viernes, 25 de enero de 2013

Modestia aparte...

Uno de los escasos gestos de franqueza del pasado martes, durante el prolongado discurso presidencial se produjo cuando Evo Morales reconoció el desastre que ha ocurrido en la mina Colquiri después de su nacionalización. Antes, este predio productivo largaba 439 toneladas de mineral por mes con 959 trabajadores, pero al pasar a manos estatales, el número de obreros subió a 1.249 y la producción cayó a 337 toneladas, casi un tercio. Según recientes publicaciones, la rentabilidad de Colquiri disminuyó en 430 por ciento entre julio y diciembre de 2012, mientras que los costos laborales se han duplicado. Las excusas de los responsables de este desastre son muchas e incluso mencionan las fiestas de fin de año. Algo parecido ha ocurrido en YPFB, donde siguen celebrando con lindas sayas la nacionalización, pese a que Bolivia pasó de ser exportador a importador de hidrocarburos gracias a la estatización, pues en los últimos cinco años, la producción de petróleo se redujo casi a la mitad. La lista sigue con ENDE, donde los apagones y la crisis energética empezaron casi al mismo tiempo que la expropiación y en Huanuni, el símbolo de la “recuperación de la dignidad”, están al borde de las pérdidas pese a que los minerales tienen precios récords.

No hay comentarios:

Publicar un comentario