jueves, 31 de octubre de 2013

Por qué nos va mal en los negocios

Ranking del Banco Mundial sobre el ambiente
para hacer negocios 2013 en 189 países del mundo

Es curioso que algunos se molesten cuando se hacen comparaciones entre Bolivia y Afganistán, pero a la hora de medir el ambiente para hacer negocios, ambos países comparten casi las mismas características, según lo indica el más reciente ranking del Banco Mundial “Haciendo negocios 2013”.


La buena noticia es que nuestro país está en el puesto 162 de un total de 189 economías medidas por el organismo internacional y los afganos están en el lugar 164. La mala es que Bolivia está empeorando y en un solo año ha bajado seis puestos.

Es difícil explicar por qué Bolivia está casi en las mismas condiciones que países que sufren guerras, que enfrentan crisis humanitarias desde hace años y tal vez décadas y que han tenido que enfrentar devastadores terremotos y otras catástrofes. Ese es el caso de Haití, de Siria, Níger, Sudán, Libia y paradójicamente Venezuela, que está en el puesto 181.

Un dato aún más llamativo es que países con largos episodios de violencia y convulsiones políticas como Colombia, México, El Salvador están mucho mejor que Bolivia, donde acaba de producirse el récord histórico de continuidad presidencial que acabó no solo con el triste promedio de 2,3 años por mandato, sino también con golpes, asonadas y revueltas, tanto en dictadura como en democracia.

Para llegar a las conclusiones del informe de alrededor de 40 páginas, son consultados por lo menos 10 mil expertos de todas las áreas en los países auscultados y todos ellos coinciden en las palabras como “estabilidad”, “confiabilidad”, “seguridad jurídica”, “protección a la propiedad privada” y “regulación previsible”.

Qué seguridad podemos esperar en un país donde los avasalladores de tierras y de propiedades mineras tienen mejor protección jurídica y política que quienes están facultados por ley para realizar determinada explotación productiva. Después de siete años de peregrinaje y de haber invertido grandes sumas de dinero, los primeros agropecuarios del oriente están recuperando sus tierras, pero no lo hacen porque se haya impuesto la justicia, sino por una razón netamente electoral, lo que hace prever que los avasallamientos pueden seguir y empeorar después de las elecciones del 2014.

Cómo vamos a mejorar en los negocios, si el presidente amenaza con expropiar sin pagar ni un solo centavo.  Qué se puede esperar en un país donde las leyes se aplican con todo el rigor al sector privado y a las empresas estatales se les permite incluso evadir impuestos. Cómo progresar en un ambiente de incertidumbre, con leyes y marcos regulatorios frenados por años y sectores que se mantienen con decretos y resoluciones que amplían las ventajas sin alejarlos de las arenas movedizas.

Por último, qué capitales estables, inversiones productivas y proyecciones de largo plazo se pueden hacer cuando las mayores ventajas las tienen los sectores de la economía formal e ilegal, mientras que cualquier elemento vinculado a las palabras “empresa” o “emprendedor” es sinónimo de delito.

Mientras Bolivia no cambie esas condiciones y establezca normas y regulaciones inspiradas en el desarrollo sostenible, en la productividad y competitividad, no se puede esperar un cambio significativo, algo que lamentablemente repercute en el campo social, porque negocios es sinónimo de trabajo.

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