jueves, 29 de octubre de 2015

Con mayonesa y ketchup, por favor

Los grandes medios de comunicación suelen remarcar las tendencias mundiales. Para ellos, noticia es algo que va a suceder dentro de unos años. Son como luces de advertencia a los que debemos poner mucha atención.
Hace unos años, el diario The Wall Street Journal publicó un extenso reportaje sobre la comida del futuro: los insectos. Lo recuerdo por la cara de asco que puse al imaginar mi plato lleno de tucuras, lombrices y chulupis. Hasta ahora no puedo pasar la papalisa y la coliflor, imaginen con esos bichos.
Poco tiempo después vi un documental en  Natgeo sobre famosos cocineros españoles que han comenzado a guisar saltamontes, chulupacas y otros insectos y no precisamente los aderezan con Baygon. Lo más sorprendente (así son las modas) es que en Europa servirse una platada de lagartijas combinadas con etores ha comenzado a verse chic y ya no es “cosa de chinos” y ciertos grupos extravagantes.
Tanto el diario más influyente de Nueva York y el canal que hace las mejores producciones pueden decir tranquilos ahora, como decía mi mamá: “Te lo dije”,  pues resulta que la señorona Organización Mundial de la Salud acaba de declarar oficialmente que la carne provoca cáncer. Lo hace por cuestiones de salud, por el medio ambiente y por supuesto, porque ya no alcanzan las vacas para darle de comer a tanta gente. Se vienen tiempos difíciles, habrá que ir preparándose para mirarle bonito a los cucos y sepeculones.

miércoles, 28 de octubre de 2015

La caída del Kirchnerismo ¿quien sigue?

Cuando Daniel Scioli percibió lo que le esperaba en las urnas, hace un par de semanas, mandó llamar a Evo Morales para que lo acompañe en algunos actos públicos y le brinde su respaldo público. Nuestro mandatario es una figura internacional de peso, pero no es la más gravitante y es la única que le queda al bloque del Socialismo del Siglo XXI, cuyos principales referentes se han extinguido, han caído en desgracia o simplemente ya no quieren aparecer en la foto, esa en la que siempre figuraban Chávez, Lula, Cristina, Rafael Correa, Fidel y Raúl Castro, Néstor Kirchner y Daniel Ortega, con algunas apariciones esporádicas de Dilma Rousseff y el uruguayo Mujica.
En el caso del venezolano Nicolás Maduro, obviamente hay quienes ya no quieren ni nombrarlo, como sucede con sus antiguos asesores, los españoles de Podemos, quienes aspiraban a exportar este modelo a Europa, donde sus ideas se desinflan como la espuma. Ollanta Humala llegó cuando ya no era aconsejable aparecer en ese cuadro y ahora se da cuenta que lo hizo muy bien.
Los analistas no dudan en señalar la caída del Kirchnerismo  en Argentina, como uno de los hechos políticos más significativos de la última década en América del Sur, pues se trata de una de las piezas más importante del bloque” populista-izquierdista-socialista-progresista” que ha estado en auge en el continente y que cobró impulso a partir del Foro de Sao Paulo. Lo sucedido este domingo será gravitante para acelerar la oscilación del péndulo latinoamericano que va inclinándose hacia la derecha desde principios de esta década.
Como cualquier otro proceso político importante, el que ha estado en boga en América Latina ha sido altamente interdependiente, por la incidencia que han tenido los factores externos en la bonanza económica de los países, donde la popularidad de los mandatarios ha sido directamente proporcional a la repartija y el clientelismo. Y no hay duda que el petróleo venezolano, la experiencia cubana y los mercados de Brasil y Argentina fueron los ejes más importantes de este bloque que pudo capear el aislamiento económico, con una dependencia extrema de la economía china y con un Mercosur fortalecido gracias a las abundantes compras de Venezuela, cuya generosidad llegó a todos los confines del imperio populista que buscaba gestarse en la región.
Y no hay duda que uno de los que más sentirá la ausencia del Kirchnerismo será Evo Morales, cuya popularidad ha sido apuntalada constantemente por los “progres” argentinos urgidos de darle un rostro diferente a su modelo, opacado por el brillo de las carteras y vestidos de doña Cristina, sin ningún referente popular autóctono, pues casi todo lo que propala como revolución es falso.
La pieza del Kirchnerismo, además, parecía la más afianzada, la de mayor blindaje; mucho más que el Chavismo o el Lulismo, aunque no tanto como el Evismo. Lo sucedido recientemente es una constatación de lo vulnerables que se han vuelto estos liderazgos que lucían imbatibles. Es una pésima noticia para los herederos de Chávez, los próximos en someterse a las urnas y para todos los que tendrán que medir el peso del populismo en tiempos de crisis.

Grandes ventajas empresariales

Los asesores que prepararon el viaje de la delegación boliviana a Nueva York, olvidaron mencionar algunas ventajas que ofrece Bolivia a los empresarios que deseen invertir en nuestro país. Empecemos por una muy reciente. Las autoridades políticas han sido las primeras en salir en defensa de la empresa que construyó el puente de más de un millón y medio de dólares que se cayó a menos de un año de ser inaugurado en Cochabamba. La obra se hizo sin licitación, sin mayores trámites ni fiscalización y, por lo visto, sin mayores consecuencias para los responsables. Eso es negocio redondo para cualquiera que desee venir a este paraíso, donde casi todo se hace por invitación y las decisiones la toma una sola persona, sin esos engorrosos trámites que deben cumplir en otros países. Es más, si una empresa es contratada por alguna institución como el Fondo Indígena, por ejemplo, no necesita ni siquiera hacer la obra, todo es cuestión de poner la firma en el contrato, recibir el pago correspondiente y, si te he visto no me acuerdo. Cientos de obras fantasmas pueden acreditarlo y seguramente hay muchos empresarios súper contentos por estas jugosas transacciones. Por último: si viene a Bolivia no se preocupe por plazos ni multas. Las obras se pueden ejecutar en uno, dos, tres, cuatro, cinco o más años. Mire el estadio de la ACF, el puente de Viru Viru, la planta de Río Grande, el ingenio de San Buenaventura, la planta de urea, etc. etc. Tampoco se preocupe si sirven o no: ver el aeropuerto de Oruro.

