La última vez que Mario Vargas Llosa estuvo en Caracas fue en mayo de 2009. Estuvo como invitado del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE), que ese momento se encontraba en una campaña para defender a la pequeña empresa de los ataques del régimen de Hugo Chávez, quien ya había destruido prácticamente la producción a gran escala y se aprestaba a intervenir los kioscos, las microindustrias, las panaderías, etc. algo que está ejecutando Nicolás Maduro, con graves consecuencias para la economía venezolana, tal como lo advertían en esa ocasión los expertos asistentes al evento.
El chavismo armó un gran revuelo para darle la “bienvenida” al escritor. Envió a sus sabuesos de inteligencia a hostilizarlo en el aeropuerto, donde lo retuvieron, lo interrogaron y le revisaron sus cosas como si se tratara de un sospechoso de terrorismo. Multitudinarias hordas de militantes vestidos de rojo sitiaron el hotel donde estuvo hospedado Vargas Llosa y durante los dos días del encuentro no permitieron que los visitantes asomaran las narices en la entrada. Para poder circular había que quitarse el traje y la corbata, así los grupos de choque no identificaban a los “sucios oligarcas liberales” o como ha dicho el vicepresidente García Linera, los “dinosaurios del neoliberalismo”.
Junto a Vargas Llosa estuvieron en Caracas como invitados especiales, los intelectuales mexicanos Jorge Castañeda y Enrique Krauze y el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza coautor de “El manual del perfecto idiota latinoamericano” que analiza la forma de pensar de las élites políticas y económicas del continente a lo largo de su historia. El libro fue escrito en 1996 cuando varios de los actuales gobiernos populistas de la región recién empezaban a ejercer el poder. Es obvio que ni Rafael Correa, ni Cristina Fernández o Evo Morales están incluidos en el ensayo, pero es increíble la forma cómo se han sentido aludidos.
En aquella ocasión se realizó un homenaje al politólogo e historiador de las ideas Isaiah Berlin, intelectual de renombre mundial, fundador del Wolfson College de Oxford, presidente de la Academia Británica y merecedor del Premio Jerusalén en 1979 por sus escritos sobre la libertad individual en la sociedad. Berlin era un activista a favor de los derechos humanos y fue autor de la diferenciación entre “libertad positiva” y “libertad negativa”. Entendía la libertad positiva como la capacidad de cualquier individuo de ser dueño de su voluntad, y de controlar y determinar sus propias acciones, y su destino. Por el contrario, la libertad negativa de un individuo se refiere a que "le permiten" ejercer su voluntad. Obviamente cuando hay restricciones incluso para pensar, no es posible ni siquiera concebir ningún tipo de libertad.
No hay duda que la idea clave de todo este evento fue la necesidad de fortalecer el debate, pues es el liberalismo es lo opuesto al dogmatismo, al mesianismo y a la imposición a rajatablas incluso de algo como la “economía de mercado” cuyos fanáticos han causado profundos desfasajes en el capitalismo mundial. De hecho, ante tanta hostilidad chavista, con agresiones e insultos, Mario Vargas Llosa decidió retar a Hugo Chávez a un debate público, propuesta que el líder venezolano aceptó en un principio, pero que al final declinó. El líder bolivariano prefirió organizar un debate con intelectuales afines a sus ideas y finalizar con una maratón de su programa-monólogo “Aló Presidente” que pretendía alcanzar los cuatro días pero que tuvo que ser interrumpido al cabo de ocho horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario