viernes, 27 de febrero de 2015

¿Queremos ganar?

A la manera de un niño consentido, hay quienes reaccionan con rabietas porque Bolivia ha fracasado una vez más en el festival Viña del Mar, uno de los más importantes del mundo y sugieren no presentarse más en ese escenario. Lo triste es que la política (cuándo no) le sigue la corriente a esas poses infantiles y sugiere crear un evento mucho más importante que el chileno, con más de 50 años de trayectoria, y con ello provoca la euforia de los patrioteros, que lamentablemente abundan.
Más allá de que Viña del Mar sea chileno, lo que implica una connotación muy grande para los bolivianos, no hay que perder de vista que se trata de una tarima que hace temblar a los más grandes. Se nota todas las noches cómo artistas de talla mundial sudan la gota gorda por el nerviosismo que significa estar al frente de lo que denominan “El monstruo de la Quinta Vergara”, un público que no perdona la mediocridad y que obviamente consagra a los más talentosos.
Justamente, si los bolivianos queremos ganar, no solo en la música, sino también en el deporte, en la educación, en la ciencia y en todos los ámbitos, tenemos que luchar para medirnos con los más grandes. Organizar eventos paralelos de dudoso nivel y continuidad es mentirnos descaradamente para autocomplacernos. Algún día vamos a ganar, pero mientras tanto no debemos ser exitistas, amantes del corto plazo, simplistas e inconstantes, de esos que se acobardan al primer intento. Estar en Viña del Mar ya es un gran triunfo, se trata de una vitrina inigualable y si persistimos, un día ocurrirá lo que les ha pasado a los jamaiquinos con el atletismo.
¿Cómo queremos ganar si en Bolivia no hay educación? La promoción de nuestros recursos humanos es escasa. En nuestro país no existen las ligas menores ni el arte ni en el fútbol ni en nada y así queremos ganar mundiales y llenarnos de medallas. Aquí todo es esfuerzo individual, trabajo a pulmón y los deportistas y artistas suelen mendigar por el apoyo institucional y en este camino se pierde talento y esfuerzo.
No vamos a decir que en Bolivia no se han hecho cosas buenas, pero siempre han sido esfuerzos aislados, sin continuidad ni sostenibilidad. Siempre hay uno nuevo y que llega y trata de destruir todo lo anterior con la promesa de crear algo mejor y en ese ir y venir todos se desengañan, se cansan y se dedican a otra cosa, a vender ropa usada, a contrabandear o a crear algún sindicato, únicas maneras de ganar en este país.
Si queremos ganar debemos respetar las reglas. Bolivia nunca será grande con la mentalidad siempre puesta en buscar atajos, en apelar a la “muñeca”, la ventaja y las influencias políticas. En el mundo del éxito no funcionan el “Yo le meto nomás” ni la viveza criolla. Debemos acostumbrarnos y sobre todo, alentar a las nuevas generaciones, a empezar de cero, al esfuerzo y a la constancia en el trabajo honesto y responsable.
Por último, si queremos ganar necesitamos tener bien claros nuestros propósitos y estos deben ser edificantes, cargados de la ética, de la mística del bien común y la responsabilidad social. El triunfo nunca viene solo, siempre lo acompañan una serie de valores que es necesario cultivar y que lamentablemente están muy lejos de una sociedad que gana, pero en el campeonato de los más corruptos.

Se ruega no molestar

Cuatro de las ocho organizaciones que integran el Fondo Campesino han echado el grito al cielo por el decreto que ordena la intervención de esa entidad, con el objetivo de investigar el grave escándalo de corrupción en la que está envuelta. Los dirigentes argumentan una suerte de soberanía que veta el ingreso de los k’aras a ese reducto, donde los sindicatos de indígenas, campesinos y originarios han hecho de las suyas con el dinero que se les entregó, con proyectos fantasmas, sobreprecios y toda clase de irregularidades. En otras palabras, lo que piden esos líderes, que además se han declarado en emergencia, con la amenaza de medidas de presión es que los dejen tranquilos con sus “usos y costumbres” por no decir otra cosa que pueda herir los sentimientos de esos sectores para quienes transparencia es sinónimo de discriminación. En fin, habrá que ser tolerantes a nombre de la inclusión, aunque no se podría decir lo mismo del ex viceministro y actual candidato a asambleísta departamental de La Paz, Gustavo Torrico, a quien poco le faltó declarar traidora a la Contraloría por haber realizado la denuncia sobre el Fondo Indígena.

