martes, 31 de diciembre de 2013

¿Donde está la oposición?

El oficialismo acaba de aprobar una de las leyes más controversiales y lo hizo en tiempo récord, como es su costumbre, sin haber dado tiempo ni siquiera a una voz de advertencia de la oposición, cuya presencia en la Asamblea Legislativa parece haber quedado reducida a la nada, al silencio, al vacío o tal vez a una actitud que cada vez se parece más a un acto de connivencia o cuando menos funcionalidad. 

Nos referimos a la Ley de Empresas Públicas, que en términos muy simples pero muy claros y contundentes, estimula, reglamenta e institucionaliza la discrecionalidad en el manejo de las entidades estatales, pese a que este ha sido justamente el punto más débil de la administración masista, que no consigue ahuyentar los fantasmas de la corrupción, la ineficiencia, la politización, los supernumerarios y tantas otras flaquezas que en el pasado provocaron la quiebra, obligando al cierre y/o el traspaso a manos privadas. 

La nueva ley le otorga un fuero especial a las empresas estatales, quedando libres de las normas y procedimientos anticorrupción, al margen de la Ley Safco y por supuesto, con la libertad de hacer compras y contrataciones sin licitación y sin mayor control que “sentido político” de los dirigentes a cargo. Es más, cualquier irregularidad, como la que se produjo con el escándalo de YPFB, los tiros, el muerto y el presidente de la petrolera tras las rejas, deberá permanecer en secreto  según lo dicta la ley, que establece nuevas cláusulas de confidencialidad cuya violación puede mandar a la cárcel al denunciante. 

¿Cómo es que ningún opositor hizo escándalo en los medios de comunicación para denunciar semejante atentado a la política, a la cosa pública y al corazón mismo de la democracia, sinónimo de respeto a las leyes y transparencia? ¿No se enteraron? ¿O es que callaron por una cuestión estratégica, pues el poder empresarial, muy emparentado a ciertos grupos opositores se constituiría en uno de los beneficiarios de esta suerte de libre albedrío administrativo? 

Algunas encuestas son adversas hacia el Gobierno, pero no son menos lapidarias con la oposición a la que le reprochan esta dejación de fiscalización, una responsabilidad que deben ejercer por ley y por mandato de la ciudadanía que les confió el voto. Es verdad que son tiempos difíciles, pero también lo son para esos pocos que siguen denunciando persecución política; para el reducido espacio de prensa libre que queda en el país; para la Iglesia que sigue pregonando desde sus púlpitos y para algunas organizaciones no gubernamentales que han pasado a ser los nuevos enemigos del régimen. Lo es ahora y mucho más en tiempos de dictadura, cuando hubo que arriesgar el pellejo para exigir libertad. 

Una encuesta realizada recientemente en las cuatro ciudades más pobladas del país indica que casi el 60 por ciento de la ciudadanía rechaza el trabajo de la oposición, un dato que se entiende muy bien en este contexto del que hablábamos al principio, con un oficialismo jugando como actor único en el terreno político. Esta cifra resulta altamente contradictoria con la elocuencia y la impetuosidad que tratan de mostrar algunos opositores lanzados ya al terreno electoral. Seguramente tendrán que hacer muchos cambios de actitud antes de que se ganen la credibilidad de los bolivianos.

Orgullo boliviano

Al mayor experto en economía del país le costó bastante entender la diferencia entre los tipos de harina, hecho que explica por qué no se puede sustituir el pan de batalla por un cuñapé. Mucho más difícil fue explicarle que la soya que se cultiva en Bolivia no solo es alimento para los chanchos y seguramente a él y a todos los entendidos en números todavía no les entra en la cabeza la importancia que constituye para un país la producción de alimentos. Para hablar muy simple, resulta más estratégico que tener un satélite o que organizar el Dakar, por citar los dos últimos grandes orgullos nacionales. A ellos debería preocuparle que la importación de alimentos siga incrementándose y no en pequeñas proporciones, como la increíble inflación cero de la que se está hablando. De acuerdo a los datos del INE, de enero a noviembre del 2013, la compra de comida del exterior subió en un 13 por ciento respecto del mismo periodo del año anterior. En algunos artículos como alimentos básicos, el crecimiento es alarmante y supera el 62 por ciento, algo que sin embargo ya no sorprende en los mercados, pues desde hace mucho se consigue más fácilmente papa y cebolla peruanas en lugar de las nuestras.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Discursos de guerra

Los últimos ocho años nos han enseñado que el MAS nunca se expresa en sentido figurado y cuando habla de “enterrar”, lo más probable es que esté refiriéndose a una alternativa más o menos parecida a la que aplicó en Pando en el año 2008, donde el régimen cumplió su promesa de mandar a Leopoldo Fernández a “convivir con los gusanos” luego de que el exprefecto saliera victorioso en el referéndum revocatorio de agosto de ese año.

En teoría, el oficialismo luce imbatible para las elecciones del 2014, al menos eso dicen algunas encuestas que hablan de un repunte aún mayor luego del anuncio del doble aguinaldo. No se explica entonces por qué el Gobierno no solo decidió postergar el pago de ese beneficio, sino que jamás volvió a mencionarlo en las tarimas. Es más, nadie entiende por qué se apela a un discurso tan belicista en plena Navidad y se anuncia el “entierro de la derecha”, siendo que el MAS tiene una victoria asegurada para el 2014, con el 70 por ciento, según palabras del presidente Morales.

Ya lo habíamos advertido en este mismo espacio. Existe una tendencia marcada a retornar a los mismos escenarios de confrontación del 2008 y obviamente, las amenazas recientemente lanzadas van en ese sentido y con los mismos objetivos de aquel entonces, arrasar y copar el poder a cualquier costo, azuzando de esta manera a ciertos movimientos sociales a “no permitir el avance de la derecha”, instigación que hace cinco años derivó en hechos como Porvenir, el cerco a Santa Cruz y otros hechos lamentables.

Es verdad que estas estrategias le han permitido al oficialismo ejercer el poder sin control y gozar de amplias facilidades para aplicar sus reformas; sin embargo, ha quedado claro que desde el punto de vista del apoyo popular, el resultado ha sido radicalmente distinto.

Recordemos que del 2005 al 2009, el MAS obtuvo una y hasta dos victorias por año en las urnas, pero desde que produjo la aprobación de la nueva constitución y la posterior reelección presidencial, solo ha experimentado una derrota tras otra y eso se debe a que la población no acepta el modelo autocrático que busca perpetuarse en el poder.

