lunes, 29 de abril de 2013

Que tire la primera piedra...

El presidente Morales ha sugerido que los obispos y el cardenal, las máximas autoridades de la Iglesia Católica en Bolivia, deberían saber quiénes fueron los que se robaron unas valiosas joyas del santuario de Copacabana y los ha instado a ordenar que las devuelvan. Eso suena muy atrevido en un país en el que ningún gobernante ni autoridad, ni de alto ni de bajo nivel quiere hacerse cargo, por ejemplo, de la salvaje represión de los indígenas en Chaparina, que dentro de poco, será atribuida a una versión darwiniana similar a la “generación espontánea”. Otro ejemplo es el de la red de abogados extorsionadores o del general René Sanabria, quienes actuaban muy estrechamente ligados a varios ministerios y a las más altas cúpulas del poder del país, pero que según la versión oficial simplemente operaron por cuenta propia. No cabe duda que las autoridades eclesiales perdonarán el atrevimiento, harán todo lo que esté de su lado para ayudar a esclarecer lo ocurrido en Copacabana y estarán de acuerdo con que se sancione a los responsables, ya sean curas o sacristanes. Lamentablemente no se puede decir lo mismo de los que hoy tienen muchas ganas de arrojar piedras.

viernes, 26 de abril de 2013

Bolivia ante La Haya

La primera reacción ha sido la sorpresa por la presentación de la demanda boliviana ante los tribunales internacionales de La Haya, apenas unas semanas después de la posesión de expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé como responsable de esta delicada misión. Supuestamente él, junto a un experimentado grupo de abogados, debían ser los responsables de elaborar la petición y en el día de su posesión, el experimentado jurista recomendó tener paciencia, virtud que parece haber fallado desde el inicio.  

Algunos se preguntan si es que se recurrió a Rodríguez Veltzé simplemente por una cuestión de imagen, duda que se refuerza al ver la frondosa comitiva que se trasladó a Holanda, donde se hicieron presentes connotados y muy cuestionados funcionarios del régimen gobernante, pero ni uno solo de los “grandes expertos” en materia de derecho internacional que asegura el Gobierno están trabajando en este proyecto. Este proceso será muy largo y complicado; Chile lleva mucha ventaja y experiencia acumulada, puesto que mantiene un litigio en La Haya con Perú y seguramente nuestro país va a lograr muy poco si mantiene las cosas en un ambiente de improvisación, privilegiando el espectáculo por encima de la cualidad jurídica que debe imponerse en un escenario tan importante.  

Al recurrir a La Haya Bolivia no solo está jugando la más complicada de sus cartas en la demanda marítima, sino que realiza un giro absolutamente radical en su postura, que siempre ha mantenido en el plano de la negociación bilateral. Fiel a su estilo de ventilar todos sus problemas en los foros internacionales, la diplomacia boliviana ha recurrido en este caso a un tercero para definir una histórica demanda. Eso conlleva el riesgo de establecer un nuevo hito en el proceso, como lo fue el Tratado de 1904 del que se agarra Chile para no ceder ni un milímetro.  

Por otro lado, recurrir ante la justicia internacional no deja de ser un gesto altamente civilizado por parte del Estado boliviano. Conviene entonces que abandone o cuando menos afloje un poco sus posturas pendencieras que constantemente cuestionan la existencia de los organismos multilaterales, a los cuales precisamente está recurriendo. Esa esquizofrenia no le conviene a los objetivos de esta demanda.  

En segundo lugar, se necesita mantener con Chile un diálogo fluido, una posición de sensatez y dejar de lado los ataques estériles que no aportan a la demanda, que en términos muy concretos, invita al país vecino a negociar. Lo correcto sería mantenerse abiertos al diálogo, como lo han hecho justamente Perú y Chile en estos años de litigio sobre su disputa de las aguas territoriales en el Pacífico. A eso se debe sumar la necesidad de conducir este diferendo en el plano de la máxima sobriedad y reserva posible de tal manera de no despertar falsas expectativas. El peor error sería combinar trinchera, electoralismo y algarabía verbal.  

Para finalizar resulta imprescindible hacer un comentario sobre la estructura de la demanda ante La Haya. Ha quedado claro que no se va al fondo, sino a la forma. No se está planteando una demanda en contra de la nulidad o de la validez del Tratado de 1904 y simplemente se está implorando por un derecho a negociar con Chile. En ese caso conviene ponerle atención a las palabras de Eduardo Rodríguez Veltzé, quien ha afirmado que existe solo una “posibilidad razonable” de que Bolivia obtenga un resultado favorable a nuestro país. Y ojalá se cumpla su diagnóstico de que este es un trabajo serio que hace la diplomacia nacional. Sería la primera vez.

jueves, 25 de abril de 2013

Las otras "palabras mágicas"


Las expresiones “por favor” y “gracias” son conocidas mundialmente como las palabras mágicas y aunque son muy fáciles de pronunciar, el ego y la soberbia nos vuelven “boca de fierro”, cuando para otras cosas, la lengua suele ser muy suelta y ágil en demasía.
Hay otras palabras mágicas también muy simples, pero que a diferencia de las anteriores pueden sacarle mucho provecho a la vanidad, cuando no se trata de bondad. Estas son “no sé” y “no puedo”. Es increíble la cantidad de personas que por no pecar de ignorantes, no saben decir “no sé” y con ello se pierden la oportunidad de aprender. “Más vale un minuto de ignorancia que cien años de oscuridad”, dice una vieja expresión. ¿Y por qué hablé de vanidad? Pues porque a la gran mayoría le gusta presumir de sus conocimientos y estoy seguro de que estarán gustosos de atender el pedido clamoroso, que debería estar a flor de labios: “enséñame”.
Y cuando decimos “no, puedo, ayúdame” ocurre lo mismo. Lo ideal sería que aflore la bondad de los otros, pero lo más probable es que sobren las manos para tendértelas aunque sea por lucirse, como sucede frecuentemente. Pero eso es lo que menos importa cuando le necesidad apremia.
Al revés, no reconocer que no sabemos algo (“Solo sé que nada sé”) y creernos autosuficientes hasta en los peores momentos, puede ser un gesto de vanidad innecesario pero que no nos libra de la queja posterior. El problema es que en este país tenemos un gusto especial por las protestas, por la disconformidad, que nos convierte en campeones mundiales del conflicto, como lo asegura un reciente informe del PNUD. 