Señores capitalistas: bienvenidos a Bolivia

No hacía falta gastar tanto dinero ni trasladarse hasta Nueva York para promocionar las grandes ventajas de invertir en Bolivia. A no ser que el verdadero motivo del viaje haya sido otro. Ahí no hay materia de discusión pues turismo y fiesta es lo que mejor se viene haciendo en los últimos tiempos.
Desde hace años el régimen nacional viene ampliando las ventajas para las empresas extranjeras, especialmente las petroleras. Todos los años organiza grandes eventos donde reúne a los ejecutivos de las compañías más renombradas. Al principio se las amenazaba, después vinieron las propuestas más coherentes y ahora se les ruega, se les implora, se les ofrece pagarles y recompensarles, entregarles en bandeja de plata las áreas protegidas y los parques nacionales , pero no hay manera, los capitales no llegan y no se atreven, porque aún está fresco el trauma de la nacionalización; nadie confía en las promesas de que ya se acabaron las confiscaciones y lo que es peor, todos piensan que les podría ir mal en un supuesto litigio, pues el Estado Plurinacional suele desconocer las instancias internacionales de arbitraje.
El miedo entre las empresas cunde cuando se observa lo que le pasó a Ostreicher, a varias mineras extranjeras víctimas de ocupaciones ilegales, a agricultores brasileños que tuvieron que recurrir a su embajada porque las autoridades nacionales  las ignoraron cuando denunciaron el avasallamiento de sus tierras a manos de delincuentes con altos contactos políticos. Temen que les pase lo mismo que a compañías españolas y estadounidenses que enfrentaron expropiaciones y que se vieron en figurillas al cobrar su plata porque nuestros líderes respetan a los organismos internacionales solo cuando les conviene.
Muchos creen que en Bolivia reina el capricho de los mandamases y justamente el presidente lo dejó patente en Nueva York cuando afirmó que a las empresas que hacen política se las expulsa. Y este país todos saben que esa determinación depende de lo mal que se hayan levantado los dueños del poder, con capacidad para denunciar, juzgar y condenar al mismo tiempo.
El vicepresidente García Linera hizo muy bien el otro día en poner de ejemplo a Lenin para justificar el hecho de que un socialista busque socios capitalistas. La Unión Soviética lo hizo poco tiempo después del triunfo de la revolución bolchevique, pues rápidamente se dieron cuenta que el socialismo no servía para producir y darle de comer a la gente. A través de un proyecto denominado Nueva Política Económica, los comunistas consiguieron inversiones privadas, pero la mayoría no prosperó por falta de condiciones y porque la inmensa mayoría de los obreros prefería trabajar en las empresas del estado, donde cobraban por el mínimo esfuerzo y gozaban de todas las ventajas que la demagogia les había ofrecido.
Las pocas empresas privadas que prosperaron en la Unión Soviética fueron de las de una pequeña élite mafiosa vinculada al poder, con contactos y privilegios que les permitieron lograr excedentes que fueron enviados al exterior lejos del alcance de los angurrientos comunistas. Esas mismas mafias son las que controlan hoy el poder en Rusia, las que apuntalan la dictadura de Putin y las que seguramente estarían dispuestas a venir a Bolivia.

lunes, 26 de octubre de 2015

Esfuerzo por (destruir) Bolivia

El Gobierno ha confirmado nomás el pago del doble aguinaldo, con el cuento de que somos la mejor economía del continente, el crecimiento, el INE y bla, bla, bla. De cualquier forma y por más que se hayan caído las exportaciones, que se esté comprimiendo el Producto Bruto Interno y que estemos recurriendo al endeudamiento irresponsable para seguir manteniendo una bonanza artificial, se iba a mantener ese beneficio por una cuestión netamente política, porque ni siquiera posee un gran impacto social, en el trabajo, el empleo y la productividad.
No hay datos oficiales, pero en el mejor de los casos, solo el 20 por ciento de la clase trabajadora del país se beneficiará con el doble aguinaldo pues el resto ni siquiera percibe uno de los bonos navideños, como tampoco tiene seguridad social, jubilación y ninguna de las otras ventajas de los asalariados de las empresas y entidades formales y legalmente establecidas.
La ganancia es absolutamente política y de muy corto alcance. Es más, si los trabajadores fueran verdaderamente conscientes de daño que causa en la economía este “regalito” deberían ser los primeros en oponerse, porque no hacen más que cortar la rama donde están apoyados; hacerse el harakiri.
En el caso boliviano, el doble aguinaldo viene a ser la cereza en la torta que le coloca el Estado a un sector productivo agobiado por trámites, impuestos y toda una serie de obligaciones que han sido definidas últimamente como “terrorismo fiscal” por los pequeños empresarios que han comenzado a salir a las calles a protestar para ponerle freno a la hiperfiscalización. No es una percepción coyuntural, pues los organismos internacionales colocan a Bolivia como uno de los países más burocráticos, más acosadores y bloqueadores de las empresas, sin importar si son pequeñas, grandes o medianas.
El sesgo antiempresarial del Gobierno, que solo se manifiesta hacia los locales (porque en Nueva York anda pidiendo que vengan todas), se puede entender en el contexto de la demagogia y la catarsis que promueve entre los “pobres”, “campesinos”, “oprimidos” y “explotados”, pero son justamente ellos los principales perjudicados por esta política que cercena el empleo,  elimina la seguridad, disminuye la calidad del trabajo y combate el bienestar social.
De acuerdo a los datos de la OIT, el auge del populismo, la crisis económica y el liderazgo que tomaron las economías de la India y de China, permitieron el incremento de la informalidad y muchos teóricos advenedizos afectos a los sofismas vieron este fenómeno como positivo, puesto que se lo observó como un paliativo contra la pobreza, como un evento pasajero, pues en su momento, las empresas informales “descubrirían” los beneficios de someterse a las normas.
Es verdad que en Perú, por ejemplo, se ha dado ese avance, pero es gracias a políticas públicas que han inducido la evolución, pero lo que ocurre frecuentemente y está pasando en Bolivia, es que los líderes estimulan la informalidad como una forma de clientelismo político, sin prever las graves consecuencias sociales, económicas y también políticas, pues los Estados se van debilitando sin una estructura productiva sólida que lo sostenga.

Discursos desesperados

Uno de los discursos más perjudiciales de la campaña del MAS para las elecciones subnacionales de marzo de este año fue la amenaza tan reiterada de no trabajar ni beneficiar a los municipios y gobernaciones donde gane la oposición. Los estrategas electorales sabían que propalar aquello era muy peligroso, pero conocían mejor la triste situación de las encuestas, por lo que valía la pena arriesgarse, porque además, el oficialismo siempre había usado la agresividad como fórmula de captación de adeptos. Pero esta ocasión no les sirvió mucho, pues perdieron importantes bastiones y lo poco que ganaron, Beni y Chuquisaca, lo lograron gracias a un vergonzoso fraude. En resumidas cuentas, todo fue fruto de la desesperación que los hizo cometer errores y perder de vista un cambio en el comportamiento del votante que ya no apoya el discurso odiador. El problema es que las lecciones tardan en aprenderse o a lo mejor la impotencia no deja ver bien las cosas. Prueba de ello es la subida de tono que se ha comenzado a escuchar en algunos operadores políticos que están llegando a extremos de desquiciamiento e incitación a la violencia.

