En toda su historia como país “independiente” y “soberano” –mejor si es en doble comillas-, Bolivia ha perdido más territorio del que tiene actualmente. Perdimos 1,26 millones de kilómetros cuadrados y supuestamente aún nos quedan 1.098.581 kilómetros cuadrados.
Hay muchas fábulas y mentiras en torno al territorio perdido con Brasil, Paraguay y Chile, pero en cada caso hay un denominador común y es la actitud pasiva de los gobernantes, el entreguismo con el que actuaron frente a fuerzas externas, pues en ningún caso hubo un genuino interés por defender la integridad nacional. Así pasó con el Litoral, con el Acre, el Mato Grosso y el Chaco, que han dejado profundas heridas en la población y al mismo tiempo ira por el cinismo de los gobernantes que prácticamente regalaron el patrimonio nacional.
Hace seis años, con la construcción de dos represas en el río Madeira en Brasil, comenzó a escribirse la nueva historia del Beni. Esos embalses ya fueron terminados y son los que han convertido en un inmenso lago a las llanuras benianas, en un pantanal de aguas permanentes donde será prácticamente imposible reconstruir lo que se ha perdido.
Los gobernantes bolivianos nunca le reclamaron a Brasil por lo que estaba haciéndole al Beni y ha sido otra forma de regalarles este inmenso territorio de 213 mil kilómetros cuadrados, que ha pasado a ser un reservorio de agua que alimentará a las usinas brasileñas. Por lo menos Brasil paga por el gas que le enviamos, esto ha sido totalmente gratis y por amor a nuestro hermano mayor Lula Da Silva.
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