jueves, 26 de febrero de 2015

Fiesta en Margarita

Con mucho entusiasmo el Gobierno ha anunciado "un gran hallazgo" en el campo Margarita, un yacimiento localizado por los "sucios neoliberales" que no hace más que "salvarle las papas" a sus principales detractores. El reciente descubrimiento es importante, se trata de un nuevo pozo que posiblemente aportará diariamente dos millones de metros cúbicos adicionales a la producción de gas. Si bien se admite que es una excelente noticia para el país, la algarabía gubernamental la convierte en una señal de mal augurio. En otras palabras, es tal la escasez de inversiones y de verdaderos hallazgos de hidrocarburos, que se hace fiesta con algo que debería ser rutinario para un país que aspira a convertirse en el eje de distribución energética del continente. Según expertos en la industria petrolera, el nuevo pozo ayuda a "exprimirle" el gas al campo Margarita, cuyo potencial era conocido hace una década. La verdadera hazaña sería descubrir otro Margarita, otro Bulo Bulo, otro Carrasco, un Río Grande, un San Alberto o cuando menos un San Antonio. Eso no ocurre desde hace diez años y posiblemente no suceda mientras no admitamos que la nacionalización fue un éxito político, pero un rotundo fracaso económico.

"Caiga quien caiga"

 Las mujeres son más honestas que los hombres”, “Los indígenas son la reserva moral del país y son incorruptibles”, “Los campesinos conocen mejor que nadie las necesidades del país y son ellos los que deben definir las políticas del gobierno”. Cuántas veces hemos escuchado afirmaciones de esta naturaleza en los últimos años y algunas de ellas pueden ser ciertas dentro del contexto de la “sabiduría popular”, pero de ninguna manera se puede construir un Estado sobre la base de esas presunciones idílicas que dejan escapar muchas singularidades.
Solo hay que ver por ejemplo, lo que está ocurriendo en este momento con ilustres damas que gobiernan tres países sudamericanos para darse cuenta que las faldas no son garantía de nada y que el cinismo, la corrupción y otros males muy arraigados en la clase política no distinguen ni color, etnia, género ni ninguna otra particularidad. Pensar distinto es repetir graves errores del pasado que llevaron a algunos a concluir que existen razas superiores o personas predestinadas para ejercer el poder.
Las principales implicadas en el escándalo del Fondo Indígena son mujeres y también indígenas. Es más, casi todos los que han firmado para aprobar obras fantasmas, aquellos que hicieron la vista gorda, los que apañaron las irregularidades y los que montaron todo el aparato gansteril alrededor de este dinero, son representantes de pueblos originarios que ahora pretenden refugiarse bajo sus ponchos y polleras, acusando de discriminación a quienes exigen que se cumpla la instrucción presidencial “caiga quien caiga”. Ojalá se cumpla.
Hay mucho por investigar en este caso, incluso algunas muertes ocurridas en medio de un gran misterio y el silencio cómplice de comunidades, dirigentes sindicales y autoridades nacionales que en cierta forma actuaron con paternalismo con los colectivos indígenas y campesinos, cuyos dirigentes tienen en muchas ocasiones, largos expedientes de clientelismo con éste y anteriores gobiernos. Habrá que ver si aquella mirada sublime frente a los originarios no fue simplemente una acto de descaro, como ocurrió con el tema ambiental y toda la patraña del “vivir bien”, que en definitiva no fue más que la viveza de siempre y de unos cuantos.
Lamentablemente esa es la manera cómo el actual régimen ha constituido el Estado Plurinacional, de esa forma puso patas arriba el Órgano Judicial y todas las instituciones públicas donde a nombre del color de la piel, el origen o cualquier otra circunstancia, que ha dado como resultado un manejo discrecional que está desencadenando en un saqueo sin precedentes.
En el pasado le llamaban compadrerío, cuoteo, clientelismo y contubernio a lo que hoy denominan como el gobierno de los movimientos sociales, que no es más que el viejo corporativismo que institucionaliza la corrupción. El control social no ha funcionado y en todo caso ha servido para eliminar la fiscalización que debe restablecerse a través de mecanismos legales que todavía están vigentes pero que las autoridades se niegan a cumplir.
Si continuamos rechazando las licitaciones, las auditorías, los presupuestos, los programas, los medios de fiscalización y todo lo que el propio presidente siempre ha desechado como “burocracia inservible”, el robo a las arcas públicas se mantendrá en crecimiento y Bolivia se perpetuará como uno de los países más atrasados del continente.

