miércoles, 16 de octubre de 2013

Lecciones de la 'sucia' política

Platón, uno de los padres del concepto de “política” decía que el Estado debía estar a cargo de los mejores, de los más capacitados, los más virtuosos, valientes e inteligentes. Cuesta creer que 24 siglos después de lanzada esa gran verdad sigamos en manos de “mañudos”, mentirosos y vengativos.

Los políticos saben realmente quiénes son y conocen perfectamente que sin hacerle caso a Platón no se puede avanzar en la administración del Estado. Por eso es que de vez en cuando recurren a personas como José María Bakovic para que se hagan cargo de asuntos que requieren trabajo eficiente y transparente.

Bakovic no era militante de ningún partido político y había acumulado prestigio y experiencia como funcionario de organismos internacionales. Recurrieron a él para darle credibilidad al proceso de institucionalización de las entidades públicas, labor que demoró demasiado y que no alcanzó a rendir los frutos deseados, pues como se ha visto, la democracia cayó en descrédito por culpa de la corrupción y para cuando se quiso reaccionar, ya se habían encaramado los que ahora reclaman su propio “turno”.

Corruptos ha habido por docenas y los sigue habiendo, cada vez más osados y sinvergüenzas pero el “proceso de cambio” eligió a José María Bakovic para dar el peor escarmiento que ha podido aplicársele a un ser humano en un periodo “democrático” (más comillas). Por lo menos en las dictaduras había la posibilidad de salir exiliado y los opresores no se hacían problema en distribuir los respectivos salvoconductos.

Hoy se respira un pesado aire de venganza, de odio y de resentimiento, unas ganas de ensañarse contra las personas y de provocarles el mayor daño posible. Se lo vio en este caso y ocurre todos los días con muchos otros en los que se ve actuar a un verdadero aparato que involucra a policías, funcionarios ministeriales, asesores, fiscales, jueces y también médicos forenses, que fueron claves para el linchamiento de Bakovic.

Pese a tanto ensañamiento en su contra Bakovic enfrentó con mucha dignidad el acoso del que fue víctima. Salió airoso en 30 de los 76 procesos judiciales, civiles y administrativos a los que lo sometieron el Gobierno y sus esbirros, llevándolo por todo el país en una peregrinación inhumana que le robó la salud, el patrimonio y por último la vida. Si le hubieran dado más tiempo lo habría invertido en demostrar su inocencia (así ocurre en este “reino del revés”) en el resto de los casos, pero eso habrá que dejárselo a la historia, la mejor jueza que ha existido.

Nadie puede sorprenderse de la persecución política, de su formar de operar y de la carencia de escrúpulos, sin embargo, nadie se explica cómo es que puede haber una voluntad tan sañuda contra una persona que no tenía la menor posibilidad de hacerle sombra a los mandamases de turno, siempre dispuestos a tumbar cualquier cabeza que pretenda levantarse para defender la libertad y protestar contra la impostura.

Tampoco se entiende que en estos años, la gente, los líderes “demócratas”, las organizaciones y todos los que dicen luchar por un cambio verdadero, hayan abandonado a su suerte a José María Bakovic, como sucede con los que hoy son blanco de la persecución. Esto hace que el ideal de Platón se encuentre cada vez más lejos. Lo más grave no es la acción de los “malos”, sino la indiferencia de los “buenos”, para quienes seguramente va dirigida esta lección de la “sucia” política.

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