lunes, 31 de octubre de 2011

Coca por quinua

El presidente Morales ha cambiado de cantaleta en las cumbres a las que asiste. Ya no habla de indios ciegos y mancos, sino de la quinua. Recientemente abordó el tema en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Paraguay. Dijo que desde la época colonial la quinua era un cultivo prohibido por las clases dominantes y que los gobiernos neoliberales no apoyaban la siembra de este cereal nativo de los andes porque lo consideraban un alimento de indios. Si fuera cierto aquello, los indígenas bolivianos deberían ser los mejores alimentados del país, los más altos, los más sanos y fuertes. Con tanta quinua exclusivamente para ellos, los niños indígenas no sufrirían desnutrición ni problemas de crecimiento y menos complicaciones en el aprendizaje derivadas de los déficits alimenticios. La verdad es que la producción de la quinua siempre ha sido deficitaria en Bolivia, porque la mayor parte de exporta a Alemania, Estados Unidos o Japón. Y en verdad, si no hubiera en este momento tantos campesinos dedicados a otros rubros tan rentables como la coca y sus derivados, la quinua sería la mejor opción. El presidente Morales tiene la opción de cambiar la historia. Que deje un poco la retórica y convenza a sus compañeros del Chapare a sustituir coca por quinua.

domingo, 30 de octubre de 2011

Los ojos de Quintana

El ex ministro de la Presidencia y director de la Agencia para el Desarrollo de las Fronteras, Juan Ramón Quintana, ha dicho que el parque Isiboro Sécure ya está perforado por actividades de carácter industrial y que además se ejercen en condiciones de monopolio. Cualquiera hubiera podido creer que se refería a la inmensa fábrica de cocaína que estaba en manos de colombianos, con pistas de aterrizaje y todo, que estaba operando en el lugar y que se cobró la vida de un subteniente de Policía la semana pasada. Pero no ha sido nada de eso. Él se ha referido a otras industrias y a otros monopolios. El funcionario ha brindado con lujo de detalles información sobre las actividades madereras, Quiénes producen, cómo producen, los aserraderos y todo. Tiene datos sobre la superficie que explotan, qué tipo de madera extraen etcétera, etcétera. Cualquier despistado podría preguntarse, cómo es que consiguió hacer un relevamiento tan exhaustivo del Tipnis y no se dio cuenta que el lugar está plagado de narcos y cocaleros. A lo mejor estos últimos son invisibles, al menos para el régimen.

La lucidez de Evo Morales

Una imagen de la Rusia comunista. Colas y escasez de alimentos.
El presidente Morales ha demostrado tener una lucidez pocas veces vista en una persona que dice ser socialista-leninista. Luego de apenas cinco años de nacionalización, ha advertido que las empresas públicas podrían volver a privatizarse si es que no mejora la gestión. Lo ha dicho horas después del encarcelamiento del tercer administrador consecutivo de la oficina distrital de Santa Cruz de YPFB, empresa que a nivel nacional ha cambiado ya más de media docena de presidentes, uno de los cuales se encuentra en el panóptico de San Pedro y otro con arresto domiciliario.

A los soviéticos les tomó más de 70 años llegar a la misma conclusión que acaba de sacar el primer mandatario. A los chinos otro tanto. Cuando cayó el muro de Berlín en 1989, la economía de la Unión Soviética estaba en ruinas, más o menos como está hoy la de Cuba. Las fábricas no tenían repuestos para las máquinas, las cosechas sumaban un desastre tras otro, mientras crecía el mercado negro de trigo y maíz apoyado por burócratas corruptos. Casi no quedaba petróleo y al hambre se le sumó el frío, las epidemias y la alta mortalidad. La delincuencia, la prostitución, el alcoholismo y el bandolerismo se apoderaron del país y más tarde fueron las mafias precisamente las que se adueñaron de Rusia y de otras exrepúblicas. Esos mismos sectores son los que siguen gobernando hasta hoy.

¿Y qué fue lo que pasó en la ex Unión Soviética? Lo mismo que está ocurriendo en Bolivia en la actualidad, donde se construye una fábrica de cartón donde no hay árboles; se planifica una carretera sin visión productiva; se instala un proyecto siderúrgico sin contar con energía; se anuncia el hallazgo de grandes reservas de hidrocarburos sin haber perforado ni un solo pozo; se prohíbe exportar; se atenta contra la propiedad privada; en una empresa donde debería haber 400 trabajadores hay cuatro veces más obreros (como en Huanuni) y se produce lo mismo que antes; se controlan los precios y se dejan  las empresas "estratégicas" en manos de ineptos cuya única virtud es pertenecer al partido.

El presidente le teme a lo que vayan a decir los opositores, "que la administración estatal es mala y que se debe volver a privatizar". No hace falta que lo repita nadie, pues lo dice la historia, no solo la de cientos de países que lo han comprobado una y otra vez, sino también la historia de Bolivia, donde se han producido tres nacionalizaciones con resultados desastrosos, aunque el proceso actual está en camino de ser el peor de todos, de ahí la advertencia del propio presidente.

El presidente no debería criticar tanto, ya que él es parte del problema. Si hubiera sido su plata, seguramente no se hubiese inclinado por un avión tan caro como el que se hizo comprar con el dinero de todos los bolivianos. Por lo menos hubiera cotizado, buscado otras opciones y habría pedido rebaja, como hace cualquiera que busca preservar sus intereses, que en definitiva corresponden al ámbito de la lógica y la racionalidad. Pero el socialismo, el estatismo, el comunitarismo o como se llame, no tienen ni lógica ni razón. Cuando las cosas son de todos y son de nadie a la vez, cuando no tienen dueño, no importan los costos ni los precios, menos la productividad y la competitividad.

Por eso no deja de ser una buena noticia que el presidente se dé cuenta de esta realidad, ya que finalmente él es un productor de coca privado y tanto él como sus compañeros del Chapare saben muy bien de mercados, comercio y oportunidades.

La lucidez de Evo Morales

El presidente Morales ha demostrado tener una lucidez pocas veces vista en una persona que dice ser socialista-leninista. Luego de apenas cinco años de nacionalización, ha advertido que las empresas públicas podrían volver a privatizarse si es que no mejora la gestión. Lo ha dicho horas después del encarcelamiento del tercer administrador consecutivo de la oficina distrital de Santa Cruz de YPFB, empresa que a nivel nacional ha cambiado ya más de media docena de presidentes, uno de los cuales se encuentra en el panóptico de San Pedro y otro con arresto domiciliario.

A los soviéticos les tomó más de 70 años llegar a la misma conclusión que acaba de sacar el primer mandatario. A los chinos otro tanto. Cuando cayó el muro de Berlín en 1989, la economía de la Unión Soviética estaba en ruinas, más o menos como está hoy la de Cuba. Las fábricas no tenían repuestos para las máquinas, las cosechas sumaban un desastre tras otro, mientras crecía el mercado negro de trigo y maíz apoyado por burócratas corruptos. Casi no quedaba petróleo y al hambre se le sumó el frío, las epidemias y la alta mortalidad. La delincuencia, la prostitución, el alcoholismo y el bandolerismo se apoderaron del país y más tarde fueron las mafias precisamente las que se adueñaron de Rusia y de otras exrepúblicas. Esos mismos sectores son los que siguen gobernando hasta hoy.

¿Y qué fue lo que pasó en la ex Unión Soviética? Lo mismo que está ocurriendo en Bolivia en la actualidad, donde se construye una fábrica de cartón donde no hay árboles; se planifica una carretera sin visión productiva; se instala un proyecto siderúrgico sin contar con energía; se anuncia el hallazgo de grandes reservas de hidrocarburos sin haber perforado ni un solo pozo; se prohíbe exportar; se atenta contra la propiedad privada; en una empresa donde debería haber 400 trabajadores hay cuatro veces más obreros (como en Huanuni) y se produce lo mismo que antes; se controlan los precios y se dejan  las empresas "estratégicas" en manos de ineptos cuya única virtud es pertenecer al partido.

El presidente le teme a lo que vayan a decir los opositores, "que la administración estatal es mala y que se debe volver a privatizar". No hace falta que lo repita nadie, pues lo dice la historia, no solo la de cientos de países que lo han comprobado una y otra vez, sino también la historia de Bolivia, donde se han producido tres nacionalizaciones con resultados desastrosos, aunque el proceso actual está en camino de ser el peor de todos, de ahí la advertencia del propio presidente.