martes, 24 de febrero de 2015

El miedo boliviano

El único boliviano que no le tenía miedo a los chilenos era “El Gran Sandy”, un cómico que recibía silbatinas cuando subía al escenario en Viña del Mar y minutos después se iba con su gaviota o su antorcha bajo el brazo. Una noche, cuando dijo en la Quinta Vergara que había nacido en Bolivia, se escucharon muchos silbidos. “¿Dónde quieren que nazca, en Estonia?”, respondió. La carcajada superó ampliamente a los abucheos. No sorprende que un caudillo acostumbrado a los adulos y los aplausos quiera buscar su propio escenario para echarse flores y ponerle el pecho a las medallitas. De hecho, el “proceso de cambio” ha sido en realidad la “revolución de los coliseos” y el presidente se jacta del número de escenarios construidos en diez años. Lo que llama la atención es que los Kjarkas, artistas que se han curtido en todos los contextos del mundo, estén apelando al mismo aislamiento. A Bolivia no le va bien en muchos otros aspectos: en el deporte, en la educación, en la lucha contra la corrupción, en las evaluaciones económicas y en muchos otros rankings internacionales.  Deberíamos pensar también en crear nuestros propios Juegos Olímpicos, nuestro Premio Nobel, un sistema propio para examinar a nuestros estudiantes para que todos salgan eximidos, etc. etc.

lunes, 23 de febrero de 2015

Presente griego

Nunca antes la Policía Boliviana había recibido tantos recursos, aumentos de sueldo, beneficios jubilatorios, equipamiento, instalaciones financiadas por los municipios y las cifras de inseguridad y delincuencia siguen creciendo. Con esta ecuación es muy fácil deducir que la institución verde olivo no funciona para el ciudadano sino para el Estado, su maquinaria represiva y sus estrategias de control político, que han funcionado a la perfección durante los últimos diez años. Eso para los que pensaban que nuestra Policía es ineficiente. El hecho es que el presidente Morales ha decidido prescindir de los servicios de 5.147 uniformados que hoy cumplen tareas de seguridad en diferentes reparticiones del Estado y destinarlos a labores de patrullaje en diferentes ciudades del país. La cifra parece alta, pero en realidad la “institución del orden” tiene 8.600 efectivos que cumplen tareas administrativas, así que nadie piense que el gobierno quedará desguarnecido. Vaya uno a saber en qué se origina esta medida. A lo mejor es una medida electoralista, ante la preocupación de la población por la criminalidad; tal vez el régimen se siente más tranquilo ahora que ya no tiene enemigos y también es probable que esté comenzando a recortar gastos para pasárselos a los municipios y gobernaciones. Veremos que trae aparejado este “presente griego”.

