No hay día en que los bolivianos no mencionen y se quejen del dichoso “Gobierno”. Es como si la vida de la gente pasara por esta suerte de espectro omnipresente, cuando en realidad es la ausencia de Estado uno de los principales problemas del país.
El “Gobierno” siempre aparece en forma de policía que coimea, en la figura del burócrata que le mete la mano al bolsillo al contribuyente a cambio de nada o como el político que aparece de vez en cuando pidiendo voto de los siempre ilusos ciudadanos. El Estado brilla por su ausencia cuando se trata de brindar servicios básicos decentes, ofrecer seguridad, promover el empleo o cuando menos, controlar las carreteras para que la gente no ande matándose como ha sucedido en los últimos días.
Pero la gente sigue mirándole al Estado boliviano como si fuera la teta de una vaca de la que algún momento va a salir leche a borbotones y que alcanzará para saciar a todos. Los gobernantes alimentan esa ilusión simplemente porque es un mecanismo de asegurarse el apoyo de los ingenuos, de los oportunistas y los privilegiados, tres sectores de la sociedad que nunca van a desaparecer mientras permanezca esta mentalidad, que contradice sustancialmente con la realidad de las grandes mayorías, resignadas a subsistir a través del denominado “cuentapropismo” y la informalidad.
Es evidente que los cruceños anden de cara larga porque el Censo no haya arrojado el número de habitantes que se había calculado. No vamos a negar que todo ha sido producto de una trampa destinada a buscar una manera engañosa de distribuir poder y recursos, pero tampoco es posible asegurar que, de producirse un supuesto acto de equidad, el ciudadano de a pie será el principal beneficiado. Lo más probable –y así ha sido siempre-, es que a mayor cantidad de habitantes, más dinero para hacer politiquería y más plata para los bolsillos de la casta gobernante de turno. Por lo general, el ciudadano se lleva las sobras de la piñata. Cuando el presidente Morales se lamenta porque el departamento de La Paz ha perdido población, lo dice porque para él y su grupo eso significa menos votación, menos poder y por supuesto menos plata para manejar a su gusto.
En su último informe anual, el Banco Mundial ha advertido del problema que surge a raíz de la bonanza económica que atraviesa América Latina, donde los gobiernos están invirtiendo muy mal los recursos extraordinarios por la venta de las materias primas, un patrimonio que es propiedad de toda la población. Están derrochando y favoreciendo a ciertos grupos a través de redes de corrupción y por eso mismo, en lugar de estar tirando los fondos en empresas estatales, en elefantes blancos, obras faraónicas, satélites y helicópteros, el organismo ha sugerido entregar la plata en efectivo a la gente, que seguramente tomará decisiones mucho más acertadas que los gobernantes. No cabe duda que la gran mayoría de los jefes de familia bolivianos, invertirán en educación para sus hijos, en solucionar problemas de salud, construir una vivienda acorde con sus necesidades y por supuesto, buscar vivir mejor, un privilegio que hoy sigue teniendo una pequeña minoría pese a que los ingresos del Estado boliviano se han multiplicado por siete veces.
¿Qué significa el Censo? Diez curules, más millones para la región, más diputados o más ítems. Pero mientras la gente no perciba que su vida mejora con todo esos cálculos, la importancia sigue siendo relativa y poco relevante.
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