El presidente no debería criticar tanto, ya que él es parte del problema. Si hubiera sido su plata, seguramente no se hubiese inclinado por un avión tan caro como el que se hizo comprar con el dinero de todos los bolivianos. Por lo menos hubiera cotizado, buscado otras opciones y habría pedido rebaja, como hace cualquiera que busca preservar sus intereses, que en definitiva corresponden al ámbito de la lógica y la racionalidad. Pero el socialismo, el estatismo, el comunitarismo o como se llame, no tienen ni lógica ni razón. Cuando las cosas son de todos y son de nadie a la vez, cuando no tienen dueño, no importan los costos ni los precios, menos la productividad y la competitividad.

Por eso no deja de ser una buena noticia que el presidente se dé cuenta de esta realidad, ya que finalmente él es un productor de coca privado y tanto él como sus compañeros del Chapare saben muy bien de mercados, comercio y oportunidades.

Es bueno que lo sepan

Otro funcionario de YPFB ya sabe que puede acabar en la cárcel pese a
que alguien tal vez le aseguró que su puesto estaba blindado (o al
menos así lo creyó él). El alcalde masista de Buena Vista ya sabe que
puede acabar como el jefe de la Alcaldía que él mismo ayudó a
destituir, de la misma forma que le ocurrió al bailarín de Warnes que
fue a dar a Palmasola y terminó berreando ante las cámaras de
televisión cuando lo que a él le gustaba era reírse de todo, incluso
de la democracia. Ya todos saben que no son invencibles, intocables e
insustituibles, como se los contó el presidente Morales. El mismo es
el ejemplo más vivo de la vulnerabilidad. El oficialismo podría
argumentar que es el Gobierno el que sanciona a los que incumplen las
normas, pero no es así. Se trata de la actuación de fuerzas que van
mucho más allá de las personas y las instituciones. Es el abuso del
poder que se enfrenta con el efecto rebote, con la reacción de los que
creen que les ha llegado el turno y la ocasión para hacer lo mismo que
vieron en otros. Pero es bueno que sepan lo que les puede ocurrir.

viernes, 28 de octubre de 2011

Celda asegurada


Algo tiene la dirección distrital de YPFB de Santa Cruz que todo el que ocupa ese cargo va directo a Palmasola. Rómulo Arturo Velásquez Romero se ha convertido en el tercer ejecutivo de la empresa que termina detenido por irregularidades cometidas. El funcionario incurrió en un sinfín de hechos ilegales. Desviaba combustibles para favorecer a ciertos surtidores en perjuicio de zonas rurales. Se han descubierto cosas dudosas en los distritos de Comarapa, Puerto Suárez y Camiri. Las denuncias indican que Velásquez era un déspota con los trabajadores, a los que castigaba utilizando reglamentos que han sido derogados hace 20 años y por último, utilizaba las instalaciones de YPFB como si fueran su propio canchón, ya que albergaba a personas particulares. Se podría destacar la reacción del personal jerárquico de la petrolera que ha conducido este caso a la justicia, sin embargo, la recurrencia de los delitos en torno a la institución habla de pésimos sistemas de control y vigilancia. ¿No sería mejor prevenir que lamentar?

El dinero huye de Bolivia

 El Gobierno está molesto con muchos empresarios bolivianos porque, según denuncia, los inversionistas nacionales están emigrando en bandadas al Perú para aprovechar los beneficios del Tratado d Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, pero por sobre todas las cosas, la seguridad y la estabilidad que brinda desde hace mucho el país vecino a la propiedad privada.

Los empresarios bolivianos han hecho todo lo posible por negar la versión gubernamental, pese a que la información ha sido confirmada por el ministro peruano de Comercio Exterior, José Luis Silva, quien ha indicado que la misma conducta la han estado asumiendo industriales de Ecuador y Argentina, en busca de oportunidades para seguir exportando a Estados Unidos y a otros mercados con los que hay TLC.

En Bolivia, la migración de capitales no es ninguna novedad. La primera oleada se produjo hace tres años, cuando el país perdió las preferencias arancelarias de la ATPDEA que permitían la exportación de productos textiles y manufacturas en oro. Muchos de los empresarios de estos rubros se fueron al Perú, donde han conseguido expandir sus actividades gracias a los mercados que precisamente se perdieron por malas decisiones tomadas por el Gobierno del MAS y por la gran inseguridad generada por las políticas económicas erráticas y enemigas de los emprendimientos privados.

El riesgo que corre el país, que en este momento presenta uno de los climas de negocios más hostiles del continente, es que los empresarios de otros rubros vitales y estratégicos decidan tomar el mismo rumbo que los textileros.  Con la minería viene ocurriendo desde hace mucho. Pese a que los excelentes precios de las materias primas constituían un gran incentivo para la inversión, los empresarios, cansados de los avasallamientos de sus concesiones, han optado por recurrir a otras actividades como la construcción que hace las veces de un refugio, o irse del país a buscar otras oportunidades.

El caso de los agropecuarios y la agroindustria es muy semejante. No solo persisten las tomas de tierras productivas auspiciadas por gente afín al Gobierno, sino que desde el Estado se insiste en desincentivar la producción con restricciones a las exportaciones. El caso del azúcar es patético y por demás de esclarecedor. Las autoridades nacionales prohibieron las ventas al exterior para proteger el mercado interno, que se vio desatendido por el aumento del consumo y por los efectos de la sequía. Pero las restricciones empeoraron el problema y a principios de año, el Tesoro General de la Nación tuvo que disponer de 78 millones de dólares para importar azúcar. Este dinero hubiera alcanzado tal vez para construir otro ingenio azucarero, incentivar el cultivo de la caña, mejorar los rendimientos, etc, pero en cambio se optó por agrandar la bola de nieve.

Hoy los ingenios azucareros tienen amontonados más de dos millones de quintales de azúcar y el Gobierno mantiene su postura de prohibir las exportaciones, pese a que, por debajo de la mesa, autorizó la venta de caña de azúcar a la Argentina a un grupo de productores de Tarija. Con esta medida, el régimen les envía el mensaje inequívoco a los productores, quienes toman sus decisiones en función de las previsiones. Por el momento, la señal más clara es no invertir y para otros, irse a Perú o donde ofrezcan mejores condiciones.

jueves, 27 de octubre de 2011

Súbele el volumen

Volví después de muchos años a la misma parroquia a la que me llevaba
mi padre cuando era niño. Me di cuenta en un segundo que el templo
estaba tal como yo lo recordaba y me deleité con mis viejas
nostalgias. Todo iba muy bien hasta que comprobé que también tienen el
mismo sistema de sonido de hace varias décadas, lo que me hizo
recordar también aquel chiste tan repetido resumido en la frase: “no
se oye padre”. Enseguida pensé en la poca importancia que le dan
algunos a los decibeles, pese a que tienen tantas cosas buenas para
decir, mientras que otros, a los que uno preferiría no escuchar, son
los que mejor usan los parlantes y los amplificadores.

Menos mal que lo que fui yo a escuchar en ese templo no necesitaba de
micrófonos. Se trataba de la presentación del coro en el que participa
mi hija dirigido por una joven profesional de la música que ha logrado
resultados extraordinarios en muy poco tiempo. La directora tuvo el
tino además, de ir acompañada de varios compañeros de universidad y de
una profesora que nos dejaron pasmados a todos con la interpretación
de varias obras del canto lírico y otras pertenecientes a la cultura
popular. Un chico que apenas pasa de los 20 años hizo vibrar los
cristales con “O sole mío” y fue como ver a Pavarotti a diez metros de
distancia. ¡Qué placer!

Después de la presentación me acerqué a los jóvenes músicos para
felicitarlos y les confesé mi sorpresa, pues no sospechaba que
semejante talento anda rondando nuestra ciudad aturdida por la música
electrónica, la cumbia y el reguetón. Me dijeron que suelen actuar
para círculos muy pequeños, aunque no elitistas y que en realidad no
hacen mucha difusión. No pude evitar reprocharles esa actitud tan
retraída y les dije: “suban el volumen, chicos, suban el volumen”, que
lo bueno necesita hacer más ruido.

