lunes, 7 de abril de 2014

El oscurantismo en Bolivia

La Asamblea Plurinacional ya adelantó que por más que se lo pida la Fiscalía, no dará curso a un juicio de responsabilidades por el supuesto tráfico de influencias en la empresa estatal BoA, donde  hay fuertes indicios de contratos irregulares, nepotismo y uso indebido de bienes del Estado. El Ministerio de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción no ha dicho absolutamente nada al respecto pese a que han trascurrido casi dos semanas de las denuncias y por último, la Contraloría General, acaba de afirmar que tampoco moverá un solo de dedo para que se esclarezca este caso.

Este hecho es simplemente el reflejo del oscurantismo en el que se mueve el país desde hace años, periodo en el que han desaparecido completamente las nociones de verdad, justicia, vida y democracia, valores elementales de una sociedad medianamente sana .

Acaban de perder la vida dos mineros, asesinados con balazos en la cabeza. Hay una autopsia que lo confirma y que hace pensar en un ajusticiamiento, en un acto deliberado que ha sido calificado como la acción de una "mano negra" por el ministro de Gobierno, Carlos Romero. ¿Se conocerá la verdad de este hecho? ¿Se identificará a los responsables y al que dio la orden de actuar de esa manera tan sañuda?

Por los antecedentes, lo más probable es que esas preguntas se mantengan en la nebulosa. Todavía estamos esperando por las respuestas sobre el asesinato de Christian Urresti en Cochabamba; sobre las víctimas de Porvenir, La Calancha, Huanuni, Caranavi, etc. etc.

La democracia desmantelada, el cinismo de los gobernantes y la discrecionalidad con la que actúan sabiendo que no hay tribunal, entidad o ley que los llegue a tocar, está llevando al país a una peligrosa involución que nos traslada a las dictaduras, a regímenes de fuerza basados en el miedo, la mentira y la manipulación.

Un grupo de parlamentarios ha conformado una comisión que se preocupa por buscar la verdad e identifica una serie de casos que reflejan esta situación de zozobra de la justicia. Hablamos del caso Rózsa, del tema de Ormachea, Ostreicher y toda una serie de extorsiones y operaciones que hablan de un Gobierno actuando en la sombra, con métodos mafieriles que provocan muerte y la violación de los derechos humanos. Los legisladores lo hacen porque no hay manera de movilizar el aparato institucional del Estado para esclarecer ninguno de estos hechos y en todo caso, el pleno del sistema cuya función es el control de los poderes públicos, actúa en connivencia, en complicidad y hace todo para que las cosas sigan en las tinieblas.

Un país a oscuras es una sociedad sin justicia, sin transparencia; es una población que se empobrece y se atrasa, pues así como hay carta blanca para abusar y violar los derechos de las personas, también hay vía libre para manejar los recursos al antojo de los poderosos y continuar con el saqueo de los bienes públicos. El oscurantismo se apropia de la política, de la economía, de la cultura y el resultado el retorno a la era medieval, a la quema de brujas y los señores feudales, dueños de la verdad, de la vida y hacienda. ¿Eso queremos para Bolivia?

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