jueves, 13 de marzo de 2014

La confesión final de Marcelo Soza

Nadie como el exfiscal Marcelo Soza ha recibido tanta protección gubernamental para actuar a cara descubierta en el proceso de persecución política que se ha estado ejecutando en el país en los últimos años. Nadie ha recibido tantos recursos, tanta licencia para manejar la justicia a su antojo, para extorsionar, distorsionar el proceso judicial del "caso Terrorismo", trasladar de un lado a otro a los acusados, fabricar pruebas y eliminarlas cuando sea necesario. Nadie ha gozado de tanta impunidad, tanto empoderamiento del régimen para destruir familias, instituciones, reputaciones y llevar a la muerte civil a personas que han tenido que huir del país o languidecer encerradas en las cárceles mientras soportan una patraña que está próxima a cumplir cinco años.

Nadie como el ex fiscal Soza ha acumulado tantas pruebas en su contra sobre la violación al debido proceso, sobre falsificación de pruebas, testigos falsos, chantaje y muchos otros delitos que convirtieron al caso Rózsa en una vergüenza que, sin embargo, ha seguido activo gracias a toda una red de agentes gubernamentales que se encargan de presionar jueces, manipular fiscales y mover todos los hilos de este circo que se cae a pedazos.

Nadie como Soza y con los antecedentes acumulados, ha sido tratado con tanta condescendencia por policías, fiscales, jueces y operadores de justicia que no actuaron cuando este fue el blanco de acusaciones formales por extorsión, luego de que la acumulación de evidencias fue imposible de disimular. Gracias a todo el aparato que antes estuvo a su servicio para perseguir, Soza pudo evadir las citaciones y las notificaciones, burlarse de los interrogatorios e ignorar una orden de arresto. Gracias a que en el país sigue intacto todo ese gigantesco andamiaje de control y judicialización de la política, Soza ha podido escapar y refugiarse en Brasil, donde se ha declarado víctima de una trampa del Gobierno.

Es lógico que Soza se sienta traicionado por un Gobierno que lo utilizó como punta de lanza para destruir el proceso autonómico y el liderazgo de Santa Cruz. Para el exfuncionario no puede haber sido una sorpresa, después de que él mismo hizo una grabación en la que confesaba toda la trama de mentiras que había tejido el régimen para inculpar a gente inocente en el supuesto delito de terrorismo. Desde su refugio en Brasil ha ido más lejos aún, al implicar y dar nombres concretos de altos funcionarios, dirigentes y allegados al régimen gobernante que lo habrían acicateado para cometer todos los atropellos desde abril de 2009, desde el momento en que se perpetró esa masacre en el hotel Las Américas, sobre la cual no quedan dudas de que fue un acto de terrorismo de Estado ordenado desde las instancias políticas más altas.

Lo que no es lógico es que ahora el Gobierno pretenda lavarse las manos y descalificar a Soza como si se tratara de un "llanero solitario" que actuó por cuenta propia y que cometió actos delincuenciales sin la asistencia del mismo esquema criminal que operó alrededor de los abogados extorsionadores que maquinaron el caso Ostreicher. Si las autoridades confirman que Soza es un corrupto y un delincuente, estarían incurriendo en una abierta confesión, lo que automáticamente debería dar pie a la extinción del caso Rózsa y una posterior reconversión, que implica llevar al banquillo a quienes han estado del otro lado.

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