martes, 15 de diciembre de 2015

Los niños del barrio

No hace falta imaginar que la política en América Latina se parece a un juego de niños, lleno de trucos infantiles, posturas caprichosas, rabietas y cambios de reglas, como el gordito de la pelota que siempre quiere imponerse. Solo basta con mirar lo que hizo Cristina Fernández en los últimos días para constatar lo que estamos diciendo. Durante las últimas décadas hubo una banda de niños que se dedicó a hacerle bullying al resto de los chicos, a los pocos "nerds" del barrio que se dedicaron a trabajar mientras los muchachos socialistas estaban de juerga. Como todo en la vida se acaba, como se terminó la herencia del hijo pródigo, ahora la gente se inclina por aquellos que saben poner orden, que dominan ese raro y desconocido arte llamado "trabajo". El presidente Morales ahora dice que él y su amiguito Nicolás Maduro se sienten solos y por eso es que ha decidido buscar cómo entenderse con el argentino Mauricio Macri, con quien espera hacer amistad. El problema es que el nuevo mandatario ha dicho que una de sus prioridades será la lucha contra el narcotráfico. Veremos qué cara ponen los niñitos del Chapare, los dueños de la pelota en este país.

Salpicaduras del Fondo Indígena

La estrategia 'caiga quien caiga' que está aplicando el Gobierno en el escándalo del Fondo Indígena ha comenzado a complicarse. El encarcelamiento de algunos dirigentes indígenas y campesinos que se farrearon millonadas que debían servir para el desarrollo de sus comunidades, amenaza con salpicar cada vez más alto. Los que parecían intocables hoy son llamados a declarar, como lo es la exministra Nemesia Achacollo, señalada por sus mismos compañeros como una de las principales responsables de los malos manejos, porque ella era quien aprobaba los proyectos y los desembolsos. Todo ha surgido a raíz de los comentarios de la exministra Julia Ramos, quien desde su celda preguntó qué privilegios tenía Achacollo y otro sindicalista que también la señaló directamente. Este ataque de transparencia del régimen se activó con el objetivo de mejorar en las encuestas camino del referéndum del 21 de febrero de 2016 y al parecer le está dando buenos resultados. El problema es que, de acuerdo a los testimonios de los últimos detenidos, parte de la plata del Fondo Indígena se usó para la ceremonia de posesión del presidente Morales en Tiahuanaco y que cuando el Primer Mandatario se  enteró de algunas cosas oscuras, habría pedido silencio. La encrucijada es parar la salpicadura o ver si no rebalsa todo hasta febrero.

Justicia: 'Límites intolerables'

Un coronel de la Policía es hallado con 42 kilos de cocaína en su poder y al día siguiente está en su casa por orden de una jueza que lo =benefició con arresto domiciliario y una fianza irrisoria para un narcotraficante de ese tamaño. El Gobierno ha calificado el hecho como intolerable y no hay duda que así es, pero la ciudadanía quiere saber cuánto más tendremos que aguantar este tipo de casos que no es nuevo y tampoco el más grave.
Semanas atrás, el general Óscar Nina, ex comandante nacional de la Policía, organizó una gran fiesta en la cárcel de Palmasola para celebrar su cumpleaños, lo que evidenció que el exoficial, acusado de proteger a bandas de narcos, goza de buena salud económica y excelentes contactos políticos e institucionales.
A estos escándalos hay que sumarle el arresto en septiembre de un capitán de la Fuerza Aérea con casi 400 kilos de droga, el caso del “narcocontratista” de YPFB,  José Luis Sejas, que llevaba toneladas de cocaína a la Argentina y numerosos hechos que han colocado a Bolivia en el centro de la sospecha continental, con el agravante de que en el país funciona toda una estructura política y judicial destinada a proteger a las mafias.
El arresto de los miembros del denominado “Clan Terán”, con elevados vínculos políticos; la detención del famoso “narcoamauta” Valentín Mejillones, el caso del general Sanabria, del mayor Ormachea, el escándalo Ostreicher, la red de abogados extorsionadores que operaban a órdenes de varios ministerios, debieron servir hace mucho tiempo para marcar un “límite intolerable”, pero lamentablemente se hizo poco y nada para frenar las acciones de este inmenso aparato institucional que ahora actúa descaradamente, como lo hizo aquella jueza con el coronel Juan Carlos Tapia.
El presidente Morales se ha quejado públicamente de la situación de la justicia; en reiteradas ocasiones ha mencionado a los jueces que liberan a los narcos y también a los oficiales de la Policía que les venden información a los traficantes. El mismo ha lamentado la protección que operan en las llamadas “narco-comunidades”, donde dirigentes ligados al partido gobernante ejercen presión para que los negocios turbios prosperen. Hay cientos de jueces y fiscales procesados por este tipo de acciones y en los pasillos de los tribunales los abogados suelen mencionar a los “consorcios” que están perfectamente organizados para favorecer a ciertos criminales que tienen el pulgar levantado del poder.
El Gobierno tiene toda la fuerza para cambiar las cosas. Goza de la capacidad política, de dos tercios en el Congreso, ha tenido abundantes recursos y el tiempo necesario para enfrentar las reformas que ayuden a levantar la justicia, pero el problema no ha hecho más que empeorar, lo que lleva a la conclusión de que no hay respuestas sencillamente porque no existe la voluntad de modificar la situación.
El presidente argentino Mauricio Macri ha dicho que una de sus tres prioridades será luchar contra el narcotráfico y en Brasil cada vez suena más fuerte la idea de frenarle el carro a Bolivia en esta materia. Tal vez tengamos que esperar nuevamente a que los cambios vengan impuestos de afuera, como sucedió en los años a finales de los años '80, cuando llegamos a los umbrales de lo intolerable.

El que en vida fue: Lago Poopó

Nunca como en estos diez años se había escuchado hablar tanto de ecología en Bolivia. El medio ambiente, la madre tierra, la Pachamama, los derechos de las plantas y los animales, las piedras con alma y todos los mensajes favorables hacia el cuidado de la naturaleza. Nuestros gobernantes han cobrado fama mundial por las leyes ecológicas, por sus discursos en cada una de las conferencias internacionales y por su decidido apoyo a las medidas planetarias a favor de la reducción del impacto sobre los recursos agua, tierra, flora y fauna. Pero hay un dicho muy cierto y tiene que ver con la coherencia: “Por los frutos los conoceréis” y en verdad, las palabras son muy livianas, tanto que se las lleva el viento y son los hechos los que suelen pasar a la historia. En el futuro tal vez el “Proceso de Cambio” sea recordado porque fue el primero en partir un parque en dos para construir una sospechosa carretera; por haberle abierto las puertas de las reservas naturales a las empresas petroleras y tal vez lo recuerden también por haber sido el periodo en el que se secó un lago, el segundo más grande del país.  

jueves, 10 de diciembre de 2015

¿Cambiará Venezuela? ¿Cambiará Argentina?

