Muchas de las medidas que ha estado lanzando el Gobierno boliviano en los últimos años han sido prácticamente calcadas de lo que hacía el ex presidente Hugo Chávez en Venezuela y lo curioso es que ahora también trate de imitar al torpe sucesor del comandante, Nicolás Maduro, quien busca cómo reinventar la felicidad en un país donde falta desde el papel higiénico y toda la cadena que le precede en la pirámide alimenticia. Bonos, derroche, obras faraónicas, nacionalización y ahora también la misma Navidad adelantada que ofreció Maduro, que ya tiene plenos poderes no sólo para mandar a saquear los negocios
sino para llevar el populismo a extremos que nadie quiere imaginar. “Nadie me para”, es la frase que ha usado en los últimos días. Y muchos se preguntarán, ¿si tanto imita Bolivia a Venezuela, no será que las consecuencias pueden ser las mismas? “Nooo”, afirman los incrédulos, puesto que ambas realidades son muy diferentes. Para
empezar, Bolivia tiene una mayor capacidad productiva, sobre todo de alimentos, basada en más del 70 por ciento en Santa Cruz. En segundo lugar, están convencidos que nuestros conductores son mucho más capaces que los ineptos chavistas. Si ambas premisas son ciertas, habría que preguntarles entonces por qué copian a esos chambones. Y una de las lecciones mejor aprendidas del chavismo es justamente la destrucción del aparato agropecuario.
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