” y prácticamente ignoraron las protestas, buscando la manera de suavizarlas y generar el efecto contrario, es decir, que las masas se dejen contagiar por el fervor mundialista indiferente al derroche injustificado.

El resultado fue totalmente opuesto al deseado, puesto que los grupos de indignados ahora disponen de formas de comunicación alternativas que los hace prescindir de las maneras ortodoxas de transmitir información, de las fuentes informativas oficiales y de los canales controlados por el Estado ya sea de manera directa o por medio de contratos de publicidad.

El hecho es que el tráfico informativo en las redes, los blogs, las páginas web y los canales de televisión digitales nunca se detuvo y en realidad puso en entredicho el papel de la prensa “democrática”, que quedó en ridículo cuando comenzaron a llegar los corresponsales internacionales con ganas de cubrir fútbol y se toparon con una realidad absolutamente contradictoria que merecía ser reportada. El hecho es que la presidenta Dilma Rousseff todavía estaba tratando de apagar incendios a horas de iniciarse el Mundial y hoy la gran encrucijada es que si su selección no gana el campeonato, el futuro político del oficialismo es incierto.

Vamos a otro hecho de resonancia mundial, la abdicación del rey Juan Carlos de España. Otra vez la prensa “legalmente establecida”, esa misma que lo perdonó y trató de salvarlo del escándalo de los elefantes, vuelve a tratar con guante de seda al monarca y evita que se publiquen gestos “indecorosos”, cuando en las redes sociales, donde las noticias circulan en forma de un diálogo irreverente y donde se impone la madurez a la falsa objetividad, no ha existido el mínimo de complacencia para “su majestad” y el legado tan complicado que le deja al príncipe.

Hoy los medios sociales le están diciendo a la prensa, a los periodistas, a los académicos de la comunicación y a los líderes políticos que siempre han buscado cómo acomodarse con los antiguos monopolizadores de la información, que para cambiar hay que volver a los orígenes, a la interpelación, a la irreverencia, a la pregunta difícil, a publicar lo que el poder quiere ocultar y convencer al ciudadano que el mandatario tiene el deber de rendirle cuentas y los medios la obligación de hacer que se cumpla ese pilar de la democracia, porque de otra forma no tiene sentido la existencia de aparatos de propaganda costosos, dedicados a lustrar malas gestiones, a justificar el derroche y a esconder la corrupción.

'Que la muerda, que la muerda'


Los anfitriones del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon pensaron que es fácil engañar a una personalidad de la talla del coreano, tal vez confundidos por la sonrisa inocente que no se desprende de su rostro. La mejor idea para celebrar el cumpleaños del diplomático en Bolivia hubiera sido prepararle una torta de quinua, pero buscando la forma de posicionar la “hoja sagrada” y hacer creer a todos que se trata de un alimento superior a la leche, se inclinaron por una torta de coca, un invento que nadie se traga, pues ni en el Chapare, los Yungas o Yapacaní la utilizarían en lugar de la crema chantilly o el dulce de leche. Hace unos años, cuando estuvo de visita el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, en El Alto trataron de homenajearlo con una guirnalda de coca y el mandatario reaccionó a tiempo y se la quitó de encima. Ban Ki-Moon pertenece al mismo stablishment y obviamente no iba a ser nada contradictorio, por lo que -muy diplomático-, se limitó a soplar las velitas y ni siquiera probó el “coca cake”. “Que la muerda, que la muerda”, algunos habrán tratado de gritar, pero seguramente han tenido que conformarse con morderse la cola de rabia.

Las ideas de la cumbre


La gran mayoría de los países que pertenecen al G-77 tienen algunos denominadores en común. Todos ellos tienen índices socioeconómicos muy bajos que los atribuyen a factores externos: al imperialismo, al capitalismo, al “injusto comercio internacional” y otros que suelen machacar en cada una de sus reuniones.

Durante décadas, estos países han estado al mando de gobiernos que dicen ser “revolucionarios”, que han adoptado, como Bolivia, políticas refundacionales, procesos de cambio y giros bruscos hacia uno y otro lado, intentando conseguir el ansiado rumbo del desarrollo. 

