viernes, 18 de septiembre de 2015
Nuestros futbolistas
Los futbolistas bolivianos están acostumbrados a trabajar dos o tres horas al día. Eso es todo el tiempo que entrenan. No van al gimnasio, no miran videos, no tienen charlas técnicas, no estudian tácticas ni reciben ningún tipo de motivación psicológica. Actúan como cualquier individuo normal y muchos de ellos beben alcohol con tanta asiduidad y abundancia como cualquiera borrachín consumado. Ganan muy bien y se dan lujos de nuevo rico; concurren a lugares nocturnos, se desvelan y confían demasiado en su talento, que termina opacado hasta la humillación cuando tienen que enfrentar un compromiso internacional, donde lucen como verdaderos amateurs. Los resultados de nuestros clubes, que no son más que comparsas de aficionados al dinero, son precisamente la expresión de la conducta de nuestros atletas, tolerados por directivos y técnicos, porque hacer lo contrario sería exponerse a enfrentar lo de Julio César Baldivieso, quien busca “cambiar de chip”, pero no es aceptado, porque justamente él fue uno de los mejores cultores del “estilo boliviano”. Siempre es bueno pensar que lo pasado es pisado y si Baldivieso quiere cambiar para bien hay que apoyarlo. En una de esas le va bien.
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