Concurso de insultos

Varios analistas hablaban ayer sobre la guerra de insultos que se ha desatado entre Chile y Bolivia y uno de ellos se preguntaba ¿quién ganará? Lo importante decía, es saber el resultado de la demanda ante La Haya porque cuando de insultar se trata la verdad es que nunca hay ganadores. En todo caso, pese a que nuestro país tiene serias posibilidades de obtener un fallo favorable en el máximo tribunal de justicia, no conviene seguirle la corriente a los vecinos que han demostrado cierta habilidad para el agravio, destreza que puede haber surgido en siglos de litigios territoriales en todo el vecindario. Recientemente, por ejemplo, a un dirigente socialista chileno se le fue la mano, mejor dicho la boca con el presidente Morales, cuando éste cuestionó la integridad de quienes dicen ser izquierdistas en el gobierno de Michelle Bachelet.  Recordemos que a principios de los años 90, cuando las cosas se pusieron tensas entre Chile y Bolivia, un militar de apellido Merino lanzó una tristemente célebre frase contra los bolivianos, contra quienes descargó insultos de alto contenido racista. Deberíamos tener cuidado en despertar esos sentimientos tan radicales, pues ahí llevamos las de perder. A no ser que justamente se busque eso, un acto de victimización que sólo ayudará a fortalecer la imagen de nuestro caudillo. Eso es ganancia para él nomás.

El ego y la disciplina

Se ha conocido que la sustitución del exministro de Cultura, Pablo Groux, fue una cuestión de ego más que disciplina, aunque no hay duda que en cuestiones de vanidad, los caudillos, especialmente los socialistas suelen ser muy disciplinados. Leonardo Da Vinci era un genio que tenía muchas razones para vanagloriarse, pero odiaba la ostentación porque decía que es lo más destructivo del ser humano. Durante la Guerra Fría, los norteamericanos se dieron cuenta de ese gran defecto de los comunistas y les ganaron por el lado de la vanidad antes que por las armas. Los gringos emprendieron una ambiciosa carrera espacial que obligó a los soviéticos a hacer lo propio. Fue tal el arrebato de los socialistas que hasta tomaron la delantera. Dicen las malas lenguas que Estados Unidos se inventó lo del viaje a la luna, sólo para obligar a sus enemigos a seguir gastando su plata en costosas naves espaciales y aparatos que luego no les sirvieron para nada, mientras que la NASA ha sido la gran artífice del desarrollo científico y tecnológico de los gringos. Tan grande fue el derroche de los rusos en alimentar la jactancia comunista, que luego no les alcanzó ni para darle de comer a su gente. Deberíamos tener en cuenta esta lección ahora que estamos soñando con convertir a Bolivia en una potencia nuclear.

viernes, 13 de febrero de 2015

De Cambódromos y otros "dromos"

Ya que Santa Cruz tiene su Cambódromo, el presidente Morales acaba de anunciar un “Diablódromo” para Oruro, para que los carnavaleros luzcan mejor sus trajes y sus bailes. Ojalá pongan muchos baños y basureros, así nadie expone a esa valerosa ciudad a odiosas críticas. Y justamente por eso, habrá que pensar en construir más “Dromos” y eliminar otros. Por ejemplo un "Marchódromo". Ya lo propuso alguna vez un diario paceño sensibilizado con el calvario de la gente que padece las infaltables marchas y bloqueos.  La idea no prosperó y todo se limitó a la elaboración de una agenda con horarios y recorrido. Pero hay otros que sí progresan, como los “Borrachódromos”, innumerables avenidas donde hay más rocolas, cantinas, karaokes y choperías por metro cuadrado que cualquier otra cosa. Pese a todas las promesas de cambio, nuestros mercados siguen siendo “Basuródromos” y también “Germenódromos”, aunque por el auge de la venta de objetos usados y de dudosa procedencia se podrían denominar “Chatarródromos”. Salga un ratito de su casa y se topará con los conductores más agresivos e irrespetuosos, por lo que bien podríamos denominar a nuestras calles como “Chambódromos”, aunque no faltará la presencia de los amigos de verde olivo que las convierten en “Coimódromos”. La lista puede seguir, aproveche el carnaval.