Hemos sido testigo de la llegada de líderes muy populares en sus países, algunos de los cuales llevan varias décadas en el poder, tiempo que no ha sido suficiente sin embargo, para cambiar radicalmente la vida de sus pueblos. En lapsos similares, países que no pertenecen a este tipo de grupos dedicados a predicar sus penurias y a culpar a otros por sus fracasos, como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, España, Sudáfrica y tantos otros, han pasado a ser potencias económicas. La repetitiva ausencia de Chile en este tipo de cumbres, es una señal de que tanto la pertenencia como los gestos que hacen no van más allá del simbolismo, que únicamente beneficia a los líderes que están en ese tren, en meras conquistas etéreas sin correlación con el mundo material.

Hace poco, el uruguayo Eduardo Galeano, uno de los intelectuales más influyentes en este mundo de los mitos y las leyendas de opresión y conspiraciones imperialistas reconoció que se había equivocado cuando hilvanó ese gran conjunto de ficciones que figuran en su obra cumbre “Las venas abiertas de América Latina”, que han servido durante los últimos cuarenta años para darle plataforma a demagogos y tanto otro falso revolucionario que ha prometido la liberación ya sea con las armas o con las herramientas del populismo, un elemento que nunca ha estado desprendido de las falsas democracias del sur.

Estos líderes predican con mucha facilidad las teorías del fracaso, las expresiones de lamento, los postulados apocalípticos y se adhieren patológicamente a mentiras comprobadas. Es lamentable cómo les gusta regodearse con sucesos del pasado y son ciegos frente a lo que ellos mismos están haciendo para perpetuar sistemas de dominación como el autoritarismo, la corrupción, la manipulación de la justicia y la democracia. Un ejemplo: hace mucho que Mark Lynas, el científico inglés que se convirtió en el apóstol de la lucha contra los transgénicos, reconoció públicamente que estaba equivocado y que jamás pudo demostrar empíricamente que estos productos causan daño al medio ambiente y al ser humano. Sin embargo, para los embaucadores de siempre queda mal cambiar de discurso y mucho más todavía decirle la verdad a la gente, que la receta de la prosperidad es totalmente distinta a lo que han predicado.

Hace poco estuvo en Santa Cruz,  James A. Robinson, uno de los autores del libro más respetado de los últimos tiempos “Por qué fracasan los países” e impulsor de la idea de la competitividad, concepto que no solo se aplica a las empresas, sino también a los países, pues se refiere a la capacidad de resolver problemas concretos de la gente. El Ministro de Economía, Luis Arce, estuvo con Robinson y en su cara le dijo que no le interesa esa manera de pensar.  Quedó muy claro.

Discursos que escandalizan


Algunos oficialistas están escandalizados por el discurso pronunciado por el gobernador de Santa Cruz en la inauguración de la Cumbre del Grupo G-77 + China. Dicen que fue muy desubicado y una diputada opositora cuenta que una de sus colegas legisladoras del MAS estaba por echar chispas y que por momentos tuvo la intención de cortar la transmisión televisiva. Rubén Costas abogó por los presos políticos que hay en Bolivia, mencionó la persecución y también la “creación de nuevas injusticias”; defendió el libre mercado y dijo que otros modelos alternativos de economía que impulsa el Gobierno solo funcionan “a nivel micro”, que lo mejor es respaldar el sistema capitalista, “que si bien no es justo”, es la única manera de salir del atraso. Reivindicó la herencia indígena de Santa Cruz, pero también ponderó el legado que dejaron los españoles y se refirió a los ataques que recibe la región del centralismo que pone en riesgo la producción. En algunas cumbres internacionales, nuestros líderes han hablado del sexo de las piedras, han comparado a la papalisa con el Viagra, han dicho que los pollos vuelven homosexuales a los hombres y que los incas derrotaron al imperio romano. Jamás nadie del oficialismo observó este tipo de discurso y nunca se escandalizaron por ello. Por primera vez alguien habla de Bolivia en una cita internacional y algunos se rasgan las vestiduras.