Tino y Tina


Cuando era chico había un personaje de la televisión que le decían “Tino”. Era un viejecito apacible y mimoso que desbordaba con muestras de cariño y trato amable. Aunque la definición de “tino” tiene que ver con “buen juicio”, “prudencia” o “sentido común”, en nuestro medio asociamos este término al tacto, a la manera suave de decir las cosas.
Cuando estuve trabajando con algunos profesionales españoles, ellos solían decir que en Bolivia importa más el “cómo lo dices” que la sustancia de lo que decimos. En Bolivia para pedir la hora decimos “perdón, buenos días, disculpe usted la molestia ¿podría decirme la hora?”. Algunos llaman a esto “educación”, yo prefiero llamarla “tonta solemnidad”.
Soy defensor a ultranza del saludo, del “por favor” y el “gracias”, pero no comparto el excesivo protocolo que nos lleva a ser demasiado quisquillosos, superficiales y politiqueros, cuya principal característica es lo que yo llamo el “masomenismo”, una deformación de la flexibilidad que conduce a una permisividad donde todo se acepta a cambio de apoyo y una sonrisa fingida.
Acaba de morir Margaret Thatcher a quien llamaban “Tina”. Le decían así porque su frase favorita era “There Is No Alternative”, (No hay alternativa) expresión que convirtieron en una sigla y en un apodo. También le decían la “Dama de Hierro”, simplemente porque no le gustaba mentir y tampoco decir medias verdades o adornar las cosas con estúpidos eufemismos. Para ella no había alternativa a la libertad, al trabajo individual y al respeto al derecho ajeno, algo que en Bolivia es absolutamente relativo y sujeto a las flexibilidades más absurdas.

Guerra de versiones sobre Chaparina

Recientemente se ha divulgado una declaración de la exministra de Defensa, Cecilia Chacón, quien renunció tras producirse la salvaje represión de los indígenas del Tipnis en Chaparina, el domingo 25 de septiembre de 2011. La versión que la exfuncionaria brindó a la justicia es que aquel día del “Yo no fui”, algunos miembros del gabinete se reunieron para monitorear las acciones de la Policía contra los indígenas e informarle al presidente Morales y al vicepresidente García Linera. El segundo mandatario ha refutado dicha versión y se mantiene en la idea de que hubo una ruptura en la cadena de mando. García Linera ha dicho que mientras cientos de policías agarraban a patadas a los marchistas y les ponían cinta en la boca; que mientras varios aviones Hércules se movilizaban para trasladar a los dirigentes y decenas de buses eran soqueteados con mujeres y niños para conducirlos a sus pueblos, todos los miembros del gabinete descansaban plácidamente en sus casas y compartían momentos de esparcimiento con sus familias sin enterarse de nada de lo que estaba pasando. Afirmó que la voz de alerta sobre la pateadura de Chaparina se la dio una periodista que lo llamó por la tarde y que pese a semejante escándalo nadie abandonó su rutina de mantenerse en sus casas hasta las ocho de la noche, hora fijada para la reunión ministerial de los domingos.

miércoles, 24 de abril de 2013

TIPNIS: Hurgando el avispero

Pese a que el Gobierno ha anunciado que no tiene miras de retomar el proyecto de construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, atravesando en corazón del Parque Isiboro Sécure, en los hechos, vuelve a articularse una presión sobre los pueblos indígenas del Tipnis, acción que no puede tener otro objetivo más que conseguir aquella polémica vía que el presidente dijo en reiteradas ocasiones que se concretará a cualquier precio.  

El accionar gubernamental está centrado en la estrategia del “palo y la zanahoria” que insiste en la división de los pueblos que habitan el parque con el fin de obtener un gesto de aprobación del proyecto. Por un lado, continúa la política de dádivas en algunas comunidades, sobre todo en aquellas que son afines al oficialismo pero cuya pertenencia al área protegida está en duda. Al mismo tiempo, persiste el acoso hacia los genuinos dirigentes indígenas, víctimas de persecución, de calumnias y a quienes se les coarta incluso el derecho transitar libremente en su propio territorio, reconocido ampliamente en la Constitución Política del Estado.  

En medio de esta agitación que amenaza con el reflorecimiento del conflicto, la Iglesia Católica ha publicado el informe final de la auditoría que realizó al proceso de consulta que llevó adelante el Gobierno el año pasado. Los resultados confirman toda una serie de maniobras y trampas que pusieron en marcha los operadores del régimen y que le quitan toda la legitimidad que buscaban para el mencionado proyecto carretero. Los investigadores comprobaron que no se consultó al total de las comunidades, que se usaron prebendas para sobornar a los indígenas, que incluso obligaron a niños a firmar documentos importantes, que apelaron a ciertos grupos externos al Tipnis para sumar respuestas favorables y que en resumidas cuentas, solo seis de las 69 comunidades del Tipnis han manifestado su aprobación a la construcción de la ruta. 

 La respuesta del oficialismo ha sido la amenaza con expulsar a las instituciones de la Iglesia que trabajan desde hace décadas en el Parque Isiboro Sécure y que en muchos casos constituyen la única opción para la educación y la atención sanitaria de esos habitantes. El Gobierno también ha iniciado una campaña intimidatoria contra las autoridades eclesiales del Beni, a quienes se las calumnia con acusaciones fuera de lugar.  

Por otro lado, se mantiene la burla en relación al proceso judicial que supuestamente debe conducir al esclarecimiento de la salvaje represión a los indígenas del Tipnis en la localidad de Chaparina, ocurrida el 25 de septiembre de 2011. No solo se eluden las evidencias y se evita tocar a los verdaderos responsables del hecho, sino que se apela a un gesto de chacota como el que protagonizó el vicepresidente García Linera, quien ha afirmado que ni él, el presidente Morales o el ministro de Gobierno sabían de aquel operativo. La afirmación se contradice con su primera versión y echa más sombras sobre el manejo de la justicia boliviana.  

