domingo, 29 de julio de 2012
Nuestros crímenes
Cualquiera que no hubiera conocido los antecedentes de Franz Gonzales
Gonzales, alias “El Vinchita” podría haber pensado que se trataba de una
estrella de cine o algún filántropo famoso, a juzgar por la cobertura
que le dio la televisión el pasado viernes. Los productores televisivos
locales tendrán que evaluar el papel que cumplen en la cobertura de la
creciente criminalidad en el país, evitando siempre caer en el error de
mostrar a los delincuentes como grandes personalidades. En todo caso “El
Vinchita” es la expresión más viva del fracaso de toda la sociedad en
el tratamiento de un problema que nos involucra a todos. Gonzales, autor
de uno de los crímenes que más ha conmocionado a la opinión pública,
vivía en Palmasola a cuerpo de rey, gozando de grandes privilegios que
le permitían organizar orgías, como sucede con muchos peligrosos
asaltantes que manejan sus negocios desde la cárcel. La madre de Jessika
Borda, la joven asesinada por “El Vinchita”, nunca pudo conseguir que
instalaran en Palmasola un detector de metales que ella misma consiguió
para impedir el ingreso de armas al penal. Curiosamente, al haber
fracasado en este intento, por culpa de la misma Policía, Rhea Borda no
pudo evitar el crimen del hombre que le quitó la vida a su hija.
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