No es la primera vez que el Gobierno hace amenazas públicas de este talante. “No vamos a dejar que levanten cabeza”, les dijo a los líderes de Santa Cruz; “Vamos construir la carretera del Tipnis aunque se opongan” y así como estas arremetidas han fracasado, se frustró también la reforma judicial basada en las elecciones de magistrados y el copamiento del poder en el Beni, en Sucre y otros distritos, donde ha quedado demostrado que los bolivianos tienen una vocación democrática con la que el Gobierno debería sintonizar.

Pero en esta tarea de recuperar la democracia y rehabilitar las garantías constitucionales, no solo la administración gubernamental tiene mucho que ver, sino también las fuerzas opositoras, que hoy en día están brindando un espectáculo reprochable a través del divisionismo y la confrontación inútil que tienden a dispersar las opciones y contribuir de esa manera a la consolidación de la alternativa autoritaria.

Ley antiestado

La ley número uno de democracia está dirigida a los gobernantes y a todos quienes ejercen alguna responsabilidad pública: “Cumplir y hacer cumplir las leyes”. Al presidente se le llama “Primer Mandatario”, porque justamente es el principal portador de esta orden, en otras palabras, debería ser el primer obediente de esta norma suprema. En las democracias más fructíferas, aquellas que han permitido a gente salir de la pobreza, de la corrupción, del abuso, de la injusticia y de otros tantos males que nos aquejan, las leyes son más duras con las autoridades, pues se trata de ponerlas al servicio de la gente y sobre todo, proteger a la población de los excesos de quienes ejercen el poder. Pero el Estado Plurinacional, siempre tan revolucionario, acaba de promulgar una ley totalmente contraria a este concepto, único capaz de construir un Estado de Derecho. La ley de empresas públicas le otorga un fuero especial a las compañías estatales, las libera de la Ley Safco de control del manejo estatal y elimina muchos elementos de fiscalización, además de que facilita la compra de bienes y la contratación de servicios públicos, lo que prácticamente elimina de cuajo el concepto de “licitación”. La cereza sobre la torta: cualquier ejecutivo de una empresa estatal que por conciencia o por algún lapsus, informe sobre casos de corrupción o ineficiencia, podrá ir a la cárcel.

sábado, 28 de diciembre de 2013

El árbol y sus frutos

Hay delitos que no se pueden combatir de manera puntual. Los linchamientos, por ejemplo, suman y siguen porque hay todo un contexto político y social que los favorece, a nombre de una falsa reivindicación cultural de la “justicia comunitaria”. Lo mismo pasa con la toma de tierras, la invasión de minas y el contrabando. También hay otros delitos muy graves que siguen aumentando, a pesar de que se han dictado leyes específicas. Uno de ellos es la trata de personas, problema que según los datos de la Policía y la Defensoría del Pueblo, se ha incrementado en un 40 por ciento entre 2011 y 2013, insistimos, pese a las nuevas normas, a las campañas y a todos los esfuerzos que se puedan hacer desde el punto de vista institucional. Sin embargo, la actividad delictiva, que es un negocio como cualquier otro, siempre encuentra sus formas para expandirse y diversificarse. Y así como hay trata de personas, también florecen los secuestros, los ajustes de cuentas, los esquemas financieros ilegales (moto-préstamos), los asaltos en las carreteras y la prostitución. Como verá, todo esto tiene detrás de sí un solo nombre y se llama mafia del narcotráfico, tipo de organización que según el Gobierno no existe en Bolivia.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Coraje para cambiar

La justicia boliviana ha gozado de mala fama internacional desde siempre. La calificación más acertada de la manera cómo funcionan los tribunales bolivianos la dio una diplomática extranjera hace unos 15 años, cuando afirmó que en Bolivia en lugar de contratar un abogado lo mejor es arreglar con el juez. En aquella ocasión la representante dijo que los bolivianos deberíamos tener más coraje para cambiar. Es una pena que después de tanto tiempo sigamos llorando y con la impotencia de no haber podido cambiar absolutamente nada, con tendencia a empeorar las cosas.

Pero a la hora de calificar a la justicia no conviene ser tan tajantes, pues los jueces, fiscales, actuarios, magistrados y demás operadores pueden ser “buenos” o “malos”, dependiendo de qué lado estén.

Por ejemplo, si decimos que la justicia es una lágrima porque en tres años, más de treinta audiencias y el acoso de varios asesores ministeriales que se encargaban de meter calda y extorsionar, no fueron capaces de demostrar la culpabilidad de Jacob Ostreicher, realmente es como para dudar de la eficiencia del aparato judicial, al que ahora se pretende echar todo el fardo por la fuga del norteamericano, cuyo caso deja muy mal parado a todo el régimen en funciones.

Podríamos decir lo mismo del caso Bakovic, ciudadano al que la justicia no pudo declarar culpable pese a que lo fustigó con cientos de juicios promovidos por el Estado y al que durante años lo hizo peregrinar de una ciudad a otra hasta que lo mató de la manera más cruel. Pero nadie en el Gobierno lamentó ese grotesco espectáculo que nos brindaron los jueces, tan espurio como el que ofrecieron con Luis Cutipa, máxima autoridad de la coca en Bolivia y autor confeso del desvío ilegal de 45 toneladas, reportando millones de dólares provenientes, según algunas denuncias, de las mafias productoras de droga. El acusado, que fue imputado por sus propios compañeros de partido, permaneció detenido solo algunas semanas y hoy está reclamando su restitución en el cargo.

Obviamente la justicia no solo es una lágrima, sino un mal chiste cuando constatamos que todavía sigue muy lejos de la gente y que continúa con los mismos índices de corrupción y de retardación o cuando analizamos el “Caso Terrorismo”, pero en el Gobierno consideran que en este proceso en particular, no hay nada que objetar, pese a que la población ha estado presenciando en cuatro años, el oprobio más grande contra individuos que se mantienen presos, exiliados y perseguidos, con pruebas inventadas, con procedimientos torcidos y acusados por gente de la peor calaña moral y profesional. También se puede llorar por Leopoldo Fernández, por todos los perseguidos políticos para quienes la justicia, el Ministerio Público y toda la estrategia de control ha funcionado a la perfección, pero esa sería una confesión y lo que se pretende es simplemente apelar nuevamente a la farsa. Por desgracia, no hay coraje ni en la población y menos en los gobernantes.