Muchos de los argentinos que sueñan con un cambio genuino esperan que Mauricio Macri pueda llegar con la receta justa para devolver al país a su época dorada, cuando ostentaba el título de potencia planetaria, líder internacional en exportaciones, el granero del mundo, con lingotes de oro amontonados en  los pasillos el Banco Central.
La otra porción de los habitantes sigue esperando la reencarnación de Juan Domingo Perón y Evita, con todos sus beneficios, regalos, ventajas para la clase obrera, expropiaciones, guerra contra los ricos y un derroche de favores y socorros para la gente, para los descalzos y descamisados.
En el caso de los venezolanos existe un consenso muy bien establecido en la realidad de un país que es dueño de una de las reservas petroleras más importantes del mundo: todos, absolutamente todos, sienten que tienen derecho a vivir de esa riqueza y reclaman una porción de su torta, que ahora ha disminuido y que ya no alcanza para mantener los niveles de repartija que manejaba Hugo Chávez.
En los tres casos, se trata de sociedades tuteladas, la potencia exportadora Argentina fue producto de una era postcolonial conducida por Inglaterra; el peronismo fue una fuerza político-militar arraigada en el nacionalismo que se benefició de varias décadas de acumulación de riqueza y finalmente, la realidad venezolana está anclada en los recursos naturales que han dado como resultado una población inerte, a expensas de las élites que hoy, como siempre, proponen cambiar.
¿Qué tanto puede cambiar una sociedad que depende casi exclusivamente de un solo recurso? ¿Qué tiempo le pueden dar a un gobierno para que busque un modelo de sostenibilidad?
Macri dice tener una estrategia lista contra la inflación, los precios y algunos otros indicadores. En Bolivia podríamos darle cátedra de todos los trucos monetarios que se pueden aplicar para conseguir estabilidad macroeconómica, una virtud que ostentamos desde 1985, sin que ello implique una verdadera transformación hacia la competitividad, es decir, hacia un sistema productivo que funcione sin sobresaltos, con mayor independencia y que sea capaz de asegurar un mínimo de bienestar a la población, amenazada constantemente por la precariedad socioeconómica.
Y cuando nos preguntamos si pueden cambiar Venezuela o Argentina, deberíamos mirar también a la situación de Chile o Brasil, por citar los países mejor posicionados, que también sufren la fragilidad de un modelo altamente dependiente de las materias primas, con sociedades de mentalidad caudillista y mesiánica, esperanzadas en que un día vendrá un Perón, un Chávez, un Evo o un Lula a cambiar radicalmente la situación, a ponerle comida al plato y llenarle el tanque de gasolina.
Si los diputados que han ganado en Venezuela o el nuevo presidente de Argentina no le dicen la verdad a la gente, es decir, que la única forma de conseguir la prosperidad de un país es con el trabajo individual, con emprendedores, con la inteligencia y el conocimiento de todos, no existen posibilidades de hacer transformaciones significativas.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Cuerpo y figura del 'Proceso de Cambio'

El escándalo del Fondo Indígena está sirviendo para constatar con lujo de detalles de qué madera está hecho el “proceso de cambio”. Hace unos días, el ex viceministro Rafael Puente se rasgaba las vestiduras frente al encarcelamiento de la exministra Julia Ramos, preguntándose cómo es que una especie de santa vendió su alma al diablo. El mismo comentarista decía que al mes de inaugurada la “revolución moral” una dirigente oficialista decía que había que repartir pegas en función del aporte  que se había hecho en campaña, para que recuperen su platita. Posteriormente, la exministra Nemesia Achacollo también dio luces sobre cómo funciona todo esto. Según argumenta, ella se cansó de reclamar, denunciar, observar e informar sobre la farra que estaba ocurriendo en el Fondo Indígena y todos le respondían más o menos como aquel carnavalito “Soy soltero”, cuyo estribillo dice “Si me emborracho es con mi plata”. A lo mejor alguien, tal vez don Rafael Puente, que estuvo mucho más de un mes en el Gobierno y nunca denunció tales cosas, tenía la misión de recordarles a sus compañeros que esto es un Estado y no una farra. Por último nos quedamos con las palabras de Julia Ramos: “¿quién protege a Nemesia Achacollo?”.

La expresión del pueblo venezolano

Es verdad que la derrota chavista del domingo es la más significativa de los últimos 17 años, pero no ha sido la única. Cuando Hugo Chávez estaba vivo y rebosante de salud, la “revolución bolivariana” perdió un referéndum en 2007 y fue derrotado en reiteradas ocasiones en bastiones importantes, incluyendo la capital y en numerosos municipios.
En cada caso, el régimen se encargó de aplastar esos resultados,  ya sea creando superestructuras destinadas a pasar por encima de las autoridades electas, nombrando delegados presidenciales o simplemente desatando persecución judicial contra los líderes de la oposición que desafiaron la hegemonía chavista.
Lo ocurrido recientemente no solo ha sido el golpe más contundente, sino también, el más extendido a nivel nacional y sobre todo, es necesario analizar el fondo que hay detrás de semejante demostración popular.
Una vez más tienen razón los que aseguran que mientras haya “pan y circo” la población inmadura y acostumbrada a asociar política con caudillismo, a la manera de las tribus primitivas, se mantendrá pegada a la seguridad que le brindan los sistemas que promueven el clientelismo como forma de administración de la cosa pública.
La crisis de Brasil, la derrota de Cristina Fernández y la debacle del chavismo en Venezuela tienen un mismo origen, de la misma forma que el encumbramiento socialista en la última década tiene su explicación en la bonanza económica que propició una repartija nunca vista en la historia de nuestros países. Lamentablemente, para ellos, la piñata ya se acabó y eso se refleja en el estado de ánimo de la gente que se expresa en las urnas.
Los venezolanos que votaron contra Maduro no lo hicieron en defensa de la democracia, por los derechos humanos o por rechazar la persecución y los ataques a la libertad. Desgraciadamente eso todavía suena a extravagancia de primer mundo, pues en nuestro medio la clave de la política sigue siendo “barriga llena corazón contento”.
La oposición ganó en Venezuela porque la gran mayoría se cansó de hacer colas en los supermercados y en las farmacias, se hartó de la escasez y la inseguridad y siente que las cosas tienden a empeorar. Eso es lo que ha pasado en Argentina y por eso es que se lo ve a Mauricio Macri haciendo todos los movimientos necesarios para asegurar acciones efectivas y rápidas contra la crisis, la inflación, el costo de la vida, la producción, etc.
Haría mal el nuevo gobierno en priorizar el revanchismo y meterse en peleas con los adversarios, sabiendo que el tiempo es corto y la urgencia es grande por mostrarles a los votantes que confiaron en el cambio, las ventajas que prometieron en campaña.
Para los ganadores de Venezuela será complicado  lograr la capacidad de influir para que se produzca un cambio de rumbo en materia económica, no solo porque el régimen puede ignorar la actividad parlamentaria donde ha perdido la mayoría, sino porque Maduro todavía tiene en sus manos todo el poder republicano, la justicia, las fuerzas armadas y una inmensa capacidad de movilización de movimientos sociales y milicias que han anunciado que desde ahora la democracia se resuelve en las calles. Ojalá los pronósticos fallen, pero es ahora cuando tendremos la oportunidad de constatar cuán dictador es Nicolás Maduro.

