Enfrentamiento entre los autonomistas y los "entreguistas". |
Dirigentes de gremios empresariales y profesionales que se han mantenido agazapados últimamente frente al poder avasallador del régimen central, han hecho públicas sus postulaciones y es evidente que existen intenciones de los grupos de poder tradicionales de recobrar el liderazgo del ente cívico que fue interrumpido durante un par de años.
Es llamativo y se presta para muchas interrogantes que estas figuras intenten comandar una institución de lucha y de presión como es el Comité Cívico, cuando la consigna reinante en la “cruceñidad oficial” es no hacer olas, buscar los pactos con el Gobierno central y tratar de ajustarse al “pasitrote” que le ha impuesto el andinocentrismo a la región.
Santa Cruz es una tierra de pactos, pero también es de lucha. El éxito económico y social de esta región se debe en gran parte, a la apertura de la ciudadanía y sus líderes a establecer puentes de entendimiento con las élites políticas nacionales, pero lo que hoy funciona entre las cúpulas regional y nacional es simplemente un acto de chantaje y de imposición ante el cual resulta inadmisible la claudicación, porque eso significaría renunciar a ideales y causas que se forjaron en la lucha y que son precisamente las que han generado prosperidad en el oriente boliviano.
Pactar con el centralismo significa hoy abandonar por completo la causa autonómica y aceptar la extorsión como método de diálogo político; es apañar los avasallamientos de tierras y el terrorismo económico que se ejecuta contra Santa Cruz; es avalar la persecución, el encierro y el acoso parajudicial de los que son víctimas muchos líderes que han sacado la cara por esta región justamente desde la plataforma del Comité Cívico, la única entidad que ha mantenido viva la llama de la libertad y la democracia, ideales que parecen abandonados por la denominada “institucionalidad cruceña”.
La sospecha que se yergue sobre los que han apelado al entreguismo y que hoy buscar retomar el Comité Cívico es que busquen la manera de hacer la entrega oficial y definitiva de la institución a quienes están buscando cómo destruir la cultura, la economía, los valores y el modo de vida de esta región, que no solo ha sido la más exitosa del país, sino la de mayor visión, la más integrada y globalizada, la que ha consolidado la clase media más numerosa del país, la que goza de sostenibilidad y proyección, aspectos que corren el riesgo de desaparición en manos de gente inescrupulosa que lamentablemente ha encontrado eco en sectores que están buscando apenas la supervivencia inmediata.
No es la primera vez que Santa Cruz vive una situación difícil y el sitial que ha obtenido en la historia de Bolivia no ha sido regalado ni ha sido conquistado a las buenas. El centralismo es capaz de todo por no soltar las riendas del poder que le da respiración boca a boca a una visión de país que hace mucho perdió su viabilidad. La resistencia es un mérito de los que buscan días mejores y que ven la luz al final del túnel. Entregar el Comité sería un error lamentable para una región con un gran futuro por delante.
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