Santa Cruz ha ingresado en un estado de emergencia por el peligroso avance de la gripe A, cuando en realidad nunca debió abandonar la situación de alerta, desde que esta patología comenzó a diseminarse por todo el mundo hace un par de años.
Alguien debería dar explicaciones, ya sea la Gobernación, el Ministerio de Salud o el Municipio y decirnos qué pasó con los sistemas de prevención que se activaron con mucho éxito en las gestiones pasadas pero que terminaron relajándose con el tiempo. Las consecuencias de la desidia están a la vista. Hay un muerto confirmado por esta patología y miles de personas con los síntomas característicos han colmado los centros asistenciales que nuevamente sacan a relucir sus graves carencias, falta de personal y un sinfín de problemas que agravan la situación.
Lamentablemente es como haber comenzado de cero, como si nada hubiera pasado en los años anteriores. Los colegios han tenido que suspender las clases y cuando el agua parece llegarnos al cuello, reaparecen las campañas, los barbijos, las recomendaciones y toda esa acción ciudadana que nunca debió ser descuidada. Se observa que la población no ha alcanzado la conciencia necesaria sobre los peligros que implica la gripe A, un fenómeno que debió ser detectado oportunamente por las autoridades municipales y departamentales, para activar a tiempo los mecanismos de comunicación, hasta conseguir que cada uno de los habitantes conozca las maneras de evitar el contagio, sepa qué hacer, dónde acudir y cómo proceder. Es obvio que nada de eso ha ocurrido y la responsabilidad es de las autoridades locales, que ahora pegan el grito al cielo porque la situación se les ha desbordado.
La falta de prevención es un asunto patológico en nuestro medio y eso no solo se refleja con la gripe A y el dengue, las eternas amenazas que se yerguen sobre la ciudad, pero que a pesar de ello no logran activar el nervio previsor de los responsables del área. Si observamos lo que ocurre con el Sida, con la tuberculosis y con otras graves enfermedades que tienen a Santa Cruz en el primer lugar de los afectados en el país, se puede concluir que hay graves fallas en todos los niveles en lo que respecta a la política sanitaria. Es inaudito que nuestra región esté primero en todo, en alcoholismo, en embarazos no deseados de adolescentes, en abortos, en drogadicción. ¿Quién atiende estos problemas sociales? A lo mejor no tienen dueño o habría que buscarlo, porque resulta evidente que lo está haciendo muy mal.
La Gobernación del departamento ha emitido una declaratoria de emergencia y ha aprobado un presupuesto especial destinado a atender la coyuntura. No hay duda que todos han comenzado a moverse y muy rápido para evitar más muertes y más afectados. Lo deseables sería, sin embargo, que además de esta capacidad de reacción, las autoridades pongan en marcha estructuras permanentes de monitoreo, de gestión y alerta temprana. Si la población no entiende, hay que seguir insistiendo a toda costa con los mensajes adecuados, ya que el componente ciudadano y la toma de conciencia son las principales armas de defensa y lamentablemente no se han activado.
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