El monstruo que devora a sus hijos

Algunas respuestas que dan los jerarcas del “Proceso de cambio” en relación a la corrupción nos dan una idea del escaso conocimiento que han desarrollado acerca del manejo de la cosa pública. Diez años deberían ser suficientes para exigirles respuestas más coherentes, pero a lo mejor no es falta de sapiencia y son otras cosas nomás, como decía el poeta uruguayo Zitarrosa.
Ojalá alcanzara con crucificar a todos los corruptos y aunque existiera una norma al respecto, habría que ver quién, en este bendito país, es el responsable de aplicar semejante sanción, contra quiénes y con qué fines. Mejor pensemos en otra forma porque, tal como marcha la justicia, es probable que los martirizados no sean los enemigos de lo ajeno, sino precisamente los que suelen pedir cuentas y demandar transparencia.
Uno de los fundadores del régimen que ha opinado sobre el escándalo del Fondo Indígena ha llevado las cosas a la cuestión étnica, preguntándose cómo es posible que una campesina de pollera pueda cometer actos espurios, cómo se puede admitir que una dirigente de tanta trayectoria se manche las manos. Exceso de candidez o cinismo en su máxima expresión.
La exministra Nemesia Achacollo, una de las que más tiempo se mantuvo en el gabinete debería ensayar una explicación más creíble para convencer de que no tiene responsabilidad en los malos manejos del Fondo Indígena. Con tanta experiencia como servidora pública y al menos un par de décadas en el plano sindical, pretende hacernos creer que no pudo hacer nada con una gavilla de corruptos que según ella le respondían como niños malcriados en plena farra. ¿Tanta trayectoria en el liderazgo no le sirvió para imponer su autoridad, al menos para salvar la imagen de los indígenas que ahora está más manchada que nunca?
Los que ahora se muestran ingenuos y se rasgan las vestiduras, fueron muy inteligentes, astutos y sistemáticos a la hora de desmantelar el aparato estatal y jurídico destinado a salvaguardar los bienes públicos. En los diez años de gestión jamás han aplicado las leyes que garantizan la supervisión, tampoco incurren en prácticas como la licitación, las convocatorias, los concursos de mérito y la institucionalización de los cargos. Se burlan de todo eso y pasan por alto constantemente.
Fueron muy calculadores a la hora de modificar la Constitución y poner al presidente por encima de los poderes republicanos, con la potestad de nombrar, designar, poner, proteger, encubrir y destituir, algo que en teoría política se llama absolutismo, pero que aquí se lo bautizó con el rimbombante Estado Plurinacional, un adefesio hecho para practicar toda clase de desmanes administrativos. Eso sí, la fiscalización, el control y la persecución funciona solo para los enemigos, como sucedía en los viejos estados medievales.
Este inmenso artefacto en el que meten mano movimientos sociales, sindicatos, compadres, “vacas sagradas”, avalados y bendecidos del régimen solo podía dar como resultado un monstruo indomable que ahora está comenzando a devorarse a sus propios hijos. Y si no lo detienen, terminará destruyendo a todos.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Un parche (más) para la industria petrolera

Las empresas petroleras y cualquiera que entienda mínimamente de la industria energética deben estar sorprendidas  al ver que el Gobierno boliviano quiere armar un plan de exploración y explotación de hidrocarburos con un fondo de 200 millones de dólares. Y al mejor estilo de los charlatanes de plaza, les ofrece a los municipios, gobernaciones y universidades públicas que por cada dólar que inviertan le van a devolver cuatro.
Buscar gas y petróleo es una tarea muy costosa, la más onerosa de todas y encima es la más riesgosa, porque toma años y decenas de pozos perforados dar con los yacimientos productivos, lo que implica muchísimo más que ese dinero que pretende confiscar y que significa menos escuelas, menos hospitales, menos desarrollo productivo y menos seguridad ciudadana, destinos que hoy tienen los recursos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH).
Para darse una idea del tamaño del problema que debe resolver el gobierno para recuperar la capacidad productiva en el sector hidrocarburos, en 1998, cuando se alcanzó el pico más alto de la etapa exploratoria que permitió ampliar la producción (y despertar el apetito nacionalizador), se invirtieron más de 600 millones de dólares y se perforaron 65 pozos. Hoy, con ese dinero que herirá de muerte al desarrollo social del país, se pretende recuperar más de diez años perdidos en los que se dilapidaron decenas de millones de dólares que pudieron servir para la reactivación; sin embargo, llegamos a la ínfima cantidad de 6 perforaciones por año, lo que nos pone en una grave situación frente a los compradores de nuestro gas.
Las autoridades saben el desafío que tienen al frente y es por eso que el año pasado anunciaron una inversión superior a los 16 mil millones de dólares en hidrocarburos hasta 2025. Se supone que una novedad de esa envergadura viene acompañada del adecuado respaldo financiero, por lo que no se sabe qué pueden aportar 200 millones a semejante cifra.
La sospecha que tienen los críticos de esta propuesta es que ese dinero restado al IDH simplemente servirá para seguir parchando el problema, es decir, para continuar “sobornando” a algunas petroleras oportunistas que han ingresado en el juego de las compensaciones, un mecanismo que, lejos de atacar la raíz de nuestras dificultades, está bastardeando la industria, enrareciendo el panorama y ahuyentando aún más a las empresas que se han estado negando a venir a Bolivia durante la última década por la inseguridad jurídica y por todo este contexto de inestabilidad, aspectos inadmisibles en una industria de esta naturaleza.
El tema de fondo no es plata y si fuera así, el Gobierno tiene de sobra de dónde sacar mucho más que esos 200 millones de dólares. La dificultad estriba en la inoperancia, la falta de previsión y de visión para reconocer el fracaso de la política hidrocarburífera que empezó en el 2006 y poner en marcha un plan de recuperación que implique el cambio de reglas de juego que permita atraer inversiones reales y sostenidas. Mientras no se produzca este sinceramiento, los paliativos no harán más que postergar la grave crisis que se avecina.

