viernes, 16 de septiembre de 2011

Bolivia sí se entiende

 Más del 70 por ciento de la economía nacional es informal. Eso es una
gran desventaja –siempre lo escuchamos-, pero también refleja un lado
positivo de la sociedad boliviana. Casi todas las transacciones que se
realizan en el país se hacen en base a la confianza, de decir, sin
contratos, sin garantías escritas, sin letras de cambio y otras
modalidades que suelen usarse en el “mundo civilizado” para evitar las
estafas.

Miles de negocios se hacen todos los días con la única garantía de la
palabra y de la buena fe. En los mercados, los comerciantes llevan sus
cuentas en una pequeñas libretitas y sus proveedores hacen lo mismo.
No hay huellas digitales ni padrón biométrico ni nada de eso.
Los bolivianos nos entendemos perfectamente en el ámbito de los
negocios, algo que no suele suceder en el campo de la política, pues
de otra forma no se explicaría que llevemos más de 186 años sin
ponernos de acuerdo en casi nada, ni siquiera en el color de la
bandera o en el nombre del país.
En los negocios no hay raza ni regionalismo, tampoco partidos o
visiones  contrapuestas que impidan el entendimiento. Un aymara se
hace rico sembrando soya en el norte cruceño, el chapaco es bienvenido
en la feria 16 de julio de El Alto y los benianos no tienen problemas
para vender su carne en los centros mineros. En la política, que
debería ser el arte de organizarnos para vivir mejor y por supuesto,
para entendernos más todavía en el plano económico, no hay idea que
pueda surgir porque siempre está detrás  lo que se denomina el
“consenso negativo”, es decir, el que se gana la vida generando
descontento. Tal vez es la hora de buscarles otro oficio a los
políticos profesionales que, sin duda alguna, son los que lucran con
hacernos pelear a los que en la vida real nos entendemos a la
perfección.

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