martes, 9 de julio de 2013

Dividiendo las aguas

Si antes del incidente del avión, se había puesto insoportable el “llunkerío” del que habló la diputada Rebeca Delgado, ahora que toca hacer los respectivos gestos para “apapachar” al caudillo, la cosa se torna por demás de empalagosa. Antes del tormentoso viaje a Rusia, el vicepresidente dijo que los bolivianos debemos acordarnos del presidente Morales antes de acostarnos y al despertarnos, como se hace con los santos para pedirle milagros. A su arribo, el oficialismo organizó un multitudinario recibimiento con acarreados de todos los ministerios y oficinas públicas a quienes se conminó mediante memorándum a acudir y aplaudir con entusiasmo. Pero no todos llegaron al aeropuerto de El Alto, hecho que ha motivado el envío de un fuerte llamado de atención, tal como se consigna en una nota que se les pasó a los funcionarios de la Asamblea Legislativa Plurinacional. En esa competencia, el canciller David Choquehuanca ha llegado al extremo de afirmar que el primer mandatario es una especie de mesías, de elegido, de iluminado y señalado para cambiar el mundo. ¿No será mucho? Al parecer aquí no hay lugar para la exageración, pues el “llunkerío” parece haberse convertido en la tabla de medida para medir la lealtad de los militantes. Los demás, a pensar a otro lado.

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