Un gramo de coherencia

En el marco del surrealismo que impera en las cifras y los conceptos que lanzan los conductores de nuestra economía, surgen algunos atisbos de coherencia como el que acaba de lanzar el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora. En medio del acoso periodístico que le exigía respuestas algo más creíbles en relación al doble aguinaldo, el funcionario dijo que el Estado no les dará ni un solo centavo a las empresas públicas para que paguen el doble aguinaldo, porque según asegura, institución que sea deficitaria será clausurada, sin importar lo que ocurra con los trabajadores, porque "ellos saben que deben generar excedentes", afirmó. La situación de las empresas recientemente creadas por el Estado Plurinacional ha sido analizada por varios expertos que han dado cifras espeluznantes sobre las pérdidas, pero el ministro asegura que solo un par de ellas que están en observación. Como se sabe, la apuesta al estatismo fue uno de los pilares del "proceso de cambio" y justamente este año el gobierno diseñó un presupuesto a imagen y semejanza de ese modelo con casi un 50 por ciento de los gastos dirigidos hacia los 25 emprendimientos estatales, desde YPFB, pasando por las mineras estatizadas, las Cartonbol, las Papelbol, etc, etc. La incidencia del doble aguinaldo en el presupuesto de estas empresas es ínfimo y sería bueno que esa "observación" se haga con lupa y mucha objetividad. El ahorro será grande.

viernes, 23 de octubre de 2015

Factores externos

El exembajador de Venezuela en Bolivia, Julio Montes, ha hecho interesantes revelaciones a la famosa cadena noticiosa BBC. El exrepresentante diplomático es hoy un próspero empresario con grandes negocios en nuestro país, aunque niega haber utilizado su cargo para beneficio propio y de su patrón, Carlos Gill, socio mayoritario de la Ferroviaria Oriental, dueño de la granelera Gravetal y de dos diarios de circulación nacional. Pero lo más polémico que ha dicho Montes tiene que ver con los años duros del gobierno de Evo Morales, cuando estaba acechado por la oposición, periodo en el que Venezuela fue clave en el soporte político, económico y militar, puesto que a decir del entrevistado, no existía ni siquiera confianza en las Fuerzas Armadas. Eso explica muchas cosas, especialmente lo sucedido en Porvenir y en el hotel Las Américas, pero sobre todo, muestra lo importante que han sido en este tiempo los factores externos para apuntalar la administración más longeva de la historia del país. Se vienen tiempos duros porque la plata va a comenzar a escasear y todo lo que nos pueda dar China será poco para calmar la inmensa red clientelar que se ha creado. Lo peor es que ya no estarán disponibles esos importantes “factores externos”.

Créditos chinos


Con el crédito de siete mil millones de dólares que le concederá el gobierno chino a Bolivia, el régimen nacional acaba de agregarle el ingrediente que le faltaba al coctel explosivo que nos mandará directo a la crisis y que podría repetir la triste experiencia de los años 70 que derivó en la hecatombe de finales de esa década y principios de los ochenta, con hiperinflación, escasez, convulsión social e ingobernabilidad.
En aquella ocasión fueron los abundantes petrodólares, concedidos a los dictadores militares sin ningún tipo de control ni exigencia, los que ayudaron a precipitar y agudizar la época de vacas flacas, de idénticas características a la actual, es decir, caída de los precios de las materias primas. Cómo no recordar aquellos tristes días de la UDP, pero lamentablemente muy pocos tienen en cuenta los antecedentes de ese desastre y por eso aplauden el "gran logro" de haber conseguido el crédito chino.
Los países latinoamericanos, especialmente los que están en manos de los populistas, no han dejado de endeudarse en la última década y lo han hecho de manera compulsiva,  pese a que ha sido la mejor época de su historia, con ingresos nunca antes vistos, capaces de transformar la realidad de pobreza y dependencia, pero lamentablemente la realidad es muy distinta, pues todo se ha traducido en derroche y corrupción, como lo muestran muy claramente Brasil y Venezuela, por citar los ejemplos más graves.
En el caso del endeudamiento, un viejo karma latinoamericano, estamos repitiendo la misma irresponsabilidad, impulsados por los mismos factores externos,  pues esta vez es China, en lugar de los petrodólares, la que han estado induciendo el entrampamiento del continente.
Solo en el 2014, China inyectó más de 22 mil millones de dólares en América Latina, un 70 por ciento más que el año anterior, con una acumulación de 120 mil millones desde el 2005. De acuerdo a las previsiones que han hecho algunos organismos internacionales que han alertado sobre este peligroso fenómeno, los chinos tienen todavía 130 mil millones disponibles para entregar a nuestros países y de ahí salen precisamente los siete mil millones para Bolivia.
Los préstamos otorgados por China al continente superan a los créditos del Banco Mundial y del Banco Interamericano juntos y el país que más dinero recibió ha sido precisamente Venezuela, que espera totalizar 50 mil millones, según un acuerdo firmado el 2007.
Y de la misma manera que en los años 70, cuando los créditos fueron usados por las potencias del bloque occidental para ganar adeptos en plena guerra fría, hoy China utiliza el dinero como política exterior, para competir con Estados Unidos, para darle una utilidad al inmenso superávit en su cuenta corriente y sus reservas y por último, para compensar la desaceleración económica que viene experimentando.
Lo peor de todo es que China otorga préstamos como si fueran cheques en blanco, sin ninguna exigencia por lo que simplemente vienen a fomentar la irresponsabilidad financiera de los gobernantes. Para colmo de males, el costo crediticio de los chinos es mucho más alto. Lo demás es historia repetida, aunque está muy lejos el tercer milenio como para que la Iglesia Católica gestione un nuevo perdón de la deuda externa.¿Nos perdonarán los chinos?

miércoles, 21 de octubre de 2015

En nombre de la estabilidad...

Ceremonia en Tiahuanacu para
celebrar el récord de Evo Morales.
Una de las palabras más repetidas en las últimas semanas es “estabilidad” y se señala como una virtud el hecho de que el presidente Evo Morales esté rompiendo un récord de permanencia ininterrumpida en el poder, porque todavía tenemos el lastre del golpismo y las convulsiones muy fresco en nuestra memoria. Si hoy muchos celebran una  marca de nueve años, ocho meses y veinticinco días es porque lamentablemente nuestro promedio sigue siendo muy  bajo y no llega a tres años, con algunas presidencias que apenas duraron algunas horas y un juego de “pasará pasará” que nos llena de vergüenza.
Pero es obvio que el otro extremo tampoco es el mejor. Y la historia nos lo muestra claramente con personajes bastante oscuros que también permanecieron mucho tiempo en la conducción de nuestro país y otras decenas de ejemplos de gobernantes actuales, todos ellos africanos, asiáticos y latinoamericanos que se han propuesto perpetuarse en el poder, sin que ello sea sinónimo de prosperidad para sus pueblos, sino todo lo contrario.
“Bolivia es un país muy difícil de gobernar”, es lo que escuchamos siempre y por eso es que también es común hablar de crisis de liderazgo y señalar como el mejor a aquel caudillo que logre permanecer mucho tiempo en el poder gracias a su carisma, sus habilidades políticas y una buena dosis de mano dura.
Nuestro país es complicado como cualquier otro donde hay caudillos pero no existe un Estado que sea capaz de atender las necesidades de la gente, de educar al ciudadano y de preocuparse por el bienestar de todos, no solo de su grupo. Y nunca ha tenido líderes porque el hipercentralismo acapara todo el poder y el dinero y en esas condiciones no existe manera de que puedan florecer figuras locales y regionales, únicas capaces de hacer gestión en bien de las demandas puntuales, aquellas que tienen que ver con la cotidianidad, los servicios y el llamado “vivir bien”.
Esta ausencia de institucionalidad y la falta de respeto a las leyes da como resultado un terreno fértil para los populismos y el poder y permanencia de los caudillos es directamente proporcional a la cantidad de dinero que tienen en sus manos para alimentar la red clientelar que lo sostiene, porque desafortunadamente, en nuestro país la idea de un “buen gobierno” está asociada a la mayor cantidad de privilegios que pueda otorgar a ciertos grupos de ciudadanos influyentes y con capacidad de mover las piezas hacia una u otra dirección.
Como se ve, se trata de un círculo vicioso, que ni “la estabilidad” de Evo Morales ni de ningún otro ha conseguido romper, pues está alimentada por los mismos vicios y cultura política que nos hace dar pasos en falso y cuya sumatoria es igual a cero.
Y por más que trate de disimularlo, el Gobierno está muy preocupado por la crisis que se avecina. Se nota en la angurria con la que maneja el tema de la reelección, en el discurso agresivo y los intentos de desestabilizar a los gobiernos y líderes locales y en el aumento de la dosis de prebendalismo. En condiciones difíciles hasta el líder más “estable” se tambalea. Eso también nos lo ha mostrado nuestra historia plagada de fracasos y siempre pisando la cornisa de la inviabilidad.

