miércoles, 19 de septiembre de 2012

Drogas: mitos y realidad

En materia de coca y cocaína –como en la mayoría de las cosas-, todo depende del cristal con que se mire, aunque no por ello debemos perder la perspectiva del problema, que es una realidad y muy grande, especialmente para Bolivia, cuyo futuro está mucho más comprometido que el de Estados Unidos o la ONU como consecuencia del auge del narcotráfico.

Está demostrado que ha perdido totalmente su incidencia en el país el informe sobre la situación del narcotráfico que anualmente elabora el Gobierno norteamericano y que por cuarto año consecutivo coloca a Bolivia en una “lista negra” de naciones que no hacen lo suficiente para combatir el flagelo de las drogas. Además de provocar los refunfuños de siempre, nadie mueve un dedo en la administración gubernamental como resultado del diagnóstico.

Este año y como si estuviera todo calculado, la oficina de la ONU en Bolivia para el combate al narcotráfico (ONUDC) emitió su informe sobre los cultivos de coca, un día después de que Estados Unidos confirmara su descertificación al país. Los vítores no se dejaron esperar en el Palacio Quemado, como si lo reflejado por el organismo multilateral fuera el súmmum de la verdad sobre lo que está aconteciendo en materia de tráfico de drogas.

Hay que mencionar que el informe de la ONU, es el resultado de un sinnúmero de tropiezos, retrasos (debió estar listo para junio), falta de presupuesto y que al final fue la Embajada de Dinamarca, un país lleno de inocencia en este campo, la que salvó las papas. En realidad, así como se fue la DEA, la NAS y otras agencias relacionadas con el control de las drogas en Bolivia, de la misma manera se encuentra en retirada la ONUDC, organismo que tiene planeado instalar una megaoficina en Brasil, donde hay un genuino y creciente interés de luchar contra las mafias de la droga.

No es para menos, Brasil se ha convertido en el segundo consumidor de cocaína del mundo, tiene más de un millón de consumidores consuetudinarios de esta droga, en su mayor parte proveniente de Bolivia y desde hace años, los brasileños batallan para combatir las mafias instaladas en las favelas, donde abunda no solo la mercancía boliviana, sino también armamento que pasa por las fronteras con nuestro país.

Si hay una opinión en materia de drogas que le debe interesar y preocupar al Gobierno boliviano es precisamente la de Brasil, donde prácticamente existe el convencimiento de que en nuestro territorio los cárteles reciben un fuerte apoyo político. No solo porque lo dice una revista o lo menciona con mucha claridad un candidato a presidente, sino porque en la actualidad las fronteras están atestadas de militares brasileños tratando de frenar la invasión de cocaína.

Días antes de que Estados Unidos emita su informe y que la ONU haga brincar de felicidad a las autoridades nacionales, estuvo en La Paz el ministro de Justicia y zar antidrogas de Brasil, José Eduardo Cardozo, quien vino a acelerar la puesta en marcha del convenio antidrogas que nuestro país ha firmado con el gobierno de Dilma Rousseff. El dignatario entregó donaciones, haciendo ver que ahora es Brasil el actor principal de los esfuerzos antinarcóticos que deben realizar los bolivianos. Y por si fuera poco, ha insistido en que debe ser la Policía Federal brasileña la que supervise la erradicación de coca, algo que causa muchísimo malestar en la administración del presidente Morales.

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