Este caldo de cultivo que parecer estar cocinándose a fuego lento durante amenaza con derivar en la organización de una nueva marcha indígena que podría ser lapidaria para el Gobierno, cuando se prepara para un año electoral muy intenso. La gran pregunta sigue siendo ¿qué fuerza tan grande impulsa al Gobierno a continuar hurgando el avispero en el Tipnis pese a todas las derrotas que ha sufrido en relación a este tema?

martes, 23 de abril de 2013

El origen de tanta violencia


Qué más puede ocurrir en el lugar donde se incauta media tonelada de droga, en el mismo sitio donde se han encontrado cientos de fábricas de cocaína que gozan de la protección de sindicatos agrarios que mezclan política con crimen organizado.
La actuación de sicarios como el que fue grabado en el Parque Urbano hace unos días se vuelve una escena frecuente en ciudades tomadas por el narcotráfico. La violencia se convierte en parte de la vida cotidiana, porque no se trata solo de seguridad ciudadana, de guardias en motocicleta y pequeños puestos de control en los barrios. Lo que vemos en las calles no es más que un síntoma inequívoco de que el problema del narcotráfico está cobrando dimensiones que el Gobierno se niega a aceptar, actitud que se vuelve cada día más sospechosa.
Es verdad que estamos muy lejos de llegar al nivel de México, pero lamentablemente estamos por el mismo camino. Hace 20 años, nadie sospechaba que los cárteles mexicanos iban a suplantar a los grupos organizados de Colombia, país donde la producción de droga, las plantaciones de coca y las actividades delictivas han disminuido drásticamente, al punto de que Bolivia le está disputando el primer lugar en producción y exportación de cocaína.
En México, se creía que la guerra contra las drogas se había perdido, pero gracias a la superación de los errores cometidos por la administración de Felipe Calderón, su sucesor Enrique Peña Nieto está demostrando que sí es posible reducir la violencia y el trasiego de droga hacia Estados Unidos, como sucedió en Colombia y como debe ocurrir en Bolivia, si es que se produce la voluntad política que está haciendo mucha falta.
La actuación de criminales peligrosos como los colombianos recientemente descubiertos en San Germán luego de enfrentarse a tiros con la Policía ha sido causa de una advertencia por parte de la ONU, organismo que ha observado sobre el peligro de que el narcotráfico genere un nivel de violencia grave, en la medida que Bolivia siga incrementando la producción para abastecer el mercado brasileño.
Y una prueba palpable de este fenómeno no solo tiene que ver con el aumento de las muertes violentas a manos de peligrosos asesinos, sino con la actuación de grandes organizaciones criminales como el Primer Comando Capital, cuyos integrantes fueron recientemente aprehendidos en Santa Cruz, después de que llevaban más de dos años operando en el territorio.
La presencia de estos cárteles en el país es sinónimo de tráfico de armas y municiones, la promoción de bandas de sicarios y secuestradores y por supuesto, el peligro de florecimiento de organizaciones como Sendero Luminoso o las FARC, como ocurrió en Perú y en Colombia. Todo esto forma parte de la advertencia que hace la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Bolivia (UNODC) y de las denuncias que han hechos muchos sectores en el sentido de que ya existen grandes extensiones de territorio, como en la reserva del Choré, convertidas en verdaderas zonas de exclusión de organizaciones dedicadas al narcotráfico.

Censo de sicarios

Es difícil imaginar a un sicario esperando en su casa para que venga un funcionario del Ministerio de Gobierno a censarlo, tal como lo han propuesto las autoridades para acabar con la ola de crímenes en Santa Cruz. Tal vez están convencidos que los pistoleros se van a acercar hasta las oficinas de Migraciones para mojar sus dedos con tinta, pero los únicos que aparecerán como mansas palomas serán los menonitas, todos los curas, monjas y mormones y, por supuesto, los ejecutivos de las pocas compañías extranjeras que quedan en el país, a quienes obligarán a hacer colas, pagar trámites y perder tiempo valioso. En realidad, los únicos extranjeros que la pasan bomba en Bolivia son los narcos, los sicarios y los contrabandistas, porque nadie los molesta ni señala, como sucede con muchos de los que vienen al país, muchas veces como voluntarios, a realizar aportes importantes. Ni bien los ven con cara de forasteros, los policías le aplican “tarifa doble” bajo amenaza de “conducirlos” a Interpol. En estos días han hecho aparición en las calles cruceñas, decenas de efectivos camuflados, con casco, pasamontañas y fusil al hombro. Patrullan las esquinas día y noche como si los sicarios llevaran sus hijos al colegio o fueran de compras a los mercados. En fin, ya aparecerán. Ojalá no sea a los tiros o como falsa alarma.

Religión y Política

El Estado Plurinacional se declaró en varias ocasiones “marxista leninista” y aunque no profesa el ateísmo como los regímenes socialistas clásicos, sí ha sido abiertamente laicista en algunos términos, promotor de las creencias ancestrales en otros aspectos, y ahora, fuertemente inclinado hacia las iglesias evangélicas pentecostales. Cualquier cosa con tal de mantenerse en guerra contra la Iglesia Católica a la que trata de apartar de todos los espacios públicos que el catolicismo ha ocupado ante la ausencia de respuestas estatales, sobre todo en materia de salud y educación.  

Esta política es totalmente contradictoria, porque en teoría, un gobierno de corte popular y una Iglesia cuya opción fundamental son los pobres y los desprotegidos deberían ser perfectamente compatibles, como fueron en los inicios del Gobierno de Evo Morales. De hecho, las organizaciones eclesiales fueron una de las grandes canteras de las que se nutrió el esquema gubernamental y el discurso social del MAS, fue en gran medida extraído de los postulados católicos.  

En América Latina, y sobre todo desde que se produjo la Conferencia de Medellín en 1968, la Iglesia Católica ha sido un puntal para el desarrollo de la conciencia social de los pueblos, invocando siempre a los poderes públicos a cumplir su rol a favor del bien común. Desde ese punto de vista, los curas, monjas y obispos se enfrentaron abiertamente a las dictaduras y lucharon en contra de los gobiernos opresores que administraban los países de espaldas a las grandes mayorías.  

La tarea evangelizadora de la Iglesia siempre ha sido acompañada por una intensa labor solidaria, a través de obras sociales en favor de los más necesitados. La presencia en la salud, en la educación, con los huérfanos, los ancianos, los abandonados y los indígenas, entre otros grupos, ha sido destacable.  