"Travesuras" de la educación

Hace unos días, un dirigente del magisterio se quejaba en una entrevista radial porque en el colegio que él trabaja no cambian pupitres desde hace cinco años. Lo decía como si estuviera diciendo algo insólito y exclamaba que “como los niños son traviesos”, los destruyen con facilidad y por eso en el depósito de la escuela tienen cientos de muebles en mal estado esperando la reposición.
Posiblemente ese maestro no sabe (y si lo sabe no le importa) que en Bolivia se gasta más en la refacción de escuelas dañadas por los propios estudiantes y en el cambio de muebles destruidos por “alumnos traviesos”, que en la compra de libros y todo tipo de material escolar para las escuelas y mucho más todavía que en la formación de docentes que seguramente necesitan un gran cambio de mentalidad para que no sigan con esa misma actitud, la de aquel dirigente que jamás cambiaría el mobiliario de su casa cada cinco años.
En medio de un debate sobre la calidad educativa en el país, el papel de los maestros, de los padres y la escuela en Bolivia, surgió la idea de obligar a los chicos de las escuelas fiscales a lijar sus pupitres cada fin de año, darles un baño de barniz y dejarlos como nuevos, como hacen en muchos colegios particulares, donde mantienen los mismos bancos por generaciones y donde estudiantes y profesores hacen una minga al final de cada gestión para pintar paredes, reparar pizarrones y dejar todo en buenas condiciones. Con la grave situación económica que enfrentan, en parte por la hostilidad gubernamental hacia ellos, los directores de los establecimientos privados van a tener que ingeniárselas para sobrevivir y no cabe duda que lo harán con este tipo de iniciativas, que además generan una cultura diferente en el estudiantado, un entorno de aprendizaje invalorable.
Se les preguntó a los maestros de las escuelas fiscales si se puede hacer lo mismo en su ámbito y el rechazo fue generalizado. Algunos dijeron que esa es una obligación del Estado, que además de reparar las travesuras de los niños, debe darles desayuno, almuerzo y seguramente cena dentro de algún tiempo. Otros argumentaron que la medida podría generar susceptibilidad en los padres, en los defensores de los derechos de los niños, en los medios y otros sectores que podrían generar escándalo por “abuso infantil”. Y por último, las alcaldías no lo permitirían porque afectaría los jugosos contratos que tienen con empresas que lucran con aquellas travesuras.
El único alcalde del país que tuvo una idea genial para evitar que los colegios terminen en ruinas cada año fue Katsumi Bani, del municipio de San Juan de Yapacaní. Organizó un concurso con suculentos premios para los colegios menos dañados, que a su vez destinaban el dinero a equipar la biblioteca, a montar un gabinete de computación o un laboratorio de física. Este alcalde fue el que compró un bus de medio uso para ayudar a los niños a llegar a tiempo a la escuela y por ese “delito” fue a dar a la cárcel por varios meses.
Hace unos años, el Viceministerio de Descolonización propuso eliminar varios libros de la literatura boliviana por considerarlos ofensivos hacia la cultura nacional, discriminatorios y racistas. Entre las obras censuradas se encontraba una verdadera joya de las letras bolivianas: “Pueblo Enfermo”, de Alcides Arguedas. Ahora nos damos cuenta por qué.

Bolivia está de moda

Jude Law se deja seducir por la "Nueva Bolivia"
Bolivia está de moda dicen por ahí. Nuestro presidente es uno de los cinco mandatarios más populares del mundo, aunque el ministro de Economía, que creía que lo estaba haciendo maravillosamente quedó en el fondo de la tabla latinoamericana. “Tan mal no lo ha hecho”, dijo un expresidente del Banco Central. Eso para Bolivia ya es un gran logro. Bueno, además de esas grandes noticias, Bolivia está de moda por el Dakar, por “La Paz, Ciudad Maravilla”, por el anunciado Diablódromo que será mejor que el Cambódromo y el Sambódromo juntos, por el reciente nombramiento de Bolivia en la ONU como defensor de los deudores, entre ellos, a los irresponsables griegos que ahora se refugian en el socialismo para no pagar. Estamos de moda por la Cumbre G-77, por el Carnaval de Oruro que aparece en canales internacionales y porque se ha anunciado la presencia del actor inglés Jude Law. Excelentes motivos para brotar pecho, pero no faltan quienes pinchan el globo narcisista boliviano y dicen que el verdadero orgullo de un país se da cuando se gana una medalla olímpica, un premio Nobel, un Oscar o cuando alguna de las universidades nacionales figura entre los primeros 500 lugares en el mundo. Por si sirve de consuelo, en el país hay 240 nuevos millonarios y 26 de ellos figuran en la lista de los clientes de un banco que ayudaba a esconder su dinerito en Suiza.

