Los que esperaban más actitudes pendencieras del Gobierno boliviano respecto del “caso Pinto” se habrán quedado sorprendidos con la reacción del presidente Morales, quien llevó un regalito bajo el brazo para su colega brasileña Dilma Rousseff y se lo entregó en la reunión que ambos sostuvieron en la capital de Surinam, donde la mandataria se deshizo en disculpas y explicaciones sobre lo que ella ha denominado como el “burdo error” de trasladar a hurtadillas al senador opositor boliviano que se mantuvo en la Embajada de Brasil en La Paz durante 453 días.
Entre los más sorprendidos seguramente están algunos asesores y ministros que días antes le habían sugerido al presidente Morales pedir la devolución del parlamentario, echándole más leña a una hoguera que amenazaba con extenderse.
La mandataria brasileña también hizo gala de sus aptitudes para la diplomacia. Después de haber reaccionado airada por la odisea de Pinto, que supuestamente no conocía ni siquiera su canciller, dijo que ella no estaba enterada de la situación de refugiado boliviano, que provocó graves tensiones entre ambos países y que llevó los vínculos Evo-Dilma a un estado de congelamiento, hielo que se rompió el pasado viernes con un encuentro por demás de cordial, con la promesa de relanzar la agenda bilateral en este mes de septiembre.
El mismo coro que hasta hace unos días pretendía ingenuamente poner a Brasil contra las cuerdas dio por cerrado el caso e incluso uno de los ministros que más azuzaba en este conflicto, afirmó que el “caso Pinto” es un tema menor para el Gobierno y que más importante es el fortalecimiento de las relaciones con el vecino país, con el que está pendiente nada menos que la renegociación del contrato de venta de gas, que representa el 51 por ciento del total de las exportaciones bolivianas.
Pese a que el encuentro de los dos mandatarios parece haber encaminado las cosas, porque además existen algunas evidencias de que la salida de Róger Pinto no fue simplemente el resultado del arrebato de un funcionario de la embajada brasileña en La Paz, siguen habiendo algunos intentos por volver a enturbiarlo todo. En este momento una comisión de ministros y otros funcionarios del Gobierno boliviano prepara maletas para viajar a Brasil con el objetivo de exhibir el supuesto prontuario delictivo del legislador pandino en la nación vecina, donde las autoridades de todo nivel han insistido que van a respetar la condición de asilado del opositor, a quien le han puesto ciertos límites en sus apariciones públicas y han decidido trasladarlo hacia una propiedad rural alejada de Brasilia.
Los ideólogos gubernamentales que tanto leen a Maquiavelo y su vieja frase “el fin justifica los medios”, deben entender que nuestro país ha recuperado la gran oportunidad de recomponer las relaciones con un país con el que debe reinar la armonía, pues de esos vínculos dependen los grandes intereses bolivianos y una situación estratégica con la que no se puede jugar. El Gobierno nacional tiene la oportunidad de demostrar que lo de Pinto es intrascendente y que por encima de todo existe una agenda urgente que debe ser atendida.
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