Sin embargo, ese trabajo siempre despertó susceptibilidad y malestar en ciertos sectores. En 1969, por ejemplo, el vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, luego de una larga gira por América Latina, emitió un informe en el que dijo que la Iglesia ya no era “un aliado seguro para Estados Unidos”, simplemente porque había manifestado su opción por los pobres, postulado que se mantiene hasta la actualidad. En ese sentido, el magnate recomendó a su gobierno promover activamente las llamadas sectas fundamentalistas, entre las que se encuentran las denominaciones pentecostales a las que pertenece la iglesia Ekklesía, que acaba de otorgarle un premio al presidente Morales.  

Durante el gobierno de Ronald Reagan, bajo la premisa de liquidar al comunismo y más tarde con George W. Bush, para combatir el terrorismo, se intensificó el denominado “nacionalismo religioso” que tiene a las sectas evangélicas como uno de sus puntales. Durante este último periodo el crecimiento pentecostal ha sido muy intenso y fructífero para los intereses que promueven este avance, pues se calcula que en este momento casi el 30 por ciento de la población continental pertenece a esos grupos, que entre otras enseñanzas promueven la doctrina de la prosperidad, una forma muy capitalista de entender la salvación.

Llama poderosamente la atención el acoso hacia el catolicismo y el apego a las sectas pentecostales. A lo mejor es electoralismo puro, pero ¿quién se hace responsable de aquellos sectores que atiende la Iglesia Católica?

lunes, 22 de abril de 2013

La mecánica del miedo

Con la incitación a la violencia que hizo el ministro de Gobierno hace unos días, no cabe duda que la inseguridad ciudadana puede haberse convertido en un factor político muy conveniente a los intereses del Estado Plurinacional. No es la primera vez que autoridades de primer nivel ponen de relieve la discrecionalidad con la que puede actuar el aparato represivo estatal, un mensaje dirigido a los criminales, pero que puede aludir también a cualquier componente indeseable o incómodo para el “proceso de cambio”.

Lo del ministro ha sido una clara invocación al miedo, un elemento clave en un régimen autoritario, cuyo aparato de persecución ha quedado totalmente desmantelado con la desarticulación de la red de abogados extorsionados que trabajaban a órdenes de tres ministerios y con derrumbe del “Caso Terrorismo”, que fue usado durante cuatro años para amedrentar a la región más opositora del Gobierno.

Por su parte, el Tribunal Constitucional le ha cortado las alas represivas al Estado Plurinacional al declarar inconstitucionales varias herramientas que el régimen venía usando para atropellar los derechos de sus adversarios políticos. Tal es el caso de la figura del desacato y los artículos de la Ley Marco de Autonomías que eran usados para derrocar a las autoridades legalmente elegidas pero que no comulgaban con el oficialismo. El más reciente dictamen referido al respecto de la jurisdicción judicial que ha sido reiteradamente violada en los últimos años, violentando el debido proceso, se convertirá en otro obstáculo para los fines totalitarios del régimen, que había convertido a la ciudad de La Paz en una suerte de campo de concentración.

La inseguridad ha sido usada por muchas dictaduras como factor de amedrentamiento psicológico de la población, pero también como posibilidad real de represión indirecta. De esa manera y como “las calles se han vuelto muy violentas”, desaparecen periodistas, sufren atentados los sindicalistas y algunos parlamentarios son víctimas de asaltos. Eso ha estado ocurriendo con mucha frecuencia en Venezuela y es moneda corriente en Cuba.

La inseguridad se vuelve funcional para la política, pero también para la Policía, pues los uniformados, dedicados casi exclusivamente a la represión política y a atender el clima social, convierten el temor en un medio de lucro ya que crecen los aportes para la institución pese a la ausencia de resultados. Además, como los policías son dueños de casi todas las empresas privadas de seguridad, el miedo de la gente, alentado favorablemente por los medios televisivos, incrementa la inversión de la ciudadanía en guardias y tecnología de vigilancia.

La inseguridad que arrecia en Santa Cruz está relacionada directamente con el narcotráfico y eso refuerza el peligro de que se la pueda usar políticamente, pues cada vez son más evidentes las señales que vinculan al régimen en estos asuntos. Por eso es que de la combinación entre política, drogas y criminalidad puede resultar un coctel muy peligroso.

La conversión de los pastores

En los primeros años del “proceso de cambio”, los más espantados con la denominada “revolución cultural” eran los pastores y líderes de las iglesias evangélicas que no toleran ni un ápice aquellas manifestaciones ancestrales que invocan las divinidades cósmicas y que promueven el retorno a las religiones precolombinas que adoran al sol, a la Pachamama y otros fenómenos de la naturaleza. Los evangélicos suelen ser enemigos acérrimos de la coca y del acullico y en el sector rural incentivan a los campesinos “convertidos” a no consumir la “hoja sagrada” porque la consideran droga. Para los autodenominados “cristianos”, cualquier cosa que no esté en la Biblia debe ser desechada y para ellos son abominables todas las actitudes de idolatría a cualquier objeto o ser que no sea Jehová. Durante años han estado orando y pidiendo para que el espíritu santo se pose sobre el país y ahuyente la hechicería, que según ellos, tiene que ver con los yatiris y chamanes que suelen estar presentes en las ceremonias oficiales del Estado Plurinacional, que para colmo, también es aliado de uno de los sectores más radicales de los musulmanes. Algo muy fuerte habrá tenido que pasar para que la Iglesia Evangélica Ekklesía le otorgue al presidente el premio “Liderazgo 2012” y lo califique como una “figura mundial”. Nadie ha sabido de ninguna conversión y tampoco que se haya puesto freno a la “revolución cultural” que tanto espantaba a los pastores.

Gastar, gastar y gastar

Cada vez resulta más patético el espectáculo que brinda el Gobierno en relación a la lluvia de dólares que le cae de arriba por el auge de los precios de las exportaciones de las materias primas, que dicho sea de paso, han disminuido en volumen. En otras palabras, producimos menos, pero ganamos más. ¡Es el paraíso!