Y un día vinieron por las ONG…

Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se han convertido en el próximo enemigo a destruir. Una ya fue expulsada (IBIS) y otras parecen estar en la mira, acusadas de conspirar y de atender intereses extranjeros, imputación que le ha caído nada menos que a CEJIS, la institución que la ha dado al proceso de cambio la mayor cantidad de funcionarios de alto nivel, entre ellos nada menos que al ministro de Gobierno, Carlos Romero. Hay varias ONG que se han declarado perseguidas, caso de UNITAS y otras que piden no ser atacadas injustamente, como ERBOL. Para el “proceso de cambio” estrellarse contra las ONG es como renegar de la Santísima Trinidad, es como escupir en el espejo o autoflagelarse. Estas entidades han sido las mayores aliadas del Gobierno, las que más recursos y discurso le dieron al MAS, cuando éste todavía no tenía ni el dinero para moverse solo, pagarse los pasajes y los viáticos, ni la claridad para entender los problemas del país. Las ONG han sido adeptas tanto en las buenas como en las malas, pero obviamente es difícil pasar de la sociedad a la complicidad, pues de otra manera estarían avalando la persecución, que lamentablemente nunca denunciaron. Por desgracia ahora les toca el turno a ellas. Hay que defender la justicia.

La idea era cambiar

“La riqueza de los pobres son sus hijos”. Esa es una realidad que lamentablemente sigue vigente en el país. Los niños son una fuerza de trabajo imprescindible en sus hogares, tanto en el campo como en la ciudad, donde el ingreso que consiguen sus padres no alcanza para satisfacer las necesidades mínimas. En el área rural, los niños deben cuidar los animales, cultivar y a veces hacer trabajos pesados propios de un adulto. En las capitales los chicos hacen de lustrabotas, cuidan autos, hacen malabarismos en las esquinas, son carretilleros en el mercado o meseros en las cantinas. En las comunidades campesinas las niñas son las que llevan la peor parte, pues además de estudiar, deben ayudar en las tareas de la casa y atender a sus hermanitos. Ellas son las primeras en abandonar el aula cuando se presenta algún problema como una enfermedad o el nacimiento de un nuevo integrante de la familia, al que deben cuidar. En la selva de cemento, las adolescentes también terminan siendo víctimas de su entorno laboral, pues en la calle, en los bares o en ciertos locales que les dan empleo suelen ser blanco fácil de la trata ilegal de personas. Esta es una realidad en Bolivia, muy dura y difícil de erradicar. Pero a muchos no les interesa cambiarla, comenzando por los padres que explotan a sus hijos en vez de obligarlos a estudiar. Por un momento pensamos que lo primero que iba a atacar el “Proceso de cambio” iba ser este problema.

martes, 24 de diciembre de 2013

Huir de Bolivia

El norteamericano Jacob Ostreicher llegó a Bolivia el 2008, convencido de las palabras que suelen expresar algunos agentes gubernamentales en el exterior que prometen seguridad jurídica  para las inversiones extranjeras. Trajo consigo más de 30 millones de dólares para invertir en el agro y así lo hizo, llegando a consolidarse como uno de los principales productores de arroz y de otros cultivos.

En el 2011 fue arrestado por iniciativa de fiscales y policías que trabajaban para un grupo de abogados que hacían las veces de asesores del Ministerio de Gobierno, varios de los cuales están presos, acusados de haber montado toda una industria de la extorsión que se originó en la persecución política pero que se convirtió luego en una fuente de ingresos para esos individuos, uno de ellos nada menos que el fiscal del distrito de Santa Cruz (detenido) y el expresidente del máximo tribunal de justicia cruceña (prófugo).

Para esa organización de la que brindó amplios detalles el actual ministro de Gobierno, Carlos Romero, quien además llegó a ufanarse de su desarticulación, fabricar pruebas era algo cotidiano y a Ostreicher le achacaron narcotráfico y legitimación de ganancias ilícitas por lo que lo mandaron a Palmasola, donde estuvo a punto de morir debido a las malas condiciones de salud en las que se encontraba. Durante más de un año, funcionarios del departamento de Estado de Estados Unidos, de la Embajada norteamericana, del Congreso y de varias instancias oficiales hicieron reclamos al Gobierno y pusieron al tanto de todo incluso al presidente Morales y a sus ministros.

No fue hasta que visitó el país el actor Sean Penn en octubre del 2012, que este caso salió a la luz con ribetes escandalosos y todos en el Gobierno pusieron cara de desentendidos pese a que conocían muy bien los antecedentes. Parecía que todo ese “cáncer” (así lo definió Sean Penn, amigo personal de Hugo Chávez y admirador del populismo sudamericano) sería extirpado, pero muy pronto se dieron cuenta que quienes extorsionaron al norteamericano eran del mismo grupo que manejaba el caso Rózsa y, peor aún, en el expediente saltó como por arte de magia al apellido de un famoso narcotraficante brasileño a quien ligaron con un hombre fuerte del régimen.

En otras palabras, aclarar el caso Ostreicher hubiera significado hurgar en otros hechos muy delicados para el Gobierno, establecer conexiones muy peligrosas y tocar la imagen de los verdaderos intocables en el país. De esa forma fue que los agentes que tienen a su cargo todo el aparato de control y extorsión en Bolivia, volvieron sobre sus pasos y reanudaron la farsa que habían montado en contra de Ostreicher, utilizando la sospecha,  la intriga y la acusación simplista como arma, esgrimidas incluso desde el Palacio de Gobierno.

Justo hoy, 18 de diciembre, Ostreicher ha cumplido un año de su liberación de Palmasola y del arresto domiciliario que le aplicó un juez. El acusado ha acudido a casi medio centenar de audiencias en el Palacio de Justicia, ha gastado una fortuna en defenderse, tratar de probar su inocencia y conseguir recuperar sus bienes. Tuvo la oportunidad de huir de Bolivia desde el 2011 y no lo hizo, pese a que viajó a su país en varias ocasiones en busca de evidencias. Ahora el Gobierno dice que su escape es una admisión de culpabilidad. Ostreicher está en Nueva York y seguramente está en mejores condiciones para demostrar quién tiene la razón.

Libre empresa

No hay nada mejor para la libre empresa y la diversificación de las actividades productivas que un clima ausente de regulación. Ese es el sueño de todo capitalista, desde el que vende empanadas en cualquier esquina de la ciudad hasta el industrial más pesado. La menor cantidad de leyes posible y que sean absolutamente claras y estables. Pero ese es un sueño que está muy lejos de cumplirse en Bolivia, donde los únicos que gozan de tales ventajas son los capitalistas y empresarios ilegales, muchos de los cuales están en el trópico cochabambino, donde incluso la Policía tiene serios problemas para hacer su trabajo y en consecuencia, están proliferando diversos rubros, muy prósperos por cierto. Y como el narcotráfico está bastante saturado en aquella zona, surgen alternativas sobre todo para los jóvenes emprendedores que además necesitan ser atléticos y bastante intrépidos. Los transportistas han denunciado la operación de grandes bandas de verdaderos malabaristas a bordo de motocicletas que persiguen a los camiones, los abordan y una vez arriba comienzan a lanzar la mercadería a la carretera. Ellos los ven pero no hacen nada pues temen ser asesinados si es que se detienen para evitar los robos. Lo peor de todo es que sospechan que la Policía también los ve.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Gentilezas chilenas

