En medio del fervor electoral se han dado dos pésimas noticias para nuestro país, cuya economía depende de las exportaciones de hidrocarburos y minerales y en buena medida también de las ventas de soya. Todos comentan sobre los votos del Beni, de El Alto y de Tarija, pero muy pocos se preocupan de algo tan fundamental, que debería generar un debate nacional para ver qué vamos a hacer; “de qué vamos a vivir”, como dijo alguna vez el presidente Morales. Por ahora estamos haciendo la del avestruz y lo peor es que se siguen escuchando promesas de obras majestuosas propias de un auge que ya no es tal y que fue desperdiciado imperdonablemente.
El hecho es que el precio del petróleo, que dio algunas señales de repunte en las últimas semanas, confirmó nomás su tendencia hacia la baja, lo que ratifica los vaticinios de los expertos, que creen que el barril de crudo por debajo de los 50 dólares se prolongará en el largo plazo.
La segunda novedad amarga es que se confirma también la tendencia del primer mes del año que reportó una caída de alrededor 230 millones de dólares en las exportaciones. Según el INE, el primer bimestre de 2015 ha acumulado una reducción de 500 millones y en cuanto al precio del gas, la disminución, en promedio, ha sido de 1,70 dólares por millar de BTU.
Mientras que la reducción de las exportaciones en general es del 26 por ciento, en el rubro de los hidrocarburos este porcentaje llega al 36, lo que anticipa que si el precio del petróleo se mantiene en declinación, el agujero en la economía será muy grande. Lo peor de todo es que así como bajan las ventas de los productos petrolíferos, también caen los denominados artículos no tradicionales, lo que nos permite ver que el asunto es mucho más complejo, porque no se trata solo de incrementar la producción y de diversificar, como acertadamente lo han propuesto algunos sectores.
Producir más siempre será una excelente salida, pero esta debe ir acompañada de otras medidas, como la reducción de las importaciones, por ejemplo, que si bien han disminuido, no lo ha hecho en la misma medida del bajón de las exportaciones. Es urgente que el Estado incremente su lucha contra los contrabandistas de manera de impulsar el consumo nacional, estimular la actividad económica y el empleo. Los exportadores están exigiendo también la protección de la competitividad a través de un movimiento en el tipo de cambio, medida que debe ser analizada muy bien para tomar en cuenta los costos y los beneficios.
Desde el punto de vista del sector público está claro que la decisión más urgente pasa por la reducción de los gastos, evitar las inversiones superfluas, cuidar las reservas puesto que no hemos tenido la suficiente capacidad de ahorro e invertir en la productividad del sector privado, ya que se ha demostrado que las empresas públicas no están llevando a la quiebra. Enatex es una prueba palpable, Huanuni va en camino y en los próximos años tendremos novedades lamentables si no se da un golpe de timón en este sentido. Después de las elecciones del 29 de marzo supuestamente no habrá más comicios hasta dentro de cinco años, por lo que se supone también que no se necesita más campaña, más derroche, más teleféricos, satélites, coliseos y trenes bala que se han llevado el mejor periodo de bonanza de la historia del país, sin mayores repercusiones en la mejora de la calidad de vida y en la construcción de un aparato productivo nacional, dos deudas que siguen pendientes.
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