Potosí fue en la época colonial una de las ciudades más importantes del mundo. Todo se lo debe al Cerro Rico, que figura en el escudo nacional, pues Bolivia no puede explicarse sin esa montaña que también le dio esplendor al Imperio Español. Paradójicamente España, Bolivia y Potosí tienen de esa misma historia de ciclos repetitivos de crisis y bonanza cuyo balance final no es nada positivo. Hoy Potosí enfrenta un horizonte sombrío producto de la caída de los precios de los minerales. Nuevamente se volverá mendigo después de algunos años de haber sido príncipe, con Hummers y cholets por todos lados. Los potosinos siguen hablando de su cerro con nostalgia y amargura pero también con un tozudo optimismo. Dicen que el cerro tiene riquezas para otros 500 ó 1000 años más. En un programa de concurso dirían "sigan participando". Y sigan soñando.
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