Pelea de hienas y buitres

La agrupación “American Task Force Argentina”, una organización de lobby financiada por el fondo buitre “NML Capital” ha cuestionado el abultado crecimiento patrimonial de funcionarios del gobierno de la presidenta Cristina Fernández, aunque no se ha referido al escandaloso caso de la mandataria, cuya fortuna se ha multiplicado por más de diez veces desde que llegó al poder. Recordemos que los denominados “fondos buitre” le están cobrando al estado argentino el pago de 1.350 millones de dólares por orden de un juez norteamericano. El gobierno se niega a pagar argumentando razones morales, algo que los buitres relativizan con este pronunciamiento público que detalla cómo hay “funcionarios K” que han incrementado su patrimonio muy por encima de sus salarios. “Estos no explican completamente el origen del dinero y hacen negocios con el sector público siendo ellos los que mantienen posiciones de poder”, dice un comunicado que aparece por la prensa argentina que cita los nombres de las autoridades y sus sorprendentes fortunas. El colmo de la corrupción en Argentina es que un buitre les dé lecciones de moral y decencia a quienes bien podrían calificarse como hienas.

El centralismo y la "repartija"

En el marco del debate sobre el Pacto Fiscal ha surgido la propuesta 50-50, es decir, 50 por ciento para el centralismo y 50 por ciento para las regiones, municipios y universidades públicas. La idea parece exagerada y es natural que el presidente Morales exclame que eso no es nada más que una “repartija”. Lo dice porque llegar a esos niveles de distribución significaría quitarle el 30 por ciento de los recursos públicos al gobierno nacional, es decir al primer mandatario y su entorno, un grupo de no más de 20 personas que son los que deciden en qué se invierten los recursos del Estado.
En el caso del  2015, por ejemplo, estos señores han decidido entregarles más de 42 mil millones de dólares a las 35 empresas estatales. Se trata del 36 por ciento del Presupuesto General de la Nación y de un dinero del que nunca más sabremos, porque nadie rendirá cuentas, nadie mostrará un balance y tampoco sabremos si se invirtió bien, pues en este país han desaparecido las licitaciones y la Contraloría ha sido reducida a un elemento de utilería en este cuadro estatal tan arbitrario.
Cómo no lo va a llamar repartija, si un único ente que es el gobierno central maneja más del 80 por ciento de los recursos públicos y el resto del dinero se reparte entre nueve gobernaciones, nueve universidades públicas y más de 300 municipios. Ese es el tamaño del vergonzoso centralismo boliviano y obviamente es un insulto tratar de cambiarlo de un sopetón.
Pero en honor a la verdad no siempre ha sido así. Era peor. Antes de la promulgación de la Ley de Participación Popular en 1994, solo 24 municipios recibían ingresos  y el peso de las alcaldías en la inversión pública nacional era del 3 por ciento. Con la “repartija”, que además les otorgó a los gobiernos municipales responsabilidades en Salud, Educación, Deportes, Cultura, Riego y Caminos Vecinales, ese porcentaje subió al 30 por ciento, dinero que fue mucho mejor invertido que los centralistas, pues se notaron mejoras en el Índice de Desarrollo Humano. Lamentablemente, cuando apretó la crisis a finales del 2000, el gobierno de turno, centralista como todos, le puso candados al dinero y el resultado fue una convulsión social que derivó en los hechos de octubre del 2003.
El otro hito de la descentralización ocurrió ese mismo año, cuando el “neoliberal” Hormando Vaca Díez promulgó la Ley de Hidrocarburos que creaba la figura del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, lo que ha significado la mayor transferencia de recursos a los gobiernos subnacionales jamás ocurrida en este país, cuyo centralismo es una de las grandes explicaciones del atraso y la pobreza.
Insistimos, ambas “repartijas” ocurrieron en la “vieja república” por no decir en el “periodo oscuro” del neoliberalismo y además se produjeron en periodos de bonanza económica, cuando a los centralistas se les dio por abrir la mano y dejar escapar algunas migajas, como para disimular la absurda manera de distribuir la torta en Bolivia. Durante el “proceso de cambio”, el gobierno no ha hecho más que ponerle trabas al proceso de descentralización. Aunque después trató de ocultarlo, se declaró enemigo de la autonomía y le hizo la guerra (con armas, movilización de tropas y todo); derrocó a muchos alcaldes y gobernadores que se resistieron al abuso, confiscó millonarios recursos del IDH, le ha transferido nuevas responsabilidades a gobernaciones y municipios sin otorgarle recursos y por si fuera poco, esconde bajo siete llaves los datos del censo para evitar la “repartija”.
El debate sobre el Pacto Fiscal no es más que una pantomima proselitista, pues las verdaderas intenciones han quedado en evidencia y se inclinan por mantener y acentuar el centralismo.