Productores desesperados

El Gobierno ha dicho que va a ser implacable con la exigencia del pago del doble aguinaldo, especialmente con aquellas empresas que dependen del Estado, sin importar la situación en la que se encuentren. “Es la manera de dar el ejemplo”, han expresado, lo que implica una carga mayor para el sector privado, que es en definitiva el que solventa todo con sus impuestos.
En verdad que le vendría muy bien al país que las autoridades cumplan su amenaza de cerrar las empresas estatales que no cumplan con el beneficio, así no solo nos ahorraríamos los sueldos de los trabajadores improductivos, sino toda la aventura del nuevo estatismo nacional, que ha llevado a la creación de decenas de entidades que están ocasionando cuantiosas pérdidas. Es dinero que sale de las contribuciones del reducido sector formal que hace malabarismos para producir y que en este momento se encuentra en una situación desesperada, no solo por el doble aguinaldo.
Y no estamos hablando de los grandes empresarios, a los que el Gobierno aborrece, olvidando que son los principales sustentadores del aparato estatal, sino de otros como los cañeros de la zona de Bermejo, la mayoría de origen campesino y que en los últimos años han sido grandes aliados del oficialismo. Sus dirigentes han amenazado con dedicarse a la producción de coca si la empresa estatal Emapa no les compra toda su producción a precios altos.
Cuando las cosas marchaban bien (hoy el gobierno cuenta con 3.200 millones de dólares menos, según lo reconoce el propio presidente), el Gobierno se portaba “bondadoso” con los cañeros de Bermejo, a quienes les permitía exportar su caña y su azúcar a la Argentina, mientras imponía prohibiciones a los azucareros de Santa Cruz. Esas restricciones, sumadas al intervencionismo estatal ayudaron a deteriorar la industria que hoy se encuentra en graves problemas para enfrentar la crisis. Para colmo de males, el contrabando se ha incrementado y nadie hace los esfuerzos por controlarlo. Y así como sufren los cañeros, también la pasan mal los arroceros, los maiceros, los avicultores, los productores de vino y muchos otros sectores que ven peligrar su futuro y también temen que con la reducción de los ingresos se terminen los subsidios estatales.
Los grandes contribuyentes vienen quejándose desde hace años del acoso impositivo que aplica el Estado para recaudar la mayor cantidad posible, sin escatimar en trámites, multas, fiscalizaciones y todo tipo de acciones que han convertido a Bolivia en uno países con mayor presión tributaria y con las dificultades más grandes para pagar impuestos. Lo curioso fue ver el otro día a los dueños de los denominados “café internet”, cuyos negocios son muy pequeños, marchando y protestando por lo que ellos llaman “terrorismo tributario” gubernamental. El problema es que este movimiento se está agrandando y cobrando fuerza y ahora los microempresarios ya no solo amenazan con no pagar el doble aguinaldo, sino también salirse del esquema de la formalidad.

martes, 20 de octubre de 2015

Lo peor del aeropuerto de Chimoré

No es nada la millonada que ha costado. Señales de derroche hay de sobra. Tampoco importa mucho que vaya a convertirse en elefante blanco. También hay montones en este país. Escuchar todos esos absurdos justificativos hiere la inteligencia, pero a estas alturas no vamos a hacernos los delicados, pues la demagogia es moneda corriente, al igual que los gestos de grandilocuencia, ostentación y soberbia. Lo más grave relacionado al aeropuerto de Chimoré es la pedagogía política que establece a partir de un hecho tan grosero. Resulta que ahora todos quieren un aeropuerto como el que se construyó para los cocaleros; los potosinos han vuelto a pedir su pista, aunque no vaya a volar ni una mosca a su alrededor; no tardan los yungueños en exigir una retribución a su aporte a la economía “sagrada” de la coca; los alteños no querrán quedarse atrás y pedirán que se amplíe la faja de aterrizaje del aeropuerto internacional, pues ha quedado corta; los cochabambinos ni se diga, no pueden menos que los chapareños. Todos estos caprichos serán atendidos de algún modo, lo que significa “obedecer al pueblo” y obviamente, “ser un buen gobernante” con todos los méritos para quedarse hasta el 2035 y mucho más. 

Carnaval de improvisados

El célebre escritor colombiano Gabriel García Márquez se fue con un trago amargo cuando estuvo de visita en Buenos Aires porque no le dieron la importancia debida y ni siquiera apareció en los periódicos. Su estadía coincidió con la algarabía de un clásico Boca-River y los argentinos estaban atontados por el fútbol. Lo mismo podría decirse de Santa Cruz. Muy pocos se dieron cuenta de la presencia de dos premios Nobel de Economía en nuestra ciudad, pero no hay quién se haya quedado sin opinar sobre el escándalo de la reina y la comparsa coronadora.
Eso dice mucho de la relevancia que le otorgamos a la fiesta, que colma los sueños de jovencitas, cuya mayor realización es llegar a ser reinas de comparsa y de jovencitos que ponen a la fiesta a la altura de una cuestión de Estado.
Ojalá todas esas energías sirvieran de algo, pero lamentablemente nuestro carnaval es pobre, deslucido, carente de creatividad y la prueba es el escasísimo atractivo que representa para el turismo, una meta que deberíamos proponernos seriamente. Esto puede sonar a blasfemia, pero en realidad es la conclusión a la que llegan todos quienes han querido mejorarle el rostro a la fiesta, introduciendo algunos cambios a través de los disfraces, los ballets folklóricos y las coreografías, que siguen siendo de escasa vistosidad en comparación con el carnaval de Oruro, el brasileño, el de Gualeguaychú y algunos espectáculos de Europa.
Lo que acaba de ocurrir con la reina es precisamente el resultado del problema fundamental del carnaval cruceño y que tiene que ver con una burda y barata mercantilización de la fiesta, que hoy por hoy está en manos de pequeños grupos como los coronadores, la asociación de comparsas y las empresas auspiciadoras, que no dan la talla más que para velar por intereses particulares y coyunturales, para negociar como si fueran gremialistas (vender sillas y tarimas) y para organizar un evento como si fuera una simple kermés de barrio, destinada a recaudar algunos billetes.
Obviamente las que se llevan la mejor tajada son las empresas que venden bebida y no está mal que se hagan buenos negocios, pero lamentablemente esa transacción es a cambio de nada; nada para la fiesta, para la cultura, para el espectáculo, aunque seguramente habrá algunos que quedan con un buen saldo a favor. Esos criterios netamente marqueteros fueron los que guiaron a la comparsa a tomar una decisión infantil y atrabiliaria y que muestra perfectamente que el carnaval no tiene dueño y que se puede prestar para cualquier improvisación.
A juzgar por algunas reacciones que surgieron inmediatamente después del incidente tan comentado en las redes sociales, el asunto tiende a politizarse, un remedio peor que la enfermedad, pues ningún líder por más buenas intenciones que tenga contribuirá a mejorar la fiesta, que insistimos, tiene que convertirse en un factor social, cultural y económico de mayor gravitación, así como lo es el fútbol para los argentinos. Nosotros ni siquiera tenemos esa excusa.