Consecuencias de la politización de nuestro gas

El presidente Morales no podía esconder su gesto de incomodidad cuando mencionaba su viaje a Argentina para asistir a la posesión de Mauricio Macri. Pocas veces se lo ha visto referirse con tanta reverencia hacia un “líder de la derecha”, contra el que hizo campaña y ahora reconoce como genuino triunfador de las elecciones, con quien debe dialogar y entenderse muy bien.
El tema es que con el triunfo de Macri se acrecienta el peligro hacia el gas boliviano, que en realidad está amenazado desde el 2003, cuando las fuerzas que comandaron la denominada “Guerra del gas” acabaron con el proyecto de venta de gas a Chile, la única vía que tenían nuestros yacimientos de conseguir una verdadera expansión continental. Sin mercados asegurados y desarrollados de manera anticipada la industria del gas no puede florecer, pues se trata de un producto que no se puede almacenar y su transporte no es tan simple.
Con ese episodio tan dramático y tan ruin para nuestro futuro como eje distribuidor de energía en Sudamérica, Bolivia se volvió un proveedor poco confiable y la nacionalización no hizo más que confirmar esa situación pues sobrevino una sequía de inversiones que tiró al suelo nuestras reservas, con lo que es complicado conseguir nuevos contratos e inversiones.
Ante esa realidad, en nuestro vecindario comenzaron la búsqueda de proveedores alternativos, incluyendo por supuesto Argentina y Brasil, que instalaron plantas de regasificación del LNG, un producto que ahora circula con mucha más asiduidad por todos lados y cuyo precio ha bajado sustancialmente, al punto de generar una peligrosa competencia al gas que se transporta por gasoductos.
En ese contexto surgió el Plan Mejillones, consistente en la importación chilena de gas a través del puerto norteño para suministrarle el energético a Argentina. Y en eso tiene razón el exembajador de Argentina en La Paz, Ariel Basteiro, quien afirmó que fue importante la afinidad política entre Néstor Kirchner y Evo Morales para incrementar el consumo de gas boliviano, abastecimiento que le vino muy bien al vecino país, donde la inoperancia del régimen puso en peligro el abastecimiento. De todas formas la Casa Rosada no cumplió todas las promesas que hizo para elevar sus compras y ahora surge este nuevo riesgo en el que pueden incidir las cuestiones políticas. Analistas chilenos y argentinos creen que Macri simplemente está asustando al gobierno boliviano con el relanzamiento del Plan Mejillones y tal vez trate de usarlo como mecanismo de presión en el tema del narcotráfico. Si fuera así, de todas formas el régimen boliviano está en una grave encrucijada.
En el mejor de los casos no pasará nada: Bolivia mantendrá los volúmenes de exportación de gas a la Argentina y posiblemente pueda aumentarlos, pero los compradores exigirán mejores precios, hecho que incidirá seguramente en la renegociación del acuerdo de compra-venta que tiene con Brasil, proceso que está a la vuelta de la esquina. Recordemos que nada menos que Lula Da Silva dijo que su país le compraba gas a nuestro país por un asunto de cooperación, es decir por los mismos asuntos políticos de los que habló Basteiro. Lamentablemente, en la actualidad nuestro país no está en las mejores condiciones para negociar, ni desde el punto de vista de las reservas y tampoco políticamente.

En Fondo Indígena en campaña

De la misma manera que ocurrió en las elecciones  subnacionales de 29 de marzo, la corrupción en el Fondo Indígena podría convertirse otra vez en la sombra negra del oficialismo. En aquella ocasión este escándalo fue lapidario especialmente en el departamento de La Paz, donde la candidata Felipa Huanca fue directamente implicada en el caso y terminó vapuleada en las urnas. Algo parecido ocurrió en la Alcaldía de El Alto y para qué vamos a mencionar lo del Municipio paceño. Pese a que el episodio ha socavado la credibilidad del régimen, que se vio obligado a despedir a la influyente ministra Nemesia Achacollo, el Gobierno insistió durante meses con su política de encubrimiento, hecho que ha comenzado a cambiar en estos días con el arresto de importantes personajes de  la casa. Tal vez no alcance con tocar a las ramas, pues la gente sabe quiénes son realmente los responsables de los malos manejos en el Fondo Indígena, en los que también tuvo que ver el intocable Ministerio de Finanzas que, según las denuncias, autorizó el traspaso de dinero a cuentas personales de los sospechosos de malversar millones de bolivianos. Pronto veremos hasta dónde percibe el oficialismo el riesgo de una derrota en el referéndum del 21 de febrero y si en verdad no quiere que se repita lo de marzo.

Primero Cristina, ayer Dilma… hoy Maduro

El dominó político de América Latina ha comenzado a caer y los hechos indican que marcha más rápido de lo que se creía. Cuando todos tenían la mirada puesta en Argentina, donde el Kirchnerismo ya es historia (no así el Peronismo) y la atención fijada en Venezuela, donde se ha producido un golpe electoral muy duro para el Chavismo este domingo, surge algo que parecía sepultado, el juicio político a la presidente brasileña Dilma Rousseff que podría derivar en su destitución.
La interpelación a la mandataria ha sido aprobada por la Cámara de Diputados de Brasil, por considerar que existen indicios de culpabilidad en la violación a las leyes fiscales y la manipulación de las finanzas públicas para beneficiar la reelección el año pasado. Los partidos de oposición que buscan la renuncia de Rousseff presentaron la solicitud de juicio en septiembre y cuando la amenaza parecía disiparse gracias a las maniobras oficialistas, el presidente de los diputados autorizó el proceso, en el que podrían salir todos los sapos y culebras que aún falta por verse desde que Lula Da Silva llegó al poder en enero de 2003.
La crisis política de Brasil luce más grave todavía en el contexto de deterioro económico brasileño que amenaza con profundizarse y prolongar la recesión económica. El juicio a Rousseff podría convertirse en una señal positiva que aliente la recuperación, aunque el mejor camino debería ser el cambio de rumbo, como está sucediendo en Argentina, donde Macri está llamado a inyectar dinamismo a la alicaída situación de su país.
Y en este sentido, el presidente electo argentino ya comenzó su trabajo y lo ha orientado con las mismas armas que actuaron los regímenes pertenecientes al Socialismo del Siglo XXI, cuya mayor virtud fue tejer alianzas continentales que fortalecieron el proyecto liderado por Hugo Chávez y a la vez actuaron como fuerzas constrictoras frente a los opositores. Macri ha anunciado viajes a diferentes países y entre lo más destacado, ha prometido el relanzamiento de un proyecto energético conjunto con Chile, hecho que ha puesto muy nervioso al presidente Morales, pues amenaza las ventas de nuestro gas. El cambio de tono de nuestro mandatario hacia su futuro colega argentino es algo que se convertirá en una constante en el nuevo contexto de América Latina, donde los “revolucionarios” estuvieron hablando muy fuerte durante la última década.
En Venezuela las cosas parecen más difíciles y sin duda alguna la transición será más larga y tal vez muy dura. Lo más claro es que la población parece haber tomado ya una determinación, señal que debería ser suficiente para los militares venezolanos, convocados a respetar las urnas y asumir una conducta más democrática. Fortalecen esta tendencia continental, la arremetida contra la narcopolítica, la nueva actitud de la OEA frente a los abusos de Maduro y los múltiples llamados de actores internacionales a asumir la nueva realidad política que surge en todas las naciones que giraron hacia el socialismo, desde Cuba hasta Chile, donde la presidenta Bachelet no logra remontar el deterioro de su imagen.

jueves, 26 de noviembre de 2015

¿Se puede derrotar al populismo?