No sabemos cómo aumentar la producción porque han fallado todos los inventos “revolucionarios”, tampoco encontramos la fórmula para atraer inversiones y más bien nos dedicamos a hacerlas huir. Y como “la política está primero”, incluso antes que la economía y que las leyes, hay que gastar la plata en cualquier cosa, menos en incrementos salariales, porque eso genera inflación: Y como no hay producción, nos puede ocurrir lo mismo que Venezuela: escasez, devaluación, etc. etc.

El Gobierno se jacta de la cuantiosa inversión pública, pero el hecho de haberla duplicado no es un mérito en un país que está recibiendo seis veces más ingresos que el promedio de los últimos treinta años. En estas circunstancias, los especialistas no deberían estar hablando de crisis energética, de falta de gas y los gobernantes no estarían inventándose todos los días fórceps para frenar las exportaciones, pues la bonanza de ingresos tendría que ser correspondida con una bonanza productiva, como ocurre en Brasil, por ejemplo, que en la última década ha batido todos los récords en venta de alimentos.

Pero en Bolivia hay otra bonanza en curso. Es la de los empleados públicos, que se han duplicado en los últimos seis años, con 50 mil más que en el 2006. En las empresas públicas, incluyendo las nacionalizadas, la plantilla de trabajadores se ha incrementado hasta en un 400 por ciento, lo que ha llevado a subir los gastos en un 156 por ciento, es decir, se ha pasado de 8 mil millones de bolivianos a 20 mil millones.

La bonanza se puede advertir también en la algarabía gubernamental por la deuda externa. Endeudarse se ha convertido en una suerte de “prueba de eficiencia”  que los absurdos burócratas utilizan para confirmar la salud macroeconómica del país. Colocan bonos en Wall Street para conseguir un dinero que no saben cómo invertir o lo malgastan en empresas estatales que no producen nada.

Es tal la lluvia de dólares que contrasta con la ineficiencia de los gobernantes para invertir adecuadamente esos recursos, que el presidente ha sugerido gastar aunque sea de forma ilegal, pero gastar la plata, con el objetivo de “mejorar” la ejecución presupuestaria. Por ese camino, el Estado ha derrochado cientos de millones de dólares en obras inconclusas, en proyectos cuyos fondos se han esfumado y, por supuesto, en financiar la politiquería, la corrupción de funcionarios de todo nivel y saciar el apetito de los dirigentes de los movimientos sociales, para quienes se estudia la otorgación de viáticos especiales.

El Gobierno del MAS ha hecho más que ningún otro gobierno por los pobres porque le sobra el dinero y porque ha encontrado la fórmula perfecta para conservar la fidelidad de las masas. Pero aún así, los subsidios, los bonos y toda la repartija de dinero es la forma más ineficiente de hacer algo por los más necesitados, porque está demostrado que el combate a la pobreza sólo se consigue generando empleos, promoviendo la producción, elevando sustancialmente la educación en todos los niveles y aplicando políticas estructurales para elevar el nivel de vida, con medidas sostenibles y sobre todo, diseñando un modelo productivo de largo aliento.

jueves, 18 de abril de 2013

El cambio del cambio

En los últimos siete años los bolivianos hemos escuchado y asimilado, que todo lo peor que le podría haber ocurrido a este país, sucedió antes de 2005 y que todos los males, penurias y complicaciones de nuestra querida Bolivia son culpa de los colonialistas, de los republicanos, de los neoliberales y de todas esas “lacras sin cerebro” que ocuparon el poder durante la prehistoria nacional, porque la verdadera historia boliviana justamente comenzó con el “proceso de cambio”, con la “refundación”, con la “revolución cultural”. Pero últimamente han surgido algunas tendencias en el Gobierno que los ha llevado a modificar sustancialmente el discurso inicial. A los “revolucionarios” le han surgido unas ganas locas de asignarse viáticos, por subirse los sueldos y gozar más abiertamente de las ventajas que ofrece el inmenso poder que detentan nuestros administradores, que prometieron una austeridad franciscana, que no les ha impedido, sin embargo, comprar un avión digno de estrellas de fútbol. Curiosamente, el argumento más repetido para justificar los gustitos aparte que promueven los gobernantes es que si los de antes lo hicieron ¿por qué no lo van a hacer ellos? Veremos adónde nos lleva esa nueva política.

Prioridades nacionales

El reciente conflicto que mantuvo bloqueada durante más de 15 días la carretera La Paz-Copacabana, explica por qué el Gobierno ha declarado “prioridad nacional” al rally Dakar, que atravesará el territorio nacional el próximo año. Los campesinos vecinos del lago Titicaca no midieron las consecuencias y echaron a perder la mejor temporada para el turismo en la zona, exigiendo la construcción de tres puentes valuados en más de tres mil millones de dólares. Los hoteleros, operadores turísticos, artesanos y todos los que viven del flujo de visitantes por la Semana Santa, tuvieron pérdidas cuantiosas por una solicitud irracional de los comunarios, que fueron ferozmente reprimidos antes de levantar su medida de presión. El Gobierno ha anunciado una fuerte inversión en todo el recorrido de los competidores del Dakar, sobre todo en la  dotación de energía eléctrica, en la instalación de redes de comunicación digital, Internet e infraestructura hotelera. El objetivo es que los organizadores del famoso circuito no observen ninguna dificultad y que Bolivia sea designada indefinidamente como escenario del Dakar. Ojalá que los campesinos de Uyuni y sus alrededores se conformen con conexiones inalámbricas, con Internet 4G y con televisión digital y que no se les ocurra arruinar las cosas pidiendo algún puente o el techado del Salar de Uyuni.

Gastar, gastar y gastar

Cada vez resulta más patético el espectáculo que brinda el Gobierno en relación a la lluvia de dólares que le cae de arriba por el auge de los precios de las exportaciones de las materias primas, que dicho sea de paso, han disminuido en volumen. En otras palabras, producimos menos, pero ganamos más. ¡Es el paraíso!

No sabemos cómo aumentar la producción porque han fallado todos los inventos “revolucionarios”, tampoco encontramos la fórmula para atraer inversiones y más bien nos dedicamos a hacerlas huir. Y como “la política está primero”, incluso antes que la economía y que las leyes, hay que gastar la plata en cualquier cosa, menos en incrementos salariales, porque eso genera inflación: Y como no hay producción, nos puede ocurrir lo mismo que Venezuela: escasez, devaluación, etc. etc.