Diez milloncitos

 El Presidente a veces habla de la plata del Estado como si fuera dinero de alasita. Obviamente lo hace cuando se le ha pasado el susto, pues recordarán que en los tiempos del gasolinazo se portaba más alarmista que Víctor Paz en tiempos de la hiperinflación. Para no dar más vueltas, diremos que Evo Morales acaba de anunciar que su avioncito de 38 millones de dólares necesita garaje y obviamente, tiene que estar a la altura del juguete caro del jefazo. El hangar presidencial nos costará a todos los bolivianos nada menos que 10,5 millones de bolivianos, lo que equivale a por lo menos 20 escuelas y un hospital para alguna población rural. Y como ya existe avión presidencial y habrá también hangar presidencial, tocaba formar también el Grupo Aéreo Presidencial, compuesto por los pilotos y técnicos que se encargan de adular el aparato. El Presidente asegura que todo esto engrandece a Bolivia y que debe llenar de orgullo a todos los bolivianos. Habrá que comunicarles a los niños que no tienen escuela y a los enfermos que son atendidos en las camillas de los hospitales, que ya tienen un nuevo motivo para enorgullecerse.

El turno de los ilegales

Ojalá se atrevieran los cocaleros del Chapare a marchar durante 66 días como lo hicieron los indígenas de las tierras bajas, quienes consiguieron no solo derrotar al Gobierno del MAS en su intención de destruir el parque Isiboro Sécure, uno de los espacios de biodiversidad más importantes del mundo, sino que también lograron unir a todo un país en torno a una misma causa y voluntad de vivir en paz.

Los cocaleros, cuyo líder es el presidente Evo Morales, han anunciado medidas de presión que buscan revertir la decisión que acaba de tomar precisamente el primer mandatario, al declarar la intangibilidad del territorio habitado por los indígenas yuracarés, chimanes y mojeños, donde los productores de coca pretenden instalarse para expandir sus cultivos, la mayoría de los cuales van a parar a las fábricas de cocaína de la zona.

Sería ingenuo pensar que Evo Morales es un actor inocente en relación a las intenciones de los cocaleros de jugar a las pulseadas con una inmensa mayoría de bolivianos que se han inclinado por la legalidad, es decir, por el  respeto a un territorio que lamentablemente ha sido invadido por narcotraficantes colombianos, a vista y paciencia de todos los que han estado impulsando la construcción de la carretera que debía partir en dos el Tipnis.

Sin bien la Asamblea Plurinacional actuó con disciplina al aprobar una ley que ha revertido un proyecto vial que se ganó el rechazo nacional, ha quedado a la vista el deseo de los gobernantes de continuar insistiendo en esa carretera de dudosa finalidad y muy malos antecedentes. Hay muchas cosas que aclarar antes de que se piense en buscar una alternativa, desde la contratación de la empresa, el estudio de impacto ambiental, hasta los supuestos beneficios que tendrá la obra para el conjunto de los bolivianos.

De cualquier forma, la reacción de los cocaleros que surge en el momento en que los marchistas del Tipnis alistan su retorno a sus lugares de origen, propone la continuidad de un debate que se inició con la marcha indígena y que debe continuar, de ahí la necesidad de que se animen a marchar hacia La Paz. Deberían hacerlo, porque además ellos mejor que nadie tienen garantizada la seguridad, los auspicios y la protección del Gobierno.

Con toda seguridad, las autoridades del MAS no los van a acusar de nada. No les dirán que su defensa de la carretera equivale a sacar la cara por los narcotraficantes colombianos que han invadido el Tipnis, donde hace muy poco mataron a un subteniente de la policía, cuando investigaban la ubicación de una de las fábricas de cocaína más grandes que se hubieran localizado en el país.

Nadie les bloqueará el paso a los cocaleros. No habrá Yucumo, ni pateaduras, ni manos atadas ni bocas con cinta de embalaje. Tampoco les negarán el agua y no habrá un Quintana para acusarlos de trabajar para oscuras transnacionales. Romero tampoco los tildará de vendidos a las mafias que trafican con productos ilegales y el presidente tampoco hará alusiones humillantes dirigidas hacia las esposas e hijas de los cultivadoras de coca.

Una marcha de los cocaleros sería la ocasión ideal para que se plantee un debate fundamental en Bolivia, en el que unos y otros deberán fijar posiciones sobre el país ilegal, que sin duda alguna fue derrotado con el arribo de los marchistas a La Paz y el país legal que ha recibido el apoyo de millones de ciudadanos y que se expresó no solo por el apoyo al Tipnis, sino también a través de las urnas, el domingo 16 de octubre.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Respirando por la herida

El presidente Morales y el vicepresidente García Linera confirmaron la noche del lunes que ellos fueron quienes dieron la orden de apalear a los indígenas del Tipnis el 25 de septiembre en la localidad de Yucumo. No lo confesaron verbalmente, pero la actitud que demostraron ese día no dejó lugar a dudas. Justo un mes después de la salvaje represión policial, ambos mandatarios se colocaron frente a los líderes de la marcha y pudieron descargar el mismo odio y violencia que aquella vez mandaron a ejecutar a través de los uniformados, a los que han culpado de todo. Al momento de la aprobación de la ley que declara intangible al parque Isiboro Sécure, Morales y García Linera derrocharon su desprecio hacia la demanda indígena y no dejaron de reprocharles y acusarlos de todo lo que les dijeron en 66 días de caminata. No hay duda que los dos respiraron por la herida, demostraron una vez más que obedecer al pueblo es un trago amargo para ellos y obviamente, dejaron en claro que en cualquier momento volverán a la carga con otro “Yucumazo”.

La patraña interminable

Cada vez que el Gobierno de Evo Morales se encuentra en apuros, sospechosamente se reactiva el “caso terrorismo”, una novela que ha cambiado de jueces como mudan los personajes de una comedia y que a la manera de los circos, va de un lugar a otro en busca del verdugo menos escrupuloso para sentenciar a 39 acusados, muchos de los que se encuentran detenidos gracias a oscuras maniobras tejidas por el mismo villano que utiliza el régimen para amedrentar a quienes cometieron el único delito de defender el proceso autonómico. 

El caso se había estancado en Cochabamba, porque un juez de aquella ciudad cometió la “imprudencia” de exigirle pruebas al fiscal Marcelo Soza, quien no tuvo empacho en afirmar que todas las supuestas evidencias habían sido destruidas por cuestiones de seguridad y, obviamente, por órdenes de autoridades del Órgano Ejecutivo. 

Recientemente el juicio, que se encuentra en la etapa conclusiva, se puso en marcha de nuevo, precisamente cuando algunos líderes opositores de la región comenzaban a levantar cabeza para protestar por la manera grotesca cómo el Gobierno llevó adelante las elecciones judiciales del pasado 16 de octubre. 

Tal como ha sucedido en otras ocasiones, la reanudación del proceso ha servido apenas para echar más sombras sobre este caso, aumentar las sospechas de montaje y por supuesto, para poner en evidencia las chambonadas que cometen los matones disfrazados de jueces y fiscales que tiene a su servicio este Gobierno. El famoso “testigo clave”, Ignacio Villa Vargas, cuyas acusaciones sirvieron para encarcelar a muchos de los que hoy esperan la sentencia, ha señalado claramente ante el juez que todo es producto de un gigantesco embuste con los componentes clásicos del terrorismo de Estado. Todos estos detalles han sido revelados ya por todos los medios, tal como sucedió con el “videosoborno”, las implicaciones del capitán Wálter Andrade, las andanzas de un funcionario de apellido Clavijo y otro Núñez del Prado, pero que han sido ignorados a propósito tanto por el fiscal Soza como por algunos jueces que actuaron en función de órdenes del Ministerio de Gobierno. 

La última payasada jurídica la ha cometido el juez cochabambino que ordenó el traslado de las audiencias conclusivas restantes a la ciudad fronteriza de Yacuiba, con el objetivo de escuchar los alegatos de la defensa de los últimos cuatro imputados. El traslado no solo constituye una extravagancia del funcionario, sino que también es ilegal, ya que este juicio debió ventilarse desde un principio en la jurisdicción de Santa Cruz. El traslado inicial a La Paz y posteriormente a Cochabamba se hizo mediante un decreto que viola el Código Penal y los más elementales principios jurídicos que garantizan un juicio justo. En este caso, se han cometido todas las irregularidades posibles que llevan a la nulidad cualquier determinación que puedan tomar los jueces. 