Michelle Bachelet tenía el triunfo asegurado en Chile, aunque Bolivia hubiera conseguido que su victoria no sea tan abultada. A la candidata de la izquierda le hubiera caído mal, por ejemplo, que su vecino quejón comience a desgañitar por el mar, que insista en que durante su primer mandato, Bachelet engañó a Evo y que a punto estuvo la presidenta de llegar a un acuerdo marítimo algo trucho que hubiera sido muy mal recibido por los chilenos, pero que en Bolivia la propaganda lo hubiera vendido como la gran recuperación del mar. Obviamente todo el mundo se calló en el Gobierno boliviano, sobre todo después de la visita cordial que hizo a La Paz el capo de la OEA, José Miguel Insulza, chileno de pura cepa y correligionario de Bachelet. El régimen del MAS se portó muy gentil, con una actitud diametralmente opuesta a la que asumió con Sebastián Piñera, quien cargó con todas las culpas de las trampitas de la doctora. El Gobierno se portó bien porque considera que Bachelet es socialista, es de las nuestras y que con ella nos vamos a entender mejor en todos los temas. Hay algunos ingenuos que ya están empezando a reclamarle a doña Michelle la devolución de gentilezas y uno de ellos ha sido nada menos que el senador René Martínez, quien seguramente no está hablando a título personal. “Veremos qué tan socialista es Bachelet” se ha escuchado por ahí.

martes, 17 de diciembre de 2013

Ayer la plata, hoy la quinua

Cuando éramos niños se nos enseñaba a sentir  orgullo por el mito de la plata boliviana. Se nos hablaba de “Potosí con más habitantes que París” y del cuento del “puente de plata entre Bolivia y España”. Quien no ha escuchado aquella perorata del “mendigo sentado sobre un sillón de oro”. Ahora es la quinua el “Grano de Oro”. Andamos repitiendo como loros que Bolivia podría salvar al mundo del hambre, que lucharemos contra la desnutrición de África y bla, bla. Ocurre que el auge de la quinua en el mundo ha provocado un incremento del 100 por ciento en los cultivos en cinco años y en este momento cerca de seis mil campesinos “viven” de este producto, cuyo precio se ha multiplicado por cuatro desde el 2007. El problema es que debido a los valores prohibitivos, el consumo de la quinua tiende a disminuir en el país, pues conviene más exportarla a Japón, Alemania o Estados Unidos, donde se ha convertido en una especialidad favorita de los restaurantes más lujosos, pues una ensalada con el ingrediente andino se puede vender hasta en 50 dólares el plato. El Gobierno no ha hecho nada para asegurarse que los bolivianos se beneficien de las bondades de la quinua y es más, según la FAO, los únicos ganadores con este auge han sido los comerciantes, que han elevado el precio, en detrimento del consumidor y del campesino que sigue en las mismas de siempre. Igualito que el cuento de la plata.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Qué más nos traerá el populismo

Quién ganó el pasado domingo en Venezuela? La pregunta sigue flotando en toda América Latina, especialmente en aquellos países como Bolivia, que dependen de cómo le vaya al Chavismo para proyectar su futuro político.

Pese a que los datos son determinantes, las posiciones son contrapuestas, hecho que refleja muy claramente al primer ganador de las elecciones municipales venezolanas: la polarización, fenómeno que no se ha disipado y que más bien tiende a acentuarse pese a los 14 años de hegemonía del “Socialismo del Siglo XXI”, que no ha conseguido pasar de la lucha política y de la confrontación a la construcción. De la fase de conquista del poder a la fase arquitectónica, dirían los estudiosos de la ciencia política, quienes también observan en el abstencionismo del 40 por ciento a otro de los grandes “ganadores” de los pasados comicios.

Los oficialistas se sienten ganadores y no dejan de festejar a la cabeza de Nicolás Maduro, quien una semana después continúa de gira por las 255 alcaldías conquistadas por su partido (el 76 por ciento del total), pero que en términos absolutos no representa más del tres por ciento de diferencia con la oposición, que salió victoriosa en las alcaldías que son consideradas “joyas de la corona” como Caracas y Maracaibo, además de otros grandes municipios como Valencia, Barquisimeto y la simbólica Barinas, tierra natal del fallecido Hugo Chávez.

El sucesor de Chávez, cuya capacidad de gobernar ha sido puesta en duda incluso por agentes del propio chavismo, no puede dejar de festejar, después de los terribles vaticinios que se hacían y siguen haciéndose sobre su futuro en la conducción del país. Su prolongado y bullado festejo no deja de ser una estrategia escapista, pues tarde o temprano deberá volver a su realidad de inflación, escasez, baja producción,  apagones y todos los problemas que no consigue resolver y que explican el paulatino crecimiento de la oposición que no deja de avanzar pese a Chávez, pese a Maduro y pese a que el Estado venezolano moviliza un aparato brutal de recursos económicos, logística y personal al servicio del proselitismo oficialista.

Obviamente, si se lo observa desde este punto de vista, la oposición ha obtenido una victoria, pues ha conseguido mayor votación y mayor número de municipios conquistados por la vía de las urnas, un triunfo relativo, sin embargo, pues Maduro ha estado posesionando a alcaldes paralelos en aquellos lugares donde la votación de la gente le cerró el paso. Desde la óptica oficialista, lo conseguido recientemente es una hazaña, tomando en cuenta la situación económica del país que agobia a las grandes mayorías que no consiguen los artículos básicos para llevar a sus hogares.

Después de constatar que de todas formas el populismo está en declive en América Latina (aunque tomará tiempo para que abandone el poder), conviene hacerse la pregunta: ¿cómo hará para mantenerse en la conducción? En los últimos meses se ha visto en Venezuela las expresiones más aberrantes de la demagogia que lógicamente tienen eco en las masas más necesitadas. Maduro ha dicho que ese tipo de “revolución” seguirá en marcha y como ahora tiene plenos poderes, nadie imagina qué será capaz de hacer para seguir polarizando y por supuesto, continuar con esos dudosos triunfos electorales. En Bolivia también podría replicarse ese fenómeno, pues todo lo que ocurre en Venezuela tiende a reproducirse en nuestro país. Ya lo vimos con el doble aguinaldo.

