No podía faltar un actor de la talla de Sean Penn, ganador de dos premios Oscar en el caso Ostreicher, que ha desnudado un increíble caso de corrupción que salpica a por lo menos siete gestiones en los ministerios de la Presidencia y de Gobierno en más de cinco años, es decir, durante casi todo el periodo que lleva en funciones el Movimiento Al Socialismo.
La primera pregunta es cómo pudo actuar una banda de semejante cantidad de miembros, con tanto poder y tantas ramificaciones durante tanto tiempo sin que nadie note algún movimiento extraño. Con los antecedentes del caso del general René Sanabria, descubierto también por actores externos, es posible que todos en la administración gubernamental estén preparando la forma de lavarse las manos.
Por los nombres dados a conocer en los últimos días se puede inferir que están vinculados a los más altos niveles de poder y por las responsabilidades atribuidas a estos personajes, se deduce también que gozaban de la más plena confianza de los dignatarios de Estado. Por eso es que cuando se afirma oficialmente que hay más funcionarios implicados, habría que darle plena confianza al país que se actuará “caiga quien caiga”. De hecho, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, ha dicho que el actual embajador de Bolivia en la ONU, Sacha Llorentty y exministro de Gobierno, será convocado a declarar sobre el caso Ostreicher. Cabe recordar aquí, que Llorentty le debe ya muchas explicaciones a la justicia y es momento de que el presidente Morales tome la decisión de cortar por lo sano para no anidar sospechas de encubrimiento.
Una alta autoridad gubernamental se ha preguntado, “si son capaces de hacer esto contra un ciudadano norteamericano que goza de influencias, cómo será con otros que no tienen la capacidad de llegar tan alto”. Habría que reflexionar también ¿Qué hubiera pasado si no intervenía un personaje como Sean Penn? Tal vez todos los funcionarios que han sido detenidos y otros que podrían ser arrestados en los próximos meses estarían hoy gozando de la misma impunidad que campea en otros asuntos muy parecidos.
Y en esto hay que ser muy claros. El caso Ostreicher está íntimamente ligado al caso Rózsa, no solo porque el desmantelamiento de este oprobio coincide con un momento clave en el juicio por terrorismo que se ventila en estos días en Tarija, sino porque dos personajes detenidos son exactamente los mismos que han estado impulsando lo que a todas luces es otra patraña inventada por el Gobierno, pero que obviamente ha sido digitada desde mucho más alto en el poder.
Precisamente en estos días, uno de los procesados, Ignacio Villa Vargas, que en su momento fue “testigo clave” del caso terrorismo, ha estado haciendo importantes revelaciones ante los tribunales tarijeños y que no hacen más que corroborar la tesis de la conspiración. Por todos estos antecedentes el presidente Morales debe tener una idea muy clara sobre lo que está sucediendo dentro de su gabinete y sobre todo, establecer nuevas relaciones de confianza ya que hasta ahora es obvio que la buena fe ha sido violentada. Si bien no es poco lo que se ha descubierto con el caso Ostreicher, existe el riesgo de que no sea más que un medio para esconder escándalos mucho más grandes.
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