La grosera manipulación de la justicia que ha ejecutado el Gobierno de Evo Morales en este caso es una muestra fehaciente de lo que es capaz de hacer con el fin de destruir el pluralismo político en este país y asegurarse el monopolio del poder. A partir de la posesión de los nuevos jueces y magistrados, todas estas acciones no solamente quedarán convalidadas sino que se van a multiplicar.

martes, 25 de octubre de 2011

La hora de la verdad

Cristina Fernández ganó la relección en Argentina y lo mismo puede ocurrir en Venezuela, pese a que Chávez –según indican los pronósticos-, tiene ya un pie en el estribo para su cabalgata final. Lo de la mandataria argentina es una excelente noticia para todos los líderes de la región que buscan la perpetuidad en el poder a costa de darle sablazos a la democracia. Muchos creían que la señora “K”, como le dicen, estaba derrotada,  mucho más después de la muerte de su esposo Néstor, considerado un Maradona de la política (sucio, pero goleador). Tantas cosas han dicho y han comprobado sobre la dama, cuya fortuna se ha quintuplicado o tal vez más gracias a su posición en la Casa Rosada. Sufrió derrotas parciales, parecía que su relección era imposible, pero a la hora de la verdad, no aparecieron los contendientes de peso que pudieran hacerle frente a ella y al aparato peronista. Así es que se consolidó un Fidel, un Mubarak, un Gaddafi. Mientras no aparecen  líderes y causas que le hagan frente, pueden pasar 30 o 50 años y…como dice el tango “eso no es nada”.

Tozudez sin límites

 ¿Qué pasará después del Tipnis? Para el Gobierno éste ha sido un conflicto más e intentará por todos los medios sacudirse y volverse a levantar sin que ello implique variar el rumbo, como muchos sectores se lo han planteado para evitar un nuevo periodo de inestabilidad.

Pese a los fuertes remezones que este conflicto provocó en el régimen de Evo Morales, el oficialismo no ha cambiado de discurso y tampoco ha variado su postura soberbia, autosuficiente que lo caracterizado todos estos años. Si el presidente ha dado marcha atrás en su intención de partir en dos el parque Isiboro Sécure, ha sido a regañadientes y obligado por la inmensa presión nacional e internacional, pero que nadie asegure que ha sido por cumplir el famoso eslogan “gobernar obedeciendo al pueblo”.

Mientras llegaba la marcha a La Paz y el pueblo boliviano establecía un nuevo pacto nacional que debería ser la base para la supuesta nueva agenda del “proceso de cambio” (o para la que debió ser desde un principio), el régimen se mantenía con las mismas actitudes y acciones abusivas que ha estado cometiendo y que precisamente han generado en la población el malestar que se expresó el 16 de octubre en las elecciones judiciales y mediante el apoyo a los indígenas marchistas.

Como para que a nadie le queden dudas sobre la intención de seguir con el mismo rumbo que un grupo de aventureros le han marcado a este país, se reinstaló en Cochabamba la audiencia conclusiva del “caso terrorismo”, con las mismas manifestaciones de abuso y atropello a las leyes que han caracterizado a este insólito juicio, que anda recorriendo todo el país en busca de algún juez que se atreva a dictar sentencia sin contar con los más leves indicios de culpabilidad de 39 personas. El mensaje es claro: la crisis política y la derrota originada en el conflicto del Tipnis no significa el abandono de la instrumentalización de la justicia, la principal herramienta que usa este régimen para consolidar el “poder total” a través de la persecución política y la limitación de las garantías constitucionales.

Precisamente porque este proceso de destrucción de la democracia va camino a consolidarse, a pesar de toda la voluntad contraria que pueda expresar el pueblo, es que el régimen gobernante ha ignorado por completo el mensaje de las urnas del domingo 16 de octubre. En cierta forma, el conflicto del Tipnis le sirvió al oficialismo para disimular el fracaso electoral y poner en marcha un dudoso plan de escrutinio de la votación, que no le ha servido sin embargo, para recuperar la legitimidad que hoy está presente de manera muy firme en la conciencia de los bolivianos.

Para el presidente y el pequeño grupo que tiene en sus manos el poder republicano, éste no ha sido más que un tropiezo en el camino que se han trazado. Sus intenciones y sus métodos seguirán siendo los mismos, pues no existe otra manera de instaurar el esquema que figura en las mentes de los intelectuales que seguirán insistiendo hasta el final que la realidad se adecue a sus complejas teoría que, de hecho, han fracasado una y otra vez en muchas partes del mundo. Decíamos hace unos días que el Gobierno ha aguantado tres porrazos muy fuertes y no da señales de cambiar de horizonte. Debemos esperar entonces el siguiente remezón, porque con gente tan tozuda no hay otro destino.
 

lunes, 24 de octubre de 2011

Juicio itinerante

Desde que se produjo el juicio a Jesús, hace dos mil años, que no se
conocía algo tan absurdo como lo que está sucediendo con el
surrealista “caso terrorismo”, que el régimen del MAS no sabe cómo
resolver. El término “De Herodes a Pilatos” queda corto para describir
lo que ha ocurrido con una causa que debió ser radicada en Santa Cruz,
pero que el Gobierno, mediante un decreto, la trasladó a La Paz, donde
ya tenía instalado su bunker para-judicial compuesto por jueces y
fiscales dispuestos a todo. A través de maniobras muy extrañas el
juicio fue llevado posteriormente a Cochabamba, donde la audiencia
conclusiva ya lleva meses en proceso, porque en realidad no existe la
forma de demostrar la culpabilidad de los 39 acusados de intentar
supuestamente crear un grupo subversivo con fines separatistas.
Recientemente, el juez cochabambino Ricardo Maldonado ordenó que el
proceso sea llevado a Yacuiba (Tarija) simplemente para escuchar a la defensa de
cuatro acusados. Faltó poco para que este juicio sea declarado
“itinerante”, más o menos como son los circos que van de pueblo en
pueblo haciendo gala de sus payasadas y sus monerías. ¿O es que le
cabe otro nombre a este derroche de sandeces?

Diez minutos

Dos días después de la llegada de los indígenas del TIPNIS a La Paz y
68 días después de haber iniciado su octava marcha desde el Beni hacia
la sede de Gobierno, el presidente Evo Morales les concedió diez
minutos de su tiempo en la Plaza Murillo, donde miles de originarios
se mantenían en vigilia exigiendo la presencia del primer mandatario.
Después de la paliza que recibieron en Yucumo, después de los insultos
y las acusaciones, los nativos de las tierras bajas se mostraron
humildes con el jefazo. Se aglomeraron ante él, le tendieron la mano y
le ofrecieron muestras de afecto. Los indígenas han conseguido el
apoyo de todo un país. Han logrado que en Bolivia se establezca un
nuevo pacto que incluye a los habitantes de las zonas urbanas, de los
pueblos, las clases medias, los mestizos y los indígenas. El
presidente les concedió esos diez minutos a regañadientes, obligado
por las circunstancias, después de haberles reprochado su presencia en
La Paz, donde nadie puede hacer política más que él. Para la próxima,
tal vez no haya tantas oportunidades para Evo Morales.

Narcos en el TIPNIS

La presencia de narcotraficantes colombianos en el parque
Isidoro-Sécure  es una clara señal de que por detrás hay toda una
industria que viene operando hace mucho y que sólo espera la
consolidación de una carretera para su despliegue internacional,
gracias a una conexión con Beni y Pando, convertida en una plataforma
de exportación de droga a Brasil y Venezuela. Denuncias realizadas por
expertos en Cochabamba indican que, en realidad, el TIPNIS es un
territorio tomado por los cocaleros del Chapare, quienes han
sustituido a las comunidades indígenas por sindicatos, uno de los
cuales, curiosamente de llama “Nueva Orinoca”. Los productores de coca
han conseguido amedrentar a los pobladores originarios, les han
arrebatado sus tierras y los han condenado a emigrar en busca  de
sustento, como les sucedió a los yuquis que merodean por todos lados
hambrientos y tuberculosos. El presidente Morales, que también es
líder de los cocaleros, ha prometido frenar la construcción de la
carretera Villa Tunari-San Ignacio, pero nadie asegura que esa acción
también implique el respeto del TIPNIS, condenado a ser la nueva zona
roja de Bolivia, con o sin carretera.

viernes, 21 de octubre de 2011

Políticos en apuros

¿Alguien extrañó a algún político el miércoles pasado en La Paz? ¿Algún líder del tamaño de Napoleón o de Gengis Kan tuvo tanta fuerza para sacar esas inmensas columnas de gente para saludar a los marchistas del Tipnis, cuando éstos llegaban a la sede de Gobierno? Es obvio que ningún dirigente político tiene suficiente fuerza para movilizar tantas voluntades y se equivocarían también en el caso de que pretendan atribuir el “anulazo” del domingo a uno o más políticos de la oposición. No fueron ellos, ni de manera individual ni colectiva. ¿Quién fue? Fue la indignación, esa misma que corre por Londres, por Madrid, por Nueva York y Buenos Aires y que se moviliza a través del Facebook, del Twitter y otras redes sociales. Ha sido la misma capacidad organizativa que provoca el hastío hacia los mismos vendedores de ilusiones de siempre.  En Bolivia, los indígenas han sido el catalizador, como los fueron los inmigrantes discriminados en Inglaterra, pero es el mismo sentimiento que alguna vez se expresó en el grito: “que se vayan todos”. Cuidado, no hay que mirar con desdén a este fenómeno. En Libia se acaba de llevar a un líder que se creía una deidad invencible.

