viernes, 3 de mayo de 2013
Leer o no leer, esa es la cuestión
Muchos critican el auge de las nuevas tecnologías, que ha implicado el retroceso de los productos impresos, pero en realidad nunca se había leído tanto como ahora; nunca se había producido tanto conocimiento; nunca antes se habían editado tantos libros, la mayoría de ellos en versión electrónica que se pueden leer hasta en un teléfono celular. Hoy los ciegos pueden “leer” con mayor facilidad gracias a los audiolibros. De esta manera hasta los analfabetos pueden conocer las grandes obras de literatura y disfrutarlas como cualquier otro. Tampoco es pretexto la falta de tiempo, porque en internet circulan resúmenes o ediciones compactas de los libros que se pueden adquirir gratuitamente. Las personas que viajan mucho, que cruzan los océanos en lujosas naves con toda la tecnología a bordo, pueden matar el tiempo escuchando las obras de Shakespeare, Dumas o García Márquez y por último, los que disponen de un séquito de burócratas a su servicio, muy dispuestos a complacer al jefe, pueden ordenarle a alguien que le lea algún poema de Becquer o Neruda. En resumen, el problema actual es cómo se hace para no leer.
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