jueves, 13 de septiembre de 2012

Buenas intenciones


El mundo todavía no sale del asombro por lo que ocurrió en el pequeño pueblo español de Borja, donde una anciana de muy buenas intenciones, convirtió en un mamarracho el famoso mural Ecce Homo que se propuso restaurar. La mujer reunía todos los requisitos para hacerse cargo del trabajo de retocar la imagen de Jesús: era una gran devota religiosa, supuestamente tenía conocimientos de arte y la gente aprobó su propuesta; es más, durante meses la observaron trabajando y nadie se detuvo a observar su desempeño.
Ahora la gente se ríe de lo que ocurrió, porque si bien el mural en cuestión era famoso, no tenía una gran jerarquía en el mundo artístico y su valor era relativo. En realidad su fama ha crecido con la reciente transformación hasta el punto de que se está preparando –siempre en el plano de la burla-, una exposición en Barcelona con las distintas interpretaciones que ha suscitado el Ecce Homo restaurado.
Lo ocurrido en Borja me recuerda a muchos funcionarios, dirigentes y grandes exponentes del “proceso de cambio”. Todos tienen muy buenas intenciones, dicen ser revolucionarios, amigos de los excluidos y enemigos de los grandes males que han causado tanto daño a este país pobre y postergado. Sin embargo, pocas veces se ha visto también tantas chambonadas (y no hablo de conductores ebrios) en un mismo Gobierno. Cómo puede ser, por ejemplo, que “recuperar el gas para los bolivianos” se transforme en un cuadro de dependencia tan grande de la importación de carburantes. Cómo se entiende que un plan de transformación agraria termine en un cuadro tan negro para la seguridad alimentaria. Y estoy citando solo dos casos. Por desgracia, lo que quede de Bolivia después de esta “restauración” no será nada gracioso.

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