viernes, 16 de octubre de 2015

Qué orgullo


El gobierno está preparando una gran celebración para el 21 de octubre, fecha en la que el presidente Morales se convertirá en el mandatario que más tiempo ha permanecido en el poder en Bolivia, con 9 años 8 meses y 24 días. Y si se le cumplen los sueños, muy pronto ingresará en una lista de mandatarios que encabeza Muda Hassanal Bolkiah, sultán de Brunéi que gobierna desde el 4 de octubre de 1967; Qaboos bin Said al Said, sultán de Omán desde 1970; Khalifa bin Salman Al Khalifa, primer ministro de Baréin desde 1970; Paul Biya: primer ministro y presidente de Camerún desde 1975; Denis Sassou Nguesso: presidente de Rep. del Congo desde 1979; Teodoro Obiang: presidente de Guinea Ecuatorial desde 1979; José Eduardo dos Santos: presidente de Angola desde 1979; Robert Mugabe: primer ministro y presidente de Zimbabue desde 1980; Alí Jamenei: presidente y líder supremo de Irán desde 1981; Yoweri Kaguta Museveni: presidente de Uganda desde 1986; Nursultán Nazarbáyev: presidente de Kazajistán desde 1989; Idriss Déby: presidente de Chad desde 1990. Además de estos, hay muchos otros gobernantes en el mundo que andan buscando la eternidad. Ninguno gobierna un país donde sucedan cosas dignas de orgullo.

El favor del cura Pérez

Ha causado polémica la entrevista  telefónica que le hizo el sacerdote y periodista, Eduardo Pérez, al canciller chileno Heraldo Muñoz, quien desistió de venir a Bolivia para responder a una invitación que le había hecho el Ministerio de Comunicación como una forma de réplica de la participación del vocero de la causa marítima boliviana, Carlos Mesa, en un programa de la televisión pública de Chile. Se han desatado todo tipo de comentarios, desde los que apuntan a cuestiones técnicas, a los que desnudan absurdos prejuicios, posturas patrioteras y chauvinistas recalcitrantes. De cualquier forma, la gran ventaja que tuvo la entrevista realizada por Radio Fides es haber terminado con un juego infantil que se estaba preparando para dar la impresión de que habíamos conseguido un nuevo triunfo frente a los chilenos “que se acobardan y no quieren someterse a un diálogo televisivo”. Hay quienes pretenden desatar pequeñas guerrillas de niños con Chile, hecho que pone en riesgo el interés principal que hoy está en La Haya. En ese sentido, el “cura Pérez” le hizo un gran favor al país y al sentido común.

Teoría y práctica


Se ha anunciado la necesidad de que los militares bolivianos pasen clases de antiimperialismo, aunque nadie sabe quién podría ser el mejor profesor, al menos uno que sea capaz de enseñar teoría y práctica. Un buen profesor tendría que dar buenos ejemplos y hablar de los grandes logros de la lucha contra el imperialismo. Lástima que Cuba no lo sea y lo peor de todo es que últimamente se haya cambiado de bando, lo que hará aún más complicado convencer a nuestros uniformados, de tendencias y gustos muy burgueses. Una prueba de que las cosas parecen irreversibles en la isla caribeña es la organización de un gran evento patrocinado por el famosísimo y súper capitalista diario “The Financial Times” y que se denomina “Invirtiendo en Cuba”. Se trata de invitar a los más grandes acaudalados de los centros financieros mundiales, especialmente Estados Unidos, a llevar sus dólares a la tierra de los Castro, con la promesa de que les va a ir muy bien. Y para no quedarse atrás y con el mismo patrocinio, el gobierno boliviano está haciendo lo propio. El próximo 26 de octubre, en la ciudad de Nueva York, se llevará a cabo el evento “Invirtiendo en la nueva Bolivia” y el principal orador será nada menos que el presidente Evo Morales, cuya misión es convencer a lo más rancio del capitalismo estadounidense a venir a estars tierras antiimperialistas y anticapitalistas.

martes, 13 de octubre de 2015

Nuestro crecimiento

Todos quisiéramos que el Ministro de Economía de Bolivia tuviera razón y que los equivocados sean los economistas de la CEPAL, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en las previsiones sobre el crecimiento. Quisiéramos también que estén fuera de lugar nuestros vecinos de América Latina que andan ajustándose los cinturones y recortando por todos lados, anticipándose a la grave recesión que se avecina y que podría quedarse por un buen tiempo, al menos por cinco años, según los cálculos más optimistas.
Hasta en eso tuvieron suerte los actuales conductores plurinacionales, pues en Bolivia la crisis suele afectar con cierta lentitud, no solo porque los bajones en el precio del gas se actualizan cada tres meses, sino porque gracias a unas fórmulas inventadas en la “época neoliberal”, el impacto de las caídas en los ingresos también suelen tener efecto retardado en las finanzas públicas. Eso no impide sin embargo, visualizar los nubarrones que ya oscurecen nuestro futuro inmediato. Si no lo queremos ver es por puro tozudos nomás o por exceso de irresponsabilidad.
A diferencia de nuestros vecinos, en Bolivia estamos hablando de doble aguinaldo, de fideicomisos, de grandes inversiones públicas, de feriaditos para ver jugar a la selección, de mandarle un avión privado al canciller chileno para que venga a una entrevista y seguimos dilapidando plata en campañas sin ningún sentido. Nadie quiere hablar del fenómeno de El Niño que se avecina; de las decenas de empresas mineras que están cerrando sus puertas; de las grandes pérdidas en el agro por las malas cosechas y por el impacto del contrabando; de la caída del precio de nuestro producto estrella, la quinua, cuyo auge pasó sin pena ni gloria y de todos los hechos de corrupción que cada día saltan como pipocas y que sin duda alguna le han causado un perjuicio súper millonario al país.
El gobierno se pasa el día hablando del crecimiento y en el caso de que fueran ciertas las cifras oficiales, habría que analizar cuál es la naturaleza de nuestros abultados porcentajes, superiores a los de Brasil, Chile o Colombia, por citar economías más dinámicas.
Todos sabemos que hemos crecido a cifras mayores del promedio continental gracias a un solo factor: el auge de los precios de las materias primas que le han permitido al gobierno, quintuplicar la inversión estatal, incrementar en un 20 por ciento el tamaño del aparato estatal, aumentar los salarios, elevar los subsidios, los bonos y todo tipo de dádivas que han permitido aumentar el circulante y por supuesto, el consumo de bienes y la inversión privada en sectores principalmente de servicios de y de construcción.
Si esas mismas medidas se hubieran tomado en otro país medianamente ordenado, el auge del consumo hubiera desatado una inflación galopante, hecho que no se produjo en Bolivia gracias al contrabando, a las facilidades para importar de todo, incluso papa y cebolla, que han estado escaseando porque lamentablemente el dinero extraordinario no se usó para aumentar la producción. También fue posible por el fuerte torniquete aplicado por el régimen a la economía formal, a la que aplicó controles, prohibiciones y un acoso de política fiscal sin precedentes.