El candidato ganador de las elecciones argentinas, Mauricio Macri, ha prometido un cambio de época, algo que suena muy pretencioso en un país que vive una era iniciada en los años 40, con el nacimiento del peronismo, cáncer del que han querido sanarse con los remedios más diversos, incluso con férreas dictaduras como la de 1976-1983.
No es por justificar, pero aquel periodo, denominado “Proceso de Reorganización Nacional” tuvo incluso el apoyo de la Unión Soviética, pues lo vieron como una oportunidad de librarse de un modelo que buscaba implantar el nazismo en América del Sur y que ha tenido la astucia de mimetizarse con todos los camuflajes posibles, sin dejar de abandonar su raíz populista y su actitud fascista.
Hoy todos recuerdan las atrocidades que cometieron los militares del “Proceso” y no terminan de perseguir a los culpables de los asesinatos, desapariciones y persecuciones. Lamentablemente nadie quiere mirar a los tiempos de horror del nacional-socialismo peronista, de la misma forma que en Bolivia suelen ignorarse los campos de concentración del “movimientismo”.
La memoria de los pueblos suele ser muy frágil y pocos tienen en cuenta que hasta el propio Daniel Scioli formó parte -con el Menemismo-, de un proceso de desarticulación del peronismo clásico, nutriéndolo con algunos conceptos liberales, objetivo que quedó trunco por la espantosa corrupción que carcomió las bases de ese proyecto político. El quiebre coincidió con la irrupción de ese mamarracho llamado Socialismo del Siglo XXI que le vino como anillo al dedo al viejo peronismo, que revivió con todas sus taras, abusos, personajes nefastos, el histrionismo que caracteriza a sus líderes, el anarcosindicalismo, el saqueo de las arcas públicas y una política paternalista que viene a ser el mejor cobijo de las sanguijuelas que no han dejado de chupar la sangre de la república en más de 70 años.
Así como lo pretende hacer hoy Macri hubo en este periodo otros intentos democráticos y con altos niveles de legitimidad como los encabezados por Arturo Frondizzi y Umberto Illía, considerados entre los mejores presidentes de la historia argentina y de los más honestos que han existido. Pero lo cierto es que ningún gobierno fuera de los regímenes peronistas ha podido culminar su mandato desde 1946 y así lo demuestran no solo los presidentes mencionados sino también otros como Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, por mencionar los más recientes.
No es por ser pesimistas, pero el peronismo es tan ruin dentro como fuera del ejercicio del poder formal y con Macri intentarán hacer lo mismo que hicieron con otros que intentaron llevar a la Argentina por la senda del sentido común y la racionalidad que se perdió en los años 40, cuando pasó de ser potencia mundial a un país “sudaca” como cualquier otro de la región. El caso argentino es mucho peor que el boliviano. En nuestro país estamos frente al reto de no construir un modelo similar que podría consolidarse definitivamente a partir del pronunciamiento ciudadano que debe ocurrir el 21 de febrero de 2016.

Seguimos de compras

Durante los últimos diez años el presidente boliviano ha estado de gira por el mundo haciendo compras propias de un nuevo rico: aviones, teleféricos, helicópteros, satélite, armamento, plantas industriales chinas llave en mano, etc. etc. Pero últimamente las giras del primer mandatario han cambiado, pues los bolsillos ya no están tan llenos como antes. Evo Morales está buscando la forma cómo lo ayuden con cooperación para el desarrollo y con algunas inversiones, especialmente en el campo petrolero, donde “las vacas han comenzado a enflaquecer”. El problema es que nuestro presidente ya se hizo fama de ricachón y botarate y en segundo lugar los nubarrones son negros para todos y cada uno busca cómo hacer sus propios negocios. Hace poco en Alemania le vendieron un tren que nos costará una millonada y que si bien es necesario, no es la prioridad. En estos días se encontró con el autócrata ruso Vladimir Putin y lo primero que hizo fue ofrecerle la venta de armas y tecnología nuclear. Todos ofrecen cooperación pero eso es a cuenta gotas. Por ahora el que mejor cumple es nuestro jefe de estado con sus compritas.

Por qué somos tan corruptos

Saco vacío no se mantiene derecho”, decía Benjamín Franklin y es verdad. La pobreza es señalada frecuentemente como uno de las principales culpables de la corrupción, lo que no quiere decir que todos los pobres son deshonestos, de lo contrario el 70 por ciento de la población boliviana estaría bajo sospecha y el otro 30 por ciento libre de toda culpa, hecho que es inexacto. Tampoco es conveniente pensar que los bolsillos llenos nos libran de la tentación.
Bolivia tiene que luchar contra la pobreza por muchas razones. Debería ser nuestra prioridad número uno, no solo por este aspecto ético, por seguridad o por evitar que en algún momento estalle una bomba de tiempo.
En lo respectivo al combate a la corrupción hay otros aspectos que necesitan mejorarse a corto plazo, si no queremos empeorar ese cuadro de podredumbre institucionalizada que se ha podido constatar a raíz de la difusión de aquel video-soborno. Ahora le llaman “consorcios” a esos grupos que actúan perfectamente organizados y que seguramente involucran a jueces, actuarios,  fiscales,  policías y otros funcionarios del gobierno. Recordemos el caso del abogados extorsionadores que le robaron millonadas al norteamericano Ostreicher, lo metieron preso y finalmente lo obligaron a huir sin devolverle ni un solo centavo y menos hacer justicia porque todo se envolvió en un mar de burocracia.
Precisamente ese es uno de los males que se debe erradicar de la justicia y de toda la administración pública. Todo el sector público boliviano está perfectamente diseñado para el retraso de los trámites, para la traba y por consiguiente, para la coima y la lubricación de los engranajes que solo se mueven a punta de billetes. Mientras tengamos un estado hecho a imagen y semejanza de los aprovechadores, casos como ese que nos avergüenza seguirán apareciendo. Y existen, solo que no ha habido la oportunidad de grabarlos.
El otro factor que es necesario trabajar es la denominada “meritocracia”. En este mundo que parece sombrío hay seres humanos con honor y decencia; con un prestigio que cuidar, que cultivan valores y que desarrollan sus actividades con pasión y dedicación más allá de la remuneración económica. Es verdad que los funcionarios públicos, los jueces y todos los servidores deben mejorar sus ingresos, pero antes que nada, el Estado debe esforzarse por elegir a los mejores y no solo formarlos para elevar el nivel de la administración, sino conservarlos como una gran riqueza, porque de ellos dependen muchos millones, empleos, producción, agilidad en los negocios, emprendimientos, calidad en las obras públicas, etc.
El tercer elemento y tal vez el más importante es la formación ciudadana. Hoy el boliviano común y corriente piensa que el modo torcido de hacer las cosas es algo normal y como existe impunidad, también está convencido de que no se producirán consecuencias negativas de la corrupción. Pagar para sacar un papel más rápido, “colaborar” con los burócratas y violar las reglas constantemente, porque supuestamente es más barato que cumplirlas, es un razonamiento absolutamente engañoso. Lo puede comprobar no solo con aquella tarifa de nada menos que 15 mil dólares que exigía aquel juez o las “multas” que cobran hoy los policías en las calles, sino en la realidad del país, cada vez más pobre y atrasado.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Testigo en peligro

La  promesa hecha en Irlanda por el Gobierno nacional de ayudar a esclarecer la muerte del ciudadano Michael Dwyer quedó en nada y las evidencias muestran que las intenciones son absolutamente contrarias a la búsqueda de la verdad de lo sucedido la madrugada del 16 de abril de 2009. Un fiscal que responde a las órdenes del Ministerio de Gobierno y que conduce las investigaciones del Caso Rózsa, intentó este lunes suspender la declaración de un testigo considerado clave para ayudar a entender qué fue lo que ocurrió en el hotel Las Américas el día que murieron tres europeos a manos de las fuerzas de seguridad del Estado. El declarante es Luis Hernán Rossel, exgerente del establecimiento intervenido por la policía y que en su momento aseguró ante las autoridades judiciales, que por órdenes de los ejecutores del operativo fueron borrados todos los videos captados por las cámaras de seguridad del hotel. Esas cintas deberían mostrar que lo ocurrido fue nada más que un ajusticiamiento. La suspensión de la declaración de un testigo sería completamente ilegal ya que fue debidamente presentado por la defensa con la suficiente anticipación.

