Hice mi carrera en Córdoba, Argentina, una ciudad universitaria, a la que también llaman "la docta", así que no puedo dejar de celebrar que Santa Cruz adquiera ese mismo estatus. Ojalá no sea un simple eslogan o un truco de marketing para ganar dinero fácil con las oleadas de brasileños que llegan para pagar matrículas más altas, alquilar departamentos y llenar los carritos de los supermercados.
En Córdoba, la gran mayoría de los universitarios éramos unos yescas, pero aun así la ciudad ganaba mucho con nosotros y viceversa. No había cómo aburrirse, pues en cada esquina había alguna actividad cultural para estudiantes (gratis por supuesto) y la gente las aprovechaba con agrado. Charlas, conferencias, ciclos de cine, teatro, encuentros, peñas y obviamente, como se trata de gente joven y entusiasta, también bailantas con abundante "fernet con coca". Para qué negarlo.
En todos lados había descuentos para estudiantes, hasta en la peluquería, en las panaderías y las tiendas. Había barrios enteros con edificios especialmente diseñados para los universitarios y también había "pensiones", lugares más económicos para los chicos de provincia, que también podían acceder a casas de acogida pagadas por sus municipios. No recuerdo cuántas bibliotecas había, eran decenas. Todas muy bien equipadas, sin permiso de ingreso ni carnet ni nada. Era entrar, pedir un libro y sentarse a quemar pestaña.
En Córdoba no todos eran universitarios, ya que había una gran cantidad de escuelas técnicas que aprovechaban este gran aliento colectivo por superarse, por estudiar y activar la materia gris. Ojalá que el plan de Santa Cruz sea mejor y que la idea no solo sirva para que se abran más boliches.
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