Diálogo imposible

El Gobierno de Evo Morales jamás ha dialogado con nadie y no sabe cómo hacerlo, ni siquiera cuando tiene a los marchistas del Tipnis en las puertas del Palacio Quemado, después de haber caminado durante 66 días, tiempo en el que pidieron insistentemente la presencia del presidente Morales en la carretera. Ya sabemos que en lugar de diálogo les envió palo, además de un gran derroche de soberbia, expresado en frases como “la carretera se construirá sí o sí aunque estén en contra” o como la propuesta de someter sexualmente a las indígenas para conseguir la aprobación del proyecto.

Durante estos dos meses el Gobierno jamás ha reconocido en los indígenas a un interlocutor válido. Los ha insultado, los ha acusado de intentar derrocarlos, los ha relacionado con el delito, con el imperio y la piratería. De esa misma manera ha procedido con todos aquellos sectores que alguna vez manifestaron cierta disidencia con el régimen. En otras circunstancias los marchistas del Tipnis han podido quedar como terroristas, tal como sucedió con los impulsores de la autonomía en Santa Cruz o presos, perseguidos y algunos conviviendo con los gusanos como les pasó a los pandinos, a los chuquisaqueños y también a los cochabambinos.

El Gobierno no está preparado para escuchar y menos para ceder. La autonomía era una amenaza tremenda para el hipercentralismo que el MAS ha construido en el país; Pando debía caer para darle paso al proyecto geopolítico boliviano-venezolano que tiene al narcotráfico como uno de sus principales componentes y ahora el Tipnis es, por supuesto, el elemento imprescindible del marco estratégico de un régimen cuya política medular se encuentra en la promoción de la coca y sus derivados, para consolidar un Estado de estructura ilegal e informal. Por eso es que las autoridades evaden el diálogo, porque Bolivia está sometida a fuerzas constrictoras de las que es imposible desprenderse. Son compromisos demasiado fuertes en los que hay muchos recursos y proyectos comprometidos.

Los líderes del “proceso de cambio” jamás podrían haber sospechado que las más grandes contradicciones al plan siniestro que tienen preparado para este país pudieran haber surgido desde adentro de la sólida estructura de poder que han construido para respaldar la impostura. Menos hubieran podido visualizar el inmenso apoyo que la causa de los marchistas ha conseguido en los nueve departamentos, respaldo que se traduce automáticamente en un fuerte rechazo al régimen del MAS, que lo pudo constatar de manera fehaciente el domingo en la votación para elegir a las autoridades judiciales.

El Gobierno ahora se encuentra solo y con la misión de convencer a todos que él es el único que tiene la razón, el único que defiende el cambio y que el resto de la nación está equivocada. Tiene el gran reto de mostrarse como el único ente digno, comprometido con los grandes intereses nacionales y defensor de las causas más justas como los derechos de la madre tierra. Debe seguir tratando de demostrar que son los mejores exponentes de la defensa de los indígenas y de su territorio. Su misión es lograr –en circunstancias muy adversas por cierto-, que al menos un puñado de bolivianos siguen creyendo en el Estado Plurinacional. Es por todo eso que, si bien se puede producir un careo entre los indígenas y el presidente, el diálogo, un intercambio sincero que esté destinado a variar el rumbo, a recomponer las cosas, a rectificar y cuando menos, a conseguir la reconciliación nacional, parece tarea imposible.

jueves, 20 de octubre de 2011

Aprender a huir

Me gustaba ver “Next”, un programa de televisión bastante livianito
que les daba la oportunidad a grupos de jóvenes o señoritas, de poder
elegir pareja en cuestión de segundos. A veces, apenas miraban al
candidato (a) le decían “Next” para que pase el siguiente. Un día mi
hija me preguntó qué le veía de bueno yo a esa tontería y le respondí con
otra pregunta: ¿cuánto te tomaría a vos darte cuenta que un chico es
un patán? “Un ratingo nomás”, me respondió. “Ojalá que sepas huir a
tiempo –le dije-, y que puedas gritar bien fuerte: Neeeext”.

Una discusión intrascendente que se sale de los límites civilizados;
una compañía inconveniente; un lugar inapropiado; un “jugoso”
negocito; una oferta “imperdible”. ¿Estamos preparados para huir de
ciertas circunstancias que a veces se muestran seductoras pero que en
en fondo estamos seguros que nos van a conducir al arrepentimiento?
Cada vez que estoy en una aglomeración, por ejemplo, me acuerdo de mi
padre.  Hace mucho que él aprendió a huir de los bullicios y de esas
situaciones que causan alboroto y que siempre son terreno fértil para
la inseguridad. Lo malo es que lo tengo presente cuando ya estoy
arrepentido de haber caído ahí, cuando el agobio, los codazos y los
pisotones ya son inevitables.

Hay ocasiones, sin embargo, que no saber huir a tiempo deja secuelas
mucho más dolorosas que un pisotón y consencuencias con las que tal
vez tengamos que convivir el resto de nuestra existencia.
Lamentablemente son muy pocos los que saben enfrentar las
oportunidades y son demasiados los que no tenemos desarrollado el
“nervio” del escape, que seguramente nos podrían ahorrar más de un
dolor de cabeza. Ojalá fuera eso nomás.

Los tres porrazos

Octubre sigue pintándosele negro para el Gobierno. Si bien se sospechaba que el recibimiento de los paceños  a los marchistas iba a ser significativo, nadie y menos el presidente Morales -que alguna vez recibió el 80 por ciento de apoyo en La Paz-, podía esperar semejante desborde de solidaridad y cariño. Si lo del domingo fue una derrota, lo del Tipnis se convirtió en una sonora bofetada, mucho más dura que la paliza que les dieron precisamente a los marchistas en Yucumo, hace menos de un mes. Han sido tres sopapos en un solo año: el “gasolinazo”, el “anulazo” y el “tipnisazo” y solo del régimen del MAS depende que no haya un cuarto porrazo. Si los operadores gubernamentales siguen negando los resultados del domingo y si esos mismos fantoches continúan con sus amagues de diálogo con los indígenas, con sus trampas y sus engaños, las cosas pueden empeorar. El MAS no tiene cómo defenderse. La única manera es en las urnas. Ya está preparando una consulta sobre la dichosa carretera. Si no lo ha convencido el 65 por ciento de votos nulos, veremos qué pasa en esa nueva contienda. Ese podría ser un camino directo a la autoeliminación.

De la indignación a la solidaridad

El día de la llegada de los marchistas del Tipnis a La Paz, el presidente Morales no salió del Palacio Quemado como acostumbra hacerlo. La cara que le dejó el “anulazo” del domingo estaba impresentable y seguramente desentonaría con la impresionante demostración de solidaridad que le expresaron los paceños que, por lo general, odian las marchas, por el caos que ocasionan en la ciudad.

Los indignados del domingo, aquellos que votaron nulo en las elecciones judiciales, salieron a las calles a saludar, llorar, repartir palabras de cariño, regalar alimentos y ropa. Niños, amas de casa, mujeres de pollera, comerciantes, encorbatados y hombres humildes. Nunca antes se había visto una manifestación similar en el país. Fue muy emocionante e inspirador para toda la población, menos para el Gobierno, por supuesto, que durante todo el día no dejó de hacer incitaciones a la violencia y tratar de “meter los palos en la rueda” con sus aprestos represivos cerca de la Plaza Murillo. ¿Acaso no se convenció en estos 66 días que los indígenas marchistas son gente digna, pacífica y profundamente civilizada?