El que denuncia pierde

Una de las primeras mencionadas en torno al escándalo de corrupción del Fondo Indígena fue la excandidata a la gobernación de La Paz, Felipa Huanca. Las denuncias en su contra minaron sus aspiraciones de ganar y en todo caso se produjo una victoria abultada del opositor Félix Patzi. El propio presidente Morales reconoció que la corrupción fue la peor enemiga del oficialismo en las elecciones subnacionales de marzo de este año. Cuando se le pidió a Huanca que rindiera cuentas de los casi 100 mil bolivianos que recibió para un proyecto que estuvo a su cargo, mostró algunos garabatos en los que figuraban gastos en viáticos y comida en vez del detalle de lo invertido en un plan de desarrollo productivo. Uno de los que más ha aportado a la investigación de lo ocurrido en el Fondo Indígena, de donde desaparecieron más de 71 millones de bolivianos, ha sido el diputado Rafael Quispe, quien ha sido denunciado justamente por Felipa Huanca, por supuestos delitos de violencia política contra las mujeres, discriminación y acoso político. Mientras que la excandidata no ha sido ni siquiera citada a declarar, la Fiscalía ya tiene lista la imputación contra el parlamentario Quispe.

lunes, 16 de noviembre de 2015

El pelo y las mañas del TSE


Dicen que el zorro pierde el pelo pero no las mañas y es lo que pasa con el Tribunal Supremo Electoral, donde han querido dar algunas señales de cambio, con cambios de nombre, la posesión de “ilustres” y “notables”, pero no hay caso. Recientemente fueron sancionados los vocales electorales de Chuquisaca que permitieron la consolidación de uno de los casos de fraude más vergonzosos de la historia, cuyo resultado fue la reelección ilegal del gobernador Esteban Urquizu. Pese a todas las irregularidades, no se habla de revisar la legitimidad de la autoridad, pues lo mínimo que debería hacerse es destituirlo de un cargo que ejerce fuera de la ley. Sobre los vocales alejados de sus cargos, tampoco se habla de una sanción y es como si no hubiera pasado nada. Pierden la pega, pero ya el “proceso de cambio” se encargará de reubicarlos y premiarlos de alguna manera. Y volviendo a los flamantes y “lustrosos” vocales, al parecer ya se les cayó el barniz. El más reciente hecho irregular es la aparición de un material propagandístico perteneciente al Órgano Electoral en el aparece un gigantesco “SÍ” con el pretexto de una campaña para empadronar a la gente. Hay que escuchar las explicaciones tan mañosas que están dando sobre esta lamentable transgresión a la ley.

Sabuesos antiimperialistas

El “proceso de cambio” creó el viceministerio de Descolonización y hasta ahora no se sabe de ningún “colono” que haya sido señalado y en todo caso, esta repartición se ha dedicado a meterle juicio a algunos compatriotas que han expresado algunas diferencias con el régimen. Por lo menos hubiera hecho algo con los que avasallan las tierras de los indígenas del TIPNIS, entre los que hay de todo, incluso extranjeros que usan la droga como forma de colonizar hasta las neuronas. Resulta que acaba de anunciarse la creación de un comando antiimperialista en Oruro, una escuela militar que supuestamente impartirá cursos de adoctrinamiento a los soldados para luchar contra los imperialistas. Como se sabe, la primera lección será olvidar que el Che Guevara fue un invasor y pedir perdón día y noche por haberlo capturado y no haberle entregado este país al imperio soviético. A partir de ahí habrá que elegir muy bien los contenidos para no caer en contradicciones. Por ejemplo, se les tiene que aclarar muy bien a los conscriptos que no deben atacar a ninguno de los capitalistas invitados por el Gobierno a invertir en Bolivia, tampoco a las petroleras que invadan los parques nacionales ni a las fuerzas internacionales que ayuden a perpetrar hechos como El Porvenir 

Un acto de guerra

El peor ataque terrorista después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 se ha producido el viernes en París, la capital francesa. Y así como sucedió aquella vez, este episodio ha sido calificado como "un acto de guerra". Es más, connotados intelectuales, analistas y observadores creen que se trata de un evento de la Tercera Guerra Mundial que está en curso desde hace tiempo pese a que hay quienes prefieren negarlo y mirar para otro lado. Si es así, entonces no es simplemente una lucha de ciertas facciones terroristas contra las grandes potencias, como les gusta ver a los denominados "progres", que frecuentemente salen en defensa de los terroristas. Lo que está frente a nuestros ojos es un ataque a nuestra civilización y la búsqueda por imponer otro sistema de cosas en el mundo o tal vez involucionar hacia la Edad Media o peor todavía, a la antigüedad. La última vez que sucedió un hecho similar fue con la arremetida de Hitler y sus aliados que buscaban retroceder a los tiempos previos a la Revolución Francesa que impuso los ideales de la Fraternidad, Igualdad y Libertad. Aquella vez no hubo más remedio que aniquilar a los nazis.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Ser y parecer

Parecen exageradas las críticas que se le han hecho al gobierno en relación a la campaña lanzada en busca de capitales extranjeros que en realidad no es nueva, pero que ahora tiene alcances internacionales, con una gira por Nueva York y ahora un anunciado viaje a Europa con los mismos objetivos.
Muchas de las observaciones han sido apuntadas hacia la incoherencia y la folklórica paradoja de identificarse como socialista y enemigo del capitalismo y tomarse un vuelo a Nueva York para convencer de venir a Bolivia a hombres de negocios muy bien informados y con la sagacidad de los tigres.
Los capitales irían al infierno si fuera posible, porque nunca ha estado en su lista de prioridades la ética, la moral, la ideología y otras cuestiones “metafísicas” que tanta energía nos consumen, cuando en los hechos siempre procedemos por “debajito de cuerda”, traicionando los valores que propalamos de boca para afuera.
Los inversionistas suelen acudir incluso a zonas de guerra, a regiones azotadas por conflictos de todo tipo y algunas trabajan con seguridad especial por temor a ataques terroristas y guerrilleros, así que ofrecerles estabilidad política no es argumento suficiente para convencerlos. Ellos no vienen a apoyar a nadie en especial, tampoco les interesa el mar o la reelección y les da igual quien esté en el poder, mientras los dejen trabajar tranquilos, estén convencidos que hay un Estado que respeta y hace respetar la propiedad privada y que las reglas no están sujetas a vaivenes electoralistas, a caprichos populistas ni a cálculos de ninguna índole. Esa es la estabilidad que les importa.
Los capitalistas (no hablemos de los especuladores), no suelen entusiasmarse mucho con las cifras coyunturales, los periodos de bonanza y los golpes de suerte que siempre han existido, que van y vienen, aquí, en la China, Europa y en Estados Unidos. Ellos apuestan por el largo plazo, por el desarrollo de mercados que implican cambios de mentalidad, desarrollo de actitudes de consumo, mejoras tecnológicas, capacitación de recursos humanos y otros aspectos en los que el Estado puede intervenir para mejorar las condiciones tanto del empresario como del trabajador, porque inclinar la balanza hacia uno solo de los actores no es buen negocio para nadie.
Los grandes inversionistas suelen ser también muy políticos. Ellos están acostumbrados a dialogar libremente con congresistas, con ministros, con gobernantes y con líderes. Las relaciones no siempre son una “taza de leche”, pero no reaccionan bien cuando se los amenaza públicamente con quitarles sus pertenencias y echarlos del país. Ellos no hablan de izquierda ni de derecha, ni de oficialismo ni de oposición. Eso está bien para los tercermundistas que no saben cuál es el rumbo internacional. Ellos presionan sobre leyes que favorezcan los negocios, sobre temas impositivos y seguramente hoy estarían, como cualquier otro, peleando para no pagar el doble aguinaldo, porque lo considerarían absurdo. Es más, los capitalistas suelen sentirse libres de demandar judicialmente al Estado y no temen a represalias ni a jueces que tuercen las cosas.

