jueves, 3 de octubre de 2013

El dinero cae del cielo

El Gobierno del MAS ya no tiene necesidad de apelar a las metáforas para convencer a la gente de lo bien que le va a la economía boliviana: literalmente el dinero está cayendo del cielo. Sí, es verdad, cae del cielo como ocurrió en la localidad de Pozo del Tigre, al este del departamento de Santa Cruz, donde los tripulantes de una misteriosa avioneta lanzaron un bulto con más de un millón de dólares, dinero que provenía del Paraguay y su propósito, según indica la Policía, era financiar la instalación de un laboratorio de procesamiento de cocaína en la zona.

Según el Censo 2012, la educación sigue rezagada en el país, sobre todo en el nivel secundario. Mientras que en la primaria el grado de asistencia es del 80 por ciento gracias en parte al Bono Juancito Pinto, la escolaridad cae al 60 por ciento en los grados superiores, una señal clara de que los bolivianos no ven en la educación una forma de sobresalir y prosperar. Pero hay adolescentes que han encontrado la manera de sacarle provecho al colegio y lo hacen vendiendo droga, tal como se lo ha podido comprobar en varios casos registrados por la Policía. A una chica le encontraron más de 20 sobres con cocaína en su poder y confesó que un narco le pagaba 250 dólares mensuales por su trabajo de comercialización. Cada día encuentran un nuevo caso que refleja la proliferación de este negocio en las escuelas.

Otros que están muy contentos con la marcha de la economía boliviana, son los pobladores de una comunidad del municipio de Turco, en la frontera con Chile, donde niños, jóvenes, padres, madres y ancianos se dedicaban a producir droga para exportar al mercado chileno. Turco, ubicado en el departamento de Oruro, es famoso por la producción de lana de camélidos, pero al parecer han encontrado una forma más fácil y rentable de sumarse al “boom boliviano”.

El auge nacional del narcotráfico se democratiza, se extiende por todo el país y llega a todos los continentes. Bolivia no es solo el principal abastecedor de cocaína de Sudamérica, con Brasil como principal mercado (el segundo a nivel mundial) sino que la producción de droga llega también a Europa y al África. Recientemente se interceptó un cargamento de 400 kilos que se dirigían a Ghana. El dueño de la carga es George Chafic, un ciudadano de origen libanés, que según denuncias de la revista Oxígeno, fue uno de los colaboradores de la campaña del MAS en el 2005. El detenido tenía en su poder pases de circulación a nombre de dos diputados oficialistas que serán citados por la Fiscalía para aclarar este asunto.

Otro funcionario que debería estar en apuros, aunque nunca se sabe, es Luis Cutipa, director general de la Coca e Industrialización, quien ha sido denunciado por una ministra por haber entregado ilegalmente licencias de comercialización de coca, delito por el que supuestamente recibió más de 500 mil dólares de coima. Eso explica en parte un reciente informe que indica que la mayor parte de la coca que se produce en el Chapare no pasa por los mercados legales.

Y por supuesto, este último dato también explica por qué el Gobierno se empecina en afirmar que no existen cárteles internacionales de la droga en Bolivia. Todos prefieren hablar de clanes familiares, pero a lo mejor también son clanes políticos. Hay otros que ven lo que ocurre en el país y se refieren a una suerte de “democratización de la economía ilegal”. El problema es que esta democratización nos acerca más a la tiranía de las mafias y con esas dictaduras no se juega.

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