Los indígenas son como todos esos paceños, que afortunadamente sacaron la cara por un régimen que ha tratado de gestar el odio entre bolivianos, de incentivar el enfrentamiento y que ha convertido a La Paz en un campo de concentración; en el centro de operaciones para poner en marcha sus estrategias de persecución política. Los paceños le han perdido el miedo al autoritarismo del MAS, han sacado a relucir su don de gente, su inmensa vocación democrática y su espíritu libertario. Ojalá que todo eso se traduzca en una nueva manera de relacionarse entre el oriente y el occidente y sobre todo, en una nueva visión del país que hasta ahora ha estado concentrada excesivamente en lo andino, especialmente en lo paceño.

La manifestación ciudadana de ayer no solo ha sido un acto de reconciliación. La Paz se ofreció como regalo para saldar todas las humillaciones que han estado sufriendo muchos bolivianos en los últimos seis años. Cuánta soberbia pisoteada ayer, cuánta impostura amedrentada por el cariño espontáneo de la gente, que volvió a recobrar la conciencia de que todavía existe Bolivia, que aún no ha sido destruida por los que lucran con la división y los falsos resentimientos. Qué rencor puede tener alguien contra esos marchistas que defienden su territorio, que luchan por el aire de todos y que han sido los artífices del rencuentro nacional. La paliza que les propinaron los abusivos y aventureros en Yucumo fue más bien un garrotazo a la cabeza de todos los bolivianos, que han sabido despertar de la obnubilación que habían provocado los cantos del caudillo, que ahora no sabe qué rumbo tomar, porque los sopores que le causa la ira de ver truncados sus apetitos por el poder, no lo dejan pensar.

¿Qué debió hacer el Gobierno para recibir a los marchistas? Cualquiera con el menor sentido de la ubicuidad los hubiera esperado con una ley promulgada que reconoce la inviolabilidad del parque Isiboro-Sécure. Un presidente con ganas de seguir gobernando para todos y que verdaderamente cumple su palabra de obedecer al pueblo, se hubiera tragado su orgullo y hubiese salido al encuentro de los indígenas para pedirles perdón cara a cara, como lo hace todo hombre de bien, que busca el bien para todos. Cualquier otra reacción es buscar el crecimiento de los indignados en Bolivia. Decíamos que ya le perdieron el miedo al régimen, cuidado que le pierdan el respeto.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Sigue el 'Yo no fui'

Sigue el 'Yo no fui' Aquello del “Yo no fui”, que se hizo famoso luego de la paliza a los indígenas, se ha vuelto una epidemia en el Gobierno de Evo Morales. Nadie quiere hacerse responsable del tremendo “anulazo” del domingo y todos le echan la culpa a la desinformación, a los opositores, a la lluvia, a esto y lo otro. Resulta extraño que algunos, como el ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez e incluso el primer mandatario, traten de señalar a la “derecha, reaccionaria, neoliberal, retrógrada y de alma innoble” (palabras de García Linera) como la auspiciadora del masivo voto nulo y blanco del domingo. Lo dicen después de haber asegurado que ya estaba cumplida la famosa etapa (¿la segunda o la tercera?) que consistía en aniquilar a la oposición, que a decir del oficialismo, ya no mostraba signos vitales. Es curioso que después de haber pronosticado ganar con un 70 por ciento la votación para las elecciones judiciales, la gente del MAS se compare ahora con Jaime Paz, por ejemplo, que llegó a la presidencia con apenas el 19 por ciento de la votación. Será culpa de él entonces que ahora tengamos jueces y magistrados vencidos por el Doctor Nulo y la Doctora Blanco.

Del 'gasolinazo' al 'anulazo'

Con esa cara que tenía el presidente el domingo pasado, no se puede gobernar, al menos no de la manera que pretende hacerlo el primer mandatario. Evo Morales no ha podido ocultar el  sentimiento de derrota que le causó el “anulazo” que le propinó la población, aunque de la boca para afuera pretenda hacer ver que “aquí no ha pasado nada” y que las cosas pueden continuar según lo planeado.

La legitimidad, tan cuestionada últimamente por los voceros del régimen, ha sido un concepto del que precisamente se agarró el MAS durante todos estos años para violar las leyes y “meterle nomás” como ordenaba el jefazo desde las tarimas. No puede esgrimir ahora, y sobre todo ahora que toda la credibilidad del régimen se ha ido al despeñadero, que la legitimidad no sirve para nada y tratar de aferrarse a un legalismo absolutamente frágil y vacío. Intentar aferrarse, bajo el manto de la desesperación, a leyes espurias que no han parido más que conflictos y contradicciones, es sin duda alguna, la peor estrategia que el Gobierno puede asumir, después de todo un año de errores garrafales que comenzaron con el gasolinazo, luego con la amnistía a los autos chutos y que terminaron con la tremenda paliza a los indígenas del Tipnis, que dicho sea de paso, están por poner pie en La Paz, para terminar de hacer llover sobre mojado.

Después del gasolinazo el presidente prometió obedecer al pueblo, pero lamentablemente no lo ha cumplido. No lo hizo con el Tipnis y ahora busca la manera de sortearle a un resultado electoral abrumador, el más claro que se haya producido en las urnas en la historia de Bolivia. Tratar de desconocerlo, de negarlo o intentar pasar por encima de una decisión soberana, es simplemente meter la tierra debajo de la alfombra, con el riesgo de que en el futuro, las relaciones entre ciudadanía y Gobierno se pongan aún más tirantes.

Reina la confusión entre las autoridades nacionales. Nadie se pone de acuerdo sobre la manera cómo encarar los resultados, y lo peor de todo es que existen algunas voces que advierten sobre la posibilidad de la manipulación de los datos en el Tribunal Supremo Electoral. Demasiada tardanza en el conteo de los votos; cuestionamientos hacia los responsables de la elección; algunas maniobras dudosas como llevar las actas de escrutinio de Santa Cruz a La Paz; aquel episodio de las dos pobres mujeres embarazadas que fueron encarceladas por ejercer su derecho ciudadano al control del voto, todo eso incrementa el malestar de la gente, que contempla azorada cómo los operadores políticos intentan hacer lecturas estrafalarias de un acto electoral que no admite la más mínima confusión.

Por primera vez en el año el presidente y sus ministros deben asumir una conducta responsable. Deben despertar de su obnubilación, de esa borrachera de poder que los llevó a quemar etapas y a salirse de la pista. El Gobierno ya no es el del 2008; en un año han pasado demasiadas cosas. En Bolivia diez meses es demasiado tiempo y para un liderazgo, aún tan importante como el de Evo Morales, la suma de tantos errores, esa actitud de tanta confrontación con el pueblo y de  desobediencia hacia los mandatos que emanan del soberano, puede llevarlo al fracaso total y sabemos lo que eso significa en este país tan complejo.

martes, 18 de octubre de 2011

Octubre Negro

Ocho años después de aquellos fatídicos sucesos que dieron cuenta de la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada, Evo Morales, uno de los artífices de las revueltas, también tuvo su “Octubre Negro”. Ocurrió sin muertes, sin violencia, sin gases y sin bloqueos. Ha sucedido con el mejor instrumento que la democracia ha podido inventar en todos estos siglos. Con la misma herramienta que utilizó el jefazo para acceder al poder y ratificarse en varias ocasiones: el voto. Este octubre negro es diferente no solo por ese factor. Al presidente Morales nadie le ha dicho que se vaya como lo hicieron en el 2003 con Goni, cuando tuvo que escapar a bordo de un helicóptero porque de lo contrario lo hubieran asesinado. A Evo Morales, la gente le ha dicho que puede quedarse hasta el 2014, hasta que finalice su mandato. También le ha manifestado que tiene que cambiar el rumbo de su Gobierno; a la gente no le gusta la imposición ni la dictadura. Es posible que el presidente actual responda con la misma soberbia que lo hizo Sánchez de Lozada en el 2003. Ahí las cosas pueden cambiar, mejor dicho…pueden tomar una ruta paralela.

Santa Cruz sigue de pie

El espíritu de la gente que vive en Santa Cruz sigue firme, pese a todos los ataques que le ha tocado sufrir a esta región, desde todos sus flancos. Nadie se ha rendido, el miedo no se ha apoderado de esta sociedad, que permanece a la espera de que alguien retome las banderas de la democracia, de la autonomía, de la lucha por la libertad.   

Pese a que ninguno de los líderes cruceños, o de los que al menos ostentan ese título, fue capaz siquiera de sumarse a las campañas que han estado promoviendo la defensa de la Justicia, que en otras palabras, significa salvar el último reducto que le queda a la democracia e impedir la consolidación de una dictadura, la ciudadanía cruceña ha sido otra vez la más clara y la de mayor convicción a la hora de expresarse en las urnas el pasado domingo.   