Coincidencias y negligencias

Los diferentes delegados de la ONU suelen felicitar al gobierno nacional por los éxitos en la lucha contra el narcotráfico, pero al mirar la “letra chica” la cosa parece ser diferente. El representante en Bolivia de la Organización de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDC), Antonio De Leo, se ha quejado de la aparente falta de voluntad para combatir el lavado de dinero en el país, uno de los mecanismos más efectivos para hacerle la guerra a los narcos. Desde 1997 no se ha producido ni una sola sentencia por el delito de legitimación de ganancias ilícitas, pese a que la fiscalía está inundada de casos. El director de la Unidad de Investigaciones Financieras, Alejandro Taboada, confirmó que están en plena investigación 950 sospechas y el Ministerio Público tiene en su poder 246 expedientes debidamente fundamentados que solo tiene agilizar para dar con los culpables. Se podría argumentar que todo es producto del descuido o de la falta de recursos, pero la cosa no parece ser tan sencilla después de escuchar a la senadora Carmen Eva Gonzales, quien acusa al fiscal general del Estado, Ramiro Guerrero, de haber extinguido 21 casos de narcotráfico en el año 2010, cuando ejercía como ministro de la Corte Suprema, lo que permitió liberar a 214 sentenciados, solo por el hecho de que los documentos no habían sido ejecutoriados.

jueves, 29 de octubre de 2015

Con mayonesa y ketchup, por favor

Los grandes medios de comunicación suelen remarcar las tendencias mundiales. Para ellos, noticia es algo que va a suceder dentro de unos años. Son como luces de advertencia a los que debemos poner mucha atención.
Hace unos años, el diario The Wall Street Journal publicó un extenso reportaje sobre la comida del futuro: los insectos. Lo recuerdo por la cara de asco que puse al imaginar mi plato lleno de tucuras, lombrices y chulupis. Hasta ahora no puedo pasar la papalisa y la coliflor, imaginen con esos bichos.
Poco tiempo después vi un documental en  Natgeo sobre famosos cocineros españoles que han comenzado a guisar saltamontes, chulupacas y otros insectos y no precisamente los aderezan con Baygon. Lo más sorprendente (así son las modas) es que en Europa servirse una platada de lagartijas combinadas con etores ha comenzado a verse chic y ya no es “cosa de chinos” y ciertos grupos extravagantes.
Tanto el diario más influyente de Nueva York y el canal que hace las mejores producciones pueden decir tranquilos ahora, como decía mi mamá: “Te lo dije”,  pues resulta que la señorona Organización Mundial de la Salud acaba de declarar oficialmente que la carne provoca cáncer. Lo hace por cuestiones de salud, por el medio ambiente y por supuesto, porque ya no alcanzan las vacas para darle de comer a tanta gente. Se vienen tiempos difíciles, habrá que ir preparándose para mirarle bonito a los cucos y sepeculones.

miércoles, 28 de octubre de 2015

La caída del Kirchnerismo ¿quien sigue?

Cuando Daniel Scioli percibió lo que le esperaba en las urnas, hace un par de semanas, mandó llamar a Evo Morales para que lo acompañe en algunos actos públicos y le brinde su respaldo público. Nuestro mandatario es una figura internacional de peso, pero no es la más gravitante y es la única que le queda al bloque del Socialismo del Siglo XXI, cuyos principales referentes se han extinguido, han caído en desgracia o simplemente ya no quieren aparecer en la foto, esa en la que siempre figuraban Chávez, Lula, Cristina, Rafael Correa, Fidel y Raúl Castro, Néstor Kirchner y Daniel Ortega, con algunas apariciones esporádicas de Dilma Rousseff y el uruguayo Mujica.
En el caso del venezolano Nicolás Maduro, obviamente hay quienes ya no quieren ni nombrarlo, como sucede con sus antiguos asesores, los españoles de Podemos, quienes aspiraban a exportar este modelo a Europa, donde sus ideas se desinflan como la espuma. Ollanta Humala llegó cuando ya no era aconsejable aparecer en ese cuadro y ahora se da cuenta que lo hizo muy bien.
Los analistas no dudan en señalar la caída del Kirchnerismo  en Argentina, como uno de los hechos políticos más significativos de la última década en América del Sur, pues se trata de una de las piezas más importante del bloque” populista-izquierdista-socialista-progresista” que ha estado en auge en el continente y que cobró impulso a partir del Foro de Sao Paulo. Lo sucedido este domingo será gravitante para acelerar la oscilación del péndulo latinoamericano que va inclinándose hacia la derecha desde principios de esta década.
Como cualquier otro proceso político importante, el que ha estado en boga en América Latina ha sido altamente interdependiente, por la incidencia que han tenido los factores externos en la bonanza económica de los países, donde la popularidad de los mandatarios ha sido directamente proporcional a la repartija y el clientelismo. Y no hay duda que el petróleo venezolano, la experiencia cubana y los mercados de Brasil y Argentina fueron los ejes más importantes de este bloque que pudo capear el aislamiento económico, con una dependencia extrema de la economía china y con un Mercosur fortalecido gracias a las abundantes compras de Venezuela, cuya generosidad llegó a todos los confines del imperio populista que buscaba gestarse en la región.
Y no hay duda que uno de los que más sentirá la ausencia del Kirchnerismo será Evo Morales, cuya popularidad ha sido apuntalada constantemente por los “progres” argentinos urgidos de darle un rostro diferente a su modelo, opacado por el brillo de las carteras y vestidos de doña Cristina, sin ningún referente popular autóctono, pues casi todo lo que propala como revolución es falso.
La pieza del Kirchnerismo, además, parecía la más afianzada, la de mayor blindaje; mucho más que el Chavismo o el Lulismo, aunque no tanto como el Evismo. Lo sucedido recientemente es una constatación de lo vulnerables que se han vuelto estos liderazgos que lucían imbatibles. Es una pésima noticia para los herederos de Chávez, los próximos en someterse a las urnas y para todos los que tendrán que medir el peso del populismo en tiempos de crisis.