NO, en Potosí - NI, en Santa Cruz


La dirigencia del Comité Cívico de Potosí (Comcipo) ha aceptado la propuesta realizada por dirigentes opositores, de encabezar la campaña por el NO a la reforma de la Constitución que será sometida a referéndum el 21 de febrero de 2016, con miras a una nueva reelección del presidente Evo Morales. Los líderes de Comcipo, tal como lo hicieron los dirigentes  indígenas del Tipnis en el 2012, son los autores del mayor acto de interpelación hacia el “Proceso de Cambio” lo que ha dado como resultado una pérdida de legitimidad notoria que se tradujo en sonadas derrotas electorales y el cambio de rumbo en bastiones que en el pasado se portaron incondicionales con el MAS. La respuesta que se ha escuchado en Santa Cruz ha sido diametralmente opuesta, no solo por el apoyo público que le dio el alcalde Percy Fernández al prorroguismo del presidente, sino por la reciente reacción del gobernador Rubén Costas, quien ha aclarado que no hará campaña por el NO, lo que equivale a que la región de inclina por el “NI”. La respuesta de Costas viene después del acoso que ha estado arreciando a través de una manifestación de indígenas azuzados por el gobierno central. Si fuera cuestión de asustarse, los potosinos deberían estar debajo de sus camas.

Buen gobierno

El régimen boliviano sabe cómo debe ser un buen gobierno. En un principio el presidente Morales habló de convertir a Bolivia en Suiza, también dijo que en su mandato no habrían muertos, que todos vivirían bien, de forma pacífica, sin ladrones, mentirosos ni flojos. En el plano ambiental sería largo de enumerar todas las metas que se propuso y que reflejaban una absoluta comprensión de lo que significa un buen gobierno, muy distinto a los de la vieja república, esos "sucios neoliberales". Han pasado más de diez años y es buen tiempo para saber si hubo buen gobierno. Cada uno puede opinar y diferir. De hecho, hay quienes dicen que ha sido tan bueno que debe quedarse para siempre. Hay otros que se preguntan qué tipo de gobierno es el que todavía sigue amenazando con cercar Santa Cruz para hacer valer "su gobierno".

WikiLeaks SI, WikiLeaks NO


Agentes del gobierno nacional se mostraron muy confiados en las revelaciones del famoso portal de internet WikiLeaks, cuando se difundió que Estados Unidos había urdido un plan para asesinar al presidente Morales y dar un golpe en Bolivia. Inmediatamente diferentes voceros armaron una alharaca y ordenaron el inicio de una investigación, dándole crédito al informe, que a las pocas horas fue desmentido por los autores de un libro que contiene lo más significativo de todas las divulgaciones que hizo el ya célebre Julian Assange, refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres. Con todo, quedó muy clara la confianza depositada en WikiLeaks, que se ganó el prestigio por sus grandes aciertos que pusieron en apuros a los regímenes más poderosos del mundo. Entre los resúmenes que incluye el reciente libro, figura el cable publicado en el año 2010 por el diario El País de Madrid, en el que se consigna que el caso Rózsa y la matanza del hotel Las Américas ocurrida el 16 de abril de 2009 fue un montaje perpetrado por el estado boliviano para desarticular el movimiento autonomista del oriente. ¿Le creemos?

Un discurso demasiado caro

Nadie debería protestar por los altos costos de la organización el Rally Dakar en Bolivia. Más bien tendríamos que sumarnos a la idea de traer el Miss Universo, como alguna vez se prometió y a eso agregarle festivales y todo tipo de jolgorios.  Cualquier cosa, menos cumbres como la que se ha estado llevando a cabo en Tiquipaya, donde hubiera sido mejor continuar con el discurso de los pollos y las hormonas, mucho menos dañino que seguir machacando con la cantaleta de la guerra al capitalismo.
A estas alturas ya todos deben saber que eso no es nada más que palabras, pues el mercantilismo, la cara más dura y primitiva del capitalismo, sigue con excelente salud en el país, donde convive con el capitalismo de estado, el capitalismo de amiguetes, a los que se les permite incluso incursionar en terrenos ilegales y por supuesto, el capitalismo que practican las grandes multinacionales a las que el gobierno boliviano no sabe qué ofrecerles para que vengan a invertir en nuestro territorio.
Otro tanto de los que escuchan esas sabrosas arengas que hacen chillar a la platea tercermundista y que  inundan los sistemas de información planetarios, ya deben conocer las profundas contradicciones entre el discurso anticapitalista y el particular modo de entender el ambientalismo en Bolivia, donde se ensalza el extractivismo como sinónimo de progreso y se vilipendia a los parques y reservas naturales, porque supuestamente son un invento del imperialismo que nos niega el derecho a progresar como lo hicieron las grandes potencias hace más de 120 años.
También debe haber algunos sorprendidos por esa forma de ver las cosas, en un mundo que está girando hacia las energías alternativas, impulsadas precisamente por un capitalismo moderno que ve cómo el petróleo va perdiendo terreno. Al menos se ve raro a “socialistas” alzando viejas banderas capitalistas cuando los contrarios comienzan a tomar conciencia de que hay que cambiar de rumbo y además todo “lo verde” se vuelve un gran negocio, muy útil para países como el nuestro, que tienen mejores oportunidades de surgir en el sendero de la sostenibilidad.
Todo es parte de una pose, pero una actitud que le cuesta muy caro al país, pues hay capitalistas que se toman en serio las amenazas y eso se traduce en la caída de las inversiones extranjeras y en la negativa de las grandes empresas a incursionar en el país. La mentalidad que buscamos sostener a rajatabla nos impide reformar de una vez por todas leyes que no nos sirven más que para respaldar el palabrerío, pues por debajo de la mesa buscamos tranzar y convencer en vano, pues el que invierte y arriesga necesita seguridad jurídica.
De la boca para afuera defendemos la ecología y la madre tierra, pero en realidad nuestros parques, ríos y bosques están a merced de piratas habidos y por haber, hecho que nos impide diseñar verdaderos proyectos de aprovechamiento de la naturaleza, como lo están haciendo países que saben sacarle provecho a la riqueza genética, al potencial científico y la inmensa biodiversidad tan apreciada y bien pagada en el mundo. En conclusión, ese discurso es mucho más que folklore. Se trata de una postura muy dañina que deberíamos cambiar.

martes, 6 de octubre de 2015

Cuando la plata ya no alcanza

Se cierra la empresa del Mutún; se cierra la empresa constructora que manejaban los militares; está por cerrarse el aeropuerto de Oruro y podría pasar oficialmente a ser elefante blanco porque no se han finalizado las obras que aseguren el funcionamiento de la terminal; hay varios emprendimientos mineros estatales que están en peligro; campesinos del altiplano abandonan los campos de cultivos de quinua porque el precio ha caído de 2.500 a 300 bolivianos el quintal y el Estado ya no tiene cómo ayudarlos a producir. A este paso, muy pronto escucharemos noticias de las decenas de empresas estatales que fueron creadas gracias al auge de los precios internacionales de los minerales y el petróleo. Todas ellas se crearon por capricho político, por darle manija al estatismo y sabiendo que son deficitarias, improductivas y parasitarias para el erario nacional. El ministro de Economía siempre repetía que no les importaban los criterios de competitividad ni de rentabilidad capitalista, pero lo decía porque las arcas estaban llenas y creían que la jauja iba a durar para siempre. Como se puede ver, es muy fácil hacer socialismo cuando la plata cae del cielo. Cuando las papas queman, todos sacan la tijera para recortar y relocalizar.

