martes, 23 de abril de 2013

Censo de sicarios

Es difícil imaginar a un sicario esperando en su casa para que venga un funcionario del Ministerio de Gobierno a censarlo, tal como lo han propuesto las autoridades para acabar con la ola de crímenes en Santa Cruz. Tal vez están convencidos que los pistoleros se van a acercar hasta las oficinas de Migraciones para mojar sus dedos con tinta, pero los únicos que aparecerán como mansas palomas serán los menonitas, todos los curas, monjas y mormones y, por supuesto, los ejecutivos de las pocas compañías extranjeras que quedan en el país, a quienes obligarán a hacer colas, pagar trámites y perder tiempo valioso. En realidad, los únicos extranjeros que la pasan bomba en Bolivia son los narcos, los sicarios y los contrabandistas, porque nadie los molesta ni señala, como sucede con muchos de los que vienen al país, muchas veces como voluntarios, a realizar aportes importantes. Ni bien los ven con cara de forasteros, los policías le aplican “tarifa doble” bajo amenaza de “conducirlos” a Interpol. En estos días han hecho aparición en las calles cruceñas, decenas de efectivos camuflados, con casco, pasamontañas y fusil al hombro. Patrullan las esquinas día y noche como si los sicarios llevaran sus hijos al colegio o fueran de compras a los mercados. En fin, ya aparecerán. Ojalá no sea a los tiros o como falsa alarma.

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