lunes, 9 de junio de 2014

Parchando bajo la lluvia


El clima se portó muy mal con los benianos y le está jugando igual a los organizadores de la Cumbre G-77 (menos China), que tienen serios problemas en su afán de mostrar una ciudad pintuda, aunque sea por dos días y sólo en los trayectos que recorrerán los ilustres visitantes. Suponemos que las autoridades les han exigido garantías a las empresas que están poniendo parches, remendando y haciendo todo tipo de maquillajes en las avenidas. Los trabajos no se detienen ni siquiera en la lluvia, lo que pone en duda el viejo argumento de que en tiempo húmedo no se pueden hacer arreglos, al menos no reparaciones hechas a conciencia y para que duren. Con esta cantaleta han mantenido toda la ciudad inundada de baches, huecos que ahora están tapando sin chistar y a un ritmo nunca antes visto. No hace falta ser ingeniero para saber que colocar asfalto mezclado con agua es como para que el parche dure unos días. A lo mejor eso es lo que quieren, que por lo menos dos días la ciudad se vea impecable. Será el tiempo que permanecerán los mandatarios invitados a la cumbre, quienes recibirán larguísimos sermones sobre las maravillas que nos ha traído el proceso de cambio, entre ellas la gran innovación de “Parchar bajo la lluvia”.

¿A cambio de qué?


El cantante cruceño Aldo Peña al menos reconoció que le pagaron una buena suma de dinero por cambiar su brincau autonomista por la cumbia masista. Lo que no se puede entender es qué tipo de transacción han hecho los empresarios de Santa Cruz para tomarse de la mano, aplaudir, levantar los brazos, aparecer “pintudos” y seguir con muy buen ritmo el pasitrote que marca el Gobierno central.

Hace una semana, el vicepresidente García Linera celebraba como si fuera un mérito suyo, el logro de los ganaderos de haber obtenido el certificado de "país libre de aftosa". Abrazos, discursos, alabanzas mutuas y al día siguiente el Gobierno ordena el congelamiento de las exportaciones de carne. Qué manera de festejar semejante acontecimiento y qué forma de incumplir los acuerdos y las promesas que seguramente motivaron las “empanaditas”.

La Cámara de Industria y Comercio organiza un evento con invitados de primer nivel para hablar de los temas “Competitividad y Producción” y entre los oradores principales agendan al ministro de Economía, Luis Arce, quien no tiene empacho en decirles a los empresarios que ambos conceptos, “competitividad y productividad” pertenecen a la ideología neoliberal, que no tiene nada que ver con el proceso de cambio y que lo que marca el rumbo de Bolivia es el estatismo y la inclusión, como ocurre en las minas públicas, donde los supernumerarios y el bajo rendimiento están provocando debacles en pleno auge de los precios de los minerales.

Tímidamente los empresarios le piden al Gobierno que levante las restricciones, que permita la siembra de semillas transgénicas en el país, como lo están haciendo en todos lados y como lo indican los antiguos enemigos acérrimos de esta tecnología que ahora reconocen que estaban totalmente equivocados. El régimen sigue respondiendo con palabras que no se cumplen, mientras los avasallamientos de tierras continúan y las prohibiciones de exportación esconden una trama siniestra de mercados negros, cupos políticos y protección a ciertos individuos ligados al contrabando que llevan la harina de soya subvencionada (por los productores) al Perú.

Está bien que los cantores y que los políticos se tomen de la mano con el Gobierno central porque tal vez no están conscientes de que su poder y sus bolsillos dependen de lo que se produce en la región y de los impuestos que genera la producción cruceña. Pero lo que no se puede comprender es que los propios productores se sometan a componendas que no los benefician ni siquiera a ellos, pues está claro que la informalidad, el narcotráfico, las trabas, las tomas de tierras, los cupos, las subvenciones y mercantilismo estatista terminarán por destruir el apartado productivo del oriente, el único que tiene posibilidades de competitividad, no solo respecto de la proyección externa, sino para conseguir la sostenibilidad del país.

O es que ellos están de acuerdo que el parque industrial de Santa Cruz se vuelva un Huanuni, el norte cruceño se convierta en el Chapare o Los Yungas y que todos los agricultores e industriales se vuelvan cocaleros, vendedores de ropa usada, auteros, empleados de empresas públicas que no producen nada, porque la competitividad no interesa. Esas son mentiras que están bien para las tarimas de los pueblos escondidos, pero no para un foro empresarial donde lamentablemente ya nadie replica. ¿A cambio de qué?