La oposición y la "re-re-re"

Los líderes opositores parecen haber cobrado nuevos bríos. Se los vio defender con mucho ímpetu la democracia en las vergonzosas sesiones de la Asamblea que dieron vía libre al referéndum que podría abrirle las puertas al presidente Morales para una nueva postulación a la primera magistratura.
Esas energías parecen renovadas luego de la derrota electoral sufrida por el oficialismo en los referendos autonómicos del pasado 20 de septiembre, que se suma obviamente al revés en las elecciones subnacionales de marzo de este año, aunque en ninguno de los dos casos el mandato de Evo Morales estuvo en disputa y las victorias dispersas tampoco tienen un nombre y apellido concretos, sino más bien han sido la respuesta a una suma de errores cometidos por el oficialismo y que le van pasando factura en las urnas.
A la hora de evaluar las perspectivas para la próxima contienda de febrero de 2016, debemos tener en cuenta a los resultados de las elecciones de octubre de 2014, cuando el Primer Mandatario recibió el apoyo del 60 por ciento de la población y consiguió su tercer mandato con una abrumadora presencia en el Congreso que le permite mantener los dos tercios y obviamente la posibilidad de hacer y deshacer de las leyes y la Constitución como lo viene haciendo.
Previo a esa elección, la oposición se manifestó agresiva, con una fuerte recurrencia en los medios de comunicación, con candidatos de gran peso y solvencia para explicar sus programas, pero lamentablemente fueron incapaces de decirle a la gente en qué son diferentes a Evo Morales y el “proceso de cambio” y lo que es peor, nadie supo decir cómo van a mejorar las cosas, cómo van a subsanar los errores y cuál es la alternativa viable a todo lo que está ocurriendo y que tanto critican.
Hizo muy bien en señalar un connotado analista liberal, que todos los candidatos decían casi lo mismo. Todos parecían socialistas, estatistas y populistas. Ninguno se atrevió a cuestionar la nacionalización, nadie se refirió a los bonos y su insignificante efecto sobre el bienestar de la gente y la economía nacional; hubo muy poco cuestionamiento a la raíz del problema que nos aqueja, a la violación de los derechos humanos, al narcotráfico, a la destrucción de nuestro aparato institucional, al florecimiento de la ilegalidad, a la amenaza que en ese momento ya se visualizaba de que nuestro país ingrese en un periodo de crisis que nos podría mandar a la lona otra vez y que ahora está más cerca que nunca.
La gente no es tonta y ante tanta vacilación y la similitud de los discursos, prefiere inclinarse por el original, aquel que ha demostrado mayor estabilidad en el manejo del poder y en el sostenimiento del clientelismo, el factor más importante de nuestra política y el que valora más el votante a la hora de acudir a las urnas.
Está demostrado que los opositores no van a conseguir nada con su cantaleta “anti-Evo” y en todo caso lo único que logran es fortalecerlo. La gran pregunta es cómo van a construir un discurso alternativo; de qué manera van a generar una plataforma diferente que permita salvar a la democracia y a la economía de este país, los dos elementos que están en grave riesgo.

Vuelve el discurso del 2008

Una encuesta recientemente difundida asegura que el 52 por ciento de los bolivianos rechaza la idea de modificar la Constitución Política del Estado con la finalidad de habilitar la tercera reelección del presidente Evo Morales. De acuerdo a los datos de la empresa Mercados y Muestras que difundió el diario Página Siete, la situación está muy polarizada, pues apenas el 5 por ciento se manifiesta indeciso, lo que da un escaso margen para conseguir adeptos en campaña. Y cuando la cosa está tan complicada nada mejor que un discurso radical para agitar las aguas y tratar de pescar en río revuelto. Eso podría explicar por qué últimamente han estado tildando de “vendepatrias” a todos los que se oponen a la “re-re-re” y, como no podía ser de otra manera, los “pagapatos” son siempre los del oriente boliviano, a quienes se ha vuelto a vincular con el separatismo y contra los que se han lanzado dardos muy punzantes, tratando de remover el electorado en el occidente, donde las cosas no son tan agradables para el oficialismo. Uno de los más afectados ha sido el gobernador cruceño Rubén Costas, a quien le están apretando el torniquete para que siga los pasos de Percy Fernández en la “atada de guatos” al presidente.

Coletazos del estado fracasado

El proceso de consolidación de la reelección indefinida, verdadero proyecto de los actuales dueños del poder está ayudando a reposicionar sin ambages viejos postulados del paquidérmico estado fracasado, centralista y andinocentrista, que lógicamente le hacen mucho daño a la modernización del país, especialmente a la factibilidad de este territorio, que está muy lejos de consolidarse como una nación.
En primer lugar, el reeleccionismo está ayudando a consolidar el “hiperpresidencialismo” boliviano, construido a fuerza de debilitar las instancias locales y subnacionales, únicas capaces de construir nuevos liderazgos y obviamente, las verdaderas alternativas de desarrollo nacional. Cuando el presidente es el único con capacidad de elaborar proyectos, definir prioridades, estructurar presupuestos y liberar fondos (sin ningún control ni fiscalización), no hay forma de que la gente pueda depositar su confianza en otras figuras.
Esa ha sido la mejor forma del Gobierno de darle el tiro de gracia al proceso autonómico luego de haber criminalizado a los autonomistas. Hoy se afirma con total desvergüenza que el centralismo es una opción de los bolivianos, cuando en realidad se trata de la causa de nuestro atraso, de la ausencia de democracia y de los altísimos niveles de corrupción. De la mano del prorroguismo también viene el rechazo al pacto fiscal y la negación de cualquier intento de descentralización y democratización del poder y la economía nacionales, lo que equivale a postergar por un buen tiempo más cualquier posibilidad de verdadero cambio positivo y real en Bolivia.
Como complemento a todo esto llega un discurso discriminatorio, según el cual, ningún líder del oriente boliviano tiene posibilidades de gobernar este país, algo que puede ser cierto, pero que lamentablemente lleva una carga de desdén hacia toda una región que hace mucho tiempo representa el futuro y las posibilidades de progreso boliviano. Es también el rechazo a un modelo de desarrollo económico y social exitoso, cuya existencia es atentatoria contra el estatismo, el rentismo y, por supuesto, contra el caudillismo endémico y que no hace más que apuntalar el sistema fracasado que trata de sobrevivir a través del auge populista. Y para que las cosas no queden solo en palabras, el cierre del proyecto del Mutún es todo un símbolo de la estrategia de revitalización del viejo esquema, como para dejar claro que en el oriente nada tiene que florecer y prosperar. Al menos esas son las intenciones.
Por si fuera poco, la efervescencia del discurso marítimo y el chauvinismo que crece en torno a la demanda, reposiciona el proyecto de país concentrado en la salida al Océano Pacífico, como única posibilidad de desarrollo y que siempre ha tratado de quitarle la mirada hacia otras alternativas, porque esto atentaría contra las élites de mineros, comerciantes y burócratas del ande, que siempre han medrado con esta Bolivia mal diseñada, insostenible y carente de equilibrio. El futuro de nuestro país depende de darle vuelta a este sistema de cosas. Lo que ocurre hoy nada más pospone ese destino inevitable, si es que queremos evitar nuestra desaparición.

