Existe una ingenuidad generalizada en Santa Cruz que tiene la certeza de que la denominada “institucionalidad cruceña” va a retomar la lucha autonómica que fue abandonada desde que el régimen nacional la comenzó a acecharla con armas innobles, usando para ello todo el aparato represivo y judicial que trabaja a órdenes de la cúpula gubernamental.
La estrategia fue muy simple, pues a decir verdad, la composición del “liderazgo regional” tiene una base netamente empresarial cuyas raíces se encuentran en los grupos de poder, dos sectores extremadamente frágiles, sin consistencia ideológica y perfectamente identificables. Casi todos ellos figuran en la lista de los sospechosos de terrorismo y son objeto de chantaje y amedrentamiento por parte del Gobierno.
Es muy poco lo que se le puede exigir a alguien que tiene un comparendo judicial pegado en la puerta o está tras las rejas. Tampoco los empresarios son garantía de persistencia en la lucha política, porque el dinero suele ser muy cobarde y no admite otro idioma el que no sea sus propios intereses. En ese sentido, el régimen del MAS ha sido también muy eficiente a la hora de ejecutar una suerte de terrorismo económico que ha terminado por doblegar a los otrora poderosos gremios que, por supuesto, obtienen sus propios beneficios de este juego del “palo y la zanahoria a la que están sometidos”.
El términos reales, el que maneja el liderazgo en Santa Cruz es el MAS, que todavía actúa bajo una oscura sombra ligada a la extorsión, personificada en el fiscal Soza y toda esa red de abogados cuyos días en Palmasola parecen estar contados.
Mientras tanto, los grandes jerarcas del Gobierno se pavonean en las testeras de los actos públicos, discursean, prometen y encima se burlan cuando alientan a una mayor agresividad en la inversión agrícola y por otro lado mantienen la insana política de las prohibiciones que aflojan de manera muy caprichosa.
Si el verdadero liderazgo lo está ejerciendo el oficialismo en esta región, pues hay que ser claros en demandar una mayor coherencia en sus actos y, sobre todo, que deje de ponerle piedras en el camino al proceso autonómico y al desarrollo departamental. Callarse frente a esta realidad, hacerse el desentendido con los avasallamientos de tierras que siguen aumentando por todos lados, pone a las élites cruceñas en calidad de cómplices de un proceso destructivo que le hace mal a todos, incluidos los que supuestamente están defendiendo sus propios bolsillos, como lo dijo hace poco el expresidente del Comité Cívico, Herland Vaca Díez.
Si es necesario transparentar las cosas, que se diga realmente quién gobierna la Alcaldía y cuáles son los mecanismos de control que ejerce el Gobierno central dentro de toda las instituciones para que la población sepa a quién debe dirigir sus reclamos y no permanecer en la ilusión de que los feroces autonomistas van a volver a rugir como antes, cuando en realidad están alimentando el centralismo con jugosos recursos que deberían ser usados para hacer andar la autonomía, hacia adelante por supuesto.
El vacío de liderazgo, los falsos líderes y los líderes que se ocultan detrás de la extorsión no le hacen nada bien a esta región, que tal vez debería imitar a los orureños, que siendo pocos y con escasos recursos, todavía se hacen respetar.
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