El Gobierno se jacta de la cuantiosa inversión pública, pero el hecho de haberla duplicado no es un mérito en un país que está recibiendo seis veces más ingresos que el promedio de los últimos treinta años. En estas circunstancias, los especialistas no deberían estar hablando de crisis energética, de falta de gas y los gobernantes no estarían inventándose todos los días fórceps para frenar las exportaciones, pues la bonanza de ingresos tendría que ser correspondida con una bonanza productiva, como ocurre en Brasil, por ejemplo, que en la última década ha batido todos los récords en venta de alimentos.

Pero en Bolivia hay otra bonanza en curso. Es la de los empleados públicos, que se han duplicado en los últimos seis años, con 50 mil más que en el 2006. En las empresas públicas, incluyendo las nacionalizadas, la plantilla de trabajadores se ha incrementado hasta en un 400 por ciento, lo que ha llevado a subir los gastos en un 156 por ciento, es decir, se ha pasado de 8 mil millones de bolivianos a 20 mil millones.

La bonanza se puede advertir también en la algarabía gubernamental por la deuda externa. Endeudarse se ha convertido en una suerte de “prueba de eficiencia”  que los absurdos burócratas utilizan para confirmar la salud macroeconómica del país. Colocan bonos en Wall Street para conseguir un dinero que no saben cómo invertir o lo malgastan en empresas estatales que no producen nada.

Es tal la lluvia de dólares que contrasta con la ineficiencia de los gobernantes para invertir adecuadamente esos recursos, que el presidente ha sugerido gastar aunque sea de forma ilegal, pero gastar la plata, con el objetivo de “mejorar” la ejecución presupuestaria. Por ese camino, el Estado ha derrochado cientos de millones de dólares en obras inconclusas, en proyectos cuyos fondos se han esfumado y, por supuesto, en financiar la politiquería, la corrupción de funcionarios de todo nivel y saciar el apetito de los dirigentes de los movimientos sociales, para quienes se estudia la otorgación de viáticos especiales.

El Gobierno del MAS ha hecho más que ningún otro gobierno por los pobres porque le sobra el dinero y porque ha encontrado la fórmula perfecta para conservar la fidelidad de las masas. Pero aún así, los subsidios, los bonos y toda la repartija de dinero es la forma más ineficiente de hacer algo por los más necesitados, porque está demostrado que el combate a la pobreza sólo se consigue generando empleos, promoviendo la producción, elevando sustancialmente la educación en todos los niveles y aplicando políticas estructurales para elevar el nivel de vida, con medidas sostenibles y sobre todo, diseñando un modelo productivo de largo aliento.

miércoles, 17 de abril de 2013

Vida de albañil

Así como hay campesinos exigiendo puentes de tres mil millones de dólares, porque el Gobierno ha dado la señal de que está nadando en dinero, de la misma manera los taxistas y los albañiles tienen derecho a demandar los 15 mil bolivianos mensuales, que según el vicepresidente Álvaro García Linera perciben en el país los trabajadores del volante y los artistas de la plomada. En alusión al salario del presidente Morales, García dijo que tomando en cuenta las horas de trabajo, resulta ser que el primer mandatario cobra menos que un albañil, es decir, 27 bolivianos la hora. Obviamente, el vicepresidente no se ha referido ni a las horas de vuelo ni a las horas de disfrutar de las mieles del poder, que seguramente no deben ser nada despreciables, de lo contrario no existirían las intenciones de quedarse para siempre en el puesto. Diferente es el caso de los “albacos” y “tacheros”, que seguramente estarían gustosos no solo por cambiar de sueldo con el “presi”, sino también de hacer un trueque de trabajo, donde obviamente se transpira de otra forma. Es cuestión de hablar de viáticos, de bonos y otros detalles para que no quede ningún cabo suelto.

El derroche que se nos viene

No seas como el choropa”, decían las abuelas de antes cuando alguien se comía todo y no dejaba para el día siguiente o cuando se gastaba el sueldo entero en una fiesta y el resto del mes salía a pedir prestado a los vecinos.

Había supuestamente un pueblo indígena que se denominaba así, aunque resulta extraño que pueda haber procedido de esa manera, puesto que los nativos suelen tener una visión mucho más prudente de la vida y ellos más que nadie conocen que después de un periodo de abundancia seguramente llega la escasez. Ese es el ciclo de la vida. Más bien son conocidas las tribus –y seguramente de ahí se origina el comentario de las ancianas-, que en la época de “vacas gordas”, ya sea por el auge de la caza y la pesca, que dedicaban días y semanas enteros a comer con el fin de acumular reservas de energía en el cuerpo, pues no tenían heladeras ni ningún otro sistema para conservar los alimentos. Era una forma de hibernación que se da también el reino animal.

Es muy diferente a lo que está ocurriendo en nuestro país, uno de los más pobres del continente (porque lo sigue siendo pese a todos los mitos que se difunden), pero que está incurriendo en un derroche descomunal y absurdo que nos anticipa un futuro con más vicisitudes que nunca.

El Gobierno acaba de derogar casi en medio de lágrimas un decreto que autorizaba a viajar y gastar por cuenta del Estado a los familiares de los principales mandatarios, una medida insólita que no tiene más explicación que el afán de derroche que está llevando al Gobierno a invertir en obras faraónicas como el aeropuerto de Oruro, cuyo costo ha sido de 19 millones de dólares y que diariamente tiene un flujo de 33 pasajeros, con tendencia a bajar.

A la ola de gastos en canchitas de fútbol, aviones, helicópteros, teleféricos y satélites, ahora viene a sumarse una suerte de “guerra de los estadios”, a la que lamentablemente se ha sumado la Gobernación de Santa Cruz, que administra muy mal el escenario deportivo que existe y aún así pretende darse el lujo de gastar más de 20 millones de dólares en uno nuevo. Pero el Gobierno no quiere quedarse atrás y también hace su propuesta, a pesar de que desde el 2007 tiene paralizadas las obras del estadio de la ACF que inició frente al aeropuerto Viru Viru donde, dicho sea de paso, está de “adorno” la estructura de un puente inconcluso. También se habla de construir otro estadio en el Plan Tres mil y así sucesivamente.