lunes, 9 de febrero de 2015

El "vivo" y el que trabaja

Demetrio Pérez, presidente de Anapo.
 Desde que fue lanzada la nueva teoría marxista en Bolivia se han escuchado numerosos análisis de importantes intelectuales bolivianos, pero ninguno tan claro y contundente como el que lanzó el presidente de la Asociación de Productores de Soya (Anapo), Demetrio Pérez, quien aclaró que no está en contra de la denominada "economía comunitaria", pero que en la realidad es simplemente una "bonita canción" que no funciona. Como hombre de campo y de producción ha podido observar cómo el "comunitarismo" se vuelve en la forma de vida de los "vivillos" de siempre, que buscan cómo beneficiarse el trabajo de los otros, de los que no necesitan ideología para trabajar, pero que obviamente buscan que su esfuerzo no se lo lleve el flojo. En una entrevista radial, Pérez, un agricultor nacido en el altiplano que logró la prosperidad en Santa Cruz con su propia iniciativa, no se atrevió a mencionar el término "capitalista", pero en todo momento dijo que en el oriente la forma de organización y de producción es otra, que no tiene que ver con lo comunitario, que "parece bueno", pero que solo sirve para beneficiar a los que no trabajan. Lamentó que hoy quienes necesitan labrar la tierra, vender sus productos y exportar estén en manos de sindicatos enquistados en el poder que son los que deciden todo en el agro.

¿Amigos o amiguetes?

El pasado jueves ocurrió algo que hace unos años hubiera sido imposible de imaginar. El presidente Morales, acompañado del vicepresidente García Linera, un gran impulsor de las teorías marxistas, le entregaron la máxima condecoración nacional la Cámara de Industria y Comercio (Cainco), entidad que celebró cien años de su fundación. En el acto, gobierno y empresarios acordaron seguir tendiendo puentes de diálogo y entendimiento. Nunca se debe dejar de festejar un gesto de paz y cordialidad, pero habría que ver la “letra chica” de esta relación entre dos sectores que estuvieron prácticamente en guerra hasta no hace mucho. Es obvio que el gobierno se acerca a las instituciones emblemáticas de Santa Cruz por un asunto de conveniencia, porque le interesa ganar votos en la región y seguir consolidando su liderazgo. En ese caso, renuncia a la utopía de montar un régimen socialista, algo que se queda simplemente para adornar los discursos. Esto es digno de celebrar. Del otro lado, cuando los empresarios se acercan al poder, normalmente lo hacen para conseguir ventajas muy particulares, para consolidar el famoso “capitalismo de amiguetes”, como decía Stiglitz, mercantilismo, como dirían otros que promueven la competitividad. Más de lo mismo, exclamarían los que saben de historia boliviana.

