De a poco se va confirmando que la salida del senador opositor Róger Pinto de la Embajada de Brasil en La Paz fue un evento puramente diplomático del que todos estaban enterados y en el que la matanza de Palmasola tuvo una gravitación muy clara. Resulta que Pinto abandonó La Paz en un vehículo oficial de la Embajada brasileña y el que dio la orden fue el encargado de negocios y no el embajador. Con esta noticia, la Cancillería de Brasil tiene la oportunidad de lavarse las manos y evitar el conflicto con el Gobierno boliviano. El funcionario que dio la orden argumenta que lo hizo por una situación de emergencia ya que asegura que peligraba la vida de Róger Pinto, quien supuestamente había amenazado con suicidarse. Las autoridades bolivianas reaccionaron un día después de conocido el suceso y pese a que han despotricado hasta el cansancio contra Pinto, se cuidan mucho de estrellarse contra Brasil y aseguran que las relaciones entre ambos países no se verán perjudicadas. De esa manera, el Estado Plurinacional se queda con su versión de “dignidad” y “soberanía” y Brasil se da el gusto de devolverle la bofetada a Bolivia después del escándalo de la requisa del avión del ministro de Defensa Celso Amorim. Solo falta confirmar que lo de Palmasola forme parte oficial del guión.
PD. La renuncia del canciller brasileño Antonio Patriota no hace más que confirmar que todos se hacen los tontos. A no ser que Brasil devuelva a Pinto para afirmar todo lo contrario.
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