lunes, 7 de diciembre de 2015

Consecuencias de la politización de nuestro gas

El presidente Morales no podía esconder su gesto de incomodidad cuando mencionaba su viaje a Argentina para asistir a la posesión de Mauricio Macri. Pocas veces se lo ha visto referirse con tanta reverencia hacia un “líder de la derecha”, contra el que hizo campaña y ahora reconoce como genuino triunfador de las elecciones, con quien debe dialogar y entenderse muy bien.
El tema es que con el triunfo de Macri se acrecienta el peligro hacia el gas boliviano, que en realidad está amenazado desde el 2003, cuando las fuerzas que comandaron la denominada “Guerra del gas” acabaron con el proyecto de venta de gas a Chile, la única vía que tenían nuestros yacimientos de conseguir una verdadera expansión continental. Sin mercados asegurados y desarrollados de manera anticipada la industria del gas no puede florecer, pues se trata de un producto que no se puede almacenar y su transporte no es tan simple.
Con ese episodio tan dramático y tan ruin para nuestro futuro como eje distribuidor de energía en Sudamérica, Bolivia se volvió un proveedor poco confiable y la nacionalización no hizo más que confirmar esa situación pues sobrevino una sequía de inversiones que tiró al suelo nuestras reservas, con lo que es complicado conseguir nuevos contratos e inversiones.
Ante esa realidad, en nuestro vecindario comenzaron la búsqueda de proveedores alternativos, incluyendo por supuesto Argentina y Brasil, que instalaron plantas de regasificación del LNG, un producto que ahora circula con mucha más asiduidad por todos lados y cuyo precio ha bajado sustancialmente, al punto de generar una peligrosa competencia al gas que se transporta por gasoductos.
En ese contexto surgió el Plan Mejillones, consistente en la importación chilena de gas a través del puerto norteño para suministrarle el energético a Argentina. Y en eso tiene razón el exembajador de Argentina en La Paz, Ariel Basteiro, quien afirmó que fue importante la afinidad política entre Néstor Kirchner y Evo Morales para incrementar el consumo de gas boliviano, abastecimiento que le vino muy bien al vecino país, donde la inoperancia del régimen puso en peligro el abastecimiento. De todas formas la Casa Rosada no cumplió todas las promesas que hizo para elevar sus compras y ahora surge este nuevo riesgo en el que pueden incidir las cuestiones políticas. Analistas chilenos y argentinos creen que Macri simplemente está asustando al gobierno boliviano con el relanzamiento del Plan Mejillones y tal vez trate de usarlo como mecanismo de presión en el tema del narcotráfico. Si fuera así, de todas formas el régimen boliviano está en una grave encrucijada.
En el mejor de los casos no pasará nada: Bolivia mantendrá los volúmenes de exportación de gas a la Argentina y posiblemente pueda aumentarlos, pero los compradores exigirán mejores precios, hecho que incidirá seguramente en la renegociación del acuerdo de compra-venta que tiene con Brasil, proceso que está a la vuelta de la esquina. Recordemos que nada menos que Lula Da Silva dijo que su país le compraba gas a nuestro país por un asunto de cooperación, es decir por los mismos asuntos políticos de los que habló Basteiro. Lamentablemente, en la actualidad nuestro país no está en las mejores condiciones para negociar, ni desde el punto de vista de las reservas y tampoco políticamente.

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