Las reveladoras grabaciones que han sido conocidas recientemente por la opinión pública, no hacen más que ratificar viejas evidencias relacionadas con el caso Rózsa y reiteran con lujo de detalles las denuncias que oportunamente se han conocido en torno a esta patraña que se cae a pedazos y con ella, toda la falsa institucionalidad creada por el Estado Plurinacional.
A estas alturas y luego de tantos hechos espurios, confabulaciones y redes de extorsión que han sido apañadas por los más altos funcionarios del Gobierno, a nadie le puede extrañar que los operadores del régimen traten de afirmar que el audio en el que se escucha perfectamente la voz del fiscal Marcelo Soza es parte de un montaje.
Todos los funcionarios de justicia y del Ministerio Público se han encargado de ignorar vergonzosamente las pruebas que a su turno han desvirtuado las acusaciones en contra de 39 personas a quienes se las sindica de pertenecer a una red terrorista-separatista. Existen videos que muestran cómo se “plantaron” pruebas, una gran cantidad de fotografías que señalan que todo fue una tramoya en la que participaron agentes del orden, correos electrónicos que vinculan a familiares de altas autoridades gubernamentales y por supuesto, el video en el que se ve cómo se paga el soborno a un “testigo clave”.
Hay mucho más que eso y todo ha sido consignado en libros muy bien documentados, pero absolutamente todo ha sido ignorado también por la gente que ha tenido a su cargo la investigación del caso. El hecho de que ahora pasen por alto un documento tan importante y tan revelador, forma parte de la misma farsa con la que actúan sujetos que fomentaron la red de abogados extorsionadores y que también han sido vinculados con mafias del narcotráfico.
La población que ha escuchado las palabras del fiscal, que ha podido advertir los términos con los que se expresa, la manera cómo se refiere al presidente y a sus ministros y que ofrece una clara idea de cómo funciona este “proceso de cambio” no puede menos que sentir una conmoción moral que cala muy hondo, pues dibuja de cuerpo entero los métodos nocivos, la ausencia de escrúpulos y la falta total de límites de un proceso político que prometió cambiar la manera de administrar el país, sobre todo, llevar adelante una revolución basada en los valores y principios humanos.
Es verdad que se puede esperar muy poco de un régimen que avala, premia y promueve todas estas acciones, porque las considera parte de una estrategia para consolidar el poder político. Ningún funcionario del oficialismo, salvo los que sintieron asco y reaccionaron con arcadas, fueron tocados a raíz del descubrimiento de la red de extorsión que se había instalado en varios ministerios y lo más probable es que la justicia cooptada y chantajeada por el Gobierno, libere de culpa muy pronto a esos sujetos que hicieron de la persecución un negocio lucrativo.
Afortunadamente existen dos factores muy importantes que los políticos de todas las épocas suelen olvidar. Existe opinión pública, una fuerza que se va consolidando y que suele vencer cualquier régimen por más absolutista que pueda ser. Y no cabe duda que frente a tanta degeneración institucional, la sociedad civil boliviana no tendrá más remedio que actuar en función de la supervivencia, ya que lo que está ocurriendo ahora, no tiene otro camino más que la destrucción del Estado. El segundo resorte es la ley, que a veces tarda más de la cuenta, pero nunca deja de llegar. En el caso Rózsa solo hay dos verdades: un atentado terrorista a la casa del cardenal Julio Terrazas y el asesinato de tres ciudadanos europeos. Esos crímenes encontrarán a sus culpables por encima de cualquier trampa.
Pues, lo mas seguro es que seas un camba descerebrado y egoista, falto de identidad como todos los de las logias de la mierda luna para publicar tamañas barbaridades
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