Ahora que está de moda hablar de cáncer y tomando en cuenta que así fue definido todo el escándalo de la red de extorsión, habría que concluir que el presidente prefirió no desencadenar un proceso de metástasis dentro del gabinete y optó por dejar todo tal como está. En otras palabras, para él es mejor no agitar el hormiguero en el que se ha convertido este caso de corrupción, con redes muy claras dentro del Órgano Ejecutivo, la Justicia, el Ministerio Público y los organismos de seguridad que participaron en hechos que han provocado malestar en la opinión pública y también al interior del Gobierno.
Otra de las conclusiones evidentes es que el primer mandatario ha definido toda su red de lealtades en su entorno político, lo que no deja de generar interrogantes pues precisamente aquellos que han sido definidos como “imprescindibles” y “mejores ministros”, son los más cuestionados por distintos sectores, incluyendo movimientos sociales afines al MAS.
Para el Jefe de Estado resulta muy complicada esta movida ya que está sacando la cara por personalidades que han acumulado demasiados cuestionamientos y sospechas. La opción por la lealtad no es algo nuevo dentro del accionar político nacional y resulta muy dañino para la imagen de un presidente. El más claro ejemplo es el exmandatario Hugo Banzer, autor de esa célebre frase: “Prefiero un gramo de lealtad a una tonelada de inteligencia”. La pronunció cuando su régimen estaba acechado por denuncias de corrupción que terminaron carcomiendo la credibilidad de su administración, a principios de la década pasada, que marcó el inicio del desmoronamiento del periodo de estabilidad democrática.
El tercer análisis que resulta de la manera cómo ha encarado el Palacio de Gobierno todo este escándalo es que tanto la red de extorsión como los ministros que movieron los hilos de la organización criminal actuaron en función de una estrategia política destinada a perfeccionar los mecanismos de persecución hacia los sectores de la oposición. El caso Ostreicher fue apenas un detonante que simplemente ha destapado el detalle de que el control político se había convertido en un medio de lucro y mientras que todos aquellos que han sido víctimas de extorsión no se atrevan a abrir la boca, no se conocerán a ciencia cierta todas las implicaciones.
De cualquier forma, la apuesta del Gobierno es muy arriesgada. Está calculando que este caso calificado como “una tontería” por el presidente Morales, no se complique más allá de todo lo que se ha conocido. La ciudadanía y también algunos jerarcas del MAS no se han tragado el cuento de que se trata de una “red privada” que actuaba a espaldas de los ministros y tampoco cree que todo sea el resultado de una campaña de desprestigio orquestada por Estados Unidos. Mientras que algunos senadores del oficialismo se sorprenden por la ratificación de una ministra con el argumento “¿qué sabrá?”, el diputado Galo Bonifaz lanza fuertes amenazas contra el norteamericano Jacob Ostreicher a quien le sugiere “no seguir abriendo la boca”.
Volviendo al ejemplo del cáncer, todo está en que el tumor sea controlado, que no se extienda a otros órganos y que, sobre todo, se apliquen las medidas correctivas necesarias, algo que resulta difícil de imaginar en un régimen que parece estar demasiado enredado en la corrupción.
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