Octubre sigue pintándosele negro para el Gobierno. Si bien se sospechaba que el recibimiento de los paceños a los marchistas iba a ser significativo, nadie y menos el presidente Morales -que alguna vez recibió el 80 por ciento de apoyo en La Paz-, podía esperar semejante desborde de solidaridad y cariño. Si lo del domingo fue una derrota, lo del Tipnis se convirtió en una sonora bofetada, mucho más dura que la paliza que les dieron precisamente a los marchistas en Yucumo, hace menos de un mes. Han sido tres sopapos en un solo año: el “gasolinazo”, el “anulazo” y el “tipnisazo” y solo del régimen del MAS depende que no haya un cuarto porrazo. Si los operadores gubernamentales siguen negando los resultados del domingo y si esos mismos fantoches continúan con sus amagues de diálogo con los indígenas, con sus trampas y sus engaños, las cosas pueden empeorar. El MAS no tiene cómo defenderse. La única manera es en las urnas. Ya está preparando una consulta sobre la dichosa carretera. Si no lo ha convencido el 65 por ciento de votos nulos, veremos qué pasa en esa nueva contienda. Ese podría ser un camino directo a la autoeliminación.
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