La cantidad de votos nulos en Santa Cruz ha sido la mayor del país. Ha sido el único lugar donde estos sufragios consiguieron la mayoría absoluta y que sumados a los votos blancos alcanzan casi el 75 por ciento, un poco menos que aquel 83 por ciento que se expresó por las autonomías, esas que nadie supo cuidar y proteger y menos hacerlas avanzar.

Eso explica todo el odio y el resentimiento que el régimen de Evo Morales ha derramado sobre esta tierra en los últimos seis años; toda la saña con la que ha perseguido a sus líderes; todo el tiempo y los recursos que ha invertido para  dividir a la gente, para amedrentarla y exigirle una fidelidad que no se da porque en Santa Cruz sigue palpitando el más genuino espíritu democrático que se expresa en su diversidad y multiculturalidad.  

Los resultados del domingo son una bofetada, no solo para el Gobierno, que seguramente está dispuesto a continuar ajustando las clavijas, sino también para las élites cruceñas que creyeron que su genuflexión provocaría un efecto por imitación en el resto de la ciudadanía. Para la población, sin lugar a dudas y para los diferentes sectores, es la señal más clara de que Santa Cruz necesita levantar nuevamente la cabeza, despertar de la modorra y pensar más que nada en las nuevas formas, las nuevas estructuras y, por supuesto, en los nuevos hombres y mujeres que estén a la altura de ese 75 por ciento que ha sido  una manifestación de coraje y determinación.

Y si miramos a los números del resto del país, otra vez surgen Tarija, Chuquisaca, Pando y Beni, mostrando el mismo rechazo a la impostura, aunque esta vez surgen también La Paz y Potosí con una contundencia nunca sospechadas por los aspirantes a dictadores. Esto configura una Bolivia que comienza a recobrar su vocación democrática luego de un periodo de letargo causado por las promesas de un cambio que nunca se asomó por el horizonte nacional.

De la misma forma que el conflicto por el Tipnis ha sido un gran catalizador del encuentro entre bolivianos que tanta falta nos hace, los resultados del domingo pueden servirle a Santa Cruz y al país para recobrar las fuerzas que nos ayuden a retomar los esfuerzos de construcción de la democracia, un camino que empezó en 1978 con muchos recodos y pedregales. Está claro que el régimen actual seguirá persistiendo en su afán de aniquilar el sistema democrático, aunque ahora todos debemos estar convencidos de quién será el vencedor final.

lunes, 17 de octubre de 2011

Su señoría, el Voto Nulo

El mejor juez de la democracia resultó ser el pueblo boliviano, que no solo una vez ha demostrado que no se deja meter los dedos a la boca por nadie. Los magistrados electos, al menos los únicos que tienen legitimidad en este momento son, “su señoría el Voto Nulo” y el “excelentísimo Voto Blanco” que también hizo su brillante aparición en la jornada de ayer. Otro que reapareció este domingo fue “don ausentismo”, un fantasma que hacía mucho no asomaba en los actos eleccionarios de Bolivia. No hay duda que, de todas, la de los que no fueron a votar, porque no quería ni siquiera con ningún tipo de gesto, convalidar el acto amañado de ayer, fue la expresión más espontánea, la que refleja el verdadero sentimiento de rechazo o cuando menos, de indiferencia frente a las propuestas del Gobierno. De cualquier forma, en conjunto, ha sido un veredicto impresionante que con toda seguridad será la misma población la encargada de ejecutar. Lamentablemente, el presidente Morales se hizo soberanamente el desubicado anoche cuando brindó un mensaje al país. Ya tendrá el mismo pueblo la oportunidad de convencerlo más adelante.

Democracia arrolladora

El Gobierno del MAS quería que las elecciones fuesen históricas y lo ha conseguido, pero con resultados totalmente adversos a los esperados por el oficialismo. Nunca antes en la historia de Bolivia, tanta gente había expresado con tanta contundencia su postura sobre algún aspecto de la realidad. El propio presidente Morales, que obtuvo un triunfo inédito en el 2005, ha sido superado por esta manifestación democrática que expresa con suma claridad la convicción del pueblo boliviano.

Ha ganado la democracia; han sido derrotados la imposición y el intento de instaurar en Bolivia un nuevo modelo de dictadura disfrazada, que durante los últimos años ha estado buscando constantemente la ratificación mediante eventos plebiscitarios. Pese a que no es la primera vez desde el 2006 que el soberano se manifiesta por la vigencia del pluralismo político y el estado de derecho –lo hizo en las elecciones de abril de 2010-, esta vez lo ha hecho de una manera que le impide al régimen de Evo Morales soslayar los resultados o tratar de taparlos con medidas purgativas como aquella ley corta que dio cuenta de decenas de alcaldes y algunos gobernadores de la oposición que le dieron un tremendo revés electoral al MAS.

Sería nefasto que, conocidos los resultados de la jornada dominical, el régimen intente minimizar el mensaje que le está enviando la ciudadanía y persista en su proyecto de avanzar en el copamiento de los poderes republicanos. En este caso, el pueblo ha salvado al Poder Judicial, el más importante de todos, el que tiene la misión de equilibrar el poder, controlarlo, proteger los derechos de las personas, vigilar que este y cualquier gobernante respete su misión principal de cumplir y hacer cumplir las leyes.

Los aventureros que han estado manejando los hilos del poder en estos años y que a toda costa trabajan para construir una dictadura estalinista en Bolivia, no pueden seguir inventando figuras, jugadas y estrategias para continuar en su ruta. Ya no pueden tapar el sol con un dedo, la gente los ha puesto en evidencia; sus graves errores son los culpables de que hoy, una administración que estaba llamada a hacer cambios sustanciales en el país, esté pisando las cornisas de la deslegitimación, un paso previo a la inestabilidad. Lo primero que hizo el vicepresidente ayer, al inicio de la jornada electoral, fue tratar de dividir las aguas. Él no quiere sentirse parte de esta derrota, pese a que seguramente es el principal artífice. El presidente Morales debe darse cuenta de que la próxima manifestación popular será mucho más clara aún y, naturalmente, el destinatario no va a ser más que él.

Qué valor pueden tener esos jueces y magistrados derrotados por el inmenso rechazo popular. Qué legitimidad puede tener la nueva administración de justicia que ha prometido el oficialismo. No se trata solo de rechazar nombres que, de  hecho, deberían renunciar antes de tomar la toga y el mallete. Ellos son apenas unos instrumentos, pequeños eslabones del absolutismo que busca imponer el MAS. Lo que ha fracasado es todo el proceso –que debería anularse obviamente-, y sobre todo, se ha consolidado definitivamente el rechazo a todo un proyecto político que desde hace mucho ha perdido el rumbo, sus ideales y, por lo visto, también su base política.

domingo, 16 de octubre de 2011

La nueva agenda

Ya le han dicho al presidente Morales que si quiere pensar en una nueva agenda política para los próximos años, que primero arregle todo lo que hizo desde que asumió la presidencia en el 2006. Nadie sabe cuánto podría tomar componer el país, la economía y las relaciones entre los bolivianos, pero está claro que esa podría ser no solo la agenda para todo el tiempo que le reste al MAS en el poder, sino para varios de los sucesivos gobiernos, si es que se dieran y si es que todavía existe Bolivia, al menos algo que se parezca a un país viable. Pero ya que habla de nueva agenda, habría que ver qué propone el jefazo. Por ejemplo, si es que va a dejar de dividir a los bolivianos, si es que va a abandonar la persecución política, si es que ya no incitará más al enfrentamiento, si es que ya no apelará más a la demagogia, al incentivo del populismo, a la promoción de los cultivos de la coca y de otras actividades ilegales, si es que ya no prohibirá las exportaciones ni atacará a los productores, si es que va a respetar la libertad de prensa y el pluralismo político, bienvenida la nueva agenda.

Nuestra justicia

 
Nuestra justicia ha sido siempre de lo peor. Eso cobró fama mundial y nadie puede afirmar lo contrario. Pero seguramente nunca ha estado peor que ahora. ¿Para qué quiere el Gobierno del MAS cambiar la justicia? Esa es la pregunta de fondo que deben hacerse todos los bolivianos a la hora de emitir su voto este domingo.   