Grandes ventajas empresariales

Los asesores que prepararon el viaje de la delegación boliviana a Nueva York, olvidaron mencionar algunas ventajas que ofrece Bolivia a los empresarios que deseen invertir en nuestro país. Empecemos por una muy reciente. Las autoridades políticas han sido las primeras en salir en defensa de la empresa que construyó el puente de más de un millón y medio de dólares que se cayó a menos de un año de ser inaugurado en Cochabamba. La obra se hizo sin licitación, sin mayores trámites ni fiscalización y, por lo visto, sin mayores consecuencias para los responsables. Eso es negocio redondo para cualquiera que desee venir a este paraíso, donde casi todo se hace por invitación y las decisiones la toma una sola persona, sin esos engorrosos trámites que deben cumplir en otros países. Es más, si una empresa es contratada por alguna institución como el Fondo Indígena, por ejemplo, no necesita ni siquiera hacer la obra, todo es cuestión de poner la firma en el contrato, recibir el pago correspondiente y, si te he visto no me acuerdo. Cientos de obras fantasmas pueden acreditarlo y seguramente hay muchos empresarios súper contentos por estas jugosas transacciones. Por último: si viene a Bolivia no se preocupe por plazos ni multas. Las obras se pueden ejecutar en uno, dos, tres, cuatro, cinco o más años. Mire el estadio de la ACF, el puente de Viru Viru, la planta de Río Grande, el ingenio de San Buenaventura, la planta de urea, etc. etc. Tampoco se preocupe si sirven o no: ver el aeropuerto de Oruro.

Señores capitalistas: bienvenidos a Bolivia

No hacía falta gastar tanto dinero ni trasladarse hasta Nueva York para promocionar las grandes ventajas de invertir en Bolivia. A no ser que el verdadero motivo del viaje haya sido otro. Ahí no hay materia de discusión pues turismo y fiesta es lo que mejor se viene haciendo en los últimos tiempos.
Desde hace años el régimen nacional viene ampliando las ventajas para las empresas extranjeras, especialmente las petroleras. Todos los años organiza grandes eventos donde reúne a los ejecutivos de las compañías más renombradas. Al principio se las amenazaba, después vinieron las propuestas más coherentes y ahora se les ruega, se les implora, se les ofrece pagarles y recompensarles, entregarles en bandeja de plata las áreas protegidas y los parques nacionales , pero no hay manera, los capitales no llegan y no se atreven, porque aún está fresco el trauma de la nacionalización; nadie confía en las promesas de que ya se acabaron las confiscaciones y lo que es peor, todos piensan que les podría ir mal en un supuesto litigio, pues el Estado Plurinacional suele desconocer las instancias internacionales de arbitraje.
El miedo entre las empresas cunde cuando se observa lo que le pasó a Ostreicher, a varias mineras extranjeras víctimas de ocupaciones ilegales, a agricultores brasileños que tuvieron que recurrir a su embajada porque las autoridades nacionales  las ignoraron cuando denunciaron el avasallamiento de sus tierras a manos de delincuentes con altos contactos políticos. Temen que les pase lo mismo que a compañías españolas y estadounidenses que enfrentaron expropiaciones y que se vieron en figurillas al cobrar su plata porque nuestros líderes respetan a los organismos internacionales solo cuando les conviene.
Muchos creen que en Bolivia reina el capricho de los mandamases y justamente el presidente lo dejó patente en Nueva York cuando afirmó que a las empresas que hacen política se las expulsa. Y este país todos saben que esa determinación depende de lo mal que se hayan levantado los dueños del poder, con capacidad para denunciar, juzgar y condenar al mismo tiempo.
El vicepresidente García Linera hizo muy bien el otro día en poner de ejemplo a Lenin para justificar el hecho de que un socialista busque socios capitalistas. La Unión Soviética lo hizo poco tiempo después del triunfo de la revolución bolchevique, pues rápidamente se dieron cuenta que el socialismo no servía para producir y darle de comer a la gente. A través de un proyecto denominado Nueva Política Económica, los comunistas consiguieron inversiones privadas, pero la mayoría no prosperó por falta de condiciones y porque la inmensa mayoría de los obreros prefería trabajar en las empresas del estado, donde cobraban por el mínimo esfuerzo y gozaban de todas las ventajas que la demagogia les había ofrecido.
Las pocas empresas privadas que prosperaron en la Unión Soviética fueron de las de una pequeña élite mafiosa vinculada al poder, con contactos y privilegios que les permitieron lograr excedentes que fueron enviados al exterior lejos del alcance de los angurrientos comunistas. Esas mismas mafias son las que controlan hoy el poder en Rusia, las que apuntalan la dictadura de Putin y las que seguramente estarían dispuestas a venir a Bolivia.

lunes, 26 de octubre de 2015

Esfuerzo por (destruir) Bolivia

El Gobierno ha confirmado nomás el pago del doble aguinaldo, con el cuento de que somos la mejor economía del continente, el crecimiento, el INE y bla, bla, bla. De cualquier forma y por más que se hayan caído las exportaciones, que se esté comprimiendo el Producto Bruto Interno y que estemos recurriendo al endeudamiento irresponsable para seguir manteniendo una bonanza artificial, se iba a mantener ese beneficio por una cuestión netamente política, porque ni siquiera posee un gran impacto social, en el trabajo, el empleo y la productividad.
No hay datos oficiales, pero en el mejor de los casos, solo el 20 por ciento de la clase trabajadora del país se beneficiará con el doble aguinaldo pues el resto ni siquiera percibe uno de los bonos navideños, como tampoco tiene seguridad social, jubilación y ninguna de las otras ventajas de los asalariados de las empresas y entidades formales y legalmente establecidas.
La ganancia es absolutamente política y de muy corto alcance. Es más, si los trabajadores fueran verdaderamente conscientes de daño que causa en la economía este “regalito” deberían ser los primeros en oponerse, porque no hacen más que cortar la rama donde están apoyados; hacerse el harakiri.
En el caso boliviano, el doble aguinaldo viene a ser la cereza en la torta que le coloca el Estado a un sector productivo agobiado por trámites, impuestos y toda una serie de obligaciones que han sido definidas últimamente como “terrorismo fiscal” por los pequeños empresarios que han comenzado a salir a las calles a protestar para ponerle freno a la hiperfiscalización. No es una percepción coyuntural, pues los organismos internacionales colocan a Bolivia como uno de los países más burocráticos, más acosadores y bloqueadores de las empresas, sin importar si son pequeñas, grandes o medianas.
El sesgo antiempresarial del Gobierno, que solo se manifiesta hacia los locales (porque en Nueva York anda pidiendo que vengan todas), se puede entender en el contexto de la demagogia y la catarsis que promueve entre los “pobres”, “campesinos”, “oprimidos” y “explotados”, pero son justamente ellos los principales perjudicados por esta política que cercena el empleo,  elimina la seguridad, disminuye la calidad del trabajo y combate el bienestar social.
De acuerdo a los datos de la OIT, el auge del populismo, la crisis económica y el liderazgo que tomaron las economías de la India y de China, permitieron el incremento de la informalidad y muchos teóricos advenedizos afectos a los sofismas vieron este fenómeno como positivo, puesto que se lo observó como un paliativo contra la pobreza, como un evento pasajero, pues en su momento, las empresas informales “descubrirían” los beneficios de someterse a las normas.
Es verdad que en Perú, por ejemplo, se ha dado ese avance, pero es gracias a políticas públicas que han inducido la evolución, pero lo que ocurre frecuentemente y está pasando en Bolivia, es que los líderes estimulan la informalidad como una forma de clientelismo político, sin prever las graves consecuencias sociales, económicas y también políticas, pues los Estados se van debilitando sin una estructura productiva sólida que lo sostenga.