El Gobierno sabe lo que hace cuando decide otorgarles un bono de mil bolivianos a cada uno de los funcionarios públicos del país, que en conjunto suma alrededor de 7 millones de dólares. El Gobierno sabe que “la pega” ya no es garantía de lealtad y por eso es que recurre a una propina, a un soborno extraordinario, para impedir que hasta los que debieran ser los más incondicionales cambien de bando. El Gobierno ve lo que está ocurriendo y por eso reacciona con extremada desesperación. Por ejemplo, el Gobierno calculó que los pobladores de Caranavi iban a recibir a pedradas e insultos a los indígenas del Tipnis a los que les falta menos de 160 kilómetros para llegar a La Paz. Resulta que los caranaveños pagaron banda, reventaron cohetes y quedaron con callos en las manos de tanto aplaudir. Por momentos parecía exagerada la efusividad de la gente, pero hasta esas expresiones tan desbordantes son el resultado de lo mal que estuvo el régimen con su represión, de la que todavía no puede desembarazarse. Visto así, obviamente no es exagerado comprarse unos miles de funcionarios que no saldrán a aplaudir a los marchistas el día que lleguen a La Paz. Del resto no sabemos.
Nunca dejes de acosar a los cómodos, amigo.
ResponderEliminarSaqué esa foto de tí en la hamaca! Qué bueno! Perdí, sin embargo, la foto en caballo hablando por celular. La borré por error. Qué pena.