La DEA ¿viene o no viene?

Sin que nadie se lo exija y cuando se esperaba de él todo lo contrario, el ministro de Gobierno Hugo Moldiz prácticamente se estrenó en el cargo hablando de la policía antidrogas de Estados Unidos (DEA) y de la posibilidad de volver a trabajar juntos en la lucha contra el narcotráfico. El asunto no es casual y surge del hastío de los peruanos de las avionetas bolivianas que cruzan la frontera cargadas de droga y del lago Titicaca, convertido en zona roja del narcotráfico, dos elementos que indican que la cosa se les ha escapado de las manos a las autoridades nacionales, que pese a todo siguen hablando de un mar de leche. El hecho es que oficialmente se ha anunciado la puesta en marcha de un nuevo plan antidrogas con la participación de Bolivia, Perú y la DEA. El ministro Moldiz ha dicho que esto no significa el retorno de los gringos al país, sino que van a colaborar en el intercambio de información. Cuesta creer que la DEA tenga mejores datos que los policías bolivianos sin pisar nuestro suelo, pero habrá que creer en lo que dicen las autoridades. Sobre todo hay que confiar en la efectividad de los extranjeros, después de que fueron ellos los que atraparon al general René Sanabria sin poner un pie en el país.

lunes, 2 de febrero de 2015

Sueldos, eficiencia y política

El Gobierno aprobó el pago de salarios de hasta 70 mil bolivianos mensuales a los ejecutivos que manejarán la nueva Gestoría Pública que reemplazará a las AFP en la administración de los aportes de jubilación de los trabajadores. Esta es una excelente noticia, pese a las críticas que hacen algunos sectores que siguen insistiendo que en Bolivia se premie la mediocridad y que se imponga la igualdad hacia abajo. Sin embargo, la decisión se presta a algunas inferencias. El argumento de las autoridades para aprobar el decreto es que se está buscando a los mejores profesionales, aquellos que no tengan compromisos políticos. Parece razonable pensar así, pero a lo mejor debería aplicarse el mismo concepto para todas las oficinas públicas, para todos los servidores, incluyendo maestros y policías. Se paga bien y se exige eficiencia, honestidad y buenos resultados. Por qué no contratar con el mismo criterio a los responsables de todas las instituciones, para que los ciudadanos de a pie no sigamos pensando que quien se acerca a las oficinas del Estado es para robar ya que en teoría, a estos “nobles apóstoles de la política” no les interesa el sueldo y sólo buscan servir al pueblo. El nuevo decreto sobre la Gestora tumba todas estas absurdas cantaletas.

La seducción del socialismo

En América Latina todavía no entendemos que el socialismo puede llevarnos a la ruina y por si Cuba o Venezuela no sirvieran de ejemplo, podríamos consolarnos con lo que sucede en Europa, donde los socialistas de España y de Grecia pretenden solucionar graves problemas originados precisamente en el modelo de “Estado de Bienestar”, una suerte de socialismo light, pero no menos corrosivo. Por lo general, las modas llegan desde el norte, pero por primera vez los “sudacas” podemos brotar pecho por la exportación de nuestro populismo, que paradójicamente está haciendo aguas en este lado del charco. Una de las características de los socialistas es su manía de echarles la culpa de sus males a otros. Los cubanos dicen que están en la ruina por el embargo norteamericano. ¿Qué pueden decir los venezolanos, si Estados Unidos no ha dejado de comprarles los tres millones de barriles de petróleo cada día, sin falta y sin retraso en los pagos? Lo interesante de todo es que los populistas europeos, herederos de los pueblos conquistadores, también andan buscando algún culpable externo de sus penurias. Lamentablemente hay muy pocos que aprenden la lección. Tal vez Cuba lo haga, después de más de medio siglo de aprendizaje.