Es inaudito que Santa Cruz se suba al carro electoralista y derrochador, cuando la política en la región ha sido siempre priorizar las inversiones productivas. Primero están las necesidades y hay que dejar para lo último aquellas obras que no hacen más que acumular cemento y que apenas sirven para ostentar una supuesta “buena gestión”. Si la gobernación o el Estado central quieren estimular el deporte, que se fijen en los requerimientos de los barrios, de las provincias, donde deben surgir las nuevas figuras del fútbol boliviano que cada vez inspira más lástima.

Los campesinos que viven en inmediaciones del Lago Titicaca mantienen desde hace dos semanas un bloqueo exigiendo la construcción de tres puentes valuados en tres mil millones de dólares, algo más adecuado para Nueva York o Tokio. Eso es consecuencia del mensaje de “nuevo rico” que han dado actuales gobernantes que nos han metido en una espiral de irracionalidad que nos conducirá a mayor pobreza.

El nuevo racismo


El rector de la Universidad Gabriel René Moreno ha recibido denuncias sobre el ingreso de “falsos indígenas” a esa casa de estudios y ha anunciado un proceso de depuración. Como se sabe un cierto cupo de bachilleres indígenas tienen ingreso libre a las universidades públicas, ventaja que han aprovechado algunos para evitar los exámenes. Según Rosas, algunos han pagado, han hecho falsificaciones y han recurrido a otras trampas para conseguir la plaza, hecho que se va a investigar. La autoridad no ha detallado cómo va a hacer para distinguir un indígena falso de uno verdadero ya que pese a los avances plurinacionales, en Bolivia todavía no existe un certificado que acredite la pertenencia a un grupo étnico. Tampoco sería correcto juzgar por el apellido del estudiante, pues sería difícil proceder con algún joven que apellide Morales o Cárdenas. El color de la piel tampoco es “documento”, pues en ese caso la gran mayoría de los universitarios tendrían derecho a reclamar exención de la prueba. A lo mejor el rector tendrá que contratar algún antropólogo o un etnógrafo para que haga las mediciones de los cráneos, las mandíbulas o el modelo del pie, como hacían los absurdos racistas en Uganda para diferencias los Hutus de los Tutsis. Por combatir el supuesto racismo, lamentablemente hemos caído en algo que podría ser peor. Grave la tarea del rector.

lunes, 15 de abril de 2013

Tres muertitos

El ministro de Gobierno, Carlos Romero, ha sorprendido con sus recientes declaraciones sobre el “caso terrorismo” que ahora se denomina “caso Soza”, pues el principal sospechoso ahora el fiscal, no los que él ha acusado durante los últimos cuatro años. Luego de que Soza confesara públicamente que en el hotel Las Américas, el 16 de abril de 2009, se produjo un ajusticiamiento de tres ciudadanos europeos, Romero ha dicho que la forma cómo se hizo ese operativo (forma de masacre) no tiene relevancia en el proceso judicial contra los implicados en supuestos hechos de terrorismo y separatismo. “Cómo se hizo el operativo en el hotel Las Américas es otro tema, no es inherente al tema de fondo”, ha señalado textualmente el funcionario, en respuesta a las conclusiones a las que ha llegado un reciente documental producido en el exterior, que prueba cómo la Policía ejecutó a mansalva a Eduardo Rózsa, Michael Dwyer y Arpad Magyarosi, mientras que la versión oficial indica que éstos ofrecieron resistencia. El ministro olvida que admitir este delito tumba todo el caso que intenta defender y en segundo lugar, debe recordar que el presidente Morales reconoció haber ordenado intervenir en el hotel Las Américas.

Trances diplomáticos

La diplomacia boliviana ha dado una excelente señal al designar al expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé para representar al Estado boliviano en las virtuales acciones judiciales que se puedan encarar ante las instancias internacionales en torno a la demanda marítima. Decimos “virtuales acciones” porque lamentablemente nada está claro; no se sabe si es posible recurrir a La Haya, no hay certeza de qué es lo que se puede pedir y obviamente ni siquiera existe un planteamiento concreto sobre el que se pueda comenzar a trabajar, mientras que Chile parece tener el panorama muy transparente y de ahí que se aferra con uñas y dientes al famoso Tratado de 1904.

La primera recomendación de Rodríguez Veltzé ha sido “paciencia”, lo que equivale a terminar con el enguerrillamiento frente a Chile, pues alzar las voces, insultar y generar ventarrones no conduce a nada y en todo caso, le da muchos argumentos a los vecinos para recurrir a amenazas inadmisibles.

El segundo paso ha sido adoptar a una vieja estrategia de “recostarse” hacia Perú con el objetivo supuesto de generar incomodidad en Chile. Se envía al canciller en misión urgente a Lima, se habla de cambiar de puertos, de usar la hidrovía Paraguay-Paraná y de revivir el proyecto Ilo, algo tantas veces escuchado. ¿Esta vez va en serio? ¿Y si retorna la socialista Michelle Bachelet al poder en Santiago seguirá la misma “política de Estado”? O es que lo de ahora surge de una manipulación que viene desde La Habana, con una fuerte intervención de Fidel Castro, como lo señala un análisis recientemente publicado en Paraguay.

El otro tema urticante de la diplomacia boliviana se presenta con Brasil. El caso del senador Róger Pinto comienza a rebalsar la paciencia del Gobierno de Dilma Rousseff, sobre todo porque existe la sospecha de que el régimen boliviano pretende utilizar como rehenes de canje a los doce hinchas del club Corinthians que se encuentran detenidos en Oruro, acusados de un homicidio que ha confesado un joven en Brasil. Sería intolerable que esto ocurra y que se busque también presionar con estos métodos para que Brasilia afloje el torniquete de la lucha contra el narcotráfico. El ex presidente Lula ha anunciado su visita al país para hablar de estos temas, algo que no deja de preocupar, pues con esto se pronuncia el distanciamiento entre Evo y Dilma, mandataria que se ha negado a visitar Bolivia desde que asumió el poder.

Brasil no es un país con el que podamos “jalar la pita” (palabras de Alan García hacia Evo Morales) de esa manera. Se trata de uno de nuestros principales socios comerciales, la nación de la que depende en gran parte nuestro futuro y nuestro desarrollo y la que contempla con mucha paciencia cómo la droga boliviana invade las ciudades brasileñas.

