lunes, 3 de marzo de 2014

Las lisonjas del centralismo

Evo Morales viene a buscar a Percy Fernández porque está interesado en que le abra las puertas de Santa Cruz, el único bastión importante que le queda al MAS por conquistar, además del Beni. Rubén Costas acude a Juan del Granado y viceversa, porque ninguno de los dos tiene “proyección nacional”, es decir, no gozan de la simpatía popular más allá de Santa Cruz y de La Paz, respectivamente.

Cuando hablamos de “proyección nacional” obviamente nos estamos refiriendo a la influencia en la parte andina del país, a eso equivale lo “nacional” en Bolivia, especialmente a la visión centralista que jamás ha visualizado un país más allá de la Plaza Murillo y de los intereses particulares de los que han conducido este país desde la colonia, sobre todo las riquezas extractivas. La novedad del “proceso de cambio” ha sido el interés focalizado en el Chapare, por motivos más que obvios.

El oriente boliviano jamás ha estado en esa agenda “nacional”, que no tiene nada de nacional, puesto que ni siquiera es capaz de atender las necesidades de las provincias paceñas, de Potosí o de Tarija, pese a que esta última aporta hoy con las mayores riquezas que engrosan las arcas del centralismo.

Es ingenuo pensar que el desdén y el olvido del centralismo hacia el “interior” del país, especialmente el oriente boliviano tiene que ver con el odio, el racismo o ciertos aspectos ideológicos, que los hay obviamente. Este esquema funciona así, es espoliador por naturaleza y abusivo porque así lo demanda la inequidad que forma parte de su razón de ser. Y si hoy percibimos más esa sensación de que Santa Cruz es una colonia del andinocentrismo, es porque el poder del caudillo de turno es mayor y el apoyo popular que ha estado recibiendo de la parte andina del país le ha sido suficiente como para darse el lujo de ignorar criminalmente lo que ha estado ocurriendo en el Beni por ejemplo.

Pero tampoco vamos a decir que estamos atravesando el peor momento de las relaciones oriente y occidente, pues en el pasado hubo invasiones armadas, campos de concentración, asesinatos y mucho más casos de encarcelamiento y persecución. El centralismo siempre ha sido implacable cuando se ha pretendido que La Paz gobierne para todos.

¿Se puede confiar en las lisonjas de Evo Morales y en los gestos de acercamiento de Juan del Granado, un centralista de pura cepa que movilizó a todos los paceños cuando Sucre planteó la capitalidad?

Ambas actitudes, especialmente la del presidente Morales, son el reflejo de que la correlación de fuerzas han vuelto a su cauce normal en el país y ahora el MAS puede estar llegando a la misma conclusión que obtuvieron todos los líderes “nacionales” que pasaron por el Palacio Quemado durante el periodo democrático: para ganar las elecciones en Bolivia hay que ganar en Santa Cruz, debido al amplio caudal electoral que ha crecido notablemente y que le da a las élites cruceñas cierta holgura para negociar con el centralismo, obtener alguna ventaja, algunos negocios, designar algún ministro o un par de parlamentarios.

 ¿Qué más se le puede pedir al centralismo, el del MAS, el de Goni , el de Juan o cualquiera que haya existido o el que venga? Casi nada y mucho menos cuando se mencionan palabras prohibidas como autonomía o descentralización.

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