Buenos negocios

Casi el mismo día, la Fuerza Especial de lucha contra el Narcotráfico hizo dos incautaciones de droga poco usuales. La primera ocurrió en la provincia Sud Lípez, departamento de Potosí, donde los policías secuestraron 33 kilos de cocaína que estaban en poder de algunos miembros de la etnia Cacachaca, una de las más antiguas del país que se hizo legendaria por su conflicto armado con los Laimes, otro pueblo indígena que también ha sido vinculado recientemente a la producción y tráfico de sustancias ilícitas, factor que parece haber incidido con la pacificación de ambas comunidades guerreras, enfrentadas desde hace siglos. En realidad hay varios ayllus del altiplano que han cambiado la labranza por negocios mucho más lucrativos, entre los que también se incluye el contrabando de autos robados y la protección a bandas que pasan mercaderías ilegales desde y hacia Chile. La segunda intervención de produjo cerca de la colonia menonita Santa Rita, en las inmediaciones de Paurito (Santa Cruz). Allí fue localizado un laboratorio de cristalización de cocaína, con capacidad de producción de hasta 150 kilos por día. Si bien se cree que la fábrica pertenece a narcos colombianos que se disfrazaban de granjeros, en el lugar fue arrestado un menonita que puede haber llegado a la conclusión de que mejor es incursionar en un negocio menos controlado y amenazado que la agropecuaria.

martes, 3 de junio de 2014

De reyes y reyezuelos


La sorpresiva abdicación al trono del rey Juan Carlos de España vuelve a poner en discusión el papel de la monarquía en el mundo y mucho más en la civilizada Europa, donde el renacer de los nacionalismos hace recordar a muchos el negro periodo de las guerras mundiales.

El hecho es que por más que parezca afianzarse la democracia y que los reyes luzcan como un adorno del modelo constitucional, lo lamentable es que los “sangre azules” siguen siendo la garantía de la estabilidad, una forma de mantener tranquila a la plebe, cuya insatisfacción se presenta religiosamente en cada elección sin llegar jamás a extremos revolucionarios y mucho menos a cuestionar la autoridad moral de las cortes, por más cuestionable que sea la conducta de sus miembros, siempre proclives a los líos de faldas y las extravagancias ¿qué más van a hacer?

En otras palabras, la vigencia de la monarquía es la mejor prueba de que los europeos todavía no son capaces de marcar su destino a través de la consolidación de un modelo basado en la división de poderes sin la necesidad de esperpentos simbólicos, como lo ha logrado Suiza o Finlandia y como podrían conseguirlo Alemania y Francia si es que eliminan para siempre los riesgos de la desestabilización. Italia todavía sigue en capilla mientras sigan apareciendo caudillos como Berlusconi.

En América Latina hay muchos críticos del sistema monárquico colonial, del que supuestamente nos libramos  hace 200 años con la guerra de la Independencia. Pero esa es una visión miope y simplista pues nuestros países están todavía más lejos que Europa de conseguir gobiernos libres del monopolio del poder, que en el pasado se llamó dictadura militar, en otros periodos caudillismo y en este momento, el pernicioso populismo que endiosa figuras como la de Chávez, Morales o Kirchner.

Miren qué paradoja, mientras que Rey de España renuncia al trono para darle paso a otras generaciones, en Ecuador Rafael Correa inicia la búsqueda de la reelección indefinida, cosa que ya ocurrió en Nicaragua y que podría pasar en Bolivia, donde el presidente no oculta su deseo de mantenerse en el poder para siempre. En Argentina le han buscado otra versión a este modelo de monarquías criollas a través de la sucesión dinástica, pasando el poder de marido a mujer, estrategia que estará a punto de repetirse en Perú.

Y por más que se puedan criticar los gestos estrambóticos de reyes, príncipes y princesas europeos, nosotros tenemos extravagancias de sobra para llenar revistas y noticieros, con el agravante que los lujos de los reyezuelos americanos se pagan con la miseria de nuestra gente, lo que convierte a la monarquía vernácula en un gasto aún más superfluo que en el viejo mundo.

Desgraciadamente estamos todavía muy lejos de deshacernos de estos tristes modelos de gobierno, mientras la gente permanezca enceguecida buscando el advenimiento de una solución mesiánica a sus problemas y los líderes se mantengan en la inmadurez y la glotonería del poder cleptómano. Eso pasa en América Latina y en España, por más bromas y críticas que lancen hacia el monarca que deja el trono, no tienen más remedio que gritar “Larga vida al nuevo rey”.