viernes, 2 de octubre de 2015

Centralismo blindado

Cuando las autoridades hablan de blindaje olvidan aclarar que no es el país es el que está protegido contra la crisis, tampoco el Estado en su conjunto, sino el gobierno, especialmente la administración central, que sin duda alguna sufrirá los efectos del bajón de los ingresos, pero no en la medida de las gobernaciones y los municipios.
Según cálculos que hace el economista investigador Javier Revollo Pizarroso, quien acaba de publicar un libro sobre las finanzas públicas, apenas el 25 por ciento de los recursos que maneja el centralismo dependen de los hidrocarburos y la minería, mientras que las gobernaciones corren el riesgo de desaparecer si continúa bajando el precio de petróleo, pues el 90 por ciento de los fondos que manejan estriban en el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), en tanto que la incidencia en el caso de los municipios es del 36 por ciento.
Eso nos lleva a concluir que pese a todas las amenazas, el centralismo goza de buena salud, no solo porque maneja más del 85 por ciento de los recursos públicos, sino porque en caso de graves problemas se verá fortalecido en la misma medida en que se debilitan las instancias estatales subnacionales. Aquello de los fideicomisos son migajas en comparación a lo que van a perder los gobiernos departamentales y hablar de generar recursos propios son puras pamplinas, pues el gobierno central no hace más que impedírselo constantemente (siempre lo ha hecho) y cerrarle la llave de paso cada vez que le viene en gana.
El título del libro de Javier Revollo es “Vulnerabilidad de las finanzas públicas” y ha sido auspiciado por la Fundación Konrad Adenauer, una institución que al igual que la Fundación Jubileo estuvieron insistiendo en el Pacto Fiscal como método de democratizar los recursos fiscales del país, proceso que ha sido descartado porque el centralismo no quiere soltar la mamadera. Ambas instituciones coinciden en que el desarrollo de un país radica en el impulso de los gobiernos locales, así lo han hecho las grandes potencias y naciones que han conseguido salir del atraso.
De cualquier forma, el blindaje del centralismo del que hablamos es a corto plazo, pues el resto de los ingresos que percibe el Tesoro General de la Nación se achicarán indefectiblemente cuando los factores externos comiencen a afectar al resto de la economía, a todas las actividades que han estado generando impuestos, aranceles, multas y todo lo que hace el aparato estatal para exprimir a los escasos contribuyentes.
Esa vulnerabilidad de la que habla Revollo  no solo radica en el hecho de que nuestra economía depende de factores exógenos, sino porque las finanzas públicas son poco transparentes, son rígidas, están ancladas al gasto burocrático, no sirven para incentivar el aparato productivo y no tienen un factor de salvaguarda, una suerte de fondo de reserva para disponer en situaciones de extrema necesidad. Existen las Reservas Internacionales Netas, pero ese es un dinero que quedará chico para lo que se viene.

Bien pagado

El presidente de Austria, Heinz Fisher, fue recibido como un héroe por las autoridades nacionales, en retribución a su gesto de permitir el aterrizaje del avión que llevaba al presidente Morales en julio de 2013, cuando todos en Europa se negaron a acceder el reabastecimiento de la nave por la sospecha que a bordo iba el famoso espía norteamericano Edward Snowden. Más tarde se confirmaría que todo fue una treta con tomadura de pelo incluida, de algunos agentes de la izquierda internacional que pusieron en peligro la vida de nuestro mandatario y que permitió por supuesto, que Fisher se luciera ante los bolivianos.  El favor del austriaco no fue un impulso de su corazón, pues para esa fecha ya estaba en ejecución el teleférico de La Paz, a cargo de una empresa austriaca por un monto cercano a los 250 millones de dólares. No hay duda que la gentileza del caballero fue muy bien retribuida, porque no hace mucho se aprobó la construcción de otras seis líneas del teleférico por más de 450 millones de dólares. Así que el Cóndor de los Andes que le entregaron ayer va de yapa nomás.  

El mundo sí cambia

En la última década, líderes como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales, los hermanos Castro y algunos mandatarios africanos y asiáticos cobraron notoriedad por “robarse el show” cada vez que asistían a citas internacionales, gracias a su verbo amenazante, algunos insultos y sus posiciones desafiantes hacia otros países y contra los organismos multilaterales a los que suelen descalificar constantemente.
En la cita de la ONU que se celebra en Nueva York aquellos jefes de Estado mantuvieron el mismo comportamiento, aunque esta vez la respuesta, tanto de la “platea” como de los máximos exponentes de la política mundial los miraron de reojo y en muchos casos los ignoraron, como se puede evidenciar en las imágenes de video que muestran discursos a salón semivacío.
Y no fue solo eso. La prensa internacional no pudo dejar de reflejar cómo la diplomacia del Vaticano evitó de manera reiterada el contacto del presidente venezolano Nicolás Maduro con el papa Francisco, pese a la insistencia del mandatario, que siguió los pasos del pontífice desde Cuba hasta Nueva York. Lo propio pasó con la argentina Cristina Fernández, quien se quedó con los crespos hechos esta vez y que también fue soberanamente ignorada por la delegación norteamericana.
También se supo por los medios informativos y por los propios voceros diplomáticos que existía el interés del gobierno boliviano de organizar una cita entre Evo Morales y Barack Obama. Y si bien la Embajada de Estados Unidos lamenta que no se haya podido concretar el encuentro, en círculos diplomáticos de alto nivel se dijo que el rechazo de la Casa Blanca fue una respuesta al lenguaje beligerante que mantiene el régimen nacional hacia la nación del norte.
Estas señales muestran con mucha claridad que los regímenes del bloque bolivariano están en declive y se lo hacen saber no solo por la pérdida de legitimidad política y los pésimos resultados que han obtenido en sus países, especialmente en Venezuela y Argentina, sino también por la absoluta descolocación de sus discursos, con las mismas posturas radicales y los gestos de confrontación en un mundo que está buscando cómo reencontrarse para enfrentar amenazas globales como el cambio climático, el terrorismo y los refugiados.
Precisamente fueron esos los temas que coparon la agenda de Nueva York. El Papa habló de ellos; hubo una reunión entre Obama y el ruso Vladimir Putin, de la que salió humo blanco para iniciar una arremetida conjunta contra el extremismo islámico en Siria, pues ni bien terminó la cita neoyorquina iniciaron los bombardeos rusos a las posiciones yihadistas, una amenaza mundial que nuestros líderes populares ignoran constantemente.
La Asamblea de la ONU era propicia para celebrar los avances entre Cuba y Estados Unidos, los acuerdos nucleares con Irán, las buenas señales que han dado algunas potencias para la reducción de los gases de efecto invernadero, el consenso mundial para derrotar al extremismo islámico y algunos otros aspectos que preocupan al mundo y que ahora son la prioridad. Algunos prefirieron mirar para otro lado y continuar con su libreto desfasado.