Otro funcionario de YPFB ya sabe que puede acabar en la cárcel pese a
que alguien tal vez le aseguró que su puesto estaba blindado (o al
menos así lo creyó él). El alcalde masista de Buena Vista ya sabe que
puede acabar como el jefe de la Alcaldía que él mismo ayudó a
destituir, de la misma forma que le ocurrió al bailarín de Warnes que
fue a dar a Palmasola y terminó berreando ante las cámaras de
televisión cuando lo que a él le gustaba era reírse de todo, incluso
de la democracia. Ya todos saben que no son invencibles, intocables e
insustituibles, como se los contó el presidente Morales. El mismo es
el ejemplo más vivo de la vulnerabilidad. El oficialismo podría
argumentar que es el Gobierno el que sanciona a los que incumplen las
normas, pero no es así. Se trata de la actuación de fuerzas que van
mucho más allá de las personas y las instituciones. Es el abuso del
poder que se enfrenta con el efecto rebote, con la reacción de los que
creen que les ha llegado el turno y la ocasión para hacer lo mismo que
vieron en otros. Pero es bueno que sepan lo que les puede ocurrir.
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