jueves, 8 de noviembre de 2012

Los encantadores



Los canales de cable nos tienen locos con los encantadores. Hay un encantador de perros, el famoso César Millán; hay encantador de caballos, alguien que en cinco minutos puede dominar una bestia furiosa de 600 kilos; una encantadora de bebés que consigue hacer maravillas con chasquear los dedos; y también hay encantadores de adolescentes que doblegan a rebeldes crónicos en apenas unos días y unos cuantos trucos.
Ninguno de ellos usa la violencia para buscar los cambios deseados, se basan en el  liderazgo proactivo, en las reglas claras y la comunicación. Muestran los increíbles resultados de una simple mirada, de una posición erguida y enérgica  o sencillamente ignorando una mala actitud. He tratado de aplicar algunos de esos trucos con los “pisicos” de la casa y a veces consigo que me den algo de bolilla. Sospecho que la clave está en dominar las técnicas, cambiar de actitud para no recurrir con tanta ligereza a la agresión y obviamente hace falta la constancia y la práctica que requiere cualquier arte en la que buscamos la perfección.
No sé si a este paso aparecerán los profesores encantadores de estudiantes que conseguirán que los chicos disfruten la escuela y las tareas; los jefes encantadores que lograrán plena armonía y productividad en sus oficinas. Qué tal policías encantadores, burócratas encantadores y hasta dentistas encantadores que harán que uno disfrute mientras le horadan la muela con esos tornos indeseables. Habría que pensar en una escuela de encantadores para mandar también a nuestros políticos ¿O es al revés? Creo que mejor es buscar pueblos encantadores.

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