Viveza criolla

Cuando el Gobierno promete aplicar la ley muy pocos son los que le creen, salvo claro, los “enemigos”, para quienes sí funciona perfectamente el aparato “represivo-judicial-policial-extorsivo”. Una de las pruebas más claras es la toma de tierras. Las autoridades vienen amenazando desde hace meses con aplicar mano dura a los invasores de propiedades agrícolas y ganaderas que no solo toman posesión de los predios, sino que también roban los animales, destruyen la maquinaria y venden las cosechas. Un grupo de indígenas ayoreos acaba de inaugurar lo que parece ser una nueva modalidad de en este delito: “las tomas-express”, más o menos como lo que ocurrió en la llamada “industria de los secuestros”, que no tarda en consolidarse en Bolivia. El hecho es que los 80 invasores en cuestión ingresaron a las tierras de una empresa algodonera ubicada en las inmediaciones de Cotoca. El propietario, que seguramente está enterado de lo que suele ocurrir con las denuncias, las autoridades que actúan de manera ambigua y con los politiqueros que están detrás de los “tomatierras”, optó por hacer inmediatamente una transacción económica y les pagó en efectivo para que se vayan del lugar. Todos felices y contentos.

Mandela, hombre y político

Sentimientos encontrados recorren el mundo luego de los funerales de Nelson Mandela, quien descansa en paz en la pequeña aldea de Qunu, luego de diez días de homenajes. No cabe duda que la talla histórica del expresidente sudafricano ha sido comprendida a cabalidad por muchos que tal vez no pudieron ser testigos activos de su epopeya en la lucha por los derechos civiles en su país y de lo que fue capaz de construir luego de dejar la cárcel, donde estuvo durante 27 años y al salir sólo tuvo mensajes de perdón y reconciliación para unir a su país, enfrentado como ninguno por el Apartheid. Mandela siempre insistió en que no lo vean como un santo que recurrió a la indulgencia por una suerte de iluminación divina. Mandela era un ser humano que en su momento tuvo mucha rabia por lo que ocurría en su país y que luego de intentar por la vía de la violencia se dio cuenta que había que buscar una estrategia destinada a vencer a su enemigo. Mandela era un político, un audaz pragmático cuyo saldo a favor es haber evitado muertes y realizado la mayor contribución a la democracia. El peor homenaje que se le puede hacer a Mandela es “canonizarlo”, pues él mejor que nadie sabía que cualquier político es capaz de imitarlo, sobre todo aquellos cuya estrategia es totalmente inversa: dividir para reinar.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Bolivianos en el espacio

Se acerca el día en que Bolivia mande su propio satélite al espacio, con lo que ingresará en una exclusiva lista de países que han iniciado la carrera espacial. Mucha gente común se pregunta para qué servirá ese “coso” que flotará en el aire como una nave, imagen que sólo han visto en las películas de ciencia ficción. Para llegar pronto se les dice que lo menos que se podrá conseguir con el satélite Túpak Katari es mejorar la velocidad de la red internet en Bolivia, uno de los más atrasados del mundo en este aspecto, pese a que los precios de conexión son también de los más altos. Enseguida el ciudadano de a pie cae en cuenta y se alegra porque de esa manera se va a poder comunicar más fácilmente con sus familiares que han emigrado en busca de mejores días para ellos y su familia. ¿O sea que siguen en España? “No–contestan- tuvieron que volverse por la crisis y ahora están en Chile, de albañiles y empleadas domésticas”. ¿Pero acaso la bonanza que nos permite a los bolivianos comprar satélites, aviones para los ministros y los militares, inaugurar canchitas todos los días, coliseos, puentes y construir uno de los teleféricos más grandes y caros del mundo no les ha llegado a ustedes? “Vos estás en la luna–responden-, estás como ese satélite”. “Pero seguí contando, seguí ¿para qué más va a servir ese aparato? Contá, contá”.

América Latina sin educación

De aquí cien años, la primera década del Siglo XXI será recordada como el mejor periodo de América Latina. Ha sido la época de las “vacas gordas” gracias al excepcional incremento de los precios de las materias primas exportables, que han propiciado, como en el caso boliviano, ingresos extraordinarios hasta cinco veces superiores a los promedios de las décadas anteriores.

Muchos recordarán que en menos de dos años se jugaron un campeonato mundial de fútbol y una olimpiada en el mismo país; que algunos iniciaron la era espacial aprovechando la bonanza; que había una mandataria sudamericana que vestía Armani y Gucci y que incrementó nueve veces su patrimonio personal; que hubo un país con las mayores reservas mundiales de petróleo y que pese a los precios históricos del crudo, no tenía cómo abastecer con los productos básicos a su población; que había presidentes obsesionados con comprar aviones y armamentos y que gastaban millonadas en transmisiones de televisión y todas las formas de propaganda.

Pero tal vez eso quede en simple recuerdo y posiblemente no haya que esperar tanto tiempo, pues de acuerdo a las cifras que manejan los organismos internacionales, la bonanza podría estar llegando a su fin, tal como lo indica la desaceleración de las grandes economías mundiales que han alentado la compra de productos primarios y las fuertes dificultades que tienen las potencias europeas y norteamericanas para recuperarse de la crisis económica.

Hace mucho le exigen a los países latinoamericanos mayor responsabilidad en el manejo de su bonanza, pero muy pocos han atendido esa recomendación. A la lista que encabezan Chile, Uruguay, México y Brasil se han agregado muy pocos, tal vez Costa Rica, Perú y Colombia, pero la mayoría de los gobiernos de la región sigue empecinado en darle la espalda a los verdaderos desafíos, mientras derrochan a manos llenas el dinero, el tiempo y las potencialidades.

Acaban de publicarse los resultados de la famosa prueba PISA, sigla que significa Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes y que mide el nivel educativo en 65 países que representan el 80 por ciento de la población. Es el más importante y más prestigioso examen que se hace en el mundo y se ha convertido en un importante indicador del grado de desarrollo de las naciones y sobre todo de su potencialidad para generar prosperidad.

Tal como ha estado sucediendo en últimos años en los diez primeros puestos figuran varios países asiáticos, Shangai (China), Singapur, Hong Kong, Taipei, Corea del Sur, Macao (China) y Japón, acompañados de tres naciones europeas, Liechtenstein, Suiza y Holanda.  Mientras tanto, en el puesto 51 de la lista aparece Chile, seguido de México (53), Uruguay (55), Costa Rica (56), Brasil (58), Argentina  (59), Colombia (62) y Perú (65), los únicos latinoamericanos que califican dentro de los parámetros aceptables por PISA.

Lo más dramático para el continente de la bonanza, de los dobles aguinaldos, los aviones y los satélites, es que en comparación con los resultados del pasado, se observa un retroceso de los niveles educativos en los últimos tres años, a pesar de que supuestamente, los gobiernos populares y populistas han tomado a la educación como una prioridad, pero no logran que los estudiantes consigan mejores resultados en lectura, en escritura, matemáticas, comprensión y otros ítems que son evaluados por PISA.

