Game over” (fin del juego ) es una frase que suele aparecer cuando se acaba el tiempo en los videojuegos; cuando se termina el crédito por la monedita que introducen los niños en las bulliciosas maquinitas que los vuelven locos. Esa es precisamente la idea que resuena en las mentes de quienes idearon la tragicomedia del “Caso Terrorismo” que se ha quedado sin argumentos, sin protagonistas, sin actores ni libreto, luego de que el “tipo de la película” tiró la toalla y decidió salir del escenario, dejando a los productores del thriller en muy mala posición.
Finalizado el show de la muerte de Chávez que le vino como anillo al dedo a los gobernantes para zafar del acoso mediático y con las humaredas marítimas con pocas probabilidades de distraer la atención de la ciudadanía, el Gobierno no tiene más remedio que poner la cara y admitir ante el público que la farsa se ha terminado.
Antes de que se confirme mediante un peritaje realizado en Brasil por un reconocido experto, que fue el fiscal Marcelo Soza el que admitió la patraña, con lujo de detalles sobre los verdaderos responsables del montaje, las autoridades no se atrevieron a poner en duda el audio presentado por la senadora Carmen Eva Gonzales.
La única posición que han atinado a asumir es tratar de separar la confesión del fiscal Soza con el curso del juicio contra 39 acusados de terrorismo y separatismo, intentando a toda costa que el proceso continúe ¿hacia dónde? Si lo que menos le interesa al régimen es hallar la verdad y su mentira ha quedado totalmente develada.
El Gobierno ha caído en su propia trampa. Los asesores oficialistas siempre han sido afectos a los juegos mediáticos, a inventarse audios, reportajes, a realizar trucos tecnológicos y mostrar fotografías de dudosa validez que han usado profusamente para desprestigiar a los opositores. Han llegado a admitir públicamente la interceptación de llamadas telefónicas y cuando se produjeron los hechos de Porvenir, ellos mismos dieron por válida una grabación en la que se introdujeron efectos de sonido, con balazos, gritos e imágenes de gente que supuestamente era atacada en medio de un río.
Todo eso ha sido bueno para arremeter contra los “enemigos”, pero ahora tratan de restarle credibilidad a contundentes evidencias y ponen de pretexto una salvedad constitucional para minimizar pruebas que hablan por sí solas y que han dejado al fiscal Marcelo Soza sin posibilidades de continuar con sus engaños.
Conocido el informe recientemente elaborado en Brasil, la senadora Gonzales ha anunciado que tiene en su poder todavía más pruebas relacionadas con las confesiones del fiscal Marcelo Soza, cuyo paradero es desconocido.
La población no tiene la menor duda de la verdadera naturaleza del “Caso Terrorismo” y seguramente está ansiosa por saber cómo termina el juego del Gobierno. Hay cierto temor de que todo esto acabe como empezó, es decir, tratando de acallar a balazos a los que conocen el libreto del sainete o tal vez de la misma manera que han tratado de cerrar el caso Jorge Clavijo, cuyos detalles más importantes todavía están por conocerse.
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