Está por terminar el año que algunas culturas, religiones y calendarios de dudosa procedencia habían señalado para el fin del mundo. Y como lamentablemente hay muchos más crédulos e ingenuos de lo que uno piensa, en los últimos tiempos han proliferado grupos, sectas y doctrinas (¡qué plaga, por Dios!) que se han dedicado a prepararse para enfrentar cataclismos, lluvias de fuego, azotes de plagas y otros avatares que los fanáticos se han encargado de meter en el imaginario colectivo.
He visto cómo ha surgido una nueva categoría de seres humanos a quienes denominan “Preppers” cuya única función en la vida consiste en prepararse para el final. Se han vuelto tan locos estos sujetos, que dedican todos los días, horas y minutos que teóricamente les quedan en este planeta para acumular alimentos, construir bunkers y adiestrarse en manejo de crisis, artes marciales y uso de armamentos sofisticados para enfrentar cualquier situación catastrófica que pueda devenir luego de tan mentado fin del mundo.
También hay otros locos que ante las predicciones apocalípticas que abundan se están preparando para ser rescatados por extraterrestres. Se hacen llamar los “Los Elegidos” y entre sus preparativos se incluye la colecta de semen para reproducirse en Marte o algún otro planeta lejano.
En la Biblia dice que hay que vivir cada día como si fuera el último, premisa que le sirvió al famoso Steve Jobs para crear las mayores innovaciones tecnológicas que el mundo nunca había imaginado. Con los días contados por el cáncer, el genio de Apple decía que si vives de esa manera, un día puedes tener razón y todo lo que hayas hecho para evitar la muerte habrá sido en vano. Obviamente, si Jobs hubiera visto a los Preppers o a Los Elegidos hubiese exclamado: ¡Qué manera de desperdiciar la vida!.
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