lunes, 6 de mayo de 2013

Responsabilidad y competitividad


Al ingresar en un aula un profesor preguntó “¿quién es el más responsable de todos aquí?” En el fondo se paró un chico con apariencia descuidada y dijo muy seguro: “yo soy el más responsable”. “¿Y cómo lo sabes?”, replicó el maestro. “Porque cada vez que ocurre algo malo, todos dicen que yo soy el responsable”.
Además de asociar la “responsabilidad” como sinónimo de “culpabilidad”, solemos relacionar este valor con una virtud. Por lo general una persona responsable es aquella que reflexiona y valora las consecuencias de sus actos antes de hacer cualquier cosa. Responsable también es el cumplido, el puntual, pero también el que se hace cargo de las obligaciones de los demás y que trabaja mientras los otros duermen.
El concepto moderno de responsabilidad  es una combinación de ambos sentidos. Un responsable no es alguien perfecto e intachable, sino que, como todos, puede equivocarse, desviar el rumbo y cometer errores. La diferencia está en la “respuesta” posterior a esa situación errada.
En otras palabras, “responsable” es aquel que capaz de aprender y aplicar ese aprendizaje a la vida con el objetivo de crecer y corregir sus errores. Eso más que en responsables nos convierte en “competentes”, que no tiene nada que ver con los neuróticos que hacen carrera y se miden con todos hasta en lo que comen y lo que acumulan.
Competitividad es la capacidad de una persona o una organización (un Estado por ejemplo) de ofrecer las respuestas idóneas para cambiar una realidad negativa para el individuo y la colectividad.

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