Por último, no se necesita enfatizar en cuál es la receta que han seguido los países para convertirse en potencias. Los resultados saltan a la vista.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Negocios globalizados

Esa cantaleta de que en Bolivia hay “emisarios, no carteles” se parece cada vez más a la tristemente célebre frase del expresidente Jaime Paz Zamora “errores, no delitos”. Nos referimos al argumento del Gobierno que insiste que en el país no operan los grandes carteles que dominan el comercio mundial de la cocaína y que simplemente trabajan emisarios de esas organizaciones, que a juzgar por el ministro de Gobierno, Carlos Romero, siempre tan exquisito en sus definiciones, “son personas de contacto, de enlace, que canalizan determinadas actividades de los cárteles, pero no tenemos una estructura de cárteles operando en Bolivia”. Obviamente los cárteles funcionan como compañías transnacionales, con centrales y sucursales y si no han establecido una sede principal en nuestro país es porque no la necesitan y se las puede batir con “emisarios” que aprovechan muy bien las ventajas comparativas de las que goza en negocio en territorio boliviano, que de por sí forma parte de la gran estructura ya sea del cártel de Sinaloa, como afirman en Perú. Obviamente los mexicanos jamás vendrán al Chapare o a San Germán a procesar la coca y fabricar la droga; ellos están bastante ocupados con sus tiros y sus explosivos. Para eso tienen a los emisarios, para hacer economía de escala, administrar las “maquilas” de la cocaína y llevarse la tajada de la torta que les corresponde, como ocurre en cualquier esquema globalizado.

Policía, abusos y democracia

Mucho antes de que las grandes capitales del mundo como Miami, Londres o París pensaran en colocar cámaras de vigilancia en las calles para luchar contra la delincuencia, ya vigilaban a sus propios policías, filmando y registrando cada una de sus actuaciones. Los coches patrulleros llevan videograbadoras que permiten a los jefes monitorear cuando hacen un arresto, detienen a un vehículo o realizan cualquier movimiento rutinario. La conclusión es que los policías pueden ser tan peligrosos como cualquier ser humano con un arma en la mano y peor todavía, con licencia para usarla.

Esto tiene respaldo en complejos estudios psicológicos que indican que cualquier persona, por más valores humanos y espirituales que tenga, si es sumergido en un contexto de violencia, falta de control, abusos y carencia de escrúpulos, casi de manera inmediata cambiará su conducta.

Por eso mismo es que los países más desarrollados vigilan a sus policías, porque pueden convertirse en un factor de inseguridad, pueden actuar como coadyuvantes de la violencia y del aumento de la criminalidad y en lugar de luchar contra los “malos”, descargan su ira contra ciudadanos inocentes, como acaba de ocurrir en Santa Cruz con un conductor, arrestado, golpeado y llevado hasta una celda donde permaneció tres horas, por el supuesto “delito” de excederse con la bocina de su automóvil.

De no haber sido porque alguien estaba grabando las escenas de la reacción de varios oficiales de Radiopatrullas, no se hubiera podido conocer en su verdadera dimensión este caso, que suele ser muy frecuente en la Policía boliviana, una suerte de “caja negra” donde ocurren hechos terribles, porque sus miembros no admiten sistemas de control o en todo caso funcionan en un círculo cerrado que aplica su norma en un marco de connivencia.

Lo menos que se puede pedir en este hecho concreto es una investigación a fondo, el procesamiento y la aplicación de las normas ordinarias, pero fundamentalmente lo que se debería buscar es mayor transparencia y un control estricto de los policías que son servidores públicos, que deberían tener la vocación, el entrenamiento y la actitud necesarios para actuar en situaciones de tensión, siempre en función de resolver los problemas, de no empeorarlos.

La Policía es la institución con mayor presencia en las calles y tal vez la que más directamente se relaciona con el ciudadano común. La calidad de la Policía suele hablar con mucha nitidez de la calidad del Estado, de sus normas y del funcionamiento de sus instituciones. Y lógicamente, cuando observamos a ese uniformado actuar con tanta perversidad, acción que tuvo su correlato en su comando, donde se consumó el abuso y adquirió una dimensión institucional, no podemos dejar de pensar en todas las vicisitudes que sufre el boliviano de a pie en todas las oficinas públicas sin distinción, donde los burócratas actúan con total discrecionalidad, sin la posibilidad de queja o interpelación.

Este es un tema central para el funcionamiento del Estado y la democracia, no sólo para remediar los problemas internos de la Policía, que son muchos y graves. De esto depende en realidad la credibilidad de la política, de las instituciones estatales y de la aplicación de las leyes. Y naturalmente, cuando uno analiza todo lo que sucede en este campo, no puede menos que señalar abuso, extorsión, chantaje, violación de los derechos, etc. Es ahí donde el proceso de cambio se hace urgente.

La creatividad venezolana

El Gobierno venezolano no deja de lanzar medidas insólitas para combatir la inflación. Obliga a los comerciantes a bajar sus precios hasta en un 50 por ciento lo que automáticamente se convierte en un saqueo; clausura los negocios a los que acusa de especulación y ahora impone tarifas máximas para los alquileres de locales de ventas. También se inventa incentivos para quienes se sometan a las políticas de control, pero lo que nadie entiende es cómo un régimen tan creativo para tantas “ocurrencias económicas” no tenga en cuenta que producir más es la mejor forma de combatir la escalada de precios. Pero justamente eso es lo que más ha fallado en Venezuela y los números hablan perfectamente sobre lo torpes que han sido quienes ahora pretenden tapar el sol con un dedo. En los últimos años en Venezuela ha caído un 32 por ciento la producción de autos, un 50 por ciento la fabricación de quesos, 17 por ciento el acero, 40 por ciento las autopartes, 52 por ciento el arroz, 67 por ciento las pastas de trigo, por citar algunos ejemplos. En general, la producción ha caído en un 10 por ciento en Venezuela y el colmo es que hasta el petróleo y el gas también reportan bajas. Casi todos los rubros han caído por efecto de la nacionalización, algo que no hace más que confirmar que el estatismo es una receta tan vieja como mala. En Bolivia, el Gobierno se ufana de que el Estado ha incrementado el control de la economía de un 15 a un 38 por ciento. Ya podemos anticipar los resultados.

