En los años '80 los disturbios raciales irrumpieron con fuerza en Estados Unidos, especialmente en las ciudades de Miami y Los Ángeles. Aunque hubo algunos detonantes muy específicos como el ataque de varios policías al taxista afroamericano Rodney King, la música tuvo mucho que ver con el problema.
La cultura rockera de los blancos se negaba a aceptar las grandes manifestaciones de los negros, especialmente el rap, el hip hop, el funky y también la música disco. Aunque parezca increíble, Michael Jackson estaba vetado en el canal MTV. Los activistas que defendían los derechos civiles y que habían conseguido grandes avances en los años '60 no sabían cómo encarar este problema que amenazaba con desbordarse y generar hechos de violencia sin precedentes.
Uno de los héroes que ayudó a "romper el muro" fue precisamente uno de los rockeros blancos más radicales, Steven Tyler, líder de la legendaria banda Aerosmith. El talentoso músico, capaz de ejecutar con maestría más de diez instrumentos, se embarcó en una aventura musical con los integrantes de un grupo de rap que comenzaba a hacer historia Run DMC y que por eso mismo generaba el rechazo del bando de los que supuestamente defendían una pureza musical que no existe, pues los orígenes del rock están en África, junto con el jazz y el blues.
Esta iniciativa consiguió más que todas las reformas, leyes y proyectos elaborados por líderes políticos, pues no solo se logró distender la situación, sino crear una nueva cultura más integrada en la que negros y blancos se identificaban con la misma música y los mismos íconos como Michael Jackson o Madonna.
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