En lo del Tipnis y la carretera que ha despertado tanta polémica y tantos conflictos en los últimos meses, el Gobierno encabezado por Evo Morales no ha respetado ni una sola de las leyes que el Estado debía cumplir antes de ordenar que los tractores abran las brechas y los ingenieros y obreros de una empresa extranjera tomen las herramientas para iniciar una obra que supone la violación de un territorio indígena protegido por varias normas y específicamente por la Constitución Política del Estado, cuya premisa fundamental fue la inclusión social y el paradigma de lo “plurinacional” dirigido hacia el respeto del hábitat, las costumbres y la cultura de 36 naciones originarias a las que se les reconoce la propiedad inviolable de buena parte del territorio nacional. 

El Gobierno no hizo un estudio de impacto ambiental, no llamó a licitación, no cumplió con la consulta previa a los pueblos indígenas y para colmo, ha suscrito un contrato que está sujeto a las leyes de una nación vecina, que además de imponer sus condiciones y sus intereses, por encima de las demandas y las leyes bolivianas, presiona insistentemente para que el presidente boliviano cumpla con su promesa de abrirles paso por el Tipnis.

Para colmo, hoy el régimen pretende subsanar toda esa cadena de atropellos con una nueva norma que viola la carta magna y que por encima de todo, está sujeta al capricho del caudillo, quien ha aclarado que los resultados de la consulta establecida por la insólita figura legal no tendrá carácter vinculante, es decir, que se aplicará solo si le da la gana al Presidente. 

¿Qué va a pasar si el régimen de Evo Morales consigue imponer un nuevo poder judicial compuesto por militantes y exfuncionarios del Gobierno que claramente están inclinados por el oficialismo? Es obvio que todos estos funcionarios, de la misma manera que lo hacen  los miembros de la Asamblea Plurinacional, los integrantes del Ministerio Público y de todos los organismos llamados por ley para ejercer el control y la supervisión del ejercicio del poder, van a avalar todas las acciones que ha perpetrado el régimen no sólo en el caso del Tipnis, pues en estos seis años han abundado los ejemplos de violaciones al ordenamiento jurídico. De hecho, hasta la propia Constitución está llena de irregularidades y el sello imperante del “proceso de cambio” ha sido “meterle nomás y que luego legalicen los abogados”. 

Precisamente son estos jueces elegidos descaradamente por el MAS y sometidos a una votación cargada de sospechas de fraude, los abogados ideales de los que hablaba el primer mandatario aquella vez. Curiosamente, justo hoy el régimen prefiere abandonar el discurso de la legitimidad que ha estado usando para justificar sus atropellos y apela a un legalismo con pies de barro. 

El Gobierno del MAS podrá imponer sus jueces porque, de hecho, ha estado tratando de hacer valer la idea de que con solo 131 votos convalidarán el triunfo de los diferentes candidatos. Lo que no va a poder es evitar las consecuencias posteriores y pagar la factura por haber pisoteado con tanto abuso los valores democráticos, las leyes y los derechos de las personas. Lo deseable sería que la ciudadanía comprenda después de esta traumática experiencia que mientras en el país no impere el estado de derecho, las posibilidades de salir del atraso seguirán muy lejanas.

sábado, 15 de octubre de 2011

La receta alemana

Hace unos días estuvo en Santa Cruz Frank Spengler, uno de los máximos responsables de la Fundación Konrad Adenauer, organización que dedica muchos esfuerzos a difundir los valores de la democracia, especialmente de la “Economía Social de Mercado” un sistema que explica el “milagro” alemán después de la Segunda Guerra Mundial y por supuesto, el “milagro” actual, pues Alemania es de los pocos países europeos que mira de palco cómo otras naciones como España, Irlanda, Francia y Grecia sufren penurias por la crisis internacional. Spengler expuso el “abc” del paradigma político económico de su país y fundamentalmente dijo que todo se basa en la libertad, la apertura económica y la democracia. Desgraciadamente, Bolivia no tiene ninguno de los diez requisitos para aspirar a un esquema que lo encamine…no digamos a convertirse en una nueva Alemania, sino por lo menos a imitar a Chile o Perú. ¿Cuál es la receta?, le preguntaron. “Elegir bien a los gobernantes y si no funciona, probar con otro y así sucesivamente”, fue la respuesta.

viernes, 14 de octubre de 2011

Valientes $oldado$

El presidente Morales no pierde la ocasión para atacar a la ONU. Le ha dicho de todo y últimamente la ha acusado de complicidad en el hostigamiento internacional contra su cuate, el tirano libio Muammar Gaddafi. Si fuera coherente en todo lo que dice, el Gobierno, “su Gobierno”, no debería enviar más soldados bolivianos a Haití y a otros destinos para reforzar los contingentes de cascos azules (de la ONU) que cumplen misiones de pacificación. Apenas unas semanas después de haber despotricado contra las Naciones Unidas en Nueva York, el Gobierno está por enviar en estos días el noveno relevo de 205 militares al país caribeño, azotado por las terribles consecuencias del terremoto que destruyó gran parte del país y mató a más de 200 mil personas. Los militares bolivianos, que apoyan a pie juntillas las políticas del MAS y que se han declarado antiimperialistas y socialistas de puño levantado y grito guevarista, deberían exigirle al jefazo que en lugar de Haití o el Congo, los envíen a Libia a defender al líder que comulga con sus ideales ¿O es que lo hacen por los dolaritos extra que reciben? ¿No alcanzan los que manda Chávez?

Nueva agenda para el cambio de verdad

Resulta cómico que el presidente Morales declare cumplida la “Agenda de Octubre” dos semanas después de haberle propinado la peor pateadura a los indígenas del oriente boliviano y después de seguir insistiendo en burlarse de ellos con leyes inconstitucionales que pretenden abrir el camino para dejarlos en la cochina carretera.

La “Agenda de Octubre” tenía como premisa principal la inclusión social y en segundo lugar, redactar una nueva Constitución Política del Estado que incorpore a los pueblos indígenas y a otros sectores en la vida del país. Precisamente fueron los mismos originarios que hoy marchan hacia La Paz los que abrieron la ruta de la Constituyente y los que consiguieron que se incluya en el texto el respeto pleno a sus territorios, que por cierto, ya había sido reconocido por los “gobiernos neoliberales”.

Cómo es posible que se pretenda patear el tablero, marcar una nueva agenda, si no se ha cumplido ni uno solo de los puntos que debían marcar el proceso de cambio. Existe una nueva constitución, pero el primero en pisotearla es justamente el Gobierno; se hizo la nacionalización para conseguir que el gas sea para las bolivianos y se inicie la fase de la industrialización de los hidrocarburos, pero cada vez hay menos gas para nosotros, pues la mayor parte se la están llevando los brasileños, a quienes no se les puede fallar, aún a costa de dejar insatisfecho el mercado interno. ¿Industrialización? ¿producir tapas de garrafas y cartón? ¿qué pasó con la petroquímica, con la siderurgia, el litio? El único rubro industrial que ha adquirido competitividad en los últimos seis años ha sido el narcotráfico, pues cada día produce más, con instrumentos más modernos y en espacios más reducidos.

Acorralado por las protestas, por el malestar  y por una credibilidad irrecuperable, el presidente manda a organizar una multitudinaria manifestación cuyo único fin podría ser el de levantarle el ánimo y satisfacer el histrionismo del caudillo. En ese contexto, el presidente no solo declara que el proceso de cambio ya se ha consolidado, sino que establece la necesidad de otra agenda. Es posible que el primer mandatario se esté refiriendo a las nuevas urgencias que han surgido después de más de un lustro de descuidar por completo la economía y los problemas sociales. A lo mejor en su agenda está luchar contra los apagones que han comenzado a generar pérdidas millonarias en las industrias de Cochabamba y Santa Cruz; tal vez buscar una solución a la crisis alimentaria que se ha generado a raíz de las restricciones impuestas por el Estado Plurinacional; sigue pendiente la refundación de YPFB, solo que ahora es necesario además, recuperar las inversiones y reactivar la producción de gas y de hidrocarburos líquidos que han disminuido hasta en un 35 por ciento. ¿Cuál es la nueva agenda? ¿el gasolinazo? ¿el narcotráfico? ¿autos chutos? ¿frenar o seguir estimulando la economía ilegal?

Desde el punto de vista social, es mucho lo que se habla, pero solo hay que revisar un poco los datos del presupuesto y cualquiera se puede dar cuenta que la plata no se ha destinado precisamente a derrotar a la pobreza, que en su parte estructural sigue intacta. El empleo, la educación, la salud, la marginalidad, la inseguridad continúan mostrando la misma realidad de siempre. Si son esos los temas que va a agendar por fin el Gobierno, bienvenido el cambio.