Juicio a los bloqueadores

El Gobierno boliviano ha amenazado con iniciarle un juicio al Estado chileno por los daños y perjuicios causados a raíz de la huelga aduanera que paralizó durante una semana el ingreso de mercaderías a nuestro país y la salida de gran parte de las exportaciones nacionales. El problema ha sido muy serio ya que los puertos chilenos son los principales nexos de Bolivia con los mercados de ultramar y más del 60 por ciento del comercio exterior boliviano pasa por Arica e Iquique principalmente. Habría que verificar muy bien si lo de la huelga no fue una trampa como dicen las autoridades bolivianas, ahora que el Gobierno del MAS tiene supuestos planes de comenzar a usar los puertos peruanos. Es como si los chilenos hubieran lanzado un “globo de ensayo”. De cualquier forma eso es simple especulación y lo cierto es que parece que va en serio lo del juicio, sobre todo porque este retraso de las mercaderías podría acentuar la inflación. Pero de todas formas hay que pensar muy bien en la idea de “Bolivia metiéndole juicio a los bloqueadores”. Imaginemos si eso prospera, la cantidad de extranjeros, ya sea turistas, empresarios, importadores, exportadores o cualquiera que se haya perjudicado con los incontables bloqueos bolivianos. Sería un negocio redondo y adivinen quién sería el blanco de todas las querellas…Acertó.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Chambones y copiones

Muchas de las medidas que ha estado lanzando el Gobierno boliviano en los últimos años han sido prácticamente calcadas de lo que hacía el ex presidente Hugo Chávez en Venezuela y lo curioso es que ahora también trate de imitar al torpe sucesor del comandante, Nicolás Maduro, quien busca cómo reinventar la felicidad en un país donde falta desde el papel higiénico y toda la cadena que le precede en la pirámide alimenticia. Bonos, derroche, obras faraónicas, nacionalización y ahora también la misma Navidad adelantada que ofreció Maduro, que ya tiene plenos poderes no sólo para mandar a saquear los negocios
sino para llevar el populismo a extremos que nadie quiere imaginar. “Nadie me para”, es la frase que ha usado en los últimos días. Y muchos se preguntarán, ¿si tanto imita Bolivia a Venezuela, no será que las consecuencias pueden ser las mismas? “Nooo”, afirman los incrédulos, puesto que ambas realidades son muy diferentes. Para
empezar, Bolivia tiene una mayor capacidad productiva, sobre todo de alimentos, basada en más del 70 por ciento en Santa Cruz. En segundo lugar, están convencidos que nuestros conductores son mucho más capaces que los ineptos chavistas. Si ambas premisas son ciertas, habría que preguntarles entonces por qué copian a esos chambones. Y una de las lecciones mejor aprendidas del chavismo es justamente la destrucción del aparato agropecuario.

Los expertos en economía

El Banco Central de Bolivia ha estado haciendo todo tipo de trucos para sacar dinero circulante de las calles y evitar la inflación. Sale a comprar divisas, emite bonos y los vende en Wall Street y aprueba cualquier compra del Ejecutivo con tal de que no genere incremento de precios de los productos básicos. De todas formas la inflación se disparó en los últimos meses y obviamente todo fue producto de una caída de la producción, sobre todo de alimentos, debido a los desastres naturales por el cambio climático y también por el cambio de mentalidad del campesino, que prefiere sembrar coca o dedicarse a procesarla que estar cultivando tomates y cebollas. Ni que fueran brutos. Pero como el Gobierno tiene respuesta para todo, la ministra de Planificación, Viviana Caro, dijo que la inflación es positiva para el país porque estimula la producción. Después de tanto esfuerzo del Banco Central, el Gobierno lanzará poco menos que una avalancha de plata al mercado con el doble aguinaldo. Según el vicepresidente, que se defiende de los “seudo economistas y de los torpes que manejaron antes la economía”, lanzar tanto dinero al mercado no causa inflación, porque según afirma, hay producción de sobra. Además, si la ministra Caro tuviera razón no habría nada por qué temer. Un poco de coherencia no vendría nada mal.

La rueda de la fortuna

Con el doble aguinaldo, el Gobierno no sólo ha lanzado a lo grande su campaña electoral, sino que ha fijado su “caballito de batalla”, la bonanza económica que atraviesa el país, fruto de una “maravillosa gestión” que le permite repartir dinero a manos llenas, inaugurar grandes obras, comprar aviones y lanzar un satélite al espacio. Para respaldarlo, ya cuenta con excelentes líderes de campaña, nada menos que el BID, el Banco Mundial y el FMI, que no dejan de elogiar las hermosas cifras macroeconómicas, las reservas del Banco Central, el bajo endeudamiento en relación al PIB, el déficit fiscal controlado y la estabilidad. La cereza en la torta es el crecimiento del 6,6 por ciento de este año, uno de los más altos de la región, algo que –como dicen los argentinos-, nos lleva a “tirar mantequilla al techo”. Los que tanto disfrutan con escuchar los elogios de aquellos organismos, deberían revisar lo que decían en el denominado “periodo neoliberal” en el que también hubo estabilidad y niveles de crecimiento muy parecidos a los últimos ocho años, pese a que los recursos del periodo 2006-2012 se han quintuplicado. En aquel tiempo, todos los mandatarios fueron elogiados por su excelente manejo de la economía, pero nunca explicaron por qué todo colapsó alrededor del año 2000, cuando retornó la inestabilidad política al país, como había sucedido en 1982, justo después del periodo de bonanza que le tocó administrar a Hugo Banzer.

viernes, 22 de noviembre de 2013

El otro camino del socialismo

El socialismo clásico no cuaja en Bolivia. Ni siquiera el más célebre de los socialistas, el emblemático “Che Guevara” pudo convencer a uno solo de los compatriotas con los que se topó en su traumático y fatal paso por nuestro país, donde encontró su tumba. Los bolivianos pueden ser pobres, miserables, marginados y todo lo que puedan imaginar los teóricos marxistas, pero son emprendedores y aspiran a ser propietarios, a producir, acumular riqueza, comprarse bienes, alquilar, expandir y por supuesto a crear renta, la expresión más característica del capitalismo.

Los centros mineros, los únicos proletarios del país, fueron durante décadas focos de propagación del marxismo más radical, pero ni siquiera fueron capaces de lograr la conversión de los campesinos de su vecindario, cuyo “comunitarismo” funciona sólo cuando hay que bloquear y elegir a sus dirigentes, pero que no interviene jamás en su propiedad.

Hace mucho que el vicepresidente García Linera abandonó sus postulados socialistas, sus teorías comunitarias y sus inventos de “capitalismo andino”, socialismo incaico y otras elucubraciones que inventaron para tratar de implantar algún modelo colectivista en Bolivia, pese a que el presidente Morales es precisamente el líder del gremio más capitalista que existe en el país, tan liberal que no admite controles estatales, no paga impuestos y que vive prácticamente bajo sus propias reglas.

