jueves, 8 de noviembre de 2012
Estados Unidos y el imaginario boliviano
Estados Unidos es un tema omnipresente en la realidad boliviana, sobre todo por el encendido discurso antiimperialista que siempre sale a relucir en el régimen gobernante, para el que resulta imprescindible mantener viva la figura de un enemigo externo amenazante, aunque esto en realidad solo forme parte del imaginario, como muchas de las cosas que suceden en el denominado "proceso de cambio".
Por todo esto es que no se puede esquivar el comentario acerca de los resultados de las elecciones norteamericanas que han dado como ganador al demócrata Barack Obama, quien resultó reelecto con muy poco margen en la votación, que le impide gozar de control pleno del Poder Legislativo.
Los medios de todo el continente están abarrotados de literatura sobre las repercusiones que tendrá para América Latina la continuidad de los demócratas en la Casa Blanca, así que lo mejor es circunscribirse a un análisis de lo que podría pasar en Bolivia con las noticias que llegan desde Washington.
Obama ha sido reelegido porque es el más indicado para continuar la dura batalla que inició hace cuatro años contra la implacable crisis económica que todavía sigue causando estragos en Estados Unidos y que seguramente tiene para mucho, habida cuenta de lo que sucede en Europa, donde uno a uno los países van cayendo en la recesión.
Por otro lado, la administración Obama tiene muchas responsabilidades que atender en el Medio Oriente, donde el proceso político denominado “Primavera Árabe” ha cambiado por completo el mapa del poder en esa región y ha obligado a la geopolítica internacional, conducida todavía por Estados Unidos, a realizar movidas de emergencia para no perder el control, sobre todo cuando existe la presencia amenazante de Irán, que busca a toda costa la manera de sacar provecho de lo que está sucediendo. En este contexto, resulta clave el rumbo que tome el sangriento conflicto de Siria, el principal aliado del régimen teocrático iraní, que además trata de fortalecer sus nexos con los gobiernos populistas de América Latina, algo que pone muy nervioso al stablishment estadounidense.
Estados Unidos tiene aún mucho trabajo por hacer en Irak, en Afganistán, sobre todo para desmantelar una costosa guerra que parece no tener fin, mientras que permanecen las amenazas del terrorismo, con un aliado como Pakistán que por momentos no se sabe bien de qué lado se encuentra. En ese sentido, Obama ha sido muy eficiente, puesto que durante su mandato no volvieron a producirse nuevos atentados de importancia, ha disminuido el número de bajas en la “lucha contra el terrorismo” y no hay que olvidar que durante su Gobierno fue eliminado el saudí Osama bin Laden.
Y si vamos a mencionar todas las preocupaciones que tiene al frente el presidente norteamericano, no hay que olvidar Corea del Norte, China y su poderío económico que amenaza a la potencia del norte, el cambio climático, los desastres que siguen atacando sin piedad a las ciudades norteamericanas y muchos otros que dejan apenas un resquicio para ocuparse de América Latina, que para la Casa Blanca apenas existe por el problema del narcotráfico, cuyo epicentro es México. De ahí para el sur, Estados Unidos ha sido muy claro al delegarle a Brasil la responsabilidad de ejercer el liderazgo tutelar sobre los demás países. Y si Bolivia tiene que reclamar, despotricar y maldecir, precisamente debería dirigirse al sujeto indicado que desde hace mucho ha tomado el control de la región.
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