Y si hablamos de los bretes diplomáticos, no se puede dejar de mencionar el que se avecina con aquellos países que han estado reclamando el esclarecimiento de la “matanza” del hotel Las Américas que está por cumplir cuatro años este 16 de abril. Irlanda y Hungría han levantado sus voces de protesta y lo harán con mayor fuerza después de que se confirmaran las evidencias de que todo ha sido un burdo montaje. Mucho peor, cuando el ministro de Gobierno afirma que aquel operativo en el que hubo ajusticiamiento es un detalle menor del “caso terrorismo”.

Crisis de líderes

Líderes que hablan con pajaritos; presidentes que organizan orgías con chicas menores de edad; otros que dialogan con las piedras; un loco furioso que fabrica bombas para aterrorizar al mundo y con eso tapar la incapacidad de su régimen en la producción de alimentos para su pueblo; un par de ancianos revolucionarios que aseguran que su gente vive en el paraíso comunista mientras el hambre y la escasez campea por todos lados. El mundo todavía parece en pañales cuando se trata de elegir a los mejores hombres y mujeres para conducir los destinos de los pueblos y pese a que cada vez hay más conocimiento y medios de comunicación, la bobería de las masas parece un asunto incurable. Justo ayer dejó esta vida una mujer que hacía la excepción en cuanto a liderazgo. A Margaret Thatcher le decían “Dama de hierro” porque no le gustaba mentir y endulzar sus discursos con frases “políticamente correctas”. Se hizo famosa porque le decía a su pueblo que “no había alternativa” a su plan de recuperar los valores liberales de respeto a las leyes, a la propiedad y el trabajo individual, valores que el Estado debe proteger a ultranza. Por eso la apodaron “la neoliberal”, un mote popularizado por los socialistas que han llevado a Europa a una profunda crisis.

Disidencia interna

Hará falta mucha disciplina militante para mantener las consignas partidarias del oficialismo que, como sabemos, pasan por no pensar y hablar bien del Gobierno a como dé lugar. Con el agua brotando por cada hueco en el casco de la nave, surgen los problemas internos, como la reciente intervención del abogado Fernando Rivera, supuesto cabecilla de la red de extorsión ministerial, quien públicamente le pidió disculpas al norteamericano Jacob Ostreicher por casi dos años de extorsión para-judicial que mantuvieron preso al extranjero, que ahora lucha por recuperar plenamente su libertad y el dinero que le arrebataron. En una audiencia judicial, Rivera repitió lo que suelen decir los capos de la mafia: “No es nada personal, yo simplemente cumplía órdenes superiores”. Otra que ha señalado claros gestos de disidencia es la abogada Paola Barriga Machicao, apoderada legal del Ministerio de Gobierno y quien debía llevar adelante muchos de los procesos “jurídico-extorsivos” del régimen. Todo indica que el tejido de mentiras y engaños que ha salido a la luz con la banda de abogados y el caso Soza han sobrepasado sus límites morales y tuvo que decir “basta” el pasado viernes. Es lo mismo que le pasó a la ex ministra de Defensa, Cecilia Chacón cuando se produjo la represión de los indígenas del TIPNIS.

El imperio de las mentiras

Hay algo que sea verdad en el Estado Plurinacional? Por donde se mire, todo es mentira: el cambio, la lucha contra la corrupción, el combate a la pobreza, la nueva justicia, la autonomía, la recuperación de los recursos naturales, la ecología, la inclusión de los indígenas, la soberanía, la revolución... 

La gente se pregunta qué tipo de país estamos construyendo donde las únicas verdades parecen ser el chantaje y la persecución y obviamente, la chorrera de dólares que le llega sin falta desde el capitalismo mundial al aparato gubernamental, para seguir manteniendo la farra populista, que coloca a Bolivia como el país de América Latina que más plata (subsidios) le regala a la gente, una dudosa manera de apoyar a los pobres, pero la mejor forma que tienen los gobernantes de aferrarse al poder en las épocas de “vacas gordas”, periodos en los que suelen florecer los charlatanes de plaza con chapa de estadistas.  

En Bolivia es una mentira la democracia, el caso Terrorismo, la carretera del TIPNIS, la lucha contra el narcotráfico y aunque parezca que ahora la política es más participativa, no hemos pasado de la simple montonera bloqueadora y en lo que respecta a la representación, los campesinos, indígenas y comunarios que han ganado espacios en las diferentes instancias legislativas y ejecutivas, no son más que burdos instrumentos de un grupo de aventureros que se ha encaramado en el poder. La inclusión política ha quedado reducida a borracheras, actos impúdicos y algo de participación en la corruptela generalizada en la que, por supuesto, los fajos más gruesos se quedan en pocas manos.  

Es mentira la reivindicación marítima, que seguramente volverá al silencio cuando en Chile retornen al poder los viejos cómplices; es mentira la transparencia, pues la verdad es la extorsión y la actuación de mafias políticas con autorización para perseguir políticamente, pero también para lucrar y liarse con narcotraficantes muy pesados, que están llevando al territorio nacional al riesgo de ser tomado por grandes carteles.  

En Bolivia se cumple con canchitas de fútbol, con aeropuertos que no sirven más que para ponerle el cartelito, con obras faraónicas de dudosa utilidad y con obras inconclusas porque el resto de la plata se la robaron los nuevos dueños del país, que en realidad son viejos zorros disfrazados de ovejas.

¿Qué estado se puede construir con leyes de mentira,  guerras falsas e ideologías huecas? Pues uno que le pertenece a los narcos, a los contrabandistas y a los dirigentes alcoholizados se apoderan de las calles, de los barrios y de las tierras y construyen allí sus relaciones, sus espacios y sus tronos de los que se cuelgan algunos oportunistas que se han vuelto cómplices de semejante orgía.  

Y se equivoca quien piense que el desmantelamiento de las estructuras a de la mentira y el chantaje, obligará a los poderosos a reencaminarse y buscar rumbos de racionalidad. Estamos en la época preelectoral en la que se impone la lógica de buscar más invitados a la fiesta, más cómplices en la puesta en escena de este teatro de la fealdad.