Fue entonces que la administración del MAS decidió reincidir en la receta del estatismo, un modelo que jamás se ha apartado de la estructura político-económica de Bolivia, ya sea en democracia, en dictadura, con el neoliberalismo o con regímenes izquierdistas. La creación de empresas estatales no es una novedad en el país, la nacionalización y el intervencionismo tampoco y todos han sido experimentos fracasados, incapaces de crear una estructura productiva y menos ayudar a mejorar la calidad de vida de la gente.

Pero los dogmáticos son tozudos, mucho más los que enarbolan teorías muertas y si bien el Gobierno del MAS no puede estrellarse contra millones de emprendedores, pequeños empresarios, informales, pobres y otros disfrazados de pobres, cuentapropistas y otros grandes exponentes de la iniciativa privada, enemigos del socialismo, sí puede hacerlo contra un puñado de empresas a las que ha satanizado hasta el cansancio y a las que tiene bajo amenaza de liquidarlas en un proceso lento y doloroso.

Estas empresas, sobre todo las del oriente boliviano, las más productivas, exitosas y con la mejor imagen a nivel nacional porque han sabido diversificar, generar industria, crear empleos, exportar y abrir mercados, son el testimonio más claro de que la libertad y la iniciativa son el mejor camino para generar riqueza, como muy bien lo sabe un cocalero, un pastor de llamas del Altiplano o el dueño de una pequeña parcela de quinua en Potosí.

La existencia de esas empresas no conviene a la ideología estatista y paralizante de los dogmáticos gubernamentales, que pretenden poner al país entero con la mano extendida, exigiendo dádivas, ventajas o cualquier privilegio que emane de la voluntad del caudillo. Eso genera algarabía en las masas, sobre todo cuando viene en forma de pago doble. Es como un bingo, una rifa, una piñata, que viene llena, pero de baratijas. El doble aguinaldo no es más que otro capítulo de la destrucción de la libertad en Bolivia y la construcción de un adefesio socialista muy difícil de sostener.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El socialismo en el tacho

Hace poco el presidente venezolano Nicolás Maduro adelantó la Navidad para que la población pueda disfrutar doblemente una de las fiestas más consumistas del mundo, pues la idea no era mandar a los venezolanos a rezarle al Niño Dios, sino reclamarle sus regalos al gordo Papá Noel.  Días más tarde ordenó que los comercios dedicados a los electrodomésticos rebajen sus precios en un 50 por ciento y la gente asaltó los locales en busca de sus aparatos más preciados. En seguida, Maduro dijo que se encargará de que cada uno de los hogares de su país tenga un televisor plasma. Haciéndose eco de esa misma onda, el Gobierno boliviano acaba de lanzar el decreto que ordena el pago del doble aguinaldo, lo que viene a confirmar que el discurso socialista de la austeridad, la frugalidad, la vida pastoril y el vivir bien junto con las piedras y la naturaleza ha sido tirado al tacho. “Viva el consumismo”, parece ser ahora la consigna de los populistas latinoamericanos y para que haya consumismo lógicamente tiene que haber capitalismo, de otra forma no queda más que asaltar lo ajeno, consigna que suele durar muy poco. En realidad los regímenes socialistas se terminan cuando ya no hay qué repartir a las masas, y al ritmo tan acelerado que marcha la “piñata” se acabará más pronto de lo esperado.

Navidad adelantada

El Gobierno de Evo Morales ha sacado un formidable as bajo la manga que no hace más que confirmar lo que dicen algunas encuestas que ubican en una situación de debilidad al partido oficialista frente a las elecciones de diciembre de 2014. Al mejor estilo de los que pretenden adelantar la Navidad, el régimen ha lanzado el decreto 1802 que ordena a las empresas, públicas y privadas, el pago de doble aguinaldo a los trabajadores, una medida que no tendrá detractores, salvo claro, los que se verán en apuros para cumplir este compromiso inesperado que les llega como un balde de agua fría.

El justificativo para semejante decisión es un supuesto estado de bonanza económica que coloca a Bolivia con un crecimiento del 6,6 por ciento, uno de los más altos de la región. El decreto dice que el doble aguinaldo regirá cada vez que la variación del Producto Interno Bruto (PIB) supere el 4,5 por ciento, una meta que se encuentra muy lejos de los parámetros que debería buscar una administración que aspire a la competitividad y la superación de problemas estructurales que siguen aquejando a nuestra población, sobre todo la pobreza y la baja productividad.

Si fueran honestas nuestras autoridades tendrían que apuntar a crecimientos superiores al siete por ciento, a la diversificación económica, al aumento de empleo digno y a la industrialización, metas que todavía están muy lejos de nuestro alcance y fueron precisamente las que convirtieron a China, Corea, Singapur, India y Brasil en las potencias de hoy. ¿Está Bolivia en esas mismas condiciones como para celebrarlo con un pago doble?

Es obvio que al Gobierno no le importa lo que pudieran opinar las empresas  privadas, chicas y grandes legalmente establecidas, únicas localizables por el Ministerio de Trabajo para obligar a que cumplan con el doble aguinaldo. En los últimos años este sector ha sido severamente hostilizado por el aparato estatal con un sinnúmero de controles de toda índole y este no es más que un mecanismo adicional para apretar el torniquete.

La respuesta que el régimen tiene que dar a los bolivianos, sobre todo a los trabajadores, es cómo hará para que se cumpla el doble aguinaldo en el amplísimo sector informal de la economía, que alcanza casi el 80 por ciento y que no paga impuestos, no cumple con la seguridad  social con su personal y que obviamente hará caso omiso del nuevo decreto. Esto no es más que un incentivo para que más empresas migren hacia la informalidad, hecho que va en detrimento de la fuerza laboral y deteriora aún más la calidad del empleo en el país.

Las autoridades gubernamentales, ávidas por consolidar el peso político del MAS frente a las elecciones y evitar que la clase media siga manifestando sus expresiones de rechazo al “proceso de cambio”, no han medido el impacto económico que tendrá el decreto 1802 no solo en la estabilidad del aparato productivo, el empleo y la salud de las empresas que solventan al Estado con sus impuestos. Tampoco ha calculado la incidencia que tendrá el doble aguinaldo en la inflación, que durante los últimos meses ha estado causando problemas, sobre todo en el área de los alimentos y los productos básicos. El Gobierno sobredimensiona su capacidad financiera, lanza falsas expectativas sobre la salud de nuestra economía y no piensa en lo que ocurre en Venezuela, por ejemplo, donde 90 mil millones de dólares anuales de ingreso y las reservas de petróleo más grandes del mundo no han alcanzado para cubrir el